Por Andrés Piqueras.
«Quién controle Europa del Este dominará el Pivote del Mundo,
quien controle el Pivote del Mundo dominará la Isla Mundo,
quien domine la Isla Mundo dominará el mundo».
Halford MacKinder
Lo primero e importante
para poder calibrar el escenario de Caos en que nos hallamos es tener en cuenta
que enfrentamos una encrucijada en la que el capitalismo está cayendo en picado
y ya no va a volver a ser lo que fue en los países de su núcleo central (esos
que se llamaron a sí mismo “ricos”).
En una u otra
circunstancia, las élites mundiales y locales están tomando posiciones de cara
a mantener el poder o al menos a no ser del todo desplazadas en el nuevo orden
que está por surgir.
Las claves de ese orden vienen fijadas por muchos procesos, pero al menos
tres son especialmente importantes para entender lo que pasa:
1/ El primero lo
venimos arrastrando desde los años 70 del siglo XX y no ha hecho sino crecer:
la financiarización económica, social, política y cultural del capitalismo,
como resultado de una obturación que cada vez se muestra más insuperable en la
esfera de la producción o de la “economía real”.
2/ El segundo es la
automatización derivada del trepidante desarrollo de la tecnología
(nanotecnología, biotecnología, inteligencia artificial, robótica,
neurociencia...).
Estos dos procesos
marcan el fin de la era del empleo. El primero por retirar cada vez más fondos
de la inversión productiva y destinarlos a la especulación parasitaria. El
segundo lo explica por sí mismo.
A ellos hay que sumarle
uno más:
3/ El agotamiento de
los recursos energéticos y de los materiales básicos para el capitalismo.
También de los sumideros que absorben nuestros residuos.
Estos tres procesos
interaccionan a veces complementariamente pero a menudo contradictoriamente.
Generan profundas divisiones entre las élites locales y mundiales (a veces unas
coinciden con las otras), y decantan distintas facciones de la clase capitalista
mundial en su cruenta pugna por la ganancia global. Todas esas tendencias están
de acuerdo, en cambio, en lo que se refiere a la plusvalía: es decir, en
machacar a la población trabajadora de todo el planeta, brutalizando los
mercados laborales. Así, la financiarización da oxígeno al proceso productivo
automatizado mediante dinero inventado, ficticio. Una y otro atacan
frontalmente el empleo, destruyendo también las condiciones sociales: esto
marca una Guerra de Clase desde arriba.
Sin embargo, sus dinámicas
de interés cortoplacistas divergen en otros puntos.
La Red Financiera
Global y el Bloque Imperial-Nacional
El Poder de las
finanzas se mueve en redes mundiales que no precisan de los Estados salvo para
la coerción de sus poblaciones y para la fuerza militar. La llamaremos Red
Financiera Global, que promueve un Imperialismo Global Financiero. Aquí están
Wall Street, la City londinense y algunas de las más fuertes plazas financieras
mundiales, más, entre otros, la Banca Rotschild, Standard & Poors, con sus
piezas clave en la Casa Blanca (el estratega argentino Walter Formento lleva
tiempo trabajando sobre esto).
Esta Red se enfrenta a
las viejas oligarquías imperiales nacionales, que estaban más vinculadas al
capital bancario-productivo, el cual ha ido perdiendo terreno en favor del
parasitario-especulativo. Entra también aquí parte del mundo financiero que no
logra globalizarse y en conjunto las facciones de las clases dominantes que van
perdiendo la carrera capitalista. Al frente de esta facción que va quedando
superada están las capas de poder anglo-americanas con anclaje en el Estado
imperial clásico. Le daremos el nombre de Bloque Imperial-Nacional. En él se
incluyen Warren Buffet, Goldman Sachs, el grupo Rockefeller y el J.P. Morgan
(que controla la Esso y la corporación Halliburton), con ejércitos privados
como Academi (antiguo Blackwater): son los halcones de Washington. También se
vinculan a este Bloque de forma dependiente buena parte de los poderes de la
UE, y en especial la Banca franco-alemana-holandesa.
Ambas facciones del
Poder Mundial, en las que predominan las élites y los Estados de la Triada
(especialmente el Eje Anglosajón), más Canadá y Australia, se enfrentan a los
Estados con producción y con recursos energéticos y minerales importantes.
El capital productivo
está en China. Los recursos están básicamente en Rusia (Siberia) y en general
en el este de Asia (China especialmente). Allí es también donde quedan los
últimos grandes reductos del capital productivo (además del de Alemania en
Europa). Lo llamaremos Bloque Energético-Productivo.
Sigamos.
En Asia central y
occidental (desde Irán hasta Siria), los intereses son contradictorios entre
las dos facciones del Poder Mundial. Por eso las profundas disensiones en su
seno en torno al Acuerdo con Irán o a la colaboración con Rusia en su lucha
contra el fascismo asiático (Daesh, al Qaeda, al-Nusra…). Sin embargo, tanto la
Red Financiera Global como el Bloque Imperial-Nacional han estado de acuerdo
hasta ahora en crear, financiar, entrenar, organizar y dar cobertura operativa
a ese fascismo asiático. El objetivo es destruir cualquier forma de poder
estatal capaz de oponerse a su apropiación de recursos energéticos y vías
estratégicas de trasporte de los mismos. También posicionarse dominantemente en
la zona y debilitar en lo posible, estratégica, económica y energéticamente al
Bloque Energético-Productivo.
Esto se ha repetido
también en África septentrional (Libia, Somalia, Sudán, y ahora Mali y
Nigeria), a través de las franquicias africanas del fascismo asiático. De nuevo
el mismo objetivo. De nuevo los mismos resultados: dejar países barbarizados,
en manos del fascismo transnacional y de señores de la guerra que no ofrecen
obstáculo alguno a una y otra facción del Poder Mundial.
El capitalismo siempre
ha echado mano del fascismo o del terrorismo, bien cuando se atasca o bien
cuando se ve acorralado. Desde hace cuatro décadas está atascado. En la última
década y media se siente además amenazado por el Bloque Energético-Productivo.
La utilización de una combinación de ambos de aquellos recursos por unas u
otras facciones de Poder Mundial es una constante desde entonces.
La UE en la encrucijada
Donde se cruzan los
caminos de la lucha entre ambas facciones (la Red Financiera Global y el Bloque
Imperial-Nacional) y entre ellas y el Bloque Energético-Productivo es en la UE.
Si Alemania (la UE-alemana) se inclina hacia este último, tenemos una Eurasia
prácticamente imbatible. La que fue llamada por el primer estratega moderno
internacional, Mackinder, “la Isla Mundo”, añadiendo que quien la dominara,
dominaría el orbe.
Pero hoy por hoy
Alemania es parte dependiente o subordinada del Bloque Imperial-Nacional
(dominado por el Eje Anglosajón). Pero a una u otra facción del Eje Anglosajón
(que lidera el mundo desde 1700), aquella posibilidad de un Bloque
Energético-Productivo extendido a Europa le produce terror, por lo que ambas
están dispuestas a combatirla a todo coste. He aquí el golpe de Estado en
Ucrania utilizando esta vez al fascismo europeo (desde entonces en el poder en
ese país), para no sólo separar a Rusia de Europa, sino para establecer un foso
particular entre Alemania y Rusia. Además, la Red Financiera Global obliga a la
UE a emprender sanciones contra Rusia, profundizando aún más en la recesión
económica europea.
Para aquélla es una
labor preventiva debilitar la UE como macro-Estado poderoso: de ahí sus
repetidos golpes contra las deudas soberanas y ahora su intento de imponer el
TTIP, contribuyendo al hundimiento de las condiciones sociales y laborales en
Europa (la Guerra de Clase). El Bloque Energético-Productivo, en cambio, entró
en apoyo de la UE, proporcionando tanto liquidez como energía a su economía.
Francia es la báscula
de la UE. El gozne entre los países deficitarios y los superavitarios. Su
economía real comienza a hundirse y pierde más y más ritmo frente a Alemania.
Pero su economía financiero-especulativa es de gran peso en Europa. Es el país
por excelencia que representa al “Estado nacional” centralizado y fuerte, el
país europeo con más proyección militar-imperialista. Esto hace que Eje
Anglosajón le haya escogido para derrocar regímenes laicos en Asia y África y
sustituirlos por fascismo disfrazado de Islam. Debilitar Francia es golpear la
facción Imperial-Nacional europea y dejar a Alemania más débil, tirando sola de
la UE.
La clase capitalista
alemana se debate entre seguir con el proyecto UE subordinado al Eje Anglosajón
o romper lastre e inclinarse definitivamente hacia Eurasia.
¿Cuál va a ser el
próximo paso?
La Red Financiera
Global dejará a Israel a su suerte. También a Arabia Saudí y a Turquía. Por eso
todos estos países se dan prisa por afianzarse en la zona a través de su
instrumento: el fascismo asiático. Al no tener nada que perder representan un
enorme peligro, capaz de cualquier locura para obligar al Bloque
Imperial-Nacional estadounidense (“los halcones”) a intervenir directamente
contra Rusia. La Red Financiara Global no está interesada en un enfrentamiento
directo con Rusia y ahora, merced al golpe de París, la parte europea del
Bloque Imperial-Nacional puede que esté cambiando también de posición. Francia
se ha visto atrapada en la discrepancia de intereses entre las dos facciones en
Asia Occidental y África septentrional. De hecho, está virando a toda prisa
hacia una posible coincidencia con Rusia en la zona, para atacar ahora
realmente al fascismo asiático. Pero quiere arrastrar a Alemania consigo, lo cual
cambiaría el sino del Bloque Imperial-Nacional europeo.
Con todo ello el
tablero de guerra se complejiza enormemente.
Ese que he llamado
“fascismo asiático” tiene poco que ver con el Islam. La religión se usa como
coartada y para reclutar dementes dispuestos a inmolarse. En realidad, aquél
está integrado ante todo por restos del antiguo ejército iraquí, más ejércitos
privados que ya estuvieron en la invasión de Iraq, más mercenarios de numerosos
países. Se trata ahora de extender este tejido cancerígeno (con mismos o
diferentes nombres) a lugares de Rusia donde haya importantes poblaciones
musulmanas. También a las exrepúblicas soviéticas, así como a Irán, India e
incluso a la propia China.
Por eso India está
empezando a ver la necesidad de apoyar a Rusia (con China también detrás en la
sombra) en su lucha contra el fascismo asiático. Su postura será decisiva de
cara al fortalecimiento o no del Bloque Energético-Productivo.
Frente a la decadencia
ya imparable del Eje Anglosajón, sus recesiones y sus firmes pasos hacia la
Guerra de Clase (barbarie laboral y social), del Eje China-Rusia puede
asentarse un capitalismo de Estado a contrapelo del actual capitalismo salvaje.
El Bloque Energético-Productivo está, en cualquier caso, mucho mejor preparado
para la Gran Transición post-capitalista hacia sociedades algo más razonables y
sostenibles. Sus alianzas con otros Bloques Energéticos menores, como el del
ALBA, pueden ayudar a ello.
Pero eso no quiere
decir que se vaya a dar tal resultado porque sí. Las luchas de clase en el
interior de este Bloque serán decisivas.
Para las sociedades
europeas, como para las de todo el mundo, es vital ayudar a ello. Y para eso es
imprescindible recuperar la conciencia y las luchas de clase de cara a iniciar
procesos constituyentes que paren el Caos (la Guerra de Clase y la Guerra
Militar).
Por eso es importante
no dejarse “distraer” demasiado por elecciones “nacionales” que cada vez
deciden menos los destinos de las gentes y del mundo. Aquéllas tienen su
importancia relativa, pero sin procesos constituyentes no podremos transformar
el escenario de Caos en el que estamos.
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