Por Marilys Suárez Moreno.
Próximo a cumplir los 90 años, a nadie le cabe duda de que las ideas del líder de la Revolución cubana conservan total vigencia en los tiempos que corren. Muy tempranamente, las posibilidades de una revolución verdadera y la existencia de un guía capaz de conducir al pueblo a la conquista de ese objetivo, tuvieron que ser reconocidas en la acción armada del 26 de julio de 1953
A pesar de que sobre el asalto al cuartel Moncada se maquinó la práctica del olvido como estrategia enemiga. La Historia me Absolverá, el histórico alegato de autodefensa del Moncada, improvisado por Fidel en la sala de estudios de las enfermeras en el santiaguero Hospital Civil “Saturnino Lora”, devendría lúcido documento que anticipaba la huella martiana en sus ideas.
Recordemos que el entonces acusado Fidel Castro fue un acusador irrebatible de los crímenes de la tiranía. Planteó también Fidel en el juicio comenzado el 21 de septiembre del propio año 1953, el por qué de aquel asalto al segundo cuartel militar de la tiranía y la proyección futura de una revolución nacional liberadora.
Marta Rojas, testigo excepcional de la causa, señaló que los dos primeros días del proceso fueron consumidos en el examen, como acusado, por Fidel Castro, que desde el primer momento se declaró jefe del Movimiento que se conocería luego como de la Generación del Centenario, y por ende, de los jóvenes asaltantes a los cuarteles Moncada, der Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo. Tres magistrados, el fiscal y gran cantidad de escoltas llenaban el Tribunal.
En una autodefensa que traspasó los anales de la historia, Fidel reflejó en su verdadera luz cómo aquel Movimiento respondía a un programa político-revolucionario que debía remover las estructuras de la nación. Desbarató las falsas acusaciones del gobierno contra los revolucionarios y resaltó la unidad de criterios de los asaltantes y lo unísono de sus ideales. Finalmente, expuso los postulados esenciales de las transformaciones que acometería la Revolución triunfante.
Tenían que condenarlo, pero Fidel se adelantó al veredicto: “Condenadme, no importa, la historia me absolverá”, expresó concluyente. Absuelto por la historia, la leyenda de Fidel Castro permanece imborrable. Vivirá eternamente. En los 90 años de su juventud, su presencia nos acompaña, sus ideas son las nuestras.
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