El
mundo ha ido cambiando y el hombre, en su activo accionar con el entorno
(cultural, económico y político) ha logrado ir cambiando los diferentes
Sistemas de Formación Económicas (FES) donde convive.
Muchos
de estos cambios se han dado por procesos de lucha armada. Sin embargo, hay un
patrón presente en todos que han originado el empuje al cambio: la
colonización. Un mal creado por el propio hombre que desde sus inicios ha
conllevado otros gérmenes sociales malignos: discriminación, invasión,
expansionismo, aniquilación de etnias, poblaciones y comunidades; explotación,
expolio, abusos, asesinatos, violaciones, privación y cercenamiento de
derechos, etc. Resultados de la maquinaria egoísta de dominación puesta en
marcha por países declarados potencias: Inglaterra, Francia, España, Austria
como principales, a los cuales se les sumó también Estados Unidos.
Este
diabólico acto de colonización fue condenado por la Asamblea General de la ONU,
el 14 de diciembre de 1960, aprobando la “Declaración
de Garantías de Independencias para las Colonias y los Pueblos”.
Hoy
en día, en pleno siglo XXI, aún existen colonias: Anguila, Bermudas, Gibraltar,
Islas Caimán, Islas Malvinas, Islas Turcas y Caicos, Islas Vírgenes Británicas,
Montserrat, Pitcairn, Santa Elena (Inglaterra); Islas Vírgenes de los Estados
Unidos, Guam, Samoa Americana (EE. UU); Nueva Caledonia (Francia), Tokelau
(pertenecía a Inglaterra, pero traspasada a Nueva Zelanda) y Sahara Occidental
(que pertenecían a España, aunque la traspasó a Marruecos y Mauritania, sin
reconocimiento por parte de la ONU ni aceptado en ningún concepto por el pueblo
saharaui).
Algunos
de estos territorios se encuentran en pugna por reclamaciones por parte de los
países que les fueron arrebatados por la fuerza ese pedazo de territorio y por
aquellos que se resisten en mantenerlos con el estatus de colonia, a cuentas de
que sus actuales habitantes_ por cierto de la nacionalidad de la metrópolis_
desean tal estatus. Pero cabe las preguntas: ¿Por qué no se esgrimieron esa
excusa hace siglos atrás antes de la ocupación? ¿Valdrá más la opinión de los
nuevos colonos o sus descendientes sobre la de toda una nación que reclama el
territorio que le arrebataron sin consulta alguna hace tiempo?
Argentina
aún sigue reclamando su territorio de las Islas Malvinas, como El Sahara
reclama su independencia de quienes le imponen el estatus de colonia, después
de la traición del gobierno del Estado Español. Mientras que España, tiempo
atrás colonizador, hoy se tiene que “conformar” con aceptar “acuerdos” de la
poderosa Inglaterra en lo concerniente a la pertenencia y fronteras del Peñón
de Gibraltar; aunque esto no satisface a los habitantes del país ibérico,
porque sus pescadores son “advertidos” por las autoridades gibraltareñas y son
desatendidos con oídos sordos por el propio gobierno de España.
Un
tatuaje en la Independencia: las neo-colonias.
Muy a
pesar del desarrollo cultural de la consciencia humana y el deseo de los
pueblos, los círculos de poder de las potencias reconfiguraron el concepto a
manera de maquillaje, manteniendo el mismo estatus: la dependencia,
principalmente bajo condición económica y que la dominación militar (traducido
por la presencia de personal por cuerpos profesionales y tecnología de guerras)
se camufle en “ayuda” o “cooperación” para la defensa del país dependiente. A
la opinión pública le suena más edulcorado.
Por
lo tanto, ya no era necesario tener una representación de la metrópolis en
condición de gobernadores, si se podía instaurar un gobierno nacional que
figurara como servidumbre.
Cuba
fue uno de esos países que transitó por la penumbra de la neocolonización,
después que Estados Unidos se interpusiera en el conflicto hispano-cubano
(estando prácticamente derrotada a la metrópolis española por el ejército
mambí) y se autoproclamara sínicamente a favor de la independencia de la Isla;
algo que muy bien demostró con la imposición de la llamada Enmienda Platt a la
Constitución de Cuba y la aplicación de tratados de “reciprocidad comercial”,
los cuales daban a la Isla la condición de “subordinada” a los intereses de la
“angelical” nación norteamericana.
Cuba
se vio convertida en un gran casino de juegos y prostitución, todo un paraíso
fiscal del lavado de dinero de la mafia norteamericana y de gobernantes lacayos
de la Isla en los casi próximos 60 años. Incluso, Cuba fue un varadero para
mafiosos como Meyer Lansky, que se hicieron de todo un capital en la Isla, bajo
el amparo del gobierno de Estados Unidos.
El
triunfo de la Revolución cubana, en enero de 1959, fue un puntapié a todo el
kiosko de lucrativos negocios montados por los monopolios norteamericanos establecidos
en la Isla y la turba mafiosa. George Craft fue un personaje mafioso que
usualmente ofrecía dentro de su paquete de ofertas, en el Hotel Capri, el
consumo de cocaína, sexo y juegos de azar.
Puerto
Rico es otro país que mal sufre el traspaso de estatus, al cual hoyse tiene
bajo la condición de “Estado Libre Asociado”, pero para mover una piedra de
su suelo tiene que pedir permiso al imperio… sin tener que mencionar en otras
cuestiones de la vida interna política, económica, social y demás. Incluso
donde el asesinato a líderes “terroristas” (mejor dicho, dígase
independentistas) ha estado bajo el auspicio de organismos norteamericanos,
como el FBI y la CIA (recuérdese como simple ejemplo el
asesinato del activista cubano Carlos Muñiz Varela, en 1979, cometido por
reales sicarios de terrorismo (contrarrevolucionarios en todas sus letras)
protegidos por aparatos de seguridad de Estados Unidos. Su hijo reclama una
justicia que las autoridades norteamericanas se desentienden de responder).
El imperialismo yanqui se ha encargado de proliferar el neocolonialismo
a través de sus trasnacionales, de los préstamos de capitales por medios de sus
instrumentos bancarios, de la ubicación de asentamientos militares (bases
terrestres, navales y aéreas), del condicionamiento por presión de organismos
internacionales que responden a sus intereses de estrategia geopolíticas y, sin
dejar de mencionar, por la vinculación de entidades tapaderas que se destinan a
la subversión y al asesoramiento de golpes de estados (United States Agency for
International Development (USAID), National Endowment for Democracy (NED), Instituto Republicano Internacional (IRI), el Instituto Democrático
Nacional (IDN), la Freedom House, y otras más, rectoradas por la CIA) . Las vivencias más actuales se han dado en Haití (2004) y los atentados
por golpes de estados sufridos por Venezuela (2002), Bolivia (2008), Honduras
(2009) y Ecuador (2010). Además, los líderes y procesos sociales de estos
últimos cuatro países están marcados con asteriscos por el imperialismo y sus
lacayos, catalogados como terroristas o con vínculos con entidades terroristas
por las razones siguientes: realizar manifestaciones de la inoperancia del
capitalismo para el verdadero desarrollo de los pueblos, de estar llevando a
cabo grandes transformaciones sociales y políticas e integrados en un organismo
alternativo de cooperación sincera y solidaria (ALBA) que desacredita por
completo la genocida alternativa de dependencia presentada por el imperialismo
con su Tratado de Libre Comercio (TLC); como también, ponen en práctica
políticas sociales de beneficios generales que reduzcan las diferencias
existentes entre los sectores de la población, aseguren servicios básicos para
todos y tengan la verdadera libertad de no tener que pedir permiso a potencias
extranjeras. Quiere decir: procesos con independencia soberana.
Muchos
de los procesos revolucionarios desplegados en América del Sur fueron tachados
de elementos “peligrosos” y “propensos al terrorismo” por buscar por diversas
vías_ incluyo por derecho la lucha armada_ la independencia de sus países. Aun
hoy hay organizaciones progresistas aferrados al camino del diálogo, que son
tachados de terroristas y son infiltrados, controlados y atacados por sicarios
al servicio de la cúpula burguesa de sus países o por el imperialismo
yanqui.
Sin
embargo, órganos represivos orquestados por los gobernantes tiranos nunca
estuvieron en la agenda para ser denunciadas por el imperialismo.
Organizaciones como la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional perteneciente a
Chile_ bajo el mandato de Pinochet) o la SIDE (Servicio de Inteligencia de Estado
perteneciente a Argentina_ bajo el mandato de Rafael Videla) junto a otros
países del área (Paraguay, Uruguay, Brasil y Bolivia, junto a elementos del
CORU_ organización contrarrevolucionaria formada por elementos cubanos afectos
al régimen derrocado de Fulgencio Batista) se unieron para llevar a cabo
indescriptibles operaciones de terrorismo a nivel nacional de estos países y
posterior a escala mundial, también, con la llamada Operación
Condor. Los atentados y asesinatos cometidos bajo el paraguas de este
plan nunca fueron condenados ni clasificados como terroristas por los gobiernos
norteamericanos o sus lacayos del fardo colonialista.
Más
bien, los presidentes de
Estados Unidos involucrados en la Operación Cóndor, en mayor o menor
medida, fueron Lyndon Blaines Johnson (1963
a 1969); Richard Nixon (1969 a 1973); Gerald
Ford (1974
a 1977); James Carter (1977
a 1981); Ronald Reagan (1981
a 1989) y George Bush, padre (1989
a 1993). Todos ellos bendijeron de alguna manera la
participación norteamericana en los sangrientos sucesos.
Como
tampoco han recibido el calificativo de terrorista el diabólico centro de
propagación de dictaduras, instructivo en torturas, asesinatos y guerra
psicológica: La Escuela de las Américas; hoy denominado Instituto del
Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad.
Tampoco
se incluyeron en lista de terroristas alguna los generalatos que se extendieron
por América del Sur con carácter golpista: Paraguay (1954); luego en Brasil
(1964); y, posteriormente, en otras naciones del Cono Sur como Perú (1968),
Uruguay (1972), Chile (1973), Argentina (1976) y Bolivia. Así como otros con patrocinio militar y
crueldad represiva: Uruguay, Guatemala, El Salvador y Honduras.
Igualmente,
los actos de la Operación Condor se extendieron por Estados Unidos y a Europa,
donde se involucraron Francia y la “afamada” España franquista (por cierto, hay
partidos de este país que intentan hundir en el olvido los crímenes cometidos por
la falange_ aún viviente en un sector de la sociedad que integra a la extrema
derecha).
Asesinato del ex canciller Orlando Letelier en Estados Unidos |
Las potencias europeas no han dejado de ser continuadores de la misma
metodología; aunque con la variante que después del Plan Marshall, el Tío Sam
dicta las pautas en lo económico y en lo militar (principalmente). A esta
observación se puede dejar escapar el caso Israel, el cual ha logrado soltarse
de la correa de su maestro (EE. UU) y se ha vuelto un peligro nuclear,
despojando a Palestina de sus territorios mediante el desalojo; manteniendo
activo un conflicto que bajo la sombra mediática se propagandiza como “propiciado
por los palestinos”. Así Israel justifica la sádica excusa de su represión.
Otro instrumento de vital importancia al servicio de los intereses
capitales de las potencias es el aparato propagandístico por el cual se ponen a
rodar una siembra psicológica de demonización de pueblos y líderes populares
que buscan por diversas vías la verdadera independencia. También se ponen en
marcha los aparatos represivos instaurados, con el visto bueno del Tío Sam y
sus organismos de investigación y control, abriendo expedientes con el sello de
“terroristas” a todo el que sostenga ideales “antiamericanos” (entiéndase
antiimperialistas e independentistas).
Cuba lleva más de 50 años incluida arbitrariamente en una lista como
terrorista, mientras es la que ha sufrido una encarnizada intifada de actos
vandálicos complotados en gran número desde territorio estadounidense y bajo el
conocimiento y amparo del gobierno y entidades de ese país. Es tan enfermizo el
comportamiento colonialista, que llega hasta el punto de manipular la verdad y
publicar como “agentes espías” en funciones de terrorismo, a los cinco cubanos
condenados en Estados Unidos por penetrar las organizaciones anticubanas
ancladas en territorio norteamericano y que llevan cinco décadas perpetrando
actos vandálicos contra Cuba, con el amparo de los gobiernos estadounidenses.
Esta actitud belicista y hostil de Estados Unidos contra Cuba es por el
simple hecho de que Cuba y su pueblo hacen valer su autodeterminación a mantener
su independencia y soberanía nacional con un sistema socialista, sin permitir
que la cúpula criminal que gobernaba antes vuelvan para destruir las conquistas
sociales que se van alcanzando.
Igualmente, para el imperialismo, Corea del Norte es una pieza molesta
que se debe abatir con montajes mediáticos y propiciando peligrosos trances con
su contraparte del sur; así como menoscabando con menosprecio la rica y amplia
cultura alcanzada de ese país asiático y sus logros.
Pero últimamente las
estrategias por el control (dígase colonización) de los recursos naturales, en
peligro de escasez por el sobre consumo en el mundo desarrollado, ha impuesto
la obligación de redirigir todas las gestiones de poder hacia nuevas regiones:
Irak, Afganistán e Irán; claro está, aunque eso conlleve eliminar algunos
“estorbos” que ayudarían a crear un ámbito regional propicio para los golpes
finales: Egipto, Libia, Siria, etc.
Los hechos que acaecen en el último y presente siglo son muestras que
este es un mundo dominado por la mentalidad colonialista propiciada y creada
por el capitalismo salvaje, donde hasta la propia ONU viola sus principios
formulados y aprobados en los acápites 4 y 6 de la aprobada Resolución
1514 (XV) de la 947a sesión plenaria de la
Asamblea General de las Naciones Unidas, el 14 de
diciembre de 1960, los cuales expresan:
4. A fin de que
los pueblos dependientes puedan ejercer pacífica y libremente su derecho a la independencia
completa, deberá cesar toda acción armada o toda medida represiva de cualquier
índole dirigida contra ellos, y deberá respetarse la integridad de su
territorio nacional.
6. Todo intento encaminado a
quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial
de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las
Naciones Unidas.
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