La bandera palestina ondea sobre la ladera de Silwan (Foto: Maan News) |
Con Yawad Siyam, activista comunitario de Silwan (Jerusalén Este)
Por María Landi.
Conversar durante dos horas con este hombre es casi un milagro. Siempre está atendiendo llamados urgentes por un desalojo, una demolición o un ataque de colonos, o siendo interrogado en la comisaría de policía, donde entra y sale a cada rato. Vivir en el barrio más sensible y disputado de toda Jerusalén significa “dormir con un ojo abierto”, como él dice. Después de muchas visitas a Silwan, finalmente pudimos conversar en su oficina (aun en medio de reiteradas interrupciones telefónicas o presenciales); después de todo, estamos en una tierra de milagros…
Limpieza étnica de baja intensidad
Desde la primera vez que pisé Silwan sentí una fuerte conexión con esta populosa zona, quizás porque es lo más parecido a una favela, un pueblo joven o cualquier barriada pobre recostada sobre el cerro de una ciudad latinoamericana. Las viviendas son precarias y hacinadas, los espacios libres inexistentes, la planta urbana desordenada, las calles sucias y rotas, y hay niños y adolescentes por todas partes. Lo que la hace diferente es las banderas israelíes que ondean sobre varias azoteas; es la señal de que los colonos han conquistado otra casa y hay una familia palestina menos viviendo allí.
Otra diferencia es que Silwan no está en la periferia, sino apenas unas cuadras al sur de las murallas de la Ciudad Vieja, en el corazón de la Jerusalén palestina, y a pocas cuadras de la parte judía (una ciudad del primer mundo). Lo que hace un siglo era una aldea vecina a Jerusalén, con manantiales subterráneos y generosos olivares e higueras, hoy es una populosa zona compuesta por 12 barrios en los que viven 50.000 palestinos y palestinas y unos 400 colonos judíos protegidos por guardias privados, policía y cámaras de seguridad en cada esquina.
A pesar de que la población paga altos impuestos a la municipalidad, no recibe a cambio ni los mínimos servicios: la recolección de residuos y la vialidad son deficientes, las escuelas están superpobladas y llenas de carencias, no hay clínicas ni espacios recreativos para esa numerosa población joven.
Desde que Israel anexó Jerusalén Este en 1967, Silwan se convirtió en un botín codiciado para los afanes de judaización de la ciudad. Según el relato sionista, además, en Wadi Hilweh –el barrio más cercano a la Ciudad Vieja– estaba ubicado el palacio del bíblico rey David. Las excavaciones en la zona para encontrar vestigios de ese pasado judío llevan cinco décadas y han ocasionado serios daños a las viviendas, la infraestructura urbana y a la misma mezquita de Al Aqsa. Además, en los Noventa los colonos establecieron a la entrada del barrio el sitio arqueológico-turístico “Ciudad de David”, donde cuentan a los visitantes su versión de la historia exclusivamente judía del lugar.
La población de Silwan vive bajo el acoso y la amenaza de la poderosa organización de colonos Elad, que cuenta con enormes recursos (enviados sobre todo por magnates judíos norteamericanos) y controla a la municipalidad y la policía de Jerusalén. Mediante artilugios legales, complicidades institucionales y la fuerza pública, lleva a cabo compras fraudulentas de viviendas[1], desalojos y demoliciones para sustituir a la población palestina por judíos provenientes de todo el mundo.
Silwan es uno de los ejemplos más visibles de la limpieza étnica silenciosa que Israel lleva a cabo en la ciudad. Un proceso que avanza –sin prisa y sin pausa– ante los ojos de una comunidad internacional que, al tiempo que se ha negado durante medio siglo a reconocer la soberanía israelí sobre Jerusalén, no hace nada para frenar el despojo.
Destruir el tejido social
No es necesario hacerle muchas preguntas para que Yawad hable extensamente sobre su pueblo.
– Yo nací en Silwan. Mi familia tiene por lo menos 130 años en este barrio, Wadi Hilweh. Éramos campesinos y agricultores, teníamos tierras. Pero las perdimos en el ’48, y más en el ‘67. Mi familia perdió 73.000 dunams[2] de tierra que fueron apropiadas para construir la colonia Mishor Adumim.
Este lugar tiene una antigüedad de más de 5000 años. Está muy cerca del “Monte del Templo”[3] y los judíos afirman que hace 3000 años estaba aquí el palacio del rey David. De ahí todas las excavaciones para encontrar vestigios. No han encontrado nada, pero supongamos que es cierto: antes y después de David hubo otras civilizaciones y pueblos[4]; pero para ellos lo que hubo antes o después no cuenta.
Con ese criterio, los italianos podrían reclamar toda Europa, porque era parte del imperio romano… O los árabes podríamos reclamar la península ibérica donde teníamos al-Andalus. ¿Por qué sólo es legítimo para los judíos reclamar el lugar donde vivían hace 3000 años?
Nuestra vida es muy especial. Aquí ni siquiera dormimos tranquilos. Mucha gente se queda despierta hasta la madrugada, esperando que lleguen los israelíes a atacarnos, a arrestar a los niños sacándolos de la cama, o los colonos a invadir propiedades… No sé si en Cisjordania hay lugares con tanta represión como Silwan… No nos dejan en paz, nos hostigan las 24 horas. Lidiamos con una organización todopoderosa como Elad, que tiene compradas a todas las autoridades. Controlan la zona y se están tomando casa tras casa. Los colonos incluso atropellan con sus coches a los niños que juegan en la calle… Hay muchos incidentes de esos. Y gozan de total impunidad: nunca han sido sancionados por nada.
Según relata Yawad, los israelíes también buscan sembrar divisiones y destruir el tejido social palestino introduciendo droga en la zona, al igual que en los barrios periféricos y campos de refugiados. “También los colonos tratan de dividirnos; no tanto entre Fatah y Hamas, sino entre familias. Investigan las necesidades o debilidades de las familias y ofrecen, compran, extorsionan… o venden drogas. Tienen unidades especiales para eso”[5].
Existir es resistir
Yawad y su gente tratan de responder a estos desafíos a través de dos proyectos comunitarios: el Centro Madaa (‘Horizonte’ en árabe) y el Centro de Información de Wadi Hilweh (CIWH), que documenta y difunde las violaciones de derechos humanos, no sólo en Silwan sino en toda Jerusalén.
– El centro Madaa fue establecido en 2007. Fue un largo proceso de papeleos para conseguir los permisos, porque aquí en Silwan no nos dan permiso para hacer nada. Es un centro comunitario que ofrece actividades a niños, niñas y jóvenes: talleres de música, idiomas, computación, deporte, recreación…
En 2009 fundamos el CIWH como un programa del Madaa con el objetivo de contar nuestra historia por nosotros mismos. Elad habla en nombre de todos y nuestra voz no se escuchaba. Ellos controlan el espacio, el agua, las zonas arqueológicas, todo; también el relato. El CIWH fue una respuesta al sitio Ciudad de David y al relato que presenta a los visitantes.
El trabajo comunitario que hacemos no es especial, se hace en todas partes del mundo; sólo que en Palestina no es normal, porque Israel nos prohíbe hacer actividades barriales; pero igual las hacemos, en medio de muchas dificultades y de permanente represión.
Aquí construimos el único parque infantil y recreativo que hay en todo Silwan, en un terreno (cedido por una familia palestina) que los colonos querían convertir en estacionamiento para sus coches. Lo hicimos sin permiso, siguiendo la política israelí de ‘crear hechos consumados’[6] .
Para nosotros es importante incluir en todas las actividades la cuestión de preservar la identidad y la historia de Silwan; porque los colonos quieren borrarlas. Tratamos de crear y recrear la vida para los niños, para las mujeres y los jóvenes… y eso no les gusta. Por eso estamos siempre bajo amenaza de los colonos y de la policía. El Centro tiene una orden de demolición desde 2009, trataron de cerrarlo… En 2012 demolieron el café cultural que estaba en la esquina. Pero no nos vamos a ir.
Biblioteca del Centro Madaa |
Destruir la infancia
Silwan ostenta el triste récord de tener el mayor número de niños y adolescentes arrestados reiteradamente y desde temprana edad en Jerusalén. Las cifras son escalofriantes[7]. Incluso niños menores de 10 años han sido interrogados por la policía para extraerles información sobre familiares o vecinos. Los activistas adultos también son arrestados o deportados de Silwan o de la ciudad por períodos prolongados.
– Los niños son terriblemente afectados por la situación. Los israelíes los arrestan con 11, 12, 13 años y destruyen su vida. Apoyarlos es parte del trabajo que hacemos. Ni bien los arrestan, mandamos un abogado a la comisaría para tratar de que respeten sus derechos a que la familia esté presente en el interrogatorio, a tener defensor, etc.[8] Porque Israel no respeta la ley cuando los niños son palestinos. La mayoría de las veces argumentan que ‘es un caso especial’ para no aplicar la ley; para ellos todos son casos especiales… Después que son liberados, tratamos de darles apoyo sicosocial, con ayuda de ONG palestinas o internacionales.
Habiendo sido testigo de las violentas batallas callejeras entre jóvenes y niños que lanzan piedras contra policías y soldados desplegando todo su arsenal represivo, le pregunto a Yawad qué piensa del futuro de esos jóvenes.
– Honestamente, a mí no me gusta que los niños tiren piedras y terminen en la cárcel; no quiero que estén tan dañados; quiero verlos crecer y terminar la escuela, quiero que vengan al Centro a aprender música… Aquí tratamos de sacarlos de la calle. Pero Israel no les deja opciones: no permite que haya escuelas suficientes, ni parques para jugar, ni centros comunitarios… nada. Los arrestan, los hostigan, les tiran gas lacrimógeno dentro de las escuelas. Por eso yo no voy a prohibirle a mi hijo luchar; ¡y no puedo hacerlo!
Con sinceridad, yo creo que si nos dieran un poquito de derechos, tal vez mucha gente en Jerusalén dejaría de luchar, se resignaría a vivir bajo el yugo. Pero Israel es tan racista, tan fascista, que no nos deja otra salida más que luchar, por todos los medios posibles. Y tenemos derecho, incluso según la legislación internacional[9].
Banderas israelíes en casas de Silwan tomadas por los colonos. |
Traicionados
y abandonados a su suerte
Yawad
Siyam no es un tipo fácil, y sus enemigos no están sólo del lado israelí. Pero
cualquiera que conozca la realidad cotidiana de Silwan puede entender su bronca
y su crítica implacable. Cuando le pido su opinión sobre la ANP, responde como
la mayoría de los habitantes de Jerusalén.
–
La ANP mató toda posibilidad de recuperar Jerusalén al firmar los Acuerdos de
Oslo. Allí se pospuso la cuestión fundamental de Jerusalén y de las colonias.
Eso significó decirle a Israel: sigan trayendo colonos, no vamos a ir a
Jerusalén. Jerusalén fue vendida por la ANP a cambio de privilegios. Y no creo
que vayamos a conseguir un solo metro de tierra a través de negociaciones.
Palestina
fue robada por los sionistas y los poderes occidentales. Los europeos les
dijeron: nosotros matamos a seis millones de judíos, y en compensación les
vamos a regalar Palestina. Yo acuso a los gobiernos occidentales de habernos
tratado como subhumanos, mientras tratan a Israel como a un país civilizado y
moderno. Sólo cuando el mundo nos considere como seres humanos con plenos
derechos, y mediante la lucha, podremos empezar a recuperar lo que nos han
robado.
El
activista no es menos crítico de los gobiernos árabes: “Fuimos traicionados por los países
árabes, que son títeres de las potencias. Cuando viajamos, tenemos más
problemas en los aeropuertos de los países árabes que en cualquiera de Europa,
o en Turquía. Yo aprecio al movimiento BDS, porque muestra que la gente en
Occidente nos entiende y nos apoya más que en muchos países árabes…”
“Soy optimista a largo plazo”
Yawad
considera que la política internacional no va a cambiar en el corto plazo, e
Israel continuará cometiendo sus crímenes cotidianamente.
El
pueblo palestino va hacia otra intifada, con o sin líderes. La ANP no quiere
otra intifada. Hamas tampoco. Yo veo que en Jerusalén los israelíes van por Al
Aqsa, y ese va a ser el momento del ‘¡ya basta!’ palestino. Yo no soy
religioso, pero creo que Jerusalén debería ser una ciudad abierta a todas las
religiones y respetuosa de todos los credos. Israel en cambio pretende que sea
una ciudad exclusivamente judía.
Pero
soy optimista a largo plazo: un régimen tan racista y fascista no puede
sobrevivir, tarde o temprano va a caer; se vio en la historia con el nazismo y
tantos otros… Hitler hizo tantas leyes contra las minorías raciales,
sexuales, religiosas… Israel está haciendo lo mismo ahora.
Le pregunto si no
piensa que, de todos modos, hoy Israel está ganando.
–
No son tan exitosos como se puede creer. Sí, es verdad que estamos perdiendo; y
no porque no luchemos, sino porque la comunidad internacional eligió cerrar los
ojos y dejarlos hacer lo que quieran. Pero habían planeado tener aquí una
mayoría demográfica del 65% para 2012, y hoy sólo son 350 en todo Silwan. El
plan era llegar al 90% para 2020, pero no van a lograrlo. Y no veo cómo
podrían, porque está claro que los palestinos no vamos a cometer el mismo
error de 1948 y 1967: no vamos a dejar nuestros hogares y tierras. Y además no
hay adónde ir… Somos tenaces y porfiados. Amamos a Palestina más que a la
vida. Amamos mucho la vida, pero amamos más a nuestra patria.
Jawad Siyam (foto sin crédito) |
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