lunes, 1 de abril de 2013

El ogro en la botella

Hongo nuclear
El riesgo de destrucción nuclear todavía pesa con fuerza s
obre la humanidad
PELIGRO NUCLEAR

Tomado de Revista Bohemia.
Por NÉSTOR NÚÑE.

Es real. Y lo primero que quedó intacto a pesar del derrumbe del titulado “eje del mal” fueron las disparadas apetencias hegemonistas del Imperio y los arsenales atómicos que durante decenios resultaron cotidiana pesadilla para la humanidad. 

De manera que luego de la disolución de la Unión Soviética y del llamado  campo socialista europeo, en las postrimerías de la pasada centuria, lo único que objetivamente palpó el mundo fue una disminución de la retórica en torno a los peligros ciertos de un definitivo conflicto nuclear entre las dos potencias existentes hasta esas fechas.

Mientras, los abultados polvorines radiactivos quedaron intocados, junto con el propósito de los bullangueros “vencedores” en la lid bilateral de asegurarse que nunca más, bajo ningún concepto, apareciesen retadores globales de la talla de la defenestrada URSS.
Y para imponer ese propósito netamente absolutista e inmovilista como diseño de universal observancia, las rutas están trazadas con absoluta diafanidad.

Primero, a la par del ininterrumpido desarrollo de nuevos artilugios de guerra, establecer un avanzado sistema mundial de vigilancia y destrucción militares que permita a Washington propinar golpes atómicos a sus oponentes sin posibilidad de represalias por los agredidos.

Segundo, insistir en la extensión de las áreas de influencia Made in USA como empalizadas inmediatas sobre las fronteras rusas y chinas (en el Oriente Medio, Asia Central y el oeste del Pacífico). En ese sentido vale repasar, entre otros ardides, el reciente anuncio del Pentágono de que, en un breve lapso, los Estados Unidos concentrarán el 60 por ciento de su armada naval justo en la zona Asia-Pacífico, con lo que elevará sustancialmente la actual cifra de buques de combate que merodean por las aguas cercanas a China, el sudeste asiático y las costas orientales rusas. 

A la vez, la primera potencia capitalista intenta elevar su control sobre otras zonas geográficas susceptibles a “influjos negativos”, digamos por caso América Latina o África, continente este último donde en los próximos meses serán desplegados 35 contingentes militares gringos en igual número de países para cumplir, dicen, misiones de “entrenamiento y capacitación”. 
Cabezas nucleares
Decenas de miles de cabezas nucleares permanecen en los
arsenales como verdaderas espadas de Damocles
 De cara al engendro
Parecería que, a fuerza de autoproclamarse la “civilización elegida” a escala global, los grupos norteamericanos de poder se han creído en serio aquello de la modorra, la inferioridad y la simpleza de los demás.

Es lo que se desprende, por ejemplo, de las recientes declaraciones de Rose Gottemoeller, subsecretaria norteamericana para el Control de Armas y Seguridad Internacional, quien insistió en que Washington quiere “convencer a Rusia de que el sistema antimisiles es muy limitado y destinado a tareas relacionadas con el Sur y Oriente Medio”, por lo que no apunta contra la seguridad del gigante euroasiático.

Algo así, digamos, como que el buscapleitos más venático del barrio nos coloque una pistola en la cabeza, en nuestra propia casa, y nos diga que podemos dormir tranquilos, que nada nos amenaza.

Con la agravante de que ese rastacueros mantiene ahítos sus arsenales nucleares, y ha sido la única potencia en el orbe en utilizar su poderío atómico contra otra nación.

Por demás, si la titulada sombrilla antimisiles se trata, como explican los altos funcionarios estadounidenses, de una protección contra presumibles acciones agresivas de alto vuelo provenientes de fanáticos y terroristas, por qué no convertir entonces el programa en una tarea multilateral, dado el interés de todos los gobiernos de atajar cualquier acto criminal de entidades extremistas.

Es que, dicho sea de paso, Moscú no se ha negado a cooperar en el establecimiento de una red mundial que detecte y neutralice ataques coheteriles de carácter terrorista. Por el contrario, incentiva esa idea como alternativa al monopolio que persiguen los belicosos sectores imperiales.

Y como, en medio de sus pretendidas justificaciones y de sus “candorosos” propósitos, Washington se niega a dar garantías de seguridad a la capital rusa e insiste en desplazar su escudo antimisiles en Europa y Asia, las potenciales víctimas no tienen otra alternativa que procurar su resguardo.

De hecho, el presidente ruso, Vladímir Putin, afirmó que la persistencia de las intenciones agresivas gringas va imponiendo una nueva carrera armamentista, ahora en un planeta aguijoneado por una resonante crisis económica, lo que se convierte en un doble crimen.

El mandatario, que aseguró que Moscú no alberga animosidad hacia Washington, advirtió no obstante que su país nunca estará desprevenido frente a las amenazas y maniobras externas a su seguridad e integridad, y sabrá dar respuestas efectivas y contundentes a cualquier agresor. 

Por su parte, y también en fecha cercana, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, general Nikolai Makarov, opinó que la expansión hacia el este de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) eleva “considerablemente” el riesgo de que Moscú llegue a un conflicto con esa entidad belicista.

En ese sentido, el oficial no excluyó “que los conflictos locales y regionales se desarrollen hacia una guerra a gran escala, incluido el uso de armas nucleares”.

Se trata, en pocas palabras, del claro indicativo de que quienes insisten en sembrar vientos pueden cosechar soberanas tempestades desde una potente nación que trabaja por dejar atrás los lastres negativos y los fracasos impuestos por un inicial y oportunista liderazgo postsoviético, a la vez que restablecerse en los primeros planos internacionales, junto a sus similares, que abogan por un mundo multipolar, colaborador y seguro, como China, también potencia nuclear y que para 2016 podría convertirse en la primera economía global, y desplazar del trono, precisamente, a los Estados Unidos.

Por supuesto, en el actual contexto político mundial les será menos posible a los consuetudinarios belicistas escupir epítetos sobre sus formidables oponentes en nombre de un pretendido “diferendo ideológico” que intentaría presentarles ante los demás como “ogros” sedientos de expansión mundial.

Sin embargo, resulta evidente que entre los “remedios” imperialistas a una situación que se les escapa de las manos, la opción nuclear no ha sido desechada ni mucho menos, lo que confirma que hoy no le asisten razones a la humanidad para sentirse más lejos del devastador hongo atómico que dos decenios atrás.

De hecho, junto al ya mencionado sistema antimisiles de factura yanqui, la mayor potencia capitalista acumula desembolsos bélicos que sobrepasan diez veces la suma de los gastos militares de aquellas naciones que le siguen en dicha lista.

Mientras, empujado por las circunstancias y en busca del necesario poder disuasivo, Moscú, por ejemplo, ha establecido ingentes programas de fortalecimiento militar, que incluyen, entre otros recientes pasos, el desarrollo y emplazamiento de sistemas coheteriles SS-500, con trayectoria espacial y capaz de neutralizar los nuevos detectores enemigos; o la puesta en operaciones para el 2022 de un nuevo misil intercontinental que sustituye al modelo actual denominado Voievoda, caracterizado por los especialistas de la propia OTAN como el mejor y más potente del orbe en nuestros días.
Instalación israelí de Dimona
Las instalaciones israelíes de Dimona producen armas
nucleares al libre albedrío del Estado sionista
Empeño global
Desde luego, ante los peligros de conflicto nuclear que Washington y sus aliados no reparan en incentivar, y el propio cúmulo de armas atómicas presentes en los arsenales de varias naciones, se fortalece también el criterio de evitar una hecatombe definitiva para la vida en la Tierra.

Hoy existen en nuestra realidad global polvorines nucleares que guardan no menos de 23 mil artefactos de destrucción masiva, de los cuales más de la mitad están en permanente estado operativo.
Equipo ruso SS-500
Los SS-500 rusos son una garantía contra el sistema
antimisiles norteamericano
Por otra parte, mientras la derecha internacional pretende agresiones y bloqueos contra países que proyectan hacer un uso pacífico de la energía atómica, un Estado netamente agresivo e irresponsable como el sionista, con el explícito y reiterado apoyo norteamericano y del resto de Occidente, desarrolla sus artilugios atómicos por su libre y absoluto albedrío.

Así, y valga reiterarlo, la propia Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, CIA, ha dicho que Israel posee a estas alturas más de 200 artefactos nucleares, y que ocupa el quinto lugar mundial entre las naciones con ese tipo de armamento.

Ante esa realidad, y a tono con las consideraciones de entidades internacionales como el Movimiento de Países No Alineados (NOAL), que estima que la única garantía de que no puedan emplearse jamás las armas atómicas será su eliminación y prohibición total, propuso Cuba a finales de 2012 la convocatoria para este septiembre de una Cumbre de la ONU sobre Desarme Nuclear.

Lo solicitud de la Isla, que ya había sido adoptada por la Primera Comisión de la Asamblea General de la ONU, recibió el endoso de los NOAL, y obtuvo una abrumadora mayoría de 165 votos a favor, ninguno en contra, y las abstenciones de los Estados Unidos, Israel, Francia y Reino Unido. 

El empeño es, precisamente, facilitar que líderes de todo el orbe se pronuncien, en ocasión de la cita, sobre un dilema que suscita la máxima alarma de la comunidad internacional.

De manera que, a pesar de la desaparición, hace dos decenios, del titulado “mundo bipolar”, donde dos potencias nucleares signaban la tirantez de aquellos tiempos, la humanidad no ha visto disminuir ni un ápice los peligros de perecer bajo el hongo radiactivo, rememorando los tiempos de los bombardeos atómicos norteamericanos contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, en 1945, y el inicio de la política imperialista de chantaje nuclear mundial que tal barbarie precedió. 

Es entonces indispensable salir al paso a aquellas políticas irracionales que no vacilan en readmitir el uso de las armas atómicas para imponer al mundo las estrechas miras hegemónicas de los grupos reaccionarios de poder, y hacer fracasar tales designios, equivalentes al suicidio de la civilización humana.

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