domingo, 3 de septiembre de 2017

Nuestra democracia. Elecciones en Cuba.

Por Gustavo de la Torre Morales.

El pueblo de Cuba no tiene la más mínima intención de coronarse como único en materia de democracia; primero porque está consciente, amén del desarrollo democrático alcanzado en el proceso revolucionario, que toda obra es perfectible y a medida que nuevas condiciones aparezcan en cada contexto histórico, habrá que introducir nuevos métodos y mecanismos que propicien mayor participación de la ciudadanía.

Segundo, aunque la democracia en Cuba tiene un componente de carácter inevitablemente representativo (también está institucionalizado en otras sociedades contemporáneas regidas por el capitalismo), no se ciñe únicamente a que sea ejercida por medio de un voto electoral cada cierto tiempo. En Cuba la ciudadanía tiene el derecho de nominar y elegir, así como la responsabilidad de controlar la labor de sus representantes y revocarles del cargo y las funciones al señalar que no se ha cumplido con la labor correspondiente o debido a una incorrecta conducta ética y moral del representante que resquebraje la confianza que le ha sido depositada.

¿De dónde nace el sistema democrático cubano?

Se debe acotar que el sistema de organización política y popular cubano no es el resultado de copiar o importar otros modelos, como tampoco ha estado sujeto al inmovilismo, más bien ha sido la consecuencia de un proceso histórico. “Porque los cubanos habían recorrido ya un largo trecho en términos de organización democrática aún en medio de su guerra por la independencia. Desde el comienzo de ésta, en las circunstancias más difíciles, se dieron a la tarea de elegir representantes para discutir y promulgar Constituciones, fundar gobiernos y aprobar normativas que regirían en los territorios liberados. Esa tradición se mantuvo incólume a lo largo de aquella extensa brega: Guáimaro, 1869; Baraguá, 1878; Jimaguayú, 1895 y la Yaya, 1897. Esas cuatro Constituciones expresan el valor que el patriotismo cubano otorgó a las ideas, al debate y a la concertación intelectual, que acompañaron siempre al heroísmo del combate físico. Pero esas asambleas aportaron también un mensaje especial que atesoraron los cubanos de generaciones posteriores. En ellas nuestros representantes 13 discutieron profunda y abiertamente, muchas veces partiendo de enfoques muy dispares y contradictorios, pero al final arribaron siempre a decisiones comunes, aceptadas por todos” (1).

La intervención norteamericana en el conflicto hispano-cubano evaporó toda posibilidad de independencia real y se impuso una etapa de neorepública, manchada por la corruptela política y los crímenes contra los sectores sociales más pobres, con carácter restrictivo, de régimen militar y privativo que desgajó a Cuba de su más preciado bien: la libertad. La necesidad en la lucha se mantuvo, porque el pueblo de Cuba moriría “por la libertad verdadera; no de pretexto para mantener a unos hombres en goce excesivo, y a otros en el dolor innecesario” (2).

La Constitución de 1940, aunque sellada por un componente burgués, también llevaba en su composición un alto grado democrático para la época, dando a conocer un nuevo texto constitucional en la tradición jurídica de la nación cubana y con un importante vínculo a los momentos históricos de las Constituciones anteriormente mencionadas; se dio un salto cualitativo en derechos sobre los textos modernos conocidos. Su poca duración se debió al golpe de Estado de Fulgencio Batista en marzo de 1952, quien impuso a su vez una etapa marcada por la corrupción, la brutalidad policial, el asesinato de líderes políticos y sindicales, para lo cual contaba con el asesoramiento directo del imperialismo yanqui.

Esta última Constitución vio su rescate con el triunfo de la Revolución y en la puesta en marcha, el 7 de febrero de 1959, de la Ley Fundamental por el gobierno presidido entonces por el Doctor Manuel Urrutia Lleó.

La nueva etapa, revolucionaria, ha enfrentado la política agresiva de los gobiernos de Estados Unidos (feroz bloqueo, agresiones militares, sabotajes y acciones terroristas), el pueblo ha tenido un protagonismo directo en la construcción del nuevo proyecto; el cual alcanzó una nueva institucionalidad 17 años después con la nueva Constitución aprobada el 15 de febrero de 1976, la cual fue obra de la opinión, enmiendas y modificaciones de millones de personas a todo lo largo de la geografía cubana y que en su votación alcanzó el 97% del electorado.


La nueva Constitución, con el paso de los años, sufrió también modificaciones con el objetivo de garantizar el ejercicio de derechos civiles y políticos y libertades fundamentales a la ciudadanía (incluyendo a los extranjeros residentes en Cuba); pero la modificación que reafirmó el camino a seguir fue la Ley de Reforma Constitucional, que contó con el respaldo popular de 8 millones 198 mil 237 firmas (lo cual alcanzaba el 98% del electorado cubano), donde se adoptó el Acuerdo Nº V-74, el cual le otorgaba el carácter irrevocable del socialismo en Cuba y que ninguna negociación se aceptaba bajo las condiciones de amenazas, agresión o coerción proveniente de parte de potencia extranjera.

Nuestras Elecciones.

El 24 de febrero de 1976 se proclama públicamente en acto solemne la nueva Constitución y en meses posteriores se llevan a cabo las primeras elecciones que culminaron el 2 de diciembre de ese año con la constitución oficial de la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Las tres primeras elecciones generales se rigieron por la ley 1305 de 1976 y la Ley 37 de 1982; pero hasta entonces en las elecciones por los diputados a las Asambleas Provinciales y la Asamblea Nacional sólo participaban los delegados de las Asambleas Municipales.

En el constante reajuste de desarrollo de la democracia cubana y gracias a los continuos debates públicos, se optaron por nuevos cambios que perfeccionaban las estructuras de gobierno en sus diversos niveles, donde también se dio la necesidad de optar por nuevas formas de elección que vieron su fruto el 29 de octubre de 1992 con la aprobación por parte de la Asamblea Nacional de la Ley electoral Nº 72, por la cual todo el pueblo participaba en la proposición y elección de sus delegados/as a la Asamblea Provincial y diputados/as a la Nacional.

Asistencia de los electores a las urnas en las elecciones de delegados a las asambleas municipales desde la instauración de los órganos del Poder Popular
AÑO DEL PROCESO
ELECTORES REGISTRADOS
EJERCIERON EL VOTO
%
DELEGADOS/AS ELECTOS
DEL TOTAL SON MUJERES
% DE MUJERES
1976
5 655 837
5 382 304
95,2
10 725
856
8,0
1979
6 001 890
5 813 767
96,9
10 656
764
7,2
1981
6 272 189
6 097 639
97,2
10 735
837
7,8
1984
6 494 488
6 411 251
98,7
10 963
1 261
11,5
1986
6 865 344
6 705 434
97,7
13 256
2 264
17,1
1989
7 240 039
7 117 807
98,3
14 246
2 378
16,6
1992
7 762 958
7 576 764
97,2
13 865
1 878
13,5
1995
7 772 583
7 545 821
97,1
14 229
2 211
15,5
1997
7 952 599
7 760 582
97,5
14 533
2 595
17,8
2000
8 069 809
7 913 112
98,1
14 686
3 081
20,9
2002
8 352 948
7 998 061
95,8
14 946
3 493
23,4
2005
8 461 365
8 178 708
96,7
15 112
4 000
26,5
2007
8 473 833
8 176 085
96,5
15 236
4 159
27,3
2010
8 562 270
8 207 946
95,9
15 093
5 046
33,4
2012
8 599 493
8 101 598
94,2
14 537
4 873
33,5
2015
8 403 836
7 562 522
90,0
13 119
4 396
33,5
Asistencia de los electores a las urnas en las elecciones de delegados a las Asambleas Provinciales de los Órganos del Poder Popular
AÑO DEL PROCESO
ELECTORES REGISTRADOS
EJERCIERON EL VOTO
%
DELEGADOS/AS ELECTOS
DEL TOTAL SON MUJERES
% DE MUJERES
1979
En estos procesos (hasta el que comenzó en 1992), los diputados a las Asambleas Provinciales se elegía sólo por los delegados de las Asambleas Municipales.
1139
197
17,3
1981
1139
191
16,8
1984
1377
294
21,4
1986
1388
426
30,7
1989
1413
390
27,6
1992-1993
7 828 735
7 795 306
99,6
1190
284
23,9
1997-1998
8 005 433
7 873 613
98,4
1192
342
28,7
2002-2003
8 251 527
8 056 616
97,6
1199
450
37,5
2007-2008
8 433 884
8 169 488
96,9
1201
488
40,6
2012-2013
8 604 990
7 819 702
90,9
1269
647
51,0
Asistencia de los electores a las urnas en las elecciones de Diputados a la Asamblea Nacional de los Órganos del Poder Popular
AÑO DEL PROCESO
ELECTORES REGISTRADOS
EJERCIERON EL VOTO
%
TOTAL DE DIPUTADOS
DEL TOTAL SON MUJERES
% DE MUJERES
1979-1981
Proceso IDEM al de las urnas al proceso de las Asambleas Provinciales

1982-1986
499
115
23,0
1986-1992
510
175
34,3
1992-1993
7 955 170
7 852 362
98,7
589
134
22,8
1997-1998
8 064 205
7 931 229
98,4
601
166
27,6
2002-2003
8 313 770
8 117 151
97,6
609
219
36,0
2007-2008
8 495 917
8 231 365
96,9
614
266
43,3
2012-2013
8 668 457
7 877 906
90,9
612
299
48,9
ONEI: Oficina Nacional de Estadísticas e Información.

¿Quién propone y elige, el Partido Comunista de Cuba o el pueblo?

La prensa capitalista, siguiendo el guión impuesto por los enemigos de Cuba, lleva esa línea editorial que intenta rallar al proceso político cubano con la etiqueta de “dictadura”, simplemente porque no se acoge a los patrones de las “democracias” occidentales. El monopartidismo es la excusa que se utiliza como punta de lanza para justificar la propaganda que acusa a Cuba de “carecer” de democracia.

Con cínico descaro, esa llamada prensa “libre” omite la existencia de más de 2200 organizaciones registradas que funcionan bajo el amparo de la Ley de Asociaciones Nº 54, donde entre ellas se encuentran aquellas con un alto valor y capacidad movilizativa del pueblo cubano. Todas ellas cuentan y se les garantiza sus poderes de consulta, propositivo, de opinión e incluso en la toma de decisiones en el ejercicio institucional de participación democrática; mucho más porque el artículo 103 de la Constitución establece el vínculo directo de trabajo que deben mantener los órganos de gobierno territoriales con las dichas asociaciones. Entonces, cabe sólo preguntarse por dónde comienza las elecciones en Cuba.
Las elecciones en Cuba comienzan con las parciales, donde se seleccionan los precandidatos en los barrios cubanos. De las reuniones ejercidas por los vecinos en las calles cubanas salen las propuestas y se eligen finalmente a los candidatos. No importa si es o no militante del Partido Comunista de Cuba, si es miembro o no de la Unión de Jóvenes Comunistas. No importa si es o no religioso, su género, color de piel o su orientación sexual; porque lo que realmente importa es la disposición de la persona y los méritos alcanzados que lo/a hacen digno/a de representar al pueblo.
Para las Elecciones Generales, el Consejo de Estado designa al Consejo Nacional Electoral (CNE) y este último convoca a la Comisión Nacional de Candidatura (CNC), la cual se conforma por miembros de las siguientes organizaciones de masas:
  • Central de Trabajadores de Cuba (CTC), que a su vez también preside la CNC.
  • Federación de Mujeres Cubanas (FMC).
  • Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP).
  • Federación Estudiantil Universitaria (FEU).
  • Federación Estudiantil de la Enseñanza Media (FEEM).
Tanto para la selección de diputados a la Asamblea Provincial y Asamblea Nacional, la Comisión Nacional de Candidatura conforma las precandidaturas con propuestas que parten de un 50 por ciento de delegados de las Asambleas Municipales y otro 50 por ciento de la sociedad civil, las cuales obtienen a través de consultas con las masas.
Lo anterior determina que el proceso electoral cubano cuanta con las siguientes condiciones:
  • El pueblo propone y elige de forma libre a sus candidatos/as.
  • El proceso se define por medio del voto libre, directo y secreto.
  • La candidatura no es una carrera profesional que se establezca mediante contrato laboral, lo cual implica realizar las funciones en horario extra-laboral y sin percibir por ello privilegios personales ni beneficios económicos.
  • Los/as candidatos/as pueden ser revocados en cualquier momento de su mandato si incurre en incumplimiento de sus responsabilidades, conducta inapropiada que falte a principios éticos o morales o por violación de la ley.
  • Los/as delegados/as de los diversos niveles de la estructura gubernamental tienen la obligación de mantener contacto directo con sus electores, conociendo la realidad de la vida social, canalizando las sugerencias, solicitudes y las críticas.
  • Los/as delegados/as están obligados a rendir cuentas a sus electores de sus gestiones.
Pero lo que se vende como “racionalmente” democrático es el enfrentamiento de diversas fuerzas políticas por el poder. Basta mirar como ejemplo que en la monárquica España tanto los escaños del Congreso como de la Mesa del Parlamento son ocupados por miembros de partidos políticos; que en Alemania tanto los escaños del Parlamento como de la Cámara de Representación de los Estados Federados son ocupados por miembros de partidos políticos; que en Francia tanto los escaños de la Asamblea Nacional como del Senado son ocupados por miembros de partidos políticos; que en Inglaterra tanto los escaños de la Cámara de los Comunes como la de los Lores son ocupados por miembros de partidos políticos; e incluso en los mismísimos EE.UU., auto-erigidos como “referencia” para el mundo, tanto los escaños de la Cámara de Representantes como del Senado están ocupados por partidos políticos (aunque se discrimina de dichos escaños a los representantes no-votantes de Puerto Rico, Islas Vírgenes, Samoa e Isla de Guam_ colonias existentes aún en el siglo XXI). Queda preguntarse qué ocurre con aquellos que no desean la opción de los partidos políticos, porque en todas estas sociedades el pueblo se ve obligado a votar por opciones políticas, donde realmente no están presentes los llamados “de-a-pie” con posibilidad alguna de presentarse como opción, y donde la prensa “libre” no se encuentre pendiente de lucrativos y jugosos contratos.

Además, en todos los procesos electorales de los países antes mencionados, lo que decide su desenlace es realmente la descarnada batalla propagandística entre los dos o tres partidos más poderosos_ cuyos candidatos cuentan con más millones y cuyos programas terminan respondiendo a los intereses de los poderosos lobbies económicos que abonan los codiciados millones.
De lo anterior se deduce que en Cuba no es necesario un partido político para gozar de igualdad de condiciones en los procesos electorales; por lo tanto, el escueto argumentario no es más que una ahuecada farsa que se ha inflado forzosamente con omisiones intencionadas de la realidad cubana.
¿Qué diferencia a Cuba?
La diferencia está que en Cuba el partido ni postula ni elige y tampoco lleva a cabo campañas publicitarias por ningún candidato/a para ninguno de los niveles. Están en igualdad de condiciones y gozan de los mismos derechos cualquier persona a ser elegido como candidato/a al nivel Municipal, Provincial o Nacional.
En las sociedades anteriores se impone el poder del dinero sobre el valor de la persona, se imponen los intereses de las clases dominantes sobre la necesidad social, la maquinaria propagandística está diseñada para crear tendencias y opiniones favorables hacia determinados candidatos/as y no para facilitar que éstos se vean obligados a responder a las demandas populares, las propuestas de los partidos responden a sus intereses como grupo político y no a la verdadera voluntad del pueblo.
La gran diferencia radica en que la participación de la ciudadanía cubana también cuenta, entre sus derechos, el ser un actor cada vez más activo en las decisiones primordiales que conlleven a la actualización del modelo político, de renovar o implantar las vías de desarrollo económico: el análisis, debate, discusión y final aprobación de acuerdos. Entre otros tantos ejemplos que se pueden constatar en estos años de Revolución, sólo a modo de ejemplo se puede citar el proceso que finalizó con la aprobación de los Lineamientos Económicos, para el cual se realizaron más de 163 mil reuniones en diferentes organizaciones sociales, política y sindical, con la participación de 8 millones 913 mil 838 personas y un registro de más de 3 millones de intervenciones que propiciaron que se modificaran el 68% de los lineamientos iniciales y se crearan otros nuevos.

A Cuba se le mira un como auténtico proceso soberano de participación popular, porque desde luego que Cuba no estaría donde está, ni nuestra patria ocuparía el lugar que hoy ocupa en el concepto de los demás pueblos del mundo, si detrás de la patria, si detrás de la bandera soberana de la patria, si detrás de la Revolución no estuviera el pueblo, si detrás de esta Revolución no estuviera este pueblo. Y nuestra Revolución no habría llegado a ser lo que es hoy, y Cuba no sería abanderada de la libertad de América, si detrás de este hecho histórico de la Revolución no estuviese un pueblo digno de ese lugar de honor” (3).

Ese reconocimiento se lo ha ganado el pueblo cubano en la resistencia frente a las agresiones enemigas, en la conquista de sus derechos y libertades, en la construcción y puesta en marcha de nuestra democracia.

1_ CUBA Y LA LUCHA POR LA DEMOCRACIA. Intervención realizada por Ricardo Alarcón de Quesada en la IX Conferencia de Presidentes de Parlamentos Democráticos Iberoamericanos, celebrada en Montevideo, Uruguay. Mayo 1998.
2_ José Martí. Patria. Edición 53. Nueva York, marzo 14 de 1893. O.C. 2: 255.
3_Discurso del entonces Primer Ministro y Comandante Fidel Castro Ruz, en la clausura de la Segunda Asamblea Nacional, en la Plaza de la Revolución, La Habana, el 4 de febrero de 1962.

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