En el año 1975 el Comité Church del Congreso estadounidense investigó una operación de la CIA que reclutó a cientos de periodistas y no menos de 25 compañías mediáticas. |
"El periodismo es una cubierta perfecta para agentes de la CIA", escribió Steve Kangas. Difícilmente haya alguien tan autorizado para dictar esa sentencia como Kangas, quien fuera agente de inteligencia militar y conoce el mundillo de la CIA aguas adentro, sobre todo sus conexiones con la clase pudiente estadounidense y los tentáculos corporativos, financieros y militares que financian sus proyectos.
El reclutamiento de agentes por parte de la CIA contemplan a los periodistas afínes a sus objetivos, cuestión sintetizada en la Operation Mockingbird (en inglés, Operación Ruiseñor) que comenzó cuando la institución era entonces laOficina de Servicios Estratégicos (OSS, por sus siglas en inglés). "La agencia quería que estos periodistas no sólo transmitieran cada información sensible que descubrían, sino que asimismo escribieran propaganda anticomunista y procapitalista cuando lo necesitara" la agencia, dice Kangas.
Para que se entienda: el sinsonte es un pájaro que imita los sonidos de otros animales. La CIA, en el marco de la guerra fría cultural, plegó a su nómina a infomercenarios dispuestos a repetir lo que la agencia estadounidense dictaba desde su cuartel general.
"Mockingbird fue extraordinariamente exitosa. En poco tiempo, la agencia había reclutado al menos 25 organizaciones mediáticas para diseminar propaganda de la CIA. Al menos 400 periodistas eventualmente se unirían a la nómina de la CIA, de acuerdo al testimonio de la agencia ante un aturdido Comité Church en 1975 (el Comité sintió que el número verdadero fue considerablemente mayor)". Kangas afirma que una conocida cohorte de periodistas, editores y dueños de medios dentro y fuera de los Estados Unidos se sumaron al proyecto.
No en balde en los EEUU se habla de presstitute (prensa prostituta) con relación al conglomerado mediático actual.
Una amplia nómina mediática
La concentración de medios en pocas corporaciones ha contribuido a la cartelización de la información por parte de quienes mantienen financieramente esos medios.
Los periódicos The Washington Post, The New York Times, Washington Star, Miami Herald, New York Herald-Tribune; revistas de la talla de Time, Life,Newsweek; ganadores del Pulitzer y cadenas de transmisión como CBS, ABC, NBC; y las agencias de noticias Associated Press (AP), United Press International, Reuters; forman parte de la nómina de la CIA.
Kangas pone el foco en uno de los periódicos más leídos de los EEUU: "Quizás no haya periódico más importante para la CIA como The Washington Post, uno de los diarios más derechosos de los Estados Unidos. Su locación en el capitolio de la nación habilita el papel de mantener valioso personal de contacto con figuras líderes de la inteligencia, políticos y hombres de negocios. A diferencia de otros periódicos, el Post opera con sucursales mediáticas alrededor del mundo, en lugar de depender de los servicios de cable de AP".
Katherine Graham tomó el volante del Post en 1963 debido al suicidio de su padre, Philip Graham, dueño del periódico. Seducida por el mundo de la realpolitik y el espionaje, expandió las relaciones del periódico con la CIA. En un discurso de 1988 ante oficiales de la CIA en Langley, Virginia (la sede de la institución), dijo:
Vivimos en un mundo sucio y peligroso. Hay cosas que el público en general no tiene que saber, y que no debería saber. Creo que la democracia florece cuando el gobierno puede tomar pasos legítimos para mantener sus secretos y cuando la prensa puede decidir si se imprime lo que sabe.
Lo que demuestra que detrás de los titulares del Post hay una agenda política.
The Washington Post publicó las investigaciones del Watergate no por altruismo periodístico y "en nombre de la verdad", sino como una jugada política que contribuyó a la presión para que la jugada que culminara con la renuncia de Richard Nixon de la presidencia de la nación norteamericana. El anónimo "Garganta Profunda" suministró información a los periodistas del Post que sólo podría tener la CIA y el ala de inteligencia del FBI. Que la lectoría saque sus conclusiones.
La nómina es extensa y allí se encuentra incluso la Gran Prensa de distintos países como en Chile, Cuba, Irán y Venezuela.
Los medios de la CIA con la intervención
Quizás lo más importante dentro de las guerras culturales sea la capacidad de los medios de imponer los relatos que convienen a los objetivos de sus pagadores.
Cuenta Kangas que en 1996, The San Jose Mercury News publicó un reportaje de investigación sugiriendo que la CIA había vendido crack en Los Angeles para financiar la guerra de los Contra en Centroamérica. "Un mes después, tres de los más importates aliados mediáticos de la CIA -The Washington Post, The New York Times y The Los Angeles Times- inmediatamente prepararon sus armas con respecto al reportaje y lo condenaron en un intento de desacreditarlo. ¿Quién escribió el artículo del Post? Walter Pincus, un viejo periodista de la CIA".
Las baterías que acumula la CIA a la hora de promover un golpe certero en el plano mediático se encuentran en varias partes del mundo.
Por ejemplo, Sig Mickelson fue agente de la CIA en todo el tiempo que estuvo como presidente de CBS News de 1954 a 1961. Luego fue presidente de Radio Libre Europa y Radio Libertad, dos grandes sucursales de propaganda de la CIA y que pelearon para el bando estadounidense en la guerra fría cultural contada por Stonor Saunders. Los peones mediáticos, para la agencia, son reutilizables.
La CIA es dueña del 14% del Rome Daily American en aquellos tiempos cuando los comunistas amenazaban con ganar las elecciones en Italia. Asimismo, la agencia estadounidense pagó un millón y medio de dólares para financiar la campaña del diario chileno El Mercurio contra Salvador Allende. La historia demuestra que esas operaciones financieras contribuyeron al éxito de los objetivos planteados.
En 1953, la CIA estuvo involucrada directamente en el golpe de Estado contra Mohammad Mossadegh, primer ministro iraní que en su momento nacionalizó la industria petrolera. Escribe el espía Donald Newton Wilber, arquitecto de la Operación Ajax que derrocó al líder persa: "La campaña de propaganda estaba en ascenso. Al dueño de uno de los periódicos iraníes se le concedió un 'préstamo personal' de 45 mil dólares mediante cheques al portador, en el entendido de que su órgano de prensa serviría a nuestros propósitos. A finales de mes se inició en Azerbaiyán una campaña de propaganda preparada (por la CIA) en contra de Mosaddegh y a favor del Sha".
Poco más que agregar, salvo que los medios que la CIA promueve con su amplia cartera desde los años de la guerra fría son los mismos que usa para hacer una feroz campaña contra Venezuela y que Misión Verdad ha investigado y reseñado ampliamente. De hecho, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) -de la que forma parte El Nacional, por ejemplo- es una alianza de medios cuya arquitectura se debe a la iniciativa de Jules Dubois y Joshua Powers, agentes estadounidense de inteligencia.
Por algo The Washington Post llamó "desesperadamente" a una intervención de Venezuela en un editorial de abril del presente año. Y la campaña sigue, porque la caja chica de la CIA es tan amplia como los bolsillos de George Soros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario