Tomado de La Isla Desconocida
Por su importancia, reproduzco este artículo aparecido en La Jiribilla, E. U. G.
Esteban Morales
La Jiribilla
Bajo un título carente de rigor
histórico y objetividad, Roberto Zurbano trata de caracterizar la situación de
los negros en la Cuba de hoy. Como evaluador crítico del tema que soy, podemos
compartir algunas de sus aseveraciones, pero no en términos tan absolutos y
mucho menos, con la carencia de objetividad con que estas se formulan. Tampoco
las conclusiones a que el autor arriba.[1]
Afirmar que “para los negros
cubanos la Revolución no ha comenzado”, no se sostiene, ni aun dentro de la
compleja realidad cubana de hoy. Verdadera encrucijada dentro de la cual el
país trata de encontrar un modelo económico propio y sostenible, para no
repetir los niveles de dependencia económica que soportó por tres
ocasiones, en menos de un siglo. Durante el periodo final (1960-1991), que
resultó ser el más provechoso para la Isla, el tiempo no alcanzó para superar
definitivamente las realidades de un país subdesarrollado.
Por tanto, cualquier explicación
de lo que hoy tiene lugar en Cuba con los negros, pasa necesariamente por la
comprensión más profunda de esos periodos de dependencia y de que en la Isla la
pobreza fue también masivamente blanca, pero la riqueza nunca fue negra. Algo
que arrastramos durante varios siglos, hasta llegar al triunfo revolucionario
de1959.
La población pobre cubana fue beneficiada a partir de una política social, extraordinariamente humanitaria, que combatió y aun combate la pobreza y la desigualdad hasta el mismo borde del igualitarismo.
Dentro de la realidad social
generada por esa política, negros y mestizos fueron sumamente beneficiados
también. De modo que si hoy contamos con una masa importante de médicos,
científicos, intelectuales y obreros calificados negros, se lo debemos a esa
política social, que marcó profundamente a la sociedad cubana, durante sus más
de 30 años de existencia posteriores a 1959.
No hay que negar que se
cometieron errores; uno de ellos, tal vez el más importante, fue no considerar
el “color de la piel”, como una variable de diferenciación social. El no
considerar que, por razones de sus diferentes puntos de partida históricos, el
negro, además de ser más pobre había sufrido, por su condición de esclavo
primero y de negro después, las desventajas que implicaba haber tenido que
soportar el racismo y la discriminación racial, que le situaban siempre en una
posición de desventaja ante la población blanca, aunque estos últimos también
fueran pobres. Nuestra sociedad no había sido diseñada para que blancos, negros
y mestizos fueran iguales.
Ese lastre colonial esclavista,
no fue posible borrarlo en los años de Revolución, a pesar de lo humanitaria y
radical que esta haya podido ser. Es esta la explicación de muchas de las
desigualdades y dificultades sociales que aún arrastramos y que la Revolución,
iniciada en 1959, trataba de solucionar.
A diferencia de lo ocurrido en
1962, en que el racismo y la discriminación racial se habían dado como
resueltos —a partir, sobre todo, de la segunda mitad de los años 80—, con
posterioridad a los procesos de crisis que sacudieron a la economía cubana, se
ha abierto un debate sobre el tema que crece continuamente.
La crisis económica sirvió para
mostrarnos que se había sido idealista al creer que el problema racial se había
solucionando o se estaba solucionando, lo que no se correspondía con la
realidad. Las medidas económicas que se aplicaron para superar la situación
económica, trajeron a flote las diferencias y desigualdades que, a pesar de los
avances, aún existían y que habían permanecido ocultas, esperando momentos más
propicios para reemerger.
Así se inició un nuevo periodo de
lucha contra el racismo y la discriminación, que fue el propio Fidel Castro
quien lo abrió con sus discursos en los congresos de pedagogía y de la UNEAC, y
su intervención en la iglesia de Harlem, en Nueva York. El máximo líder
se percataba de que aunque lo había tratado con insistencia en sus discursos de
marzo de 1959, no había quedado resuelto.
Entonces, fue el propio líder de
la Revolución quien reabrió el tema y, a partir de entonces, comenzó un nuevo
debate, ya más comprensivo de dónde habían estado las fallas de la política
social, que no había podido eliminar el racismo y la discriminación racial. Se
iniciaron nuevas investigaciones, se analizaron las experiencias y, como
nunca antes, desde 1959, se comenzó a escribir críticamente sobre el tema, que
comenzó por abarcar el mundo intelectual, creándose comisiones en
diferentes instancias: PCC, UNEAC, Biblioteca Nacional José Martí,
proyectos comunitarios, etc.
Emergieron varios centros de
debate y encuentros científicos, producciones cinematográficas, cursos
académicos. Existe en la UNEAC una comisión con carácter nacional, que trabaja
en la promoción del tema racial desde la cultura, lo lleva a debate a las
provincias del país y ya ha promovido su discusión en la Comisión de Educación
de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en dos ocasiones.
El gobierno no pone obstáculos a
esos debates y formas de acción; todo lo contrario, los apoya y promueve. En
realidad, lejos de mantenerse oculto el tema, cada día más, es objeto de
discusión en diferentes ámbitos del trabajo intelectual, comunitario e incluso
político; pasando, paulatinamente, a convertirse en un debate de toda la
sociedad cubana.
Desde la UNEAC se despliega un
amplio proceso de coordinación para introducir el tema en la escuela, las
universidades, así como para mejorar las estadísticas y que estas recojan con
más precisión la cantidad de negros y mestizos en distintos sectores y su
situación económica. Se trabaja también para aumentar el conocimiento sobre la
presencia de los líderes y patriotas negros en nuestra historia por medio de
monumentos, jornadas conmemorativas y su adecuado tratamiento en los libros de
texto, para lo cual se trabaja fuertemente en la reformulación de la enseñanza
de la historia nacional. Por todo lo anterior, podemos decir que hemos pasado a
un periodo en que el tema racial se trata a todos los niveles.
Todos los implicados en este
proceso quisieran avanzar más rápido, pero el tema es difícil y acumuló años de
atraso en su tratamiento. Sin embargo, se van articulando todos los factores
que deben intervenir y, cada vez, el compromiso práctico de colaborar y la
participación es mayor, bajo la conciencia de que se trata de un problema que
nos afecta a todos.
Ningún gobierno anterior a 1959
hizo nada por los pobres en general, ni por los negros en particular. Más bien
los mandatos precedentes, gobernaron el país para el beneficio de unos pocos,
con todos los mecanismos e instrumentos de una administración neocolonial, que
mantuvo el racismo y la discriminación racial, la corrupción y la pobreza,
desplegando el modelo de explotación y control, que EE.UU. había diseñado para
la Isla.
Habría que ser poseedor de una
ignorancia histórica extraordinaria para pensar que un cambio de liderazgo
político en Cuba pudiera beneficiar a los negros. Un pensamiento como ese, solo
puede provenir, como lo dice el titulo del artículo, de alguien que piense que
“para los negros la Revolución cubana no ha comenzado aún”.
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