Por Miriam Elizalde.
La
prestigiosa revista especializada en tecnología WIRED también
concluye que el Departamento de Estado no dice la verdad. Entrevista a varios
científicos que, como muchos otros últimamente en medios estadounidenses,
descartan la posibilidad de un ataque sónico en La Habana, salvo si se tiene
una “pistola mágica” en una película de los Hermanos Coen. Desliza la
posibilidad de que estos ataques sean autoinfligidos por los espías de
Washington, de manera no intencional.
Me parece que se les está complicando el Fake News a
Tillerson and Cia.
Reproduzco algunos pasajes de la investigación que
acaba de publicar la prestigiosa revista WIRED,
tomados de este artículo:
Alguien en
Cuba ha estado remotamente haciendo algo misterioso con los oídos y los
cerebros de los espías estadounidenses. Llamémosle acción fantasmagórica, a
distancia.
El problema es
que ni físicos ni otorrinos saben cómo el ultrasonido (alta frecuencia) o el
infrasonido (baja frecuencia) podrían producir lo que el Departamento de Estado
dice que le sucedió a su gente. Eso deja dos posibilidades: existe una nueva
pistola sónica, de ciencia ficción, o hay algo más.
Ningún
científico entrevistado por Wired o por otros medios, admite conocer alguna
tecnología que pueda producir todos los efectos que asegura el Departamento de
Estado, de manera individual, sin afectar a otros individuos en el mismo
ambiente.
“He trabajado
con el Departamento de Defensa en investigación auditiva durante un par de
décadas, y he estado muy impresionado con sus capacidades. Estoy seguro de que
ya están viendo todo lo que he hablado “, dice a Wired Kathleen Campbell,
experta en ototoxicidad en la Southern Illinois University’s School of
Medicine. “Cada vez más sospecho que hay alguna combinación en lugar de un
efecto puro”.
Esos efectos
“podrían no haber sido intencionales”. Supongamos que una “pistola mágica” de
sonido podría combinarse sinérgicamente con ruido ambiental, o alguna ototoxina
desconocida, y cause lesiones cuando se suponía que escuchaban conversaciones
secretas y “nadie suponía que se lastimaría”. Pero si esto no es un asunto de
James Bond o de los Expedientes X; quizá sea de los Hermanos Coen (directores
de películas en Hollywood).
La cosa es que
envenenar a la gente a distancia es algo realmente difícil de hacer. “Usted
tiene que tener una dosis consistente y un mecanismo para que llegue a la
personas de manera consistente”, dice Edward Boyer, toxicólogo médico de la
Escuela de Medicina de Harvard. Cualquier cosa lo suficientemente ototóxica
como para causar la gama de síntomas en los diplomáticos habría sido tóxica de
otras formas también, dice. E incluso los síntomas que el Departamento de
Estado ya ha hecho públicos “implican una farmacocinética muy variable, lo que
me dice que una toxina no sería útil para ello. Si no puedes incapacitar a todo
el mundo, ¿para qué sirve usarlo?”
Por ahora,
todo lo que sucedió con los diplomáticos y espías en Cuba sigue siendo un
misterio sin suficientes pistas. Los expertos con los que habló Wired
enfatizaron que para hacer algo más que especular tendrían que ver los
resultados de laboratorio, los análisis neuropsiquiátricos, la neuroimagen, la
historia ambiental… todos los resultados que el Departamento de Estado no ha
hecho públicos.
Y aunque el
Departamento de Estado logre determinar lo que afectó a su gente en Cuba,
podría no decirlo. A veces la verdad no está ahí afuera, concluye Wired.
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