Por Stella Calloni.
Prestigiosa periodista argentina, colaboradora de Prensa Latina.
El pasado 28 de agosto la reunión de los Coordinadores gubernamentales de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños(CELAC) concluyó sus sesiones en Quito, Ecuador, reclamando oficialmente la devolución a Cuba del territorio de Guantánamo ocupado por Estados Unidos colonialmente y donde mantiene una base militar, violando toda legalidad internacional.
En este momento Ecuador está ejerciendo la presidencia protémpore de la CELAC y al finalizar la reunión el vicecanciller ecuatoriano Leonardo Arízaga señaló que la devolución de la base de Guantánamo a Cuba "constituye un elemento que contribuye a la estabilidad de América Latina y que este paso sería más que relevante para normalizar las relaciones entre La Habana y Washington, que acaban de abrir sus embajadas después de más de medio siglo de interrupción".
Además de haber utilizado ese territorio de Cuba para instalar una base militar, Estados Unidos creó allí un campo de concentración, un verdadero laboratorio de torturas y muerte en el marco de la llamada falsamente "guerra antiterrorista", trayendo ilegalmente al lugar decenas de supuestos terroristas desde Afganistán y otros países invadidos.
Estos prisioneros deben ser considerados víctimas de desapariciones forzadas, ya que fueron traídos en una operación ilegal típica de un terrorismo de Estado mundial, sin saber por qué ni adonde los llevaban, sin que sus familiares supieran su destino.
Todos han sufrido las más atroces torturas, ante débiles reclamos de los organismos que deberían exigir el cumplimiento de las leyes internacionales y de los derechos humanos básicos.
Esto significa una afrenta más para Cuba, un país bloqueado y atacado durante más de medio siglo, que ha logrado construir de la nada la mejor medicina no sólo gratuita para su pueblo sino solidariamente llevada a todos los países del mundo con urgentes necesidades. También los más altos niveles de educación, la cultura más
avanzada que se pueda desarrollar como la contracara más luminosa del colonialismo, la solidaridad con los pueblos del mundo, la dignidad como una coraza de acero para resistir más de medio siglo.
Hay otro punto importante en la resolución de CELAC donde se establece la necesidad de que Cuba y Estados Unidos abran un diálogo bilateral "apegado al Derecho Internacional". La devolución de Guantánamo, así como el levantamiento del bloqueo, que es un acto de guerra, son pasos indispensables para que comience a ser realidad una verdadera relación de respeto a los planteos soberanos de Cuba. Pero también sería un mensaje pacificador para toda América Latina.
Esta resolución expresa una posición definida de la región, en favor de la soberanía del país caribeño, pero también es parte de la construcción de un territorio de paz, que es imprescindible lograr, ante los espejos en que América Latina se está mirando en estos momentos.
Las invasiones coloniales contra países de Medio Oriente, África del Norte, Asia, Europa y sus terrible consecuencias humanitarias, por una parte, y por la otra haciendo retroceder el mundo hacia etapas que parecían ya superadas, conformando colonias en países arrasados y bajo genocidio, donde además se está practicando uno de los más definidos procesos de recolonización: la destrucción de los sitios que son patrimonio de la
humanidad, y que marcan la cuna de la civilización.
Si hay una evidencia del fascismo en regreso, son estas guerras coloniales, las matanzas indiscriminadas, los millones de muertos en las invasiones del siglo XXI, la ilegalidad absoluta del accionar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y sus ejércitos mercenarios, ante el criminal silencio de Naciones Unidas.
Las migraciones de miles de desesperados habitantes de esos territorios invadidos, donde mercenarios pagados por las potencias y tropas especiales de las mismas, secuestran, torturan, asesinan, sembrando de tumbas los grandes desiertos, suceden por los intentos de recolonizar toda África, y las guerras coloniales, más crueles, que están destruyendo países, produciendo genocidios, con el silencio cómplice de los organismos creados para impedir estas situaciones, dejando en el desamparo y la intemperie a millones de seres humanos.
También estas migraciones son manipuladas escandalosamente en un "reparto de refugiados", cuando los que deben recibirlos son los mismos gobiernos que están invadiendo, bombardeando y enviando oleadas de mercenarios a los países que están dejando en ruinas y desde donde huyen desesperadas miles y miles de personas, cosificadas en el lenguaje periodístico como si no fueran tales.
La reciente visita del papa Francisco a Cuba, que intentaron infructuosamente enlodar los mal llamados "disidentes", ya que son en realidad grupos creados y manipulados por el país interesado en destruir a Cuba, fue un
claro mensaje, donde el Pontífice encontró un país en paz, donde fue recibido cálidamente por una población que es capaz de los mayores ejemplos de solidaridad en un mundo yermo, envenenado por las ambiciones brutales de un capitalismo en decadencia.
El Papa ha dicho con razón que estamos en guerra, porque cada una de estas están pensadas para abrir caminos a un estadio superior bélico, que confiesan sin ningún pudor.
Y también en referencia a los refugiados advirtió que la única solución es detener la guerra, lo que videntemente no aceptarán los responsables de esta situación, mientras que toda América Latina lucha por convertirse en
un territorio de paz.
Lo sucedido en estos últimos días obliga a la reflexión, toda vez que nuestra región ha demostrado la capacidad para el diálogo, para la resistencia frente a un proyecto recolonizador que intenta instalarse por medio de golpes suaves o guerras de baja intensidad, que en realidad son siempre violentos en su accionar y sus efectos. Por esa razón, democratizar Naciones Unidas en estos tiempos es indispensable en la búsqueda de una justicia internacional, que se ha perdido en los laberintos de la sumisión de estos organismos a los mandatos de los señores de la guerra.
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