Por Sergio Alejandro Gómez.
La insólita historia de diplomáticos
estadounidenses que habrían sufrido pérdida auditiva y otros daños a la salud
durante su trabajo en Cuba saltó a los medios de comunicación en agosto pasado.
El primero de los supuestos incidentes se remonta a noviembre del 2016 y el
último a hace apenas unas semanas.
Sin embargo, hasta hoy no existe una
explicación creíble para la variedad de síntomas descritos y los expertos
niegan la aplicación de las leyes físicas en algunas de las hipótesis
manejadas.
El caso, que parece sacado de una novela,
es tomado muy en serio en La Habana.
Por indicación del más alto nivel del
Gobierno, las autoridades cubanas iniciaron su propia investigación en cuanto
recibieron las primeras notificaciones de la Embajada de Estados Unidos y del
Departamento de Estado el 17 de febrero del presente año.
“De acuerdo con los resultados
preliminares obtenidos y con los datos compartidos por las autoridades
estadounidenses, hasta el momento no se cuenta con evidencias que confirmen las
causas y el origen de las alegadas afecciones de salud de diplomáticos de EE.UU.
y sus familiares”, asegura una fuente familiarizada con la pesquisa cubana.
Las indagaciones estadounidenses, por su
parte, tampoco arrojan claridad. Miembros de las agencias especializadas de ese
país fueron invitados por Cuba para adelantar investigaciones en el terreno,
pero sus resultados no han sido concluyentes. “La realidad es que no sabemos
qué o quién ha causado esto”, reconoció la portavoz del Departamento de Estado,
Heather Nauert. “Es por eso que la investigación continúa abierta”.
La complejidad de la investigación y el
desconcierto de los especialistas no han sido limitantes para que algunos
intenten señalar a Cuba como responsable y traten de desmontar los avances en
las relaciones con los Estados Unidos, que se iniciaron después del 17 de
diciembre del 2014.
El senador de origen cubano y opositor a
cualquier acercamiento con La Habana, Marco Rubio, envió recientemente una
carta al secretario de Estado, Rex Tillerson, en la que pide la expulsión de
todos los diplomáticos cubanos en Washington y el eventual cierre de la
Embajada de ese país en Cuba como represalia ante supuestos “ataques acústicos”
causantes de los daños a la salud de funcionarios estadounidenses en La Habana.
Sin embargo, la misiva firmada además por
los senadores republicanos Tom Cotton, Richard Burr, John Cornyn y James
Lankford, no aporta prueba alguna de la “culpabilidad cubana” y desconoce la
disposición mostrada desde un inicio por las autoridades locales para
establecer cooperación y llevar adelante la investigación.
Rubio fue uno de los arquitectos de la
revisión de la política hacia Cuba emprendida por la administración de Donald
Trump en junio pasado para reforzar la aplicación del bloqueo. El legislador,
con un asiento en el Comité de Inteligencia del Senado, ha utilizado todo tipo
de artimañas para limitar los nexos entre los dos países.
HECHOS INSÓLITOS
La hipótesis de un “ataque acústico” y el
uso de sofisticadas “armas sónicas” contra diplomáticos estadounidenses está
presente desde que la historia salió a luz pública, a pesar de la falta de
evidencias y el criterio de expertos sobre la imposibilidad de que un artefacto
pueda generar los síntomas descritos en las condiciones reportadas.
El Departamento de Estado no se ha
referido en específico a los efectos sobre la salud de su personal en La
Habana, pero los medios de prensa han reportado sobre una amplia variedad de
sintomatologías. Algunos casos incluyen migraña, mareo y pérdida de la audición,
mientras otros llegan a deficiencias cognitivas, problemas para recordar
palabras y lesiones cerebrales leves.
Los diagnósticos provocan confusión entre
los especialistas, el FBI, el Departamento de Estado y las agencias
estadounidenses involucradas en la investigación, según reportes de la agencia
Associated Press (AP).
“Daño cerebral y conmociones, no es
posible”, dijo a la AP Joseph Pompei, un ex investigador del MIT y experto en
psicoacústica. “Alguien habría tenido que sumergir la cabeza en una piscina
repleta de poderosos transductores ultrasónico”.
El Dr. Toby Heys, jefe de un centro de
investigación sobre tecnologías futuristas en la Universidad Metropolitana de
Manchester, en Reino Unido, dijo a la revista New Scientist que las ondas sonoras
por debajo del rango de audición podrían teóricamente causar daño físico, pero
sería necesario utilizar enormes bocinas a grandes volúmenes que serían muy
difíciles de esconder.
Las armas sónicas que se utilizan para
dispersar multitudes y para la protección de algunos navíos frente a barcos
piratas funcionan con ese mismo tipo de equipamiento. Los aparatos cubren un
área considerable y todas las personas dentro de su alcance resultan afectadas.
Pero buena parte de los alegados
incidentes en La Habana, según fuentes públicas estadounidenses, se dieron en
espacios delimitados, algunas veces dentro de una sola habitación, y con
precisión láser, afectando a una persona en específico, pero sin dañar al
resto.
Algunos de los supuestos ataques habrían
tenido lugar en las residencias de los diplomáticos e incluso en edificios
públicos como el recién remodelado Hotel Capri, una torre de concreto de 19
pisos y 250 habitaciones, donde no hay reportes de otros huéspedes afectados.
Según reportó la agencia AP, el propio FBI
viajó a La Habana e investigó en algunas de las habitaciones en donde habrían
ocurrido los ataques y no encontró rastros de dispositivos sónicos.
Por su parte, los servicios especializados
cubanos no han detectado “posibles autores ni personas con motivación,
intención o medios para ejecutar este tipo de acciones”, según fuentes
vinculadas con las investigaciones. “Tampoco se ha establecido la presencia de
personas o medios sospechosos en los lugares donde se han reportado incidentes
ni en sus alrededores”.
En Cuba no existen precedentes de hechos
con estas características. “Las autoridades cubanas no poseen ni están
familiarizadas con el equipamiento ni la tecnología que pudiera ser utilizada
con fines similares a los descritos como ataques acústicos”, añade la misma
fuente.
CUBA SIEMPRE HA ESTADO DISPUESTA
A COOPERAR
Luego de recibir las primeras
notificaciones de la Embajada de Estados Unidos, las autoridades cubanas
crearon un comité interinstitucional de expertos para el análisis de los
hechos; ampliaron y reforzaron las medidas de protección y seguridad a la sede,
su personal y las residencias diplomáticas, y habilitaron nuevos canales de
comunicación directa entre la Embajada y el Departamento de Seguridad
Diplomática, según la declaración oficial del Ministerio de Relaciones
Exteriores del 9 de agosto pasado, cuando la noticia salió a la luz pública.
La parte cubana insistió para que las
agencias especializadas de Estados Unidos visitaran el país y adelantaran las
investigaciones en el terreno, lo cual se concretó en junio del 2017. Otras
visitas se dieron en los meses de agosto y septiembre.
“Los tres encuentros sostenidos entre
representantes de las autoridades cubanas y agencias especializadas de Estados
Unidos se desarrollaron en un clima constructivo y profesional”, refiere una fuente con conocimiento
de los intercambios. La parte estadounidense, añade, expresó la intención de
cooperar “de forma más sustantiva en la investigación sobre estos incidentes”.
Asimismo, los miembros de las agencias especializadas que han visitado Cuba han
reconocido que las autoridades locales han actuado con celeridad y
profesionalismo.
“Valoramos positivamente la continuidad de
estas visitas. Las autoridades cubanas tienen gran interés en dinamizar y
culminar la investigación, para lo cual es esencial la cooperación de las
autoridades estadounidenses”, precisa la fuente.
Ante el sinnúmero de variables del caso,
matizado por la larga historia de conflictos entre los dos países, la
cooperación resulta esencial. Notificar los incidentes oportunamente; entregar
evidencias; compartir información que facilite la caracterización de los hechos
o la identificación de posibles autores, en caso de haberlos; acceder a los
afectados y a los médicos que los diagnosticaron e intercambiar con los
expertos con conocimientos de los incidentes y de la supuesta tecnología
utilizada, serían aspectos básicos para la cooperación y lograr resultados en
cualquier escenario.
NI EN LOS PEORES MOMENTOS
Otra de las grandes incongruencias de la
saga acústica es el momento en que se habrían iniciado los ataques. Para
noviembre del 2016, los gobiernos de Cuba y Estados Unidos avanzaban con
celeridad en la concreción de un grupo importante de acuerdos para beneficio de
ambos países.
Tras una larga historia de agresiones e
intentos de someter por hambre y necesidad al pueblo cubano con el objetivo de
transformar su sistema político, el gobierno de Barack Obama reconoció el 17 de
diciembre del 2014 que el bloqueo fue un fracaso y terminó aislando a los
propios Estados Unidos.
El clima entre los dos países cambió
significativamente. Se restablecieron los nexos diplomáticos y se firmaron 22
acuerdos en diversas materias, desde la protección del medio ambiente y la
reapertura de los vuelos directos, hasta la cooperación en materia de
seguridad. ¿A quién se le ocurriría sabotear las relaciones con Washington?
Además, si por una cuestión de principios
revolucionarios el gobierno de Cuba jamás recurrió a métodos agresivos contra
los diplomáticos estadounidenses, incluso en los momentos de mayor tensión,
¿qué lógica tendría comenzar a hacerlo después de la decisión soberana de
restablecer los nexos con Washington?
En mayo pasado, el Departamento de Estado
solicitó que dos funcionarios cubanos abandonaran el territorio de Estados
Unidos como consecuencia de los hechos que supuestamente dañaron la salud de su
personal diplomático en La Habana, medida que fue considerada por Cuba como
“injustificada e irreflexiva”.
Ahora se conoce que, justo cuando esto
ocurría, las autoridades de la Isla realizaban todas las acciones
investigativas y mostraban su total disposición a colaborar con sus
contrapartes estadounidenses.
La declaración oficial emitida por el
MINREX señala que Cuba cumple y ha cumplido siempre con “todo rigor y seriedad”
sus obligaciones emanadas de la Convención de Viena sobre Relaciones
Diplomáticas de 1961, en lo referido a la protección de la integridad de los
agentes diplomáticos y los locales de la misión. “La impecable ejecutoria de
nuestro país en este ámbito es internacionalmente reconocida, y Cuba es
considerada universalmente como un destino seguro para visitantes y
diplomáticos extranjeros, incluidos los estadounidenses”, añade.
En el mismo tono que la declaración, un
alto oficial de la diplomacia cubana ratifica que “el gobierno de Cuba no ha
perpetrado ni perpetrará ataques de ninguna naturaleza contra funcionarios
diplomáticos acreditados ni sus familiares, ni ha permitido ni permitirá que el
territorio cubano sea utilizado por terceros con ese propósito”.
Ante la falta de evidencias y la
complejidad de este caso, las autoridades cubanas mantienen abierta la
investigación y están dispuestas a colaborar con sus contrapartes
estadounidenses para esclarecer los hechos.
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