Por Hedelberto López Blanch. Periodista, escritor e investigador cubano, especialista en política internacional.
El presidente estadounidense Donald Trump en solo ocho meses al frente de la Casa Blanca, ha impuesto sanciones económicas y financieras contra seis países de varios continentes: Cuba, Irán, Rusia, China, Venezuela y Corea del Norte, como si fuera un rey todopoderoso al que todos deben obedecer.
En un mundo completamente globalizado e interdependiente de las relaciones multilaterales, no es posible llevar adelante una política agresiva contra las actividades comerciales en el planeta, máxime cuando surgen con fuerza economías emergentes y en desarrollo que apuestan por un orden multipolar.
En un mundo completamente globalizado e interdependiente de las relaciones multilaterales, no es posible llevar adelante una política agresiva contra las actividades comerciales en el planeta, máxime cuando surgen con fuerza economías emergentes y en desarrollo que apuestan por un orden multipolar.
Claro que no ha sido solo la administración de Trump la que ha utilizado las sanciones económicas para tratar de castigar y desestabilizar a los países que no obedecen sus dictámenes o aquellos donde existen importantes fuentes de recursos naturales.
En los últimos años suman 20 naciones las que han sufrido y aun padecen algunos embates de esas punitivas medidas económicas y financieras.
Entre las afectadas se encuentran: Cuba, Venezuela, Rusia, Irán, Irak, Yugoslavia, Birmania, Zimbabwe, Bielorrusia, República Democrática del Congo, Siria, Sudán (cuando aún estaba unida en norte y sur), Somalia, Libia, Costa de Marfil, Líbano, Ucrania, Yemen, Sudán del Sur y por último China.
Aunque existe un doble rasero en la política de las potencias occidentales, encabezadas por Estados Unidos, a la hora de reconocer qué país es democrático o violador de los derechos humanos, se comprende que en el caso de la República Bolivariana, dirigida primeramente por Hugo Chávez y después por Nicolás Maduro, impidió que Washington se adueñara de sus enormes reservas petroleras, y en contraposición puso a disposición del pueblo, programas sociales subvencionados con los beneficios que se obtienen de los hidrocarburos.
Al lanzar la oposición criolla actos terroristas y vandálicos, para crear un caos en la nación, con directrices diseñadas desde Estados Unidos, se instauró una Asamblea Constituyente, que congeló a la Asamblea Nacional la cual apostaba por derrocar al gobierno de Nicolás Maduro.
Tras esa democrática decisión, la administración Trump emitió una resolución que prohíbe a "cualquier persona, entidad, empresa o asociación, legalmente radicada o que realice actividades en Estados Unidos, efectuar negocios con nuevos bonos de deuda emitidos por cualquier instancia del Gobierno venezolano”. El golpe se dirigió hacia la importante empresa de los hidrocarburos, principal entrada de divisas de Caracas.
En cuanto a Cuba, la actual administración republicana dio marcha atrás a varias medidas tomadas por el ex presidente Barack Obama para tratar de mejorar las relaciones entre ambos países, bloqueada económica y financieramente por Washington desde 1960.
La intención es la de reducir sus entradas en moneda dura procedentes del auge del turismo en la Isla que este año sobrepasará los 4 000 000 de visitantes, e impedir que La Habana pueda obtener empréstitos y financiamiento para su desarrollo.
La excusa para intentar castigar a Irán, es el programa de misiles defensivos que ha actualizado debido a las constantes amenazas y agresiones de Occidente sufrida por esa República Islámica desde 1979.
Las sanciones siempre van dirigidas a cercenar la estabilidad de las naciones, pero recordemos que Irán posee una fuerte economía que la ubican en el lugar 17 de mundo con un Producto Interno Bruto estimado en 1 006 540 millones de dólares. Es el tercer exportador de petróleo del orbe, con yacimientos de gas, carbón, cobre, hierro, plomo, manganeso, zinc, azufre.
En relación con Corea del Norte, las medidas tomadas, que también fueron sancionadas por la ONU, se basan en las pruebas misilísticas realizadas por esa nación en los últimos meses. Las disposiciones le costarán a Pyongyang la pérdida de 1 000 millones de dólares en sus exportaciones.
El pasado 27 de julio, el Senado de Estados Unidos aprobó la imposición de nuevas medidas contra empresas y ciudadanos rusos, dirigidas contra su sector energético y financiero, personas que Washington considera sospechosas de lanzar ciberataques; empresas a las que acusa de proveer armas a Damasco, y a otros ciudadanos que culpa de interferir en las elecciones presidenciales del pasado año, sin que existan pruebas.
Washington intenta debilitar las exportaciones de petróleo y gas rusos, las que no solo afectan a Moscú sino también a los países de la Unión Europea quienes no están de acuerdo con pagar los hidrocarburos a precios mayores que Estados Unidos intenta comercializar con el viejo continente.
En su intento por defender sus programa proteccionistas y romper acuerdos comerciales que según Trump afectan a los estadounidenses, el presidente norteamericano también se lanzó contra China por lo que podría sobrevenir una guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo.
Trump manifestó que el gigante asiático abandera un comercio desleal que manipula su moneda para ganar competitividad y así perjudicar las exportaciones estadounidenses en el mercado internacional y lo acusa de provocar el declive manufacturero estadounidense.
Las amenazas consisten en subir los aranceles y limitar la entrada de productos chinos a Estados Unidos, lo cual fue rechazado con fuerza por Beijing.
Mientras la inmensa mayoría de las naciones del orbe se abren hacia una comercialización más dinámica y globalizada, Estados Unidos se inclina hacia posiciones más hegemónicas y de proteccionismo nacional que a la larga perjudicará el desempeño de su economía. ¿Se dará cuenta Trump las dificultades económicas que como boomerang regresarán a su país debido a la enredadera de sanciones que ha lanzado por el mundo?
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