lunes, 20 de noviembre de 2017

La Revolución de Octubre en el proceso revolucionario cubano hasta 1925 (I)


Tomado de Contexto Latinoamericano. OceanSur
Por Angelina Rojas Blaquier

El inicio del siglo XX en Américas Latina se caracterizó por el avance del capitalismo, especialmente con la implantación del sistema neocolonial del imperialismo, que tuvo su estreno en Cuba. A escala internacional afloraban los primeros enfrentamientos entre sistemas caducos y emergentes y la búsqueda de nuevas posesiones y riquezas. La Primera Guerra Mundial imperialista no tardó en estallar, pero, de su seno nació también la primera revolución socialista a escala mundial en la antigua Rusia de los zares. La Revolución Socialista de Octubre marcó, sin dudas, el advenimiento de una nueva etapa de luchas entre las clases portadoras de los intereses que contendían en las nuevas circunstancias. 

En nuestro continente existían influencias ideológicas muy diversas, pero un sector importante de los trabajadores, quizás hasta por la intuición natural de clase, comprendió el significado de una revolución victoriosa en la Rusia zarista.

La fundación del primer Partido Comunista de Cuba en 1925 fue, ante todo, el fruto del desarrollo de las contradicciones socio económicas y políticas existentes en Cuba, acompañadas por un desarrollo de las ideas resultante de una especial mixtura entre la influencia del ideario internacional que, con diferentes denominaciones,  llegaba a nuestro país, y el sentido especial del patriotismo y la independencia cubanas, el pensamiento y actuación de sus próceres y pensadores,  los hombres que se crecieron a la luz de las nuevas ideas y la influencia especial de José Martí, y su vertebración, conscientes de la coyuntura, en los sectores contestatarios de la sociedad, que abarcó simultáneamente a los estudiantes, los intelectuales y los trabajadores.

Un pueblo que desde el siglo XIX había mostrado su vocación independentista; y de una clase obrera que en 1890 conmemoró el primer 1º de Mayo; y participó, con José Martí, en la preparación y desarrollo de la Guerra de Independencia, y en la fundación del Partido Revolucionario Cubano, y que en los albores de sus luchas republicanas tuvo el privilegio de unir a estudiantes, intelectuales y obreros en un esfuerzo unitario, no requería alineaciones impuestas o importadas. Éstas fueron asumidas en su coincidencia, pero siempre con elementos de autoctonía.

Ello facilitó que desde el propio 1917 las ideas de la revolución triunfante, bajo la dirección del partido bolchevique con Lenin a la cabeza, en tanto demostración de que los trabajadores podían alcanzar el poder, encontraran terreno abonado en Cuba para influir en el carácter y orientación de sus luchas, favoreciendo el rápido avance organizativo y político de las masas trabajadoras, de una parte de los intelectuales y de los estudiantes.
Desde ese mismo año se divulgaba de un modo u otro el significado y carácter de la nueva Revolución, en momentos cuando en Cuba se desarrollaban movimientos huelguísticos entre los trabajadores azucareros, portuarios y de otros sectores, junto a otras manifestaciones de lucha. La prensa obrera de la época publicaba diversos artículos sobre la Revolución, destacándose el titulado La Revolución Rusa, aparecido en diciembre de 1917, que refería su alcance, y su carácter de verdadera revolución social.

Pero la Revolución de Octubre, no sólo despertó una simpatía declarativa en el pueblo cubano. Una solidaridad activa se fue acrecentando a partir del conocimiento creciente sobre dicha gesta emancipadora, al tiempo que repercutía acelerando la radicalización de sus luchas contestatarias, coadyuvando también al rápido avance de su proceso organizativo.

Era cotidiano que esos movimientos huelguísticos, fundamentalmente por reivindicaciones económicas, expresaban su solidaridad y admiración hacia el primer estado de obreros y campesinos, nacido bajo la conducción de Lenin.

La influencia de Octubre se reflejó también en dirigentes y portavoces de otras corrientes ideológicas actuantes en Cuba, cuya figura simbólica fue Alfredo López, dirigente obrero tipógrafo y amigo de Julio Antonio Mella. Desde aquel acontecimiento, López se convirtió en un firme defensor del estado soviético y un eficaz colaborador con los comunistas cubanos en su condición de dirigente obrero.[i]

Una parte considerable de los dirigentes reformistas y anarcosindicalistas, especialmente entre los torcedores y ferroviarios, asumieron posiciones unitarias y encabezaron significativas luchas obreras en sus organizaciones, pudiendo afirmarse que, la revolución rusa triunfante, fue una nueva fuente de inspiración para las crecientes luchas de los trabajadores cubanos.

Entre los ejemplos más significativos que aseveran tal afirmación, figuran las conmemoraciones del 1ro. de Mayo en 1918 y 1919, efectuadas en el Teatro Payret, convocadas por la Agrupación Socialista de La Habana.[ii] Allí se escucharon mensajes solidarios con la nueva Rusia, y vocablos como soviet y bolsheviki, mientras comenzaba a sustituirse la forma organizativa gremial por la sindical.

Ese sentimiento solidario y aprobatorio se fortalecía rápidamente, con expresión especial en el Congreso Nacional Obrero celebrado del 14 al 16 de abril de 1920.[iii]

Sus delegados aprobaron el histórico saludo de la clase obrera cubana a la Rusia soviética y se tomaron acuerdos de interés para los trabajadores en cuanto a su organización, convirtiéndose, de hecho, en el eslabón inicial de la cadena que llevaría a la unidad sindical. En dicho saludo se precisaba:

El Congreso Nacional Obrero acordó reunido en esta ciudad enviar su fraternal saludo a los hermanos que en Rusia han establecido la República Socialista del Soviet, fundado así con infinitos sacrificios y sobrehumanas energías en ese país que ocupa la sexta parte de la superficie del planeta, el primer Gobierno por los trabajadores y para los trabajadores … considera a la Rusia Roja como un faro de luz, como ejemplo, guía y estímulo para  las maltratadas muchedumbres ansiosas de redención y justicia, y junto con el testimonio de nuestra ardiente admiración y simpatía, enviamos a nuestros hermanos de Rusia el testimonio de nuestra solidaridad revolucionaria. El Congreso.[iv] 

En ese propio 1920 se produjeron otras muestras de la sensibilidad y simpatía de los cubanos hacia el pueblo ruso, evidente cuando 34 provincias sufrieron una inmensa sequía y fuertes episodios de hambruna. Ante la solicitud de ayuda internacional que pidiera Lenin surgieron, casi espontáneamente, los Comités de Ayuda a Rusia, y, el 21 de agosto de 1921 fue enviada la primera contribución monetaria desde distintas regiones, mediante cheques con sumas para los damnificados, transferidos desde La Habana a nombre de Vladimir I. Lenin durante esos años, a nombre del Comité Cubano de Ayuda a Rusia,  presidido por Carlos Baliño, que centralizaba las acciones solidarias de los diversos comités, dedicados especialmente a la recaudación de fondos tan necesarios para la consolidación de la joven república.[v]

La Revolución de Octubre también influyó en el fortalecimiento de la Agrupación Socialista de La Habana mediante la profundización en el conocimiento del socialismo marxista a partir de su reorganización en 1918, bajo la presidencia Alejandro Barreiro y como Secretario, José Peña Vilaboa, destacados dirigentes obreros que en 1925 estuvieron entre los fundadores del primer Partido Comunista de Cuba. Dicha organización encabezó las campañas de solidaridad de los trabajadores cubanos con la naciente Rusia soviética y trabajó arduamente en la divulgación de la misma y su significado universal.[vi]

En un manifiesto en apoyo a la Rusia Soviética, firmado por Baliño a finales de 1921, se expresa: “los ardientes deseos de los obreros de Cuba (…) de contribuir directamente con sus esfuerzos a consolidar la República soviet, la obra revolucionaria más trascendental que pueblo alguno haya realizado, siendo nuestros camaradas rusos, los cíclopes de esa colosal empresa de transformación social (…) Los obreros de Cuba partirán su pan con los camaradas rusos… por deber y por conciencia”.[vii]

Vale decir que Lenin tuvo temprano conocimiento de la existencia de Cuba y sus luchas: en la despedida del duelo del cubano Pablo Lafargue, yerno de Carlos Marx, dijo de él que había llegado de «una tierra cálida y heroica donde en 1898 se libró la primera guerra imperialista del mundo».[viii]

Según se ampliaba el conocimiento sobre una revolución que en su devenir se había concretado, en el primer estado de obreros y campesinos del mundo, se hacía cada vez más clara la significación e implicaciones de la dominación estadounidense sobre Cuba, ya avizorado por José Martí; sus consecuencias nefastas para Cuba en política y en economía, y la necesidad de colocar la lucha contra el imperialismo entre los objetivos imprescindibles para la verdadera emancipación nacional y social.

Este avance quedó plasmado en la Declaración de Principios de la Agrupación Socialista[ix] cuyos postulados fueron aprobados en una asamblea de sus miembros el 16 de julio de 1922, y publicada el 11 de agosto del propio año.

En ella se denuncian las acciones de grupos de falsos líderes, aliados a la burguesía, tratando de influir negativamente en las organizaciones obreras, a fin de impedir su unidad y neutralizarlas. Frente a esas fuerzas, la Agrupación Socialista se declara marxista, identificada con los principios que caracterizan a la revolución rusa, hizo oficial denuncia de la II Internacional acordando romper con ella, y declaró su adhesión a la III Internacional, aceptando sus 21 condiciones. También se destaca la importancia de ayudar con urgencia a la nueva nación y denuncia los diversos intentos de la burguesía internacional para hacer fracasar la Revolución, asegurando que los obreros cubanos responderían con la magnanimidad de su espíritu solidario, al clamor de los compañeros rusos, quienes también sostienen una gigantesca batalla contra el hambre que devora, diezma y amenaza la estabilidad de la heroica república proletaria.

La Declaración de Principios precisaba entre sus objetivos, fijar en las organizaciones obreras cubanas el espíritu de la lucha de clases, y convencerlas de adherirse a la Internacional Sindical Roja, por su espíritu revolucionario.[x]

No menos trascendente fue la aparición de la revista Espartaco, en noviembre de 1922, como homenaje al quinto aniversario de la Revolución de Octubre, cuyo director fue también Carlos Baliño, acompañado, entre otros, por el dirigente obrero José Peña Vilaboa y el maestro José Miguel Pérez. La misma, nació con el objetivo explícito de divulgar las ideas de la Revolución de Octubre y dar a conocer a sus líderes y sus primeros logros en la economía, la educación y la cultura, difundir las ideas más avanzadas del pensamiento social y político de la época, e incorporar análisis de diversos problemas de interés para la clase obrera cubana.

Toda la actividad de simpatía y respaldo a la Revolución de Octubre, germinó también entre los jóvenes, especialmente los estudiantes, que ya en aquellos años contaban con la guía decisiva de Julio Antonio Mella. El líder estudiantil y otros jóvenes revolucionarios cubanos, entre ellos intelectuales, desde bien temprano comprendieron que la movilización espontánea inherente a las clases y sectores potencialmente contestatarios, necesitaba hacerse acompañar de la preparación teórica y cultural que sustentara el respaldo.

Convencidos de ello, no vacilaron en crear cuantos medios les fue posible para coadyuvar a la movilización interna y a la solidaridad internacional. Entre ellos se destaca la creación del grupo Renovación en mayo de 1923, que organizado por Mella y otros estudiantes, sirvió temporalmente al estudio de la teoría marxista y los ideales martianos.

[i] Alfredo López, líder obrero anarcosindicalista, introdujo a Mella en el conocimiento de los problemas de los obreros y de las luchas sindicales. Mella reconoció que López lo había enseñado a odiar a la burguesía, a identificarse con los obreros, y a luchar por la revolución social.
Cuando Alfredo López fue asesinado en prisión a finales de julio de 1926., Mella le llamó guerrero, lo calificó como su maestro en las luchas sindicales y le juró lealtad eterna, asegurándole que continuaría su obra de luchas proletarias. En: Hatzky, Christine, Julio Antonio Mella, una biografía. ICL. Editorial Oriente, 2008, Pp. 124-125.
[ii] Fue una de las varias agrupaciones fundadas durante las dos primeras décadas del siglo XX, a fin de guiar las luchas del proletariado. Fue reorganizada en 1918 bajo una dirección revolucionaria, figurando como presidente Alejandro Barreiro (responsabilidad que asume posteriormente Carlos Baliño) y como Secretario. José Peña Vilaboa entre otros destacados dirigentes del movimiento obrero cubano. Se considera el antecedente de la Agrupación Comunista de La Habana, primera organización marxista leninista del país, fundada el 18 de marzo de 1923, que contó en su dirección, entre otros, con José Peña Vilaboa, Carlos Baliño, José Rego, Alejandro Barreiro y José Miguel Pérez entre otros.
[iii] Convocado por la Federación de Torcedores de La Habana y Pinar del Río. Entre los elementos más significativos estuvieron las discusiones para enfrentar los problemas resultantes de la carestía de la vida, el respaldo y defensa de los trabajadores presos así como la creación de una confederación nacional de obreros.
Aunque no faltaron los enfrentamientos entre ácratas y reformistas, en su declaración, entre otros aspectos importantes: “Que únicamente en el cambio total del presente régimen económico puede hallarse solución a la misérrima condición de las clases proletarias y a ese fin dedicará sus esfuerzos todos”. En: Tellería Toca, Evelio, Los congresos obreros en Cuba, Ed. Arte y Literatura, La Habana, 1973, p. 93)
[iv] Periódico El Mundo, La Habana, 17 de abril de 1920, p.1
[v] Según refiere el historiador y periodista cubano Luis Hernández Serrano, en una de las vitrinas de la Exposición de la Casa Museo Gorki, se colocó una tabla contentiva de la ayuda de los trabajadores del mundo, donde aparecían las donaciones cubanas., 22 de Abril del 2017, digital@juventudrebelde.cu.
[vi] Se considera el antecedente de la Agrupación Comunista de La Habana, primera organización marxista leninista del país, fundada el 18 de marzo de 1923, que contó en su dirección, entre otros, con José Peña Vilaboa, Carlos Baliño, José Rego, Alejandro Barreiro y José Miguel Pérez.
[vii] Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista de Cuba: El movimiento obrero cubano. Documentos y artículos. Ediciones de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, pp. 338-339.
[viii] Luis Hernández Serrano, 22 de Abril del 2017, Texto citado.
[ix] El grupo de socialistas marxistas encabezados por Carlos Baliño que adoptaron los acuerdos de referencia, fundaron en 1923 la Agrupación Comunista de La Habana.

[x]  Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista de Cuba: El movimiento obrero cubano… Ob.Cit. pp.361-368

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