Foto tomada de internet |
Queridos
hermanos:
Faltan
ya pocos días para mi viaje a Cuba. Con este motivo deseo enviarles un saludo
fraterno antes de encontrarnos personalmente. Voy a visitarlos para compartir
la fe y la esperanza, para que nos fortalezcamos mutuamente en el seguimiento
de Jesús.
Me
hace mucho bien y me ayuda mucho pensar en su fidelidad al Señor. En el ánimo
con que afrontan las dificultades de cada día, en el amor con que se ayudan y
sostienen en el camino de la vida. Gracias por ese testimonio tan valioso.
De
mi parte quisiera transmitirles un mensaje muy sencillo. Yo pienso que es
importante y necesario: Jesús los quiere muchísimo, Jesús los quiere en serio,
él los lleva siempre en el corazón. Él sabe mejor que nadie lo que cada uno
necesita, lo que anhela, cuál es su deseo más profundo, cómo es nuestro
corazón. Y él no nos abandona nunca. Y cuando no nos portamos como él espera,
siempre se queda al lado, dispuesto a acogernos a confortarnos, a darnos una
nueva esperanza, una nueva oportunidad, una nueva vida; él nunca se va,
él está siempre ahí.
Sé que se están preparando para esta
visita con la oración, se lo agradezco infinitivamente, necesitamos rezar,
necesitamos la oración, ese contacto con Jesús y con María. Y me da mucha
alegría que siguiendo el consejo de mis hermanos Obispos de Cuba, estén
repitiendo muchas veces al día esa oración que aprendimos de niños: “Sagrado
corazón de Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo”. Es lindo tener un corazón
como el de Jesús para saber amar como él, perdonar, dar esperanza, acompañar.
Quiero
estar entre ustedes como misionero de la misericordia, de la ternura de Dios,
pero permítanme que los anime también a que ustedes sean misioneros de ese amor
infinito de Dios, que a nadie le falte el testimonio de nuestra fe, de nuestro
amor; que todo el mundo sepa que Dios siempre perdona, que Dios siempre está al
lado nuestro, que Dios nos quiere.
Voy a ir también al Santuario de la Virgen del Cobre
como un peregrino más, como un hijo que está deseando llegar a la casa de la
madre. A ella le confío este viaje y también le confío a todos los cubanos. Y
por favor les pido que recen por mí, que Jesús los bendiga, y la Virgen Santa
los cuide, Gracias.
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