jueves, 24 de septiembre de 2015

La Revolución cubana y la Religión: “lo revolucionario de la ternura y del cariño.”

Foto tomada de RT Actualidad/ Reuters/Carlos García Rawling


Por Gustavo de la Torre Morales.
La visita del Papa Francisco a Cuba ha sido todo un acontecimiento mundial, tanto por ese carácter alejado de los estrictos métodos eclesiásticos y de acercamiento popular del Pontífice, como porque se trata de Cuba. Además, esa notoriedad se ha evidenciado no sólo por lo que ha representado para el pueblo; sino también por la repercusión mediática que ha superado expectativas.
Como de costumbre, desafortunadamente, no faltaron esos hilillos acusatorios contra la Revolución cubana; incluso de publicaciones o sitios web con carácter progresista o con una identificación ideológica de izquierda, donde obviaron hasta cuestiones que deberían ser inexorablemente esenciales para hablar del desarrollo histórico del proceso soberanista cubano y su relación con la iglesia… ¡Ah! Y reitero, Iglesia, como institución que representa una denominación, no hago referencia al credo ni a la persona que la profese.
Así podemos leer, por ejemplo, en La Jornada, donde en su edición digital publicaba un artículo el pasado 22 de septiembre, en el cual citaba las palabras del Papa, en su homilía en Santiago de Cuba: "El alma del pueblo cubano (...) fue forjada entre dolores, penurias que no lograron apagar la fe, esa fe que se mantuvo viva gracias a tantas abuelas que siguieron haciéndolo posible, en lo cotidiano del hogar, la presencia viva de Dios"; así mismo, el sitio planteaba que “el Pontífice aludía, aunque sin mencionarlo explícitamente, al periodo en que el ateísmo fue impuesto en la isla tras la revolución cubana de 1959, en que las autoridades comunistas miraban mal a los creyentes y los discriminaban.”
Sin embargo, sentenciar tajantemente lo anterior es faltar a toda la verdad.
En el proceso de lucha por la independencia, muchos cubanos tenían creencias y afiliación religiosa, sin ser esto un impedimento para acabar con el colonialismo sostenido por la metrópolis española; como tampoco lo fue durante la lucha rebelde hasta alcanzar el triunfo en enero de 1959.
Fidel Castro, en entrevista con Frei Betto le dice: “Aunque eso no consta en datos, ni en estadísticas, porque ya te digo, nadie hizo encuestas sobre esos problemas- con seguridad muchos de los que participaron en el Moncada eran creyentes” (…) “Las cualidades que nosotros requeríamos de aquellos compañeros -asaltantes al cuartel Moncada- eran, en primer lugar, el patriotismo, el espíritu revolucionario, la seriedad, la honradez, la disposición a la lucha, que estuvieran de acuerdo con los objetivos y los riesgos de la lucha, porque se planteaba precisamente la lucha armada contra Batista (…) No se le preguntaba a nadie absolutamente si tenía o no tenía una creencia religiosa, ese problema nunca se abordó.” (1)
¿Fueron los creyentes religiosos discriminados de las atenciones del sistema de salud, de la educación gratuita, de la práctica del deporte, de la participación en el barrio; o de recibir un salario de igual valor al de otro trabajador no religioso con igual puesto laboral, de poderse afiliar sindicalmente; o de acogerse a programas de atención social, de asistir a eventos de cultura o científicos, entre otras cosas? ¡Seguro que no!
¿Qué pudiera decir el padre Guillermo Isaías Sardiñas Menéndez al respecto? Un hombre bien querido, párroco que cambio su sotana blanca por la de verde olivo (diseñada para él por Camilo Cienfuegos), para convertirse en Comandante del ejército rebelde, grado ganado con creces en la Sierra Maestra.
Caridad Diego, jefa de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité del Central del Partido Comunista de Cuba, al hacer uso de la palabra en el acto de conmemoración del 40 Aniversario del fallecimiento de Sardiñas expresó: “Llegó a convertirse en el primer sacerdote católico que se incorporó a una guerrilla revolucionaria en América Latina y tenía la sólida  convicción de que era necesaria una transformación radical que solamente podía realizarse a través de una Revolución y una extraordinaria confianza en Fidel Castro para lograrla, (…) Fue un soldado de la fe, un combatiente revolucionario y un cristiano verdadero que defendió a los desposeídos y para servir a la Revolución no tuvo necesidad de renunciar ni a sus principios religiosos ni a su condición de sacerdote, (…)”. Un párroco que gozaba de toda la admiración y el respeto de Ernesto Che Guevara y del mismo Fidel Castro.
¿Cómo puede una Revolución forzar el ateísmo, cuando su propio líder promulgaba la creación de fe en la construcción de un mundo con verdaderas libertades y respeto al ser humano, tan promulgado por la religión? En discurso pronunciado en el Parque Central de Nueva York. 24 de abril de 1959, Fidel Castro expresó: “Sembremos fe y estaremos sembrando libertades; sembremos aliento y estaremos sembrando libertades; sembremos solidaridad y estaremos sembrando libertades”. (2)
¿Sin evadir reales errores cometidos por la distorsionada comprensión objetiva de la religión como fenómeno social, debido a la introducción de llamado Ateísmo Científico, por qué no profundizar debidamente en lo que pudo fomentar el divorcio del Estado cubano con la religión?
La élite católica en Cuba, en la época colonial, apoyó la subyugación de todo un país, estuvo de parte de la conquista por un reino extranjero y justificó el expolio. En la etapa neocolonial de la pseudo república, la alta jerarquía de la iglesia también se plantó al lado de la burguesía, de los grandes consorcios extranjeros, apoyando las diversas dictaduras que respondían serviles a los intereses yanquis. Al triunfo de la Revolución y durante las tres subsiguientes décadas, el papel de una parte importante de la iglesia fue de cooperación en la actividad enemiga contra el pueblo cubano, contra la soberanía del país. Una posición que no sólo se vivió en Cuba, sino que marcó un curso conductual de la iglesia junto a dictaduras en muchos otros países latinoamericanos.
Las instituciones religiosas, tanto católica como cristianas, fueron fuentes de discursos ideológicos de las clases reaccionarias; el lenguaje religiosos fue instrumento de manipulaciones de ideas, de tergiversaciones y deformaciones que respondían a intereses foráneos y de apoyo a la derrotada clase burguesa que huyó junto a Batista o buscó amparo en la sombra del imperialismo.
El dirigente comunista Blas Roca Calderio expresó que “los marxistas no persiguen ni se proponen ‘destruir la religión’ sino que lo que persiguen es destruir el capitalismo”. También explicó en sus escritos que “los imperialistas, los contrarrevolucionarios y sus lacayos y aliados se esfuerzan sobre todo para demostrar que los religiosos en general y los católicos en particular no pueden unirse a los comunistas en la lucha por objetivos comunes... la vida prueba precisamente lo contrario... en la lucha contra la tiranía batistiana murieron juntos, combatiendo en la misma fila, católicos y comunistas”. (3)
¿Hay que sancionar a la Revolución cubana, sólo porque en sus inicios no se aceptó la incorporación de religiosas y religiosos en las filas del Partido Comunista de Cuba? Creo que muy a pesar de ese palpable hecho, debería analizarse que las conquistas del socialismo cubano se han alcanzado y desarrollado gracias, también, a la participación directa de esa masa de pueblo que guardó o mostró públicamente sus inclinaciones y convicciones religiosas.
Amén de posibles posiciones contrarias, la Revolución fue creando un espacio de verdadero pluralismo religioso; restando todo posible predominio de una denominación religiosa sobre las restantes. Los esfuerzos y pasos dados para encontrar puntos comunes con la religión han dado, poco a poco, sus frutos. Además, es de reconocer, de igual forma, el papel jugado por el Monseñor Cesare Zacchi, quien ha sido considerado como el “arquitecto de la pacificación entre la iglesia y el Estado en Cuba”.
El IV Congreso del Partido comunista de Cuba (PCC), en 1991, fue otro punto para rectificar errores sectarios generados por los iniciales enfrentamientos con la Iglesia católica, fundamentalmente; declarando a la organización partidista como laica y no atea, permitiendo así la incorporación de religiosos a sus filas.
En el concepto de UNIDAD promulgado por la Revolución se expone el papel importantísimo de creyentes y no creyentes en la construcción y desarrollo del sistema político, económico y social socialista. Si los preceptos religiosos fomentan valores universales basados en lo mejor del legado del pensamiento humano, no hay en ello divorcio alguno con los objetivos de la Revolución, y así lo expone Fidel Castro en la Calusura del V Congreso del Partido comunista de Cuba (PCC): “… para nosotros la justicia es una religión; para nosotros la libertad, el bienestar de nuestros compatriotas es una religión, la independencia es una religión, la patria es religión. Es decir, todo: revolución, patria, independencia, justicia social, el socialismo, es para nosotros como una religión". (4)
Existen cientos de militantes del PCC que también son feligreses de alguna denominación religiosa. Dentro de la prédica laica del Estados y el Partido y buscando el justo reconocimiento a creyentes, en los propios Estatutos del PCC, en su Artículo 7, se pronuncia como uno de los deberes, “el enfrentar resueltamente los prejuicios y conductas discriminatorias por color de la piel, género, creencias religiosas, orientación sexual, origen territorial y otros que son contrarios a la Constitución y las leyes, atentan contra la unidad nacional y limitan el ejercicio de los derechos de las personas.”
Hoy en día, la realidad del país muestra que los únicos rezagados y anquilosados en ese antaño punto de choques opuestos, son quienes se mantienen sirviendo a los intereses imperialistas: mercenarios y negocios que viven de la propaganda manipuladora y que llaman “noticia”.
¿Quiénes son los que han planeado ocupar iglesias o sabotear las visitas realizadas por los Papas Juan Pablo II (1998), Benedicto XVI (2012) y Francisco? Son los mismos que le hacen el juego al imperialismo para derrocar la Revolución y eliminar las conquistas alcanzadas por el valor de migajas; son los mismos que en momentos muy determinados y bajo circunstancias muy notorias, han sido acusados por los propios líderes religiosos en Cuba; lo cual confirma que el Estado cubano no juega un papel contra la Iglesia ni la práctica de un credo.
Por eso, es injusto que para vender una noticia se cercene la historia con “oportunas” omisiones o alusiones a una sola parte de la misma; dejando un vacío o idea errónea en la opinión pública.
Los recibimientos dados por el pueblo, a los tres Pontífices que han visitado Cuba, es la muestra palpable de la gran cultura y libertad religiosa existente en el país.
Como dijo en entrevista de Frei Betto a Granma, que su libro “Fidel y la Religión” no era sólo un testimonio de la vida de Fidel Castro; sino la historia del pueblo de Cuba, que es una historia profundamente espiritual.
¿El principio de solidaridad internacionalista, de ayuda a otros pueblos hermanos, no puede ser interpretado como la “visitación” a la que nos convoca mantener el Papa Francisco?
Nuestra revolución pasa por la ternura, por la alegría que se hace siempre projimidad, que se hace siempre compasión que no es lástima, es padecer con para liberar; y nos lleva a involucrarnos, para servir, en la vida de los demás.” Es la misma ternura que nace del carácter humanista de la Revolución cubana y se ve reflejada con la presencia de miles de cooperantes en otros países, en lugares hasta inhóspitos donde otros no se atreven a llegar.
Una simple visita a los libros de Frei Betto, “Fidel y la Religión”, y de Gianni Miná, “Un encuentro con Fidel” (1987) y será suficiente para conocer la realidad cubana y el papel del socialismo en el desarrollo de la libertad de credos. Conocer la historia de Cuba es saber que la fe de los pueblos no se despierta con promesas, con teorías, ni con retórica: la fe de los pueblos se despierta con hechos, con realidades, con soluciones verdaderas” (5); como la invitación del Papa Francisco a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño.”

(1)            Frei Betto, “Fidel y la Religión”, 1985

(2)            Discurso pronunciado en el acto de masas en el Parque Central de Nueva York. 24 de abril de 1959. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática, Editora Política, t. 1, v. 2, p. 609.

(3)            Roca Blas, “Los fundamentos del socialismo en Cuba” Ediciones Populares P.98.

(4)            Granma, Discurso de Clausura. (Suplemento) La Habana, 1997. Pág. 4.

(5)            Discurso pronunciado en la Sexta Sesión Plenaria de la Reunión de los 21, en Buenos Aires, Argentina, 2 de mayo de 1959. El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática, Editora Política, t. 1, v. 2, p. 573.

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