Por Néstor García Iturbe
"La sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes, luchar contra el imperialismo dondequiera que esté"
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En días pasados estuvo circulando un artículo cuyo título sugería que como resultado de las elecciones estadounidenses de noviembre de este año, la población de Estados Unidos experimentaría lo que es dar un viaje al Infierno.
Cómo idea principal de la ocurrencia de ese viaje, se expresaba que los dos aspirantes a la presidencia del país norteño, Hillary Clinton y Donald Trump, eran los peores candidatos que hubieran, en momento alguno, disputado la presidencia del país en unas elecciones.
Claro está que cada articulista, analista o investigador, tiene su propia visión de lo que está sucediendo en Estados Unidos, como consecuencia de esta contienda electoral y de las características y habilidades de los dos candidatos involucrados en la misma. En términos generales estoy de acuerdo con muchos de ellos, pero desearía dejar clara la posición que asumo en relación con el mencionado Infierno.
No considero que la mayoría de los estadounidenses, como resultado de las elecciones presidenciales, vayan a experimentar lo que implica estar en el Infierno.
Ya la mayoría de la población de Estados Unidos está en el Infierno.
El famoso “sueño americano” se esfumó hace años y se convirtió en una pesadilla para muchos.
Vivir en el Infierno implica, que usted no puede estar tranquilo con su familia merendando en una cafetería, o en un cine viendo una película, en un parque paseando, o considerando que sus hijos están a salvo en la escuela.
En cualquiera de esos lugares una persona puede comenzar a disparar un arma y terminar con la vida de su familia o de sus hijos, sin que estos tengan conciencia alguna de que pudieran ser asesinados en la vía pública.
El gobierno promete que tomará medidas, pero no las toma, dice que siente mucho lo que sucedió, pero continúa sucediendo, cada vez con mayor frecuencia.
Es un verdadero Infierno, que mantiene a las personas bajo un fuerte sentimiento de inseguridad e impotencia, afecta la psiquis de los ciudadanos. La falta de acción del gobierno, ante este peligro colectivo a la Seguridad Nacional, encuentra que la mayoría de la población, como vía de protección, decide poseer ellos también un arma, lo que incrementa el problema de la proliferación de armamentos en poder de los ciudadanos. El problema en vez de disminuir, se incrementa.
El Infierno no se limita solamente a este asunto. Si usted tiene la desgracia de que la policía considere es sospechoso, o tiene un arma, o sencillamente está haciendo algo que aparentemente es ilegal, será detenido y contra usted se utilizará toda una serie de métodos violentos y represivos para someterlo a la obediencia, aunque usted no haya hecho resistencia alguna al arresto.
Si trata de explicar, o resistirse, puede terminar con una o varias balas en su cuerpo, aunque usted no tenga un arma de fuego. Hasta un destornillador se ha considerado un arma peligrosa. Si a eso le agregamos que usted es de la raza negra, latino e inclusive blanco, pero su aspecto puede considerarse como el de un elemento no acorde con la sociedad, también puede recibir una buena cantidad de golpes y hasta un balazo mortal, cortesía de la policía de su ciudad.
Millones de personas han experimentado en Estados Unidos la violencia policial y muchos padres no saben si sus hijos volverán a casa esta noche, o les avisaran para que vayan a sacarlos de la cárcel o reconocerlos en la morgue.
Digan ustedes si eso no es propio de un verdadero Infierno.
Hablando del Infierno, es propio de ese lugar, que se gasten miles de millones de dólares en matar personas, asesinarlas utilizando cohetes Hell Fire, producir armas que tiene como propósito eliminar a parte de la población mundial, incluyendo armas de exterminio masivo como las atómicas. Mantener guerras, en las que diariamente mueren no solamente los combatientes, sino también mujeres y niños indefensos, en las que se destruyen escuelas, hospitales, acueductos, centrales eléctricas e industrias que han sido edificadas para satisfacer las necesidades de una parte de la población mundial.
No es verdaderamente irracional y propio del actuar de Lucifer, gastar esa gran cantidad de dinero en promover la guerra y la muerte, mientras que una buena parte de los ciudadanos de ese país carecen de las condiciones necesarias para poder vivir y desarrollarse adecuadamente, lo que podría garantizarse con menos de la mitad del dinero que se emplea en la guerra. ¿Algún Premio Nobel de la Paz ha propuesto esto?
Si usted es un inmigrante ilegal, sabe bien lo que es un Infierno. Primero lo que tuvo que hacer para poder pasar la frontera, el largo viaje en tren de carga hasta un punto determinado, la caminata por el desierto, los peligros para poder cruzar, que no son el fin de los sufrimientos, sino el principio.
Al llegar a lo que usted creía que era la tierra prometida, pero que es el Infierno, trabajar doce o catorce horas por un salario de hambre, sin tener derecho a la atención médica, vacaciones o cualquier otro tipo de beneficio social. Vivir en barracones colectivos, constantemente estarse escondiendo de los oficiales de inmigración para que no lo manden a una cárcel, de la cual saldrá cuando lo deporten fuera de Estados Unidos.
Mantener esa tensión tanto usted como su familia, si es que esta lo pudo acompañar en la aventura, no tener otro propósito que vivir escondiéndose, mendigando trabajo y comida, prácticamente sin dinero para poder vivir, es encontrarse en un verdadero Infierno.
Cuando la situación se pone crítica y es necesario buscar dinero de cualquier forma para poder subsistir, tener que acceder a que alguno de sus hijos participe en películas de pornografía infantil, o que venda uno de sus órganos vitales para ser implantado a otra persona. ¿No es ese el infierno?
Satanás debió haber creado el desempleo. Este es otro de los suplicios propios del infierno capitalista. Cuando alguien en la familia se queda sin empleo, es como si a una mesa de cuatro patas le faltara una. Toda la familia sufre por igual las limitaciones que esto implica.
Las posibilidades de recuperar el empleo son casi inexistentes, lo que por lo regular la persona encuentra es otro empleo que en la mayoría de los casos es provisional, es decir, que puede quedar sin empleo nuevamente en cualquier momento. El nuevo empleo casi nunca es por ocho horas diarias, lo cual afecta el salario, pero lo más probable, es que la mayor afectación radique en que el nuevo empleo sea de un salario menor al que tenía anteriormente.
¿Cómo resolver los problemas de la casa si ahora los ingresos familiares han disminuido?
Terminas comiéndote el dinero que tenías en el banco, si es que tenías alguno. Tienes que buscar una fórmula que te permita pagar el alquiler, o los plazos de la hipoteca de la casa, para poder continuar viviendo en la misma. Analizar si podrás continuar viajando en tu carro por la gasolina que consume y el seguro que el mismo debe pagar. Estudiar de qué forma se puede disminuir el consumo eléctrico, inclusive en el invierno cuando se necesita la calefacción. Tomar en consideración el costo de los estudios de los hijos y analizar cómo hacer para no tener que sacarlos de la escuela o la universidad. Esas y otras limitaciones comenzará a tener tu familia, conyugue e hijos. La vida del desempleo o del subempleo si es que puedes encontrar algo, será para ti un verdadero Infierno.
En el Infierno capitalista no se reparten las cosas equitativamente. Existe un 1 por ciento de la población que tiene en sus manos cerca del 90 por ciento de la riqueza, mientras que el 99 por ciento restante tiene que conformarse con el 10 por ciento de la riqueza. Tampoco el desempleo se reparte equitativamente.
Las mujeres negras e hispanas han estado sufriendo altos niveles de desempleo en los últimos años. En el caso de las mujeres negras, en el año 2009 este indicador alcanzó el 12 por ciento, en el 2010 el 14 por ciento y en el 2011 llegó hasta el 14,5, el más alto de los últimos seis años.
Las mujeres hispanas confrontan una situación parecida, aunque un poco menos crítica. En el 2009 el desempleo entre ellas alcanzó el 12 por ciento, en el 2010 el 12,2 y en el 2011 el 11,9. Tanto unas como otras, sufren un desempleo por encima del 10 por ciento, sin esperanza de que el mismo disminuya.
En el Infierno están sufriendo desde hace varios años los 46 millones de estadounidenses que viven por debajo de la línea de la pobreza, los 5 millones de niños que no tienen asegurado el sustento diario, los 6 millones de personas que por no tener una casa donde vivir, hacen sus vidas en parques, debajo de los puentes, en túneles abandonados, en líneas del metro que no se utilizan, en autos y otros vehículos abandonados, en fin donde puedan. De acuerdo con la cifra publicada en el mes de septiembre 2015, 33 millones de personas carecen de seguro médico, por lo que en caso de enfermarse se encontrarán en un verdadero Infierno, donde la solución de su problema no se encontrará ni vendiendo su alma al diablo.
Quizás los que mayor conciencia tienen de estar viviendo en un Infierno son los que forman parte de la población penal existente en Estados Unidos, que totaliza 2 millones trescientas mil personas. Un total de 730 presos por cada 100,000 habitantes. Para sentirse en el Infierno en una cárcel estadounidense no es necesario que te envíen a una celda de castigo, todo el establecimiento penitenciario está diseñado para torturar física y psicológicamente a los reclusos, ofrecerles la peor comida posible, la atención médica más deficiente y que sean las pandillas internas la que se encarguen de mantener el orden y la comercialización de la droga en el penal.
Si Dante tuviera la oportunidad nuevamente de escribir La Divina Comedia, seguramente que en su descripción del Infierno aparecería en algún sitio la bandera de la barras y las estrellas. ESE SI ES UN INFIERNO.
Considero que he explicado ampliamente el Infierno en que actualmente vive una buena parte del pueblo estadounidense. Dentro de poco ese pueblo tendrá la oportunidad de votar, aunque fatalmente las opciones que tendrá no serán, votar por el infierno o votar por el paraíso.
Confío en el discernimiento del pueblo estadounidense, en cuanto a lo que le conviene y lo que no le conviene. Tengo la impresión, que estas elecciones se caracterizarán por una fuerte disminución de la abstención y que más ciudadanos acudirán a las urnas para registrar su criterio.
Los candidatos tienen que ofrecer cambios reales, que beneficien a los ciudadanos y no a las grandes corporaciones. Claro, que pudieran hacer como Obama, que no cumplió la mayoría de lo que ofreció, pero eso va radicalizando al pueblo, que cada día confía menos en los políticos tradicionales, porque entre lo tradicional está el engaño, la defensa de los intereses de las grandes corporaciones y la no atención a las necesidades más perentorias de la población estadounidense.
Espero que nadie utilice la frase publicitaria “FOUR MORE YEARS”, porque eso recordará los ocho años que han pasado sin que el pueblo reciba beneficio alguno y pudiera ser totalmente contraproducente para el que la utilice.
23 de julio de 2016
- Dr. Néstor García Iturbe es editor del boletín electrónico El Heraldo (Cuba) sarahnes@cubarte.cult.cu
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