Tomado de Contexto Latinoamericano.
OceanSur
Por Angelina Rojas Blaquier
El inicio del siglo XX en
Américas Latina se caracterizó por el avance del capitalismo, especialmente con
la implantación del sistema neocolonial del imperialismo, que tuvo su estreno
en Cuba. A escala internacional afloraban los primeros enfrentamientos entre
sistemas caducos y emergentes y la búsqueda de nuevas posesiones y riquezas. La
Primera Guerra Mundial imperialista no tardó en estallar, pero, de su seno
nació también la primera revolución socialista a escala mundial en la antigua
Rusia de los zares. La Revolución Socialista de Octubre marcó, sin dudas, el
advenimiento de una nueva etapa de luchas entre las clases portadoras de los
intereses que contendían en las nuevas circunstancias.
En nuestro continente existían influencias ideológicas muy diversas, pero un sector importante de los trabajadores, quizás hasta por la intuición natural de clase, comprendió el significado de una revolución victoriosa en la Rusia zarista.
En nuestro continente existían influencias ideológicas muy diversas, pero un sector importante de los trabajadores, quizás hasta por la intuición natural de clase, comprendió el significado de una revolución victoriosa en la Rusia zarista.
La fundación
del primer Partido Comunista de Cuba en 1925 fue, ante todo, el fruto del
desarrollo de las contradicciones socio económicas y políticas existentes en
Cuba, acompañadas por un desarrollo de las ideas resultante de una especial
mixtura entre la influencia del ideario internacional que, con diferentes
denominaciones, llegaba a nuestro país, y el sentido especial del
patriotismo y la independencia cubanas, el pensamiento y actuación de sus
próceres y pensadores, los hombres que se crecieron a la luz de las
nuevas ideas y la influencia especial de José Martí, y su vertebración,
conscientes de la coyuntura, en los sectores contestatarios de la sociedad, que
abarcó simultáneamente a los estudiantes, los intelectuales y los trabajadores.
Un
pueblo que desde el siglo XIX había mostrado su vocación independentista;
y de una clase obrera que en 1890 conmemoró el primer 1º de Mayo; y participó,
con José Martí, en la preparación y desarrollo de la Guerra de Independencia, y
en la fundación del Partido Revolucionario Cubano, y que en los albores de
sus luchas republicanas tuvo el privilegio de unir a estudiantes, intelectuales
y obreros en un esfuerzo unitario, no requería alineaciones impuestas o
importadas. Éstas fueron asumidas en su coincidencia, pero siempre con
elementos de autoctonía.
Ello facilitó que desde el propio 1917 las ideas de la revolución
triunfante, bajo la dirección del partido bolchevique con Lenin a la
cabeza, en tanto demostración de que los trabajadores podían alcanzar el
poder, encontraran terreno abonado en Cuba para influir en el carácter y
orientación de sus luchas, favoreciendo el rápido avance organizativo y
político de las masas trabajadoras, de una parte de los intelectuales y de los
estudiantes.
Desde ese mismo año se divulgaba de un modo u otro el
significado y carácter de la nueva Revolución, en momentos cuando en Cuba se
desarrollaban movimientos huelguísticos entre los trabajadores azucareros,
portuarios y de otros sectores, junto a otras manifestaciones de lucha. La
prensa obrera de la época publicaba diversos artículos sobre la Revolución,
destacándose el titulado La Revolución Rusa, aparecido en diciembre
de 1917, que refería su alcance, y su carácter de verdadera revolución social.
Pero la Revolución de Octubre, no sólo despertó una
simpatía declarativa en el pueblo cubano. Una solidaridad activa se fue
acrecentando a partir del conocimiento creciente sobre dicha gesta
emancipadora, al tiempo que repercutía acelerando la radicalización de sus
luchas contestatarias, coadyuvando también al rápido avance de su proceso
organizativo.
Era cotidiano que esos movimientos huelguísticos,
fundamentalmente por reivindicaciones económicas, expresaban su solidaridad y
admiración hacia el primer estado de obreros y campesinos, nacido bajo la
conducción de Lenin.
La influencia de Octubre se reflejó también en
dirigentes y portavoces de otras corrientes ideológicas actuantes en Cuba, cuya
figura simbólica fue Alfredo López, dirigente obrero tipógrafo y amigo de Julio
Antonio Mella. Desde aquel acontecimiento, López se convirtió en un firme
defensor del estado soviético y un eficaz colaborador con los comunistas
cubanos en su condición de dirigente obrero.[i]
Una parte considerable de los dirigentes reformistas y
anarcosindicalistas, especialmente entre los torcedores y ferroviarios,
asumieron posiciones unitarias y encabezaron significativas luchas obreras en
sus organizaciones, pudiendo afirmarse que, la revolución rusa triunfante, fue
una nueva fuente de inspiración para las crecientes luchas de los trabajadores
cubanos.
Entre los ejemplos más significativos que aseveran tal
afirmación, figuran las conmemoraciones del 1ro. de Mayo en 1918 y 1919,
efectuadas en el Teatro Payret, convocadas por la Agrupación Socialista de La Habana.[ii] Allí
se escucharon mensajes solidarios con la nueva Rusia, y vocablos como soviet
y bolsheviki, mientras comenzaba a sustituirse la forma organizativa
gremial por la sindical.
Ese
sentimiento solidario y aprobatorio se fortalecía rápidamente, con expresión
especial en el Congreso Nacional Obrero celebrado del 14 al 16 de abril de
1920.[iii]
Sus
delegados aprobaron el histórico saludo de la clase obrera cubana a la Rusia
soviética y se tomaron acuerdos de interés para los trabajadores en cuanto a su
organización, convirtiéndose, de hecho, en el eslabón inicial de la cadena que
llevaría a la unidad sindical. En dicho saludo se precisaba:
El Congreso Nacional Obrero acordó reunido en
esta ciudad enviar su fraternal saludo a los hermanos que en Rusia han
establecido la República Socialista del Soviet, fundado así con infinitos
sacrificios y sobrehumanas energías en ese país que ocupa la sexta parte de la
superficie del planeta, el primer Gobierno por los trabajadores y para los
trabajadores … considera a la Rusia Roja como un faro de luz, como ejemplo,
guía y estímulo para las maltratadas muchedumbres ansiosas de
redención y justicia, y junto con el testimonio de nuestra ardiente admiración
y simpatía, enviamos a nuestros hermanos de Rusia el testimonio de nuestra
solidaridad revolucionaria. El Congreso.[iv]
En ese
propio 1920 se produjeron otras muestras de la sensibilidad y
simpatía de los cubanos hacia el pueblo ruso, evidente cuando 34 provincias
sufrieron una inmensa sequía y fuertes episodios de hambruna. Ante la solicitud
de ayuda internacional que pidiera Lenin surgieron, casi espontáneamente,
los Comités de Ayuda a Rusia, y, el 21 de agosto de 1921 fue enviada la
primera contribución monetaria desde distintas regiones, mediante cheques con
sumas para los damnificados, transferidos desde La Habana a nombre de Vladimir
I. Lenin durante esos años, a nombre del Comité Cubano de Ayuda a
Rusia, presidido por Carlos Baliño, que centralizaba las acciones
solidarias de los diversos comités, dedicados especialmente a la recaudación de
fondos tan necesarios para la consolidación de la joven república.[v]
La Revolución de Octubre también influyó en el
fortalecimiento de la Agrupación Socialista de La Habana mediante la
profundización en el conocimiento del socialismo marxista a partir de su
reorganización en 1918, bajo la presidencia Alejandro Barreiro y como
Secretario, José Peña Vilaboa, destacados dirigentes obreros que en 1925
estuvieron entre los fundadores del primer Partido Comunista de Cuba. Dicha
organización encabezó las campañas de solidaridad de los trabajadores cubanos
con la naciente Rusia soviética y trabajó arduamente en la divulgación de la
misma y su significado universal.[vi]
En un manifiesto en apoyo a la Rusia
Soviética, firmado por Baliño a finales de 1921, se
expresa: “los ardientes deseos de los obreros de Cuba (…) de contribuir directamente
con sus esfuerzos a consolidar la República soviet, la obra revolucionaria más
trascendental que pueblo alguno haya realizado, siendo nuestros camaradas
rusos, los cíclopes de esa colosal empresa de transformación social (…) Los
obreros de Cuba partirán su pan con los camaradas rusos… por deber y por
conciencia”.[vii]
Vale decir
que Lenin tuvo temprano conocimiento de la existencia de Cuba y sus luchas:
en la despedida del duelo del cubano Pablo Lafargue, yerno de Carlos Marx,
dijo de él que había llegado de «una tierra cálida y heroica donde en 1898 se
libró la primera guerra imperialista del mundo».[viii]
Según se
ampliaba el conocimiento sobre una revolución que en su devenir se había
concretado, en el primer estado de obreros y campesinos del mundo, se hacía
cada vez más clara la significación e implicaciones de la dominación
estadounidense sobre Cuba, ya avizorado por José Martí; sus consecuencias
nefastas para Cuba en política y en economía, y la necesidad de colocar la
lucha contra el imperialismo entre los objetivos imprescindibles para la verdadera
emancipación nacional y social.
Este avance
quedó plasmado en la Declaración de Principios de la Agrupación Socialista[ix] cuyos
postulados fueron aprobados en una asamblea de sus miembros el 16 de julio de
1922, y publicada el 11 de agosto del propio año.
En ella se
denuncian las acciones de grupos de falsos líderes, aliados a la burguesía,
tratando de influir negativamente en las organizaciones obreras, a fin de
impedir su unidad y neutralizarlas. Frente a esas fuerzas, la Agrupación
Socialista se declara marxista, identificada con los principios que
caracterizan a la revolución rusa, hizo oficial denuncia de la II Internacional
acordando romper con ella, y declaró su adhesión a la III Internacional,
aceptando sus 21 condiciones. También se destaca la importancia de ayudar con
urgencia a la nueva nación y denuncia los diversos intentos de la burguesía
internacional para hacer fracasar la Revolución, asegurando que los obreros
cubanos responderían con la magnanimidad de su espíritu solidario, al clamor de
los compañeros rusos, quienes también sostienen una gigantesca batalla contra
el hambre que devora, diezma y amenaza la estabilidad de la heroica república
proletaria.
La
Declaración de Principios precisaba entre sus objetivos, fijar en las
organizaciones obreras cubanas el espíritu de la lucha de clases, y
convencerlas de adherirse a la Internacional Sindical Roja, por su espíritu
revolucionario.[x]
No menos
trascendente fue la aparición de la revista Espartaco, en noviembre de 1922,
como homenaje al quinto aniversario de la Revolución de Octubre, cuyo director
fue también Carlos Baliño, acompañado, entre otros, por el dirigente obrero
José Peña Vilaboa y el maestro José Miguel Pérez. La misma, nació con el
objetivo explícito de divulgar las ideas de la Revolución de Octubre y dar a
conocer a sus líderes y sus primeros logros en la economía, la educación y la
cultura, difundir las ideas más avanzadas del pensamiento social y político de
la época, e incorporar análisis de diversos problemas de interés para la clase
obrera cubana.
Toda la
actividad de simpatía y respaldo a la Revolución de Octubre, germinó también
entre los jóvenes, especialmente los estudiantes, que ya en aquellos años
contaban con la guía decisiva de Julio Antonio Mella. El líder estudiantil y
otros jóvenes revolucionarios cubanos, entre ellos intelectuales, desde bien
temprano comprendieron que la movilización espontánea inherente a las clases y
sectores potencialmente contestatarios, necesitaba hacerse acompañar de la
preparación teórica y cultural que sustentara el respaldo.
Convencidos
de ello, no vacilaron en crear cuantos medios les fue posible para coadyuvar a
la movilización interna y a la solidaridad internacional. Entre ellos se
destaca la creación del grupo Renovación en mayo de 1923, que organizado por
Mella y otros estudiantes, sirvió temporalmente al estudio de la teoría
marxista y los ideales martianos.
[i] Alfredo López, líder obrero
anarcosindicalista, introdujo a Mella en el conocimiento de los problemas de
los obreros y de las luchas sindicales. Mella reconoció que López lo había
enseñado a odiar a la burguesía, a identificarse con los obreros, y a luchar
por la revolución social.
Cuando Alfredo López fue asesinado en prisión a finales de julio de 1926.,
Mella le llamó guerrero, lo calificó como su maestro en las luchas sindicales y
le juró lealtad eterna, asegurándole que continuaría su obra de luchas
proletarias. En: Hatzky, Christine, Julio Antonio Mella, una biografía. ICL.
Editorial Oriente, 2008, Pp. 124-125.
[ii] Fue una de las varias agrupaciones fundadas durante las dos primeras
décadas del siglo XX, a fin de guiar las luchas del proletariado. Fue
reorganizada en 1918 bajo una dirección revolucionaria, figurando como
presidente Alejandro Barreiro (responsabilidad que asume posteriormente Carlos
Baliño) y como Secretario. José Peña Vilaboa entre otros destacados dirigentes
del movimiento obrero cubano. Se considera el antecedente de la Agrupación
Comunista de La Habana, primera organización marxista leninista del país,
fundada el 18 de marzo de 1923, que contó en su dirección, entre otros, con
José Peña Vilaboa, Carlos Baliño, José Rego, Alejandro Barreiro y José Miguel
Pérez entre otros.
[iii] Convocado por la Federación de Torcedores
de La Habana y Pinar del Río. Entre los elementos más significativos estuvieron
las discusiones para enfrentar los problemas resultantes de la carestía de la
vida, el respaldo y defensa de los trabajadores presos así como la creación de
una confederación nacional de obreros.
Aunque no faltaron los enfrentamientos entre ácratas y reformistas, en su
declaración, entre otros aspectos importantes: “Que únicamente en el cambio
total del presente régimen económico puede hallarse solución a la misérrima
condición de las clases proletarias y a ese fin dedicará sus esfuerzos todos”.
En: Tellería Toca, Evelio, Los congresos obreros en Cuba, Ed. Arte
y Literatura, La Habana, 1973, p. 93)
[iv] Periódico El Mundo, La Habana, 17 de abril
de 1920, p.1
[v] Según refiere el historiador y periodista
cubano Luis Hernández Serrano, en una de las vitrinas de la
Exposición de la Casa Museo Gorki, se colocó una tabla contentiva
de la ayuda de los trabajadores del mundo, donde aparecían las donaciones
cubanas., 22 de Abril del 2017, digital@juventudrebelde.cu.
[vi] Se considera el antecedente de la Agrupación Comunista de La Habana,
primera organización marxista leninista del país, fundada el 18 de marzo de
1923, que contó en su dirección, entre otros, con José Peña Vilaboa, Carlos
Baliño, José Rego, Alejandro Barreiro y José Miguel Pérez.
[vii] Instituto de Historia del Movimiento
Comunista y la Revolución Socialista de Cuba: El movimiento obrero cubano.
Documentos y artículos. Ediciones de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, pp.
338-339.
[viii] Luis Hernández Serrano, 22 de Abril
del 2017, Texto citado.
[ix] El grupo de socialistas marxistas
encabezados por Carlos Baliño que adoptaron los acuerdos de referencia,
fundaron en 1923 la Agrupación Comunista de La Habana.
[x] Instituto de Historia del Movimiento
Comunista y la Revolución Socialista de Cuba: El movimiento obrero cubano…
Ob.Cit. pp.361-368
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