Por Gustavo de la Torre Morales
La política exterior de los gobiernos de
Estados Unidos siempre ha estado marcada por una metodología descaradamente
injerencista, de presión económica, militar e invasora. El objetivo
imperialista es expandirse, crecer en poderío militar y económico y si en el
camino hay resistencia, entonces ponen en práctica la “diplomacia” que muy bien
Obama expuso sin reparo en su entrevista al portal Vox, en el 2015, al decir: "Tenemos
el Ejército más fuerte del mundo y en ocasiones tenemos que torcer el brazo a los países si no quieren hacer lo que
queremos a través de métodos económicos, diplomáticos y a veces
militares"; y
también añadió: “si
no tuviéramos esa dosis de realismo no alcanzaríamos nuestros objetivos".
La penetración
cultural y la guerra psicológica son métodos suaves que evitan “muertes”
físicas por medio de las armas; pero sí el fallecimiento intelectual y la
capacidad de raciocinio. El primero tiene como objetivo borrar todo vínculo con
las raíces culturales, la historia autóctona y sembrar una conducta nueva y con
ello se asuma una cultura prestada, alienante, ocupada en hacer creer que democracia
es sinónimo de consumismo y libertad sinónimo de sensacionalismo y chismorreo
propagandístico. Por ellos se ensalza la rebeldía crítica en defensa de lo
banal, el protagonismo individualista, establecer la memoria del vive-el-presente,
cortoplacista, en la cual se olvide totalmente las barbaries del pasado para
que los dictadores y colonizadores sean aceptados como “heroicos” o “simples”
personajes de la historia.
El segundo
método, la guerra psicológica, genera directrices de trabajo para diversos sectores de la
sociedad con el objetivo de manipular la consciencia a través del engaño, la
confusión, el descrédito, la calumnia; como bien lo describió Allan Dulles, fundador y director de la
Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) en su libro “El Arte de
la Inteligencia” (The Craft of Intelligence), al describir los objetivos de la
guerra fría contra la otrora URSS: “crearemos
el caos y la confusión. De
una manera imperceptible, pero activa y constante, propiciaremos el despotismo
de los funcionarios, el soborno, la corrupción, la falta de principios. La
honradez y la honestidad serán ridiculizadas como innecesarias y convertidas en
un vestigio del pasado… (…) … La traición, el nacionalismo, la enemistad entre
los pueblos, y ante todo el odio al pueblo ruso, todo esto es lo que vamos a
cultivar hábilmente hasta que reviente como el capullo de una flor.”
Y, como se
sabe, a largo plazo se logró el objetivo: la URSS se desmoronó. Lo mismo se
busca para Cuba.
El arte de
mentir tiene dos principios fundacionales, el primero es que la propaganda
efectiva es la que consigue que el individuo actúe en la dirección esperada y
que crea que sea por razones suyas propias; y segunda, es que toda forma de
propaganda no parezca que lo sea.
La política
exterior de Estados Unidos contra Cuba cuenta con un amplio portafolio de
ataques militares, guerra bacteriológica, infiltración de bandas mercenarias, bloqueo económico (que aún se aplica) e intentos de asesinatos de los líderes de la
Revolución; acciones que no dieron al traste con el deseado derrocamiento del
proceso socialista; pero, a la vez, tampoco ha dado frutos la creación y
financiación de una fuerza de oposición_ la llamada disidencia_ la cual se
mantiene minúscula, alejada de la realidad del país, fracturada por los
escándalos internos en la lucha por el protagonismo y apegada solamente a los
beneficios económicos que se les proporciona con el presupuesto de 20 millones
de dólares anuales; por cierto, fondos de los contribuyentes estadounidenses,
el cual no es utilizado para resolver las reales y crecientes necesidades de
esa sociedad.
El doble
rasero de la política del gobierno norteamericano se hizo más evidente después que
Barack Obama declarara el pasado 17 de diciembre de 2014, que era “hora de un nuevo enfoque”, tomando en cuenta que
todo lo que se puso en marcha fue un total fracaso. Pero como él mismo dijo, es
un cambio de enfoque, porque el objetivo de derrocar a la Revolución sigue en
la agenda.
Los fiascos
de estos 57 años han obligado al imperialismo a cambiar sus estrategias,
apostando más por el cambio generacional. Una vez más las palabras de Allan
Dulles recobran vigencia en los objetivos de la CIA, los círculos de poder y
sus instrumentos: “Nuestra
principal apuesta será la juventud. La corromperemos, desmoralizaremos y
pervertiremos".
Para esto
se opta por la doble moral: esa política de “speak softly and carry a big
stick”. La estrategia es utilizar mecanismos de fuerza y presión (como el bloqueo económico), que son operaciones no visibles físicamente a los ojos de la opinión
pública; y al mismo tiempo, a la vista mundial, se resaltan los discursillos de
buenos amigos y la aparente apertura a través de programas de beneficios a
selectos sectores sociales, los más vulnerables a ser penetrados y
reconducidos.
Ejemplo reciente está en las becas que ofrece
la ONG World Learning, con sedes en Washington y en Vermont y
representaciones en unos 60 países, ofrecidas a jóvenes
cubanos, entre 16 y 18 años de edad (grados comprendidos entre secundaria y
universidad), desde hace ya cerca de 2 años, las cuales se llevan a cabo en época
de verano (julio-agosto), según dicen, para mejorar aptitudes en los jóvenes.
Pero es bien conocida la estrecha relación existente
entre World Learning y la USAID (Agencia
Internacional para el Desarrollo de EE.UU), la cual aporta financiamiento a la
ONG, además de otras partidas que recibe de diversas instancias del
Departamento de Estado norteamericano. También es bien conocido el papel que
juega la USAID en América Latina, la cual actúa con fachada humanitaria,
mientras en las sombras presta suntuosos servicios a la Agencia Central de
Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés), recabando información de gobiernos
y movimientos sociales, mientras corrompe sus filas con la distribución de
millones de dólares denominados “ayudas humanitarias”. Igualmente es comprobado
que la USAID ha sido trampolín para la introducción en Cuba de programas
subversivos, operando bajo el paraguas de la sección 109 de la Ley Helms-Burton
de 1996 y donde ha llegado a mover partidas superiores a los 139 millones de
dólares para promover el “cambio de régimen”, la famosa “democracia”
made-in-USA.
El verdadero objetivo de estas becas se
encuentra en su trasfondo: el trabajo ideológico para crear líderes que puedan
aglutinar una capa social que enfrente al poder estatal y frene el desarrollo
del proceso revolucionario cubano.
Pero si no se desea caer en esa “paranoia” de
la cual se nos acusa a quienes defendemos Cuba, cabe preguntarse ¿Si el objetivo es proporcionar opciones a jóvenes para que
puedan ser útiles a la sociedad cubana, por qué la ONG World Learning no
canaliza sus propuestas por las vías establecidas por el gobierno cubano y bajo
los principios internacionales de cooperación?
El gobierno cubano no se niega a
trabajar en conjunto con ONG’s, tampoco a propiciar facilidades al intercambio
de conocimientos, al desarrollo académico e intelectual de la juventud, aunque sean
programas que provengan de ONG’s, ya que el gobierno cubano siempre ha
reconocido el papel social de las mismas; pero lo que sí rechaza rotundamente es
que se ignore el papel rector de los ministerios cubanos, que se violen
flagrantemente los principios de cooperación que se regulan a través de leyes
internacionales y nacionales para este tipo de actividades, que se actúe de
manera irrespetuosa y vulnere la soberanía nacional al no reconocerse la
legitimidad de la instituciones cubana. ¿Cómo se pretende normalizar relaciones
diplomáticas entre ambos países, si desde Estados Unidos se permite que sus
instituciones actúen de tal manera?
Cuba ofrece a estudiantes
extranjeros oportunidades de formación; pero siempre respetando lo legislado internacionalmente.
Para el caso específico de Estados Unidos, Cuba facilita a estudiantes
norteamericanos el acceso a estudios en Cuba y a cursos de ampliación profesional
de manera transparente y por medio de las vías legítimas y ajustadas a los
acuerdos establecidos entre los ambos gobiernos. ¿Por qué EE.UU no actúa igual?
Las
becas de la ONG World Learning son parte de las conocidas operaciones de guerra
psicológica, con el objetivo de crear división en la sociedad cubana y
resquebrajar la unidad de la sociedad civil. Estas becas simplemente condicionan
a los jóvenes cubanos a convivir bajo la injerencia de un gobierno extranjero y
a formarse como instrumentos políticos para la subversión
dentro de Cuba.
El proyecto Génesis, ZunZuneo, el
Twitter cubano y el Piramideo han sido otros programas con objetivos similares.
Este tipo de acciones no genera confianza
de la que se habla desde ambos gobiernos y sólo certifica que la “buena
voluntad” mencionada por funcionarios estadounidenses, y hasta por el propio
Presidente de EE.UU, se queda en el vacío.
Ya
en el 2009, la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) condenó las operaciones
subversivas que se llevaban a cabo a través de viajeros que llegaban a Cuba en
calidad de “turistas”, pero que realmente buscaban reclutar a posibles jóvenes en
universidades y otros centros estudiantiles. En ese año, en un comunicado publicado
por la UJC se expresó: "Qué poco nos conocen; somos una generación que obra con
inteligencia e interpreta la realidad del mundo en que vive; que a pesar de
carencias y limitaciones ha crecido al amparo de un Estado que hace todo cuanto
sea posible por protegernos, educarnos e inculcar en nosotros las ideas más
nobles y los valores más dignos, aquellos que el dinero nunca podrá comprar".
Una
vez más, las recientes provocaciones tuvieron
sus primeras respuestas en actos de denuncia realizadas en la Universidad de La
Habana, la de Ciencias de la Informática (UCI) y en la Ciudad Universitaria
José Antonio Echeverría (CUJAE); las mismas serán secundadas por todas las brigadas estudiantiles, las facultades y
universidades del país.
El pasado 24 de
septiembre, en el patio del preuniversitario Manolito Aguiar, en La Habana, los
jóvenes estudiantes del centro desplegaron un mural, en el cual, en nombre
de la Federación Estudiantil de la Enseñanza Media, todos firmaron para
certificar: “Tendría el imperialismo yanqui que ofrecernos mucho más de los que
la Revolución Cubana nos ha proporcionado en estos 58 años”.
Los jóvenes cubanos,
realmente, no necesita becas que los vuelva en monigotes de intereses foráneos;
sino que de una vez se derogue el bloqueo económico, financiero y comercial
impuesto por EE.UU a Cuba por más de medio siglo y se establezcan relaciones
basadas en el respeto.
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