Fuente original: Radio Habana Cuba (RHC).
Por Jorge Wejebe Cobo.
La preparación de la invasión de Playa Girón tomó un impulso a finales de
agosto de 1960, mientras en San José de Costa Rica se realizaba la reunión de
la Organización de Estados Americanos (OEA), para condenar a Cuba por su
presunta exportación de la revolución a la región.
Los cancilleres de Nicaragua y Guatemala, junto a otros representantes de
gobiernos títeres, se mostraron muy activos en la reunión preparada para
justificar la futura agresión en la que se sancionaba a la Isla por ser
supuestamente instrumento de la URSS y de la República Popular China en el continente.
Al mismo tiempo, en esos países centroamericanos se entrenaban bajo la
dirección de la CIA los miembros de la brigada mercenaria, con la
complicidad de sus respectivos gobiernos.
Aquella reunión de la OEA pasaría a la
historia de la ignominia de esa organización al servicio de EE.UU.,
tal como lo sigue haciendo en la actualidad contra la Revolución Bolivariana, y
si en algo es conocida, fue por la respuesta que recibió el 2 de septiembre de
1960 en la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba, efectuada en la Plaza
de la Revolución José Martí, cuando fue aprobada la Primera Declaración de La
Habana, leída por Fidel Castro.
Desde su comienzo la proclama condenó en
todas sus cláusulas la denominada Declaración de San José de Costa Rica,
ordenada y elaborada por Washington.
También señaló que “La Asamblea General
Nacional del Pueblo de Cuba rechaza asimismo el intento de preservar la
Doctrina de Monroe, utilizada hasta ahora, como lo previera José Martí, para
extender el dominio en América de los imperialistas voraces, para inyectar
mejor el veneno denunciado asimismo a tiempo por José Martí, el veneno de los
empréstitos, de los canales, de los ferrocarriles”.
“Por ello, frente al hipócrita
panamericanismo que es sólo predominio de los monopolios yanquis sobre los
intereses de los pueblos americamos y manejo yanqui de gobiernos prosternados
ante Washington, la Asamblea del Pueblo de Cuba proclama el latinoamericanismo
liberador que late en José Martí y en Benito Juárez”(…)”.
Además, denunció la política imperialista
de La Unión durante más de un siglo de intervenciones en México,
Nicaragua, Haití, Santo Domingo, Cuba y Puerto Rico para apoderarse de
sus tierras y establecer los lazos neocoloniales que garantizaron hacer
de la región el traspatio del imperio.
Cuba rechazó las mentiras de la propaganda
anticomunista y proclamó: “La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba
niega categóricamente que haya existido pretensión alguna por parte de la Unión
Soviética y la República Popular China, de utilizar la posición económica,
política y social de Cuba, para quebrantar la unidad continental y poner en
peligro la unidad del hemisferio.”
Ante el falso concepto de democracia
representativa que sirve solo a los intereses de las oligarquías nacionales se
proclamó el derecho de los pueblos a escoger el camino revolucionario y
practicar el “deber de los obreros, de los campesinos, de los estudiantes, de
los intelectuales, de los negros, de los indios, de los jóvenes, de las
mujeres, de los ancianos, a luchar por sus reivindicaciones económicas,
políticas y sociales”, además del de las naciones oprimidas y explotadas, a
luchar por su liberación.
También se reconoció que la
voz genuina de los pueblos se abrirá paso “desde las entrañas de sus minas de
carbón y de estaño, desde sus fábricas y centrales azucareros, desde sus
tierras enfeudadas, donde rotos, cholos, gauchos, jíbaros, herederos de Zapata
y de Sandino, empuñan las armas de su libertad, voz que resuena en sus poetas y
en sus novelistas, en sus estudiantes, en sus mujeres y en sus niños, en sus
ancianos desvalidos”.
Por último se afirmó que “A esa voz
hermana, La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba le responde:
¡Presente! ¡Cuba no fallará! Aquí hay Cuba para ratificar, ante América Latina
y ante el mundo, como un compromiso histórico, su lema irrenunciable: ¡Patria a
Muerte!
La Primera Declaración de La Habana, además de ser un rotundo triunfo moral y político ante los intentos estadounidenses y de sus títeres del continente de aislar y agredir a Cuba y que presagió la primera derrota militar del imperio en Playa Girón en abril de 1961, significó un programa de lucha popular en América Latina que no pierde vigencia, a pesar de los 57 años transcurridos desde la histórica jornada, cuando fue leída por el Comandante en Jefe ante más de un millón de cubanos que en representación de todo el pueblo la aprobaron.
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