Por Gustavo de la Torre Morales.
El pueblo de Cuba no tiene la más mínima intención de
coronarse como único en materia de democracia; primero porque está consciente,
amén del desarrollo democrático alcanzado en el proceso revolucionario, que
toda obra es perfectible y a medida que nuevas condiciones aparezcan en cada
contexto histórico, habrá que introducir nuevos métodos y mecanismos que
propicien mayor participación de la ciudadanía.
Segundo, aunque la democracia en Cuba tiene un
componente de carácter inevitablemente representativo (también está
institucionalizado en otras sociedades contemporáneas regidas por el
capitalismo), no se ciñe únicamente a que sea ejercida por medio de un voto
electoral cada cierto tiempo. En Cuba la ciudadanía tiene el derecho de nominar
y elegir, así como la responsabilidad de controlar la labor de sus
representantes y revocarles del cargo y las funciones al señalar que no se ha
cumplido con la labor correspondiente o debido a una incorrecta conducta ética
y moral del representante que resquebraje la confianza que le ha sido
depositada.
¿De dónde nace el
sistema democrático cubano?
La Constitución de 1940, aunque sellada por un
componente burgués, también llevaba en su composición un alto grado democrático
para la época, dando a conocer un nuevo
texto constitucional en la tradición jurídica de la nación cubana y con un
importante vínculo a los momentos históricos de las Constituciones
anteriormente mencionadas; se dio un salto cualitativo en derechos sobre los
textos modernos conocidos. Su poca duración se debió al golpe de Estado de
Fulgencio Batista en marzo de 1952, quien impuso a su vez una etapa marcada por
la corrupción, la brutalidad policial, el asesinato de líderes políticos y
sindicales, para lo cual contaba con el asesoramiento directo del imperialismo
yanqui.
Esta última Constitución vio su rescate con
el triunfo de la Revolución y en la puesta en marcha, el 7 de febrero de 1959, de
la Ley Fundamental por el gobierno presidido entonces por el Doctor Manuel Urrutia Lleó.
La nueva etapa, revolucionaria, ha enfrentado la
política agresiva de los gobiernos de Estados Unidos (feroz bloqueo, agresiones
militares, sabotajes y acciones terroristas), el pueblo ha tenido un
protagonismo directo en la construcción del nuevo proyecto; el cual alcanzó una
nueva institucionalidad 17 años después con la nueva Constitución aprobada el
15 de febrero de 1976, la cual fue obra de la opinión, enmiendas y
modificaciones de millones de personas a todo
lo largo de la geografía cubana y que en su votación alcanzó el 97% del
electorado.
Las
tres primeras elecciones generales se rigieron por la ley 1305 de 1976 y la Ley 37 de 1982; pero hasta entonces en las elecciones
por los diputados a las Asambleas Provinciales y la Asamblea Nacional sólo
participaban los delegados de las Asambleas Municipales.
En el
constante reajuste de desarrollo de la democracia cubana y gracias a los
continuos debates públicos, se optaron por nuevos cambios que perfeccionaban
las estructuras de gobierno en sus diversos niveles, donde también se dio la
necesidad de optar por nuevas formas de elección que vieron su fruto el 29 de
octubre de 1992 con la aprobación por parte de la Asamblea Nacional de la Ley
electoral Nº 72, por la cual todo el pueblo participaba en la proposición y
elección de sus delegados/as a la Asamblea Provincial y diputados/as a la
Nacional.
Asistencia
de los electores a las urnas en las elecciones de delegados a las asambleas
municipales desde la instauración de los órganos del Poder Popular
|
||||||
AÑO DEL
PROCESO
|
ELECTORES
REGISTRADOS
|
EJERCIERON
EL VOTO
|
%
|
DELEGADOS/AS
ELECTOS
|
DEL TOTAL
SON MUJERES
|
% DE
MUJERES
|
1976
|
5 655 837
|
5 382 304
|
95,2
|
10 725
|
856
|
8,0
|
1979
|
6 001 890
|
5 813 767
|
96,9
|
10 656
|
764
|
7,2
|
1981
|
6 272 189
|
6 097 639
|
97,2
|
10 735
|
837
|
7,8
|
1984
|
6 494 488
|
6 411 251
|
98,7
|
10 963
|
1 261
|
11,5
|
1986
|
6 865 344
|
6 705 434
|
97,7
|
13 256
|
2 264
|
17,1
|
1989
|
7 240 039
|
7 117 807
|
98,3
|
14 246
|
2 378
|
16,6
|
1992
|
7 762 958
|
7 576 764
|
97,2
|
13 865
|
1 878
|
13,5
|
1995
|
7 772 583
|
7 545 821
|
97,1
|
14 229
|
2 211
|
15,5
|
1997
|
7 952 599
|
7 760 582
|
97,5
|
14 533
|
2 595
|
17,8
|
2000
|
8 069 809
|
7 913 112
|
98,1
|
14 686
|
3 081
|
20,9
|
2002
|
8 352 948
|
7 998 061
|
95,8
|
14 946
|
3 493
|
23,4
|
2005
|
8 461 365
|
8 178 708
|
96,7
|
15 112
|
4 000
|
26,5
|
2007
|
8 473 833
|
8 176 085
|
96,5
|
15 236
|
4 159
|
27,3
|
2010
|
8 562 270
|
8 207 946
|
95,9
|
15 093
|
5 046
|
33,4
|
2012
|
8 599 493
|
8 101 598
|
94,2
|
14 537
|
4 873
|
33,5
|
2015
|
8 403 836
|
7 562 522
|
90,0
|
13 119
|
4 396
|
33,5
|
Asistencia
de los electores a las urnas en las elecciones de delegados a las Asambleas
Provinciales de los Órganos del Poder Popular
|
||||||
AÑO DEL
PROCESO
|
ELECTORES
REGISTRADOS
|
EJERCIERON
EL VOTO
|
%
|
DELEGADOS/AS
ELECTOS
|
DEL TOTAL
SON MUJERES
|
% DE
MUJERES
|
1979
|
En estos procesos (hasta el que comenzó
en 1992), los diputados a las Asambleas Provinciales se elegía sólo por los
delegados de las Asambleas Municipales.
|
1139
|
197
|
17,3
|
||
1981
|
1139
|
191
|
16,8
|
|||
1984
|
1377
|
294
|
21,4
|
|||
1986
|
1388
|
426
|
30,7
|
|||
1989
|
1413
|
390
|
27,6
|
|||
1992-1993
|
7 828 735
|
7 795 306
|
99,6
|
1190
|
284
|
23,9
|
1997-1998
|
8 005 433
|
7 873 613
|
98,4
|
1192
|
342
|
28,7
|
2002-2003
|
8 251 527
|
8 056 616
|
97,6
|
1199
|
450
|
37,5
|
2007-2008
|
8 433 884
|
8 169 488
|
96,9
|
1201
|
488
|
40,6
|
2012-2013
|
8 604 990
|
7 819 702
|
90,9
|
1269
|
647
|
51,0
|
Asistencia
de los electores a las urnas en las elecciones de Diputados a la Asamblea
Nacional de los Órganos del Poder Popular
|
||||||
AÑO DEL
PROCESO
|
ELECTORES
REGISTRADOS
|
EJERCIERON
EL VOTO
|
%
|
TOTAL DE
DIPUTADOS
|
DEL TOTAL
SON MUJERES
|
% DE
MUJERES
|
1979-1981
|
Proceso IDEM al de las urnas al proceso
de las Asambleas Provinciales
|
|||||
1982-1986
|
499
|
115
|
23,0
|
|||
1986-1992
|
510
|
175
|
34,3
|
|||
1992-1993
|
7 955 170
|
7 852 362
|
98,7
|
589
|
134
|
22,8
|
1997-1998
|
8 064 205
|
7 931 229
|
98,4
|
601
|
166
|
27,6
|
2002-2003
|
8 313 770
|
8 117 151
|
97,6
|
609
|
219
|
36,0
|
2007-2008
|
8 495 917
|
8 231 365
|
96,9
|
614
|
266
|
43,3
|
2012-2013
|
8 668 457
|
7 877 906
|
90,9
|
612
|
299
|
48,9
|
ONEI: Oficina Nacional de Estadísticas e
Información.
¿Quién propone y elige, el Partido Comunista de Cuba o
el pueblo?
La prensa
capitalista, siguiendo el guión impuesto por los enemigos de Cuba, lleva esa
línea editorial que intenta rallar al proceso político cubano con la etiqueta
de “dictadura”, simplemente porque no se acoge a los patrones de las “democracias”
occidentales. El monopartidismo es la excusa que se utiliza como punta de lanza
para justificar la propaganda que acusa a Cuba de “carecer” de democracia.
Con
cínico descaro, esa llamada prensa “libre” omite la existencia de más de 2200
organizaciones registradas que funcionan bajo el amparo de la Ley de
Asociaciones Nº 54, donde entre ellas se encuentran aquellas con un alto valor
y capacidad movilizativa del pueblo cubano. Todas ellas cuentan y se les
garantiza sus poderes de consulta, propositivo, de opinión e incluso en la toma
de decisiones en el ejercicio institucional de participación democrática; mucho
más porque el artículo 103 de la Constitución establece el vínculo directo de
trabajo que deben mantener los órganos de gobierno territoriales con las dichas
asociaciones. Entonces, cabe sólo preguntarse por dónde comienza las elecciones
en Cuba.
Las
elecciones en Cuba comienzan con las parciales, donde se seleccionan los
precandidatos en los barrios cubanos. De las reuniones ejercidas por los
vecinos en las calles cubanas salen las propuestas y se eligen finalmente a los
candidatos. No importa si es o no militante del Partido Comunista de Cuba, si
es miembro o no de la Unión de Jóvenes Comunistas. No importa si es o no
religioso, su género, color de piel o su orientación sexual; porque lo que
realmente importa es la disposición de la persona y los méritos alcanzados que
lo/a hacen digno/a de representar al pueblo.
Para
las Elecciones Generales, el Consejo de Estado designa al Consejo Nacional
Electoral (CNE) y este último convoca a la Comisión Nacional de Candidatura
(CNC), la cual se conforma por miembros de las siguientes organizaciones de
masas:
- Central de Trabajadores de Cuba (CTC), que a su vez también preside la CNC.
- Federación de Mujeres Cubanas (FMC).
- Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP).
- Federación Estudiantil Universitaria (FEU).
- Federación Estudiantil de la Enseñanza Media (FEEM).
Tanto
para la selección de diputados a la Asamblea Provincial y Asamblea Nacional, la
Comisión Nacional de Candidatura conforma las precandidaturas con propuestas
que parten de un 50 por ciento de delegados de las Asambleas Municipales y otro
50 por ciento de la sociedad civil, las cuales obtienen a través de consultas
con las masas.
Lo
anterior determina que el proceso electoral cubano cuanta con las siguientes
condiciones:
- El pueblo propone y elige de forma libre a sus candidatos/as.
- El proceso se define por medio del voto libre, directo y secreto.
- La candidatura no es una carrera profesional que se establezca mediante contrato laboral, lo cual implica realizar las funciones en horario extra-laboral y sin percibir por ello privilegios personales ni beneficios económicos.
- Los/as candidatos/as pueden ser revocados en cualquier momento de su mandato si incurre en incumplimiento de sus responsabilidades, conducta inapropiada que falte a principios éticos o morales o por violación de la ley.
- Los/as delegados/as de los diversos niveles de la estructura gubernamental tienen la obligación de mantener contacto directo con sus electores, conociendo la realidad de la vida social, canalizando las sugerencias, solicitudes y las críticas.
- Los/as delegados/as están obligados a rendir cuentas a sus electores de sus gestiones.
Pero
lo que se vende como “racionalmente” democrático es el enfrentamiento de
diversas fuerzas políticas por el poder. Basta mirar como ejemplo que en la monárquica España tanto los escaños del
Congreso como de la Mesa del Parlamento son ocupados por miembros de partidos
políticos; que en Alemania tanto los escaños del Parlamento como de la Cámara
de Representación de los Estados Federados son ocupados por miembros de
partidos políticos; que en Francia tanto los escaños de la Asamblea Nacional
como del Senado son ocupados por miembros de partidos políticos; que en Inglaterra
tanto los escaños de la Cámara de los Comunes como la de los Lores son ocupados
por miembros de partidos políticos; e incluso en los mismísimos EE.UU.,
auto-erigidos como “referencia” para el mundo, tanto los escaños de la Cámara
de Representantes como del Senado están ocupados por partidos políticos (aunque
se discrimina de dichos escaños a los representantes no-votantes de Puerto
Rico, Islas Vírgenes, Samoa e Isla de Guam_ colonias existentes aún en el siglo
XXI). Queda preguntarse qué ocurre con aquellos que no desean la opción de los
partidos políticos, porque en todas estas sociedades el pueblo se ve obligado a
votar por opciones políticas, donde realmente no están presentes los llamados
“de-a-pie” con posibilidad alguna de presentarse como opción, y donde la prensa
“libre” no se encuentre pendiente de lucrativos y jugosos contratos.
Además, en todos
los procesos electorales de los países antes mencionados, lo que decide su
desenlace es realmente la descarnada batalla propagandística entre los dos o
tres partidos más poderosos_ cuyos candidatos cuentan con más millones y cuyos
programas terminan respondiendo a los intereses de los poderosos lobbies
económicos que abonan los codiciados millones.
De
lo anterior se deduce que en Cuba no es necesario un partido político para
gozar de igualdad de condiciones en los procesos electorales; por lo tanto, el escueto argumentario no es más que una ahuecada farsa que se ha
inflado forzosamente con omisiones intencionadas de la realidad cubana.
La
diferencia está que en Cuba el partido ni postula ni elige y tampoco lleva a
cabo campañas publicitarias por ningún candidato/a para ninguno de los niveles.
Están en igualdad de condiciones y gozan de los mismos derechos cualquier
persona a ser elegido como candidato/a al nivel Municipal, Provincial o Nacional.
En las sociedades anteriores se impone el poder del
dinero sobre el valor de la persona, se imponen los intereses de las clases
dominantes sobre la necesidad social, la maquinaria propagandística está
diseñada para crear tendencias y opiniones favorables hacia determinados
candidatos/as y no para facilitar que éstos se vean obligados a responder a las
demandas populares, las propuestas de los partidos responden a sus intereses
como grupo político y no a la verdadera voluntad del pueblo.
La gran diferencia radica en que la participación de la
ciudadanía cubana también cuenta, entre sus derechos, el ser un actor cada vez
más activo en las decisiones primordiales que conlleven a la actualización del
modelo político, de renovar o implantar las vías de desarrollo económico: el
análisis, debate, discusión y final aprobación de acuerdos. Entre otros tantos
ejemplos que se pueden constatar en estos años de Revolución, sólo a modo de
ejemplo se puede citar el proceso que finalizó con la aprobación de los Lineamientos
Económicos, para el cual se realizaron
más de 163 mil reuniones en diferentes
organizaciones sociales, política y sindical, con la participación de 8
millones 913 mil 838 personas y un registro de más de 3 millones de
intervenciones que propiciaron que se modificaran el 68% de los lineamientos
iniciales y se crearan otros nuevos.
Ese reconocimiento se lo ha ganado el pueblo cubano en la
resistencia frente a las agresiones enemigas, en la conquista de sus derechos y
libertades, en la construcción y puesta en marcha de nuestra democracia.
1_ CUBA Y LA
LUCHA POR LA DEMOCRACIA. Intervención realizada por Ricardo Alarcón de Quesada en la IX Conferencia de
Presidentes de Parlamentos Democráticos Iberoamericanos, celebrada en
Montevideo, Uruguay. Mayo 1998.
2_ José Martí. Patria. Edición 53. Nueva York, marzo 14 de 1893. O.C. 2: 255.
3_Discurso del entonces
Primer Ministro y Comandante Fidel Castro Ruz, en
la clausura de la Segunda Asamblea Nacional, en la Plaza de la Revolución, La
Habana, el 4 de febrero de 1962.
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