Foto: Juvenal Banal |
Tomado de Granma
Por: Dr.C. Dolores B. Guerra
López. Miembro del Instituto de Historia de Cuba.
En el ideario del líder histórico de la
Revolución cubana Fidel Castro Ruz emerge, como originalidad, que supo asumir
las tradiciones patrias como instrumento educativo para la acción política y lo
expresó manifiestamente en su oratoria. De esta forma proyecta su pensamiento
revolucionario, cuya trascendencia se demuestra en una visión nacional que
contribuye a enriquecer su ejecutoria como estadista.
A través de su trayectoria como guía de la Revolución, el pensamiento evoluciona y crea un sistema de concepciones que poseen una unidad dialéctica y práctica, como base ideológica del proceso revolucionario cubano, al aplicar las lecciones de la historia al quehacer contemporáneo.
A través de su trayectoria como guía de la Revolución, el pensamiento evoluciona y crea un sistema de concepciones que poseen una unidad dialéctica y práctica, como base ideológica del proceso revolucionario cubano, al aplicar las lecciones de la historia al quehacer contemporáneo.
La influencia de las gestas independentistas en su
pensamiento cobra fuerza, en los momentos iniciales de su carrera política, al
ver en la historia de Cuba el instrumento que le permitiría movilizara las
masas en torno a los propósitos revolucionarios y de liberación nacional. Desde
las primeras acciones de su tarea transformadora, tuvo la perspectiva de que
«[…] tenemos que conocer más de historia de Cuba […]Y digo que no puede haber
una buena educación política sino hay una buena educación histórica, no puede
haber una buena formación revolucionaria sino hay una buena formación histórica».
La urgencia ante las labores cotidianas lo obligó a utilizar
como vía más expedita, el contacto directo y habitual para divulgar, con
lenguaje sencillo, comprensible y directo, sobre el acontecer político e
histórico de la nación, supeditando la posibilidad de utilizar complicados
elementos teóricos o conceptuales, no asimilables para un pueblo que recién se
había declarado libre de analfabetismo. Esta estrategia de intercambio es, per se, una aportación de su accionar político, pues en su oratoria afloran
elementos que enriquecen su arte de hacer política y esa es la esencia íntima
de su obra de trasformación social a través del papel educativo de la historia.
Asumió como principal originalidad, el saber universal, lo
volcó hacia la acción política y lo expresó en su oratoria. De esta forma
proyectó sus ideas revolucionarias, cuya trascendencia se demuestra, entre
otras cosas, en que hay un ideario nacional que aspira a enfrentar los
problemas actuales que deben ser examinados por todos aquellos preocupados por
el futuro de la humanidad.
LAS LUCHAS INDEPENDENTISTAS EN EL
ACCIONAR REVOLUCIONARIO DE FIDEL
Las contiendas por la independencia en el siglo XIX, ganaron
desde temprano la adhesión de Fidel y al hacer uso de la función demostrativa de
la historia plantea: «nada nos enseñará mejor a entender qué quiere decir
Revolución, que el análisis de la historia de nuestro país, que el estudio de
la historia de nuestro pueblo y de las raíces revolucionarias de nuestro
pueblo».
Esta influencia de las gestas libertarias en su pensamiento
cobra fuerza desde los momentos iniciales de su carrera como líder, al ver en
la historia de Cuba el elemento que le permitiría movilizara las masas en torno
a los propósitos revolucionarios y de liberación. En sus razonamientos, esta
disciplina posee mayor connotación cuando el conocimiento tiene la capacidad de
predecir, y es en la potencialidad de prever que muestra sus cualidades
visionarias de los acontecimientos universales. Como se demuestra en la
siguiente enunciación: «[…] ¡Y qué útil es hurgar en la historia extraordinaria
de nuestro pueblo! ¡Cuántas enseñanzas, cuántas lecciones, cuántos ejemplos,
qué cantera inagotable de heroísmo! Porque ningún pueblo en este continente
luchó más por su libertad que el pueblo cubano […]».
Nos expresa el máximo líder, como idea central, que no
podemos pensar ni hacer estrategias si no partimos de los modos y de las
lecciones que estas nos dejan.
Estudiarla en retrospectiva histórica sirve para observar
modelos de acción, analizar cómo fueron utilizados sus varios aspectos
–recursos, análisis, liderazgo– y obtener conclusiones en torno a las ventajas
y dificultades observadas. Pero más allá de las teorías, lo importante es el
cúmulo de conocimientos que nos deja el análisis de los hombres y grupos protagonistas
de diferentes epopeyas.
El estudio de las guerras, batallas y los actos de
acumulación, conservación o incremento de poder a través de la historia,
constituyen ricos ejemplos, de donde pueden obtenerse valiosos conocimientos.
No es un arbitrio ideológico acudir a la experiencia
histórica, en ella encontramos una línea de reflexión sobre estrategia, naturaleza
y aplicabilidad, que las convierte en saber indispensable.
Al examinar el pensamiento nacionalista de carácter
revolucionario, nos encontramos con un rasgo distintivo, su defensa de la
independencia, tanto económica como política. Vemos en Cuba este ideario con
José Martí, que no es el único, pero sí uno de los más preclaros precursores.
Los pasos que guían a Fidel, están precedidos por la decisión
martiana de conquistar la libertad o entregar la vida en el combate. Este es
quizás el primer legado para las generaciones futuras, el de la lucha perpetua
contra la opresión extranjera.
Esa identificación de ideales y aspiraciones, hace que el primer
objetivo, sea el de dar cumplimiento a los sueños nunca realizados del Maestro,
delo que resulta que en la prisión, aleccionadora, la identidad entre ambos revolucionarios
se manifieste nuevamente, y que se ponga de manifiesto tanto en la conducta que
asume el jefe del Movimiento 26 de Julio, como las doctrinas que atesora su
epistolario. Y así ocurre en el exilio mexicano, la borrascosa epopeya del
Granma, los reveses iniciales, el reagrupamiento esperanzador, la guerra y en
la victoria.
JOSÉ MARTÍ EN LAS DOCTRINAS
REVOLUCIONARIAS DE FIDEL CASTRO
Como máximo representante del Partido Revolucionario Cubano
y desde la emigración, José Julián Martí Pérez organizó la lucha, buscando
apoyo en las figuras cimeras de la gesta anterior, para vertebrar un movimiento
que respondió al estallido del 24 de febrero de 1895, con el propósito de
alcanzar sus objetivos libertarios.
Los discursos y trabajos de nuestro
patriota mayor, sobre todo en el quinquenio 1890-1895,tienen como objetivo primordial
buscar la unidad de los cubanos en torno al independentismo. En su prosa y
oratoria cobran vida los mártires caídos, los héroes presentes y los procesos
acontecidos para que dieran razón de ser a la nueva gesta, y este empeño enlaza
firmemente su pensamiento y acción con el líder de la Revolución cubana de
1959.
Asimismo, Fidel Castro en diversas intervenciones hace una
valoración de la personalidad del héroe de Dos Ríos, para resaltar su capacidad
de pensador político, concepción revolucionaria, cualidades morales, sus ideas
acerca de cómo debía concebirse la revolución, la necesidad de la existencia de
un partido, y la decisión con la cual afrontó los problemas relacionados con la
preparación de la nueva guerra.
De la interacción dialéctica del conjunto de funciones
referidas de sus discursos públicos, en relación con la gesta de 1895, se
deduce en buena medida la legitimidad de la necesidad sentida por él de
fomentar un desarrollo ideológico popular propio, para una sociedad en
inobjetable proceso de búsquedas.
Nótese que no se piensa solo en educar un buen ciudadano a
través del ejemplo del Maestro, sino de hacerlo y al mismo tiempo generar
preceptos que requieren ser históricamente trasformados para imponer un nuevo
orden revolucionario que emana de las necesidades inscriptas en un nuevo estado
histórico de la práctica y la fisonomía histórico-político de los hombres y
mujeres que construyen a partir de 1959, una nueva sociedad en Cuba.
Si no se advierte en las concepciones de Fidel esta
peculiaridad en la intencionalidad con que procura, para las condiciones de
Cuba, la trilogía historia, política, pueblo, se desatiende su pensamiento al
respecto, que se explicita con los realces de uno u otro concepto, según lo que
cada situación histórica le aconsejen.
A lo largo de nuestra historia, la unidad ha sido un factor fundamental
en el logro de nuestra independencia y el Maestro fue de los primeros en
comprenderlo, por eso no es casual que las experiencias de las batallas
desarrolladas por la soberanía nacional, vincule indisolublemente la actitud de
ambos líderes.
Comprendía nuestro Apóstol que era impostergable la creación
de un espacio político que agrupara a todos los cubanos por la independencia de
la Isla, sin importar la edad, raza, sexo, nacionalidad o posición social,
convencido de que la organización política de la guerra debía contar con el
apoyo de todos los implicados y el apoyo de los fundamentales guías de la justa
anterior.
Por su parte Fidel, como antes Martí, depositó en el pueblo su
absoluta confianza. Toda la estrategia de la Revolución se basó en el pueblo,
en sus ilimitadas energías morales, en la enorme fuerza revolucionaria que se
encerraba en él. Y en ese pueblo buscó no solo a los integrantes del
destacamento inicial, sino también los medios indispensables para comenzar la
lucha.
Igualmente se identifica Fidel con Martí, en otras muchas
manifestaciones de su actitud ante la vida; la subordinación de su conducta a
los principios revolucionarios, a los valores morales; el rechazo a cuanto
signifique eludir el cumplimiento del deber; la conjugación del heroísmo con la
sencillez, y su entrega a la causa de la redención de todos los pueblos del
mundo.
De la misma forma que sentimos la presencia de Martí en los
objetivos y en la organización del Movimiento encabezado por Fidel, la
encontramos en cada uno de los pasos de su acción insurreccional, incluso en la
actitud asumida ante los reveses. La imagen de nuestro Héroe Nacional estuvo
presente en la tarea, llena de sacrificios, de allegar los recursos humanos y
materiales indispensables para el combate contra el gobierno de Fulgencio
Batista Zaldívar que se instaura el 10 de marzo de 1952 en Cuba.
Con una profunda convicción martiana, se manifiesta en el guía
histórico de la Revolución cubana, una preocupación permanente por el devenir y
porvenir del proceso político, porque el presente viabilice el futuro a través
de una orientación hacia la transformación constructiva del estado de cosas
existentes, dirigida a la vez a fomentar una actitud proactiva ante los grandes
objetivos a lograr. De ahí que subraye la importancia de armarse de ideas, de
conceptos revolucionarios para el porvenir; levantar trincheras ideológicas sin
desestimar a la par, las trincheras de piedras, haciendo a los jóvenes
abanderados de estas ideas.
En consecuencia, se trata de situaciones generadoras de una
voluntad colectiva, así como de una espiritualidad emancipadora, la que implica
no solo la conciencia de posesión de poder sino además la capacidad para
utilizarlo bien, de acuerdo con su misión histórica de avanzar en el campo de
la política, en la construcción continua de hegemonía y en consecuencia
trascender progresivamente a cuotas superiores de soberanía nacional y humana.
De manera general, el análisis de sus exposiciones, muestra
una construcción política en diálogo entre las ideas y la realidad, las
aspiraciones y las demandas presentes, entre los apegos doctrinales y los
problemas específicos de la nación y del pueblo.
Pero al mismo tiempo se observa un permanente pensar la
situación nacional e internacional y el repasar la historia desde las
perspectivas eruditas que le caracterizan creando un reservorio de ideas con
valor para explicársela y comprenderla así como para orientar la práctica.
No obstante, Fidel Castro no deja de esforzarse por empujar
el curso de la historia en el sentido que le marcan aquellas matrices
ideológicas y doctrinales, razón por la cual no clausura su esfuerzo político
en pensar lo inmediato cualquiera que sea la fuerza que porte, pues tiende a
hacerlo en conexión con el futuro cercano y lejano que está en el horizonte del
ideal; lo que le hace ser profundamente consecuente en lo ideológico y
políticamente responsable. Por lo que su interpelación al pueblo ocurre a
través de la política que abraza, procurando hacerlo receptor y productor en
ambas direcciones.
El reconocimiento del papel decisivo de la historia en el
desarrollo económico y social es, con toda probabilidad, una de las
características esenciales de su pensamiento, que aparece muy tempranamente en
sus pronunciamientos y muestra la frecuencia cada vez mayor con que esta
concepción se traduce en acciones.
En diferentes circunstancias, Fidel reafirma sus
convicciones sobre la significación de la historia en la contribución decisiva
a la consecución de los objetivos urgentes de la Revolución y al desarrollo
ulterior de la sociedad socialista. A esa combinación se debe, en buena parte,
su reconocida talla de estadista mundial.
Fuentes utilizadas
Acto central por el XXX Aniversario de la entrada en La
Habana, 8 de enero de 1989.
Velada conmemorativa de los Cien Años de Lucha, Demajagua,
Oriente, 10 de octubre de 1968.
Velada solemne por el centenario de la caída en combate del
mayor general Ignacio Agramonte Loynaz, Camagüey, el 11 de mayo de 1973.
Fidel Castro y la Historia como ciencia. (Selección Temática
1959-2003) Tomo I.
Centro de Estudios
Martianos. La Habana, 2007.
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