viernes, 19 de abril de 2013

Elecciones en Venezuela y reflexiones sobre la “disidencia cubana”


Tomado de Capítulo Cubano

Por Vincenzo Basile

Testo in italiano: Elezioni in Venezuela e riflessioni sulla "dissidenza cubana"


Las recientes elecciones venezolanas, que concluyeron con la victoria del socialista Nicolás Maduro sobre el candidato opositor pronorteamericano Enrique Capriles, más allá del acontecer venezolano, pueden asumirse también como espejo para reflejar una vez más y de manera tan contundente el carácter antidemocrático de la que mediáticamente se identifica como “disidencia cubana”.

Estas personas -un estrecho grupo de individuos inexplicablemente ricos y que paradójicamente viven como privilegiados en un país que supuestamente “los reprime”- si por un lado pretenden presentarse al mundo -gracias a un irresponsable respaldo mediático- como luchadores pacíficos y defensores de libertad, democracia y derechos humanos, por el otro no pueden detener su índole ultraderechista, antiprogresista y, sobre todo, antidemocrática y sus lazos con los intereses imperiales del poderoso y omnipresente vecino del Norte que sigue actuando una política exterior hacia América Latina bajo las enseñanzas de la antigua Doctrina Monroe.

En el caso de las elecciones venezolanas -pero eso podría extenderse a todo proyecto político progresista de América Latina y del mundo- la llamada “disidencia” no sólo ha dado en su totalidad abierto e irrefutable respaldo al candidato opositor Capriles, sino también -una vez conocido el resultado- ha actuado de manera profundamente antidemocrática, demostrando finalmente que para ellos lo que importa son sus intereses particulares, a pesar de la voluntad de un pueblo votante. Eso  dice mucho sobre esas personas.

LA “DISIDENCIA” CUBANA CON CAPRILES

Veamos entonces las distintas reacciones que manifestaron los más mediáticos de esos “disidentes” a través de sus cuentas twitter.

La bloguera Yoani Sánchez, antes del cierre de los colegios, escribía en su blog “conociendo la jaula desde adentro, me aventuro a recomendarles a los venezolanos que no terminen ellos mismos por cerrar la única puerta de salida con la que cuenta”; y luego quizás refiriéndose a los menores votos que Maduro obtuvo respeto a las últimas elecciones en las que Chávez salió ganador con un amplio margen, escribía: “Puede ser que el chavismo parezca haber ganado esta batalla, pero en realidad acaba de perder toda la guerra”.

El inculto Director General de la llamada Agencia de Prensa Independiente Hablemos Press, Roberto Guerra -quién en pasado ha regalado al mundo sus perlas en apoyo al candidato norteamericano Mitt Romney- deliraba completamente al afirmar: “Ansiosos la mayoría de los cubanos por que gane Capriles, tenemos videos tomados hoy en las calles de la capital

El también impresentable Juan Ángel Moya, esposo de la Dama de Blanco Berta Soler, escribía: “Ya no tengo dudas, Capriles es el ganador, pero esto se decide en el conteo de los votos, ojo con el fraude Chavista”.

El fanático y exaltado médico antiabortista Oscar Elías Biscet -quien en 2010 y 2011 fue nombrado para el Premio Nobel por la Paz y en 2012 pidió públicamente al Congreso norteamericano una intervención armada contra Cuba- escribía: “Capriles y Venezuela libre pongan fin al fraude de Maduro y el Castro-comunismo. Es hora de la desobediencia civil masiva no violenta”.

El ex prisionero José Daniel Ferrer, líder de la llamada UNPACU, afirmaba que  los “resultados de elecciones en Venezuela marcaran destino de millones en Latinoamérica. Enrique Capriles significa libertad. Nicolás Maduro significa dictadura”.

El “huelguista de hambreGuillermo Fariñas decía: “Conociendo a los totalitarios cubanos, vemos el cínico y colosal fraude cometido por los aprendices totalitarios venezolanos”.

El más cauto Eliécer Ávila, perteneciente a una “disidencia menos radical” que evita posiciones incómodas, escribía: “Venezuela: que triste es vivir en un contexto en el que no puedes definir la verdad de la ficción, lo serio de lo manipulado”.

Antonio Rodiles, otro “emergente” disidente, así interpretaba la reducción de los votos para el candidato socialista respeto a los que obtuvo Chávez el pasado octubre: “Venezolanos deben estar felices, cubanos también. El camino se comienza a plantear, esperemos que todos podamos entenderlo

CONCLUSIONES

Por lo que se refiere al apoyo incondicional a Enrique Capriles, eso refleja dos elementos fundamentales que merecen ser subrayados.

En primer lugar, Capriles fue participante activo del golpe de estado contra el entonces presidente Hugo Chávez el 11 de abril de 2002. En esa ocasión, cuando el movimiento golpista -respaldado por el gobierno español de Aznar y el norteamericano de Bush- difundía la falsa noticia de que Chávez había renunciado y que el vicepresidente Diosdado Cabello se había asilado en la embajada de Cuba, los simpatizantes -entre ellos el mismo Capriles, alcalde de la localidad de Baruta- asaltaron la embajada exigiendo -en violación de todo principio de derecho internacional y de derecho constitucional- la entrega de Cabello, es decir, un acto persecución de miembros de un gobierno legítimo que creían derrocado, al peor estilo de escuadrones fascistas.

En segundo lugar, como si eso no fuera suficiente para dar el debido juicio político sobre esa llamada “disidencia cubana”, hay que considerar también un aspecto más indecente de ese respaldo, algo que permite calificar a dichas personas no sólo políticamente sino también humanamente. En ese sentido, el vehemente respaldo al candidato opositor se debe fundamentalmente al hecho de que éste haya claramente afirmado que en caso de victoria no hubiera enviado “ni una sola gota de petróleo” para financiar al gobierno de Cuba.

Esto, según los opositores extranjeros al gobierno de Cuba y según esa llamada “disidencia”, provocaría el aislamiento económico de la Isla, otro periodo especial -algo parecido a la crisis económica que afectó a la economía cubana tras el derrumbe del campo socialista- y finalmente la muy añorada caída del castrismo.

El discurso, fascista y anticubano, es siempre el mismo, igual al que -hace décadas- justificó el comienzo del bloqueo norteamericano contra Cuba: “La mayoría de los cubanos apoyan a Castro (... ) No existe una oposición política efectiva (... ) El único modo efectivo para hacerle perder el apoyo interno al gobierno es provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria (... ) negándole a Cuba dinero y suministros (...) con el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.

Por otro lado, la “disidencia cubana” se ha caracterizado también por no aceptar el resultado electoral acosando ciegamente al gobierno venezolano y a Maduro de fraudes y de ser ilegítimos. Ese aspecto es útil para una evaluación del carácter democrático de ese grupo.

Dichas personas que aparentemente piden libertades y democracia, algo que identifican automáticamente con un sistema económico capitalista y una forma de gobierno presidencialista y pluripartidista (como la de Venezuela), han dado una clara muestra de los límites de sus discursos -que diariamente son reproducidos por la mayoría de los medios internacionales- y han aclarado de una vez que para ellos democracia significa solo y exclusivamente la victoria de la facción política que apoya sus intereses. Todo el resto, cualquier otro proyecto político no afín a sus utilidades, se convierte en autoritario, ilegítimo y dictatorial.

Todo eso, una vez más, sólo ha dado al mundo una prueba evidente del conocido carácter de dicha “disidencia”. En ese sentido, si por un lado los medios gastan recursos y energías para seguir construyendo mediáticamente sus imágenes de pacíficos luchadores contra una tiranía, por el otro, ellos mismos destruyen esas construcciones enseñando abiertamente al mundo su intolerancia, su fanatismo y su odio y desprecio a Cuba, a los cubanos, a la democracia y a las razones de los pobres y de los explotados de la tierra.

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