Tomado
de CubaInformación.
José Manzaneda, coordinador de
Cubainformación.-
Sería un
verdadero milagro que la gran industria editorial española -o estadounidense-
publicaran un libro sobre Cuba –o ambientado en la Isla- que no sea un abierto
alegato contra la Revolución, o que no contenga una fuerte carga despectiva o
catastrofista.
Una novela de
autoría cubana –de las muchas que se escriben cada año- que no responda a este
esquema, sencillamente, carece de espacio en los catálogos de las grandes casas
editoras internacionales (1). Y un ensayo que apoye –sea desde las posiciones
más críticas- la legitimidad del proceso socialista cubano… está censurado de
antemano (2).
¿Qué encontramos
sobre Cuba en la gran industria editorial, aquella que cuenta con importantes
circuitos de distribución, un gran apoyo mediático y una fuerte inversión en
marketing? Libros sobre la supuesta “vida secreta” de Fidel Castro (3); novelas
que narran la “atmósfera de miedo” de la sociedad cubana (4); biografías de
empresarios que –aseguran- “fueron engañados” en Cuba (5); alegatos contra la
“politización” del deporte en la Isla (6); ensayos de intelectuales
neoliberales que promueven el derrocamiento del Gobierno cubano (7); o
vivencias de excorresponsales en La Habana con la misma ideología de derechas
(8) (9).
Hay incluso
libros académicos de historia cubana editados… en Madrid. El diario “El País”
promocionaba recientemente “Historia de Cuba”, volumen que forma parte de la
colección “Historia de las Antillas”, que nos descubre –leemos- “un mundo
fascinante de islas que no tenían su propia historia en español hasta que la
elaboró un puñado de expertos del Centro Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC)” de España (10).
Pero ¿serán tan
brutos en Cuba y en el Caribe que no han elaborado sus propios libros de
historia?
“El País” nos lo
aclara mejor. Estos “expertos del CSIC” han elaborado esta “Historia de Cuba” y
“de las Antillas” porque “muchos Gobiernos populistas de América Latina –nos
dice- se han dedicado a manipular la historia para justificar sus políticas
actuales”. Por ello “el empeño de Chelo Naranjo –la historiadora española que
coordina el libro- en involucrar a nacionales y extranjeros tiene (aún) más
mérito”.
La autora lo
explica aún mejor: “los académicos locales siempre se atribuyen un mayor
conocimiento de la historia de su país, pero yo creo que la apertura enriquece
los análisis”. Y recuerda “lo fatigoso que fue luchar contra los prejuicios (…)
(y) los patrones nacionalistas y culturales (…) de muchos académicos” de Cuba y
otros países.
Naranjo se
lamenta de que el volumen sobre Cuba, publicado en 2009, “fue prácticamente
ignorado en la Isla”. Pero “para entonces –dice con alivio- ya había tenido una
gran acogida en Estados Unidos”. Y “esto –añade- en las claves internas de
nuestra profesión, es síntoma de aprobación por parte de la comunidad
académica”. Es decir, que el “síntoma de aprobación de la comunidad académica”
de un libro de Historia de Cuba es que tenga acogida… ¡en EEUU!
“Historia de
Cuba” es un compendio de quince ensayos de diferentes autorías (11). Pero,
curiosamente, el período de la Revolución cubana es analizado por dos
connotados ideólogos del capitalismo para Cuba: Rafael Rojas (12) y CarmeloMesa-Lago (13). A este último se le reserva todo un capítulo completo. Y es que
Mesa-Lago, a quien la autora define como “uno de los máximos expertos en (…) el
estudio de las políticas económicas del régimen”, es –recordemos- el analista
de cabecera del diario “El País” para la transición al capitalismo en Cuba
(14).
Así funciona la
libertad editorial. No olvidemos que, como la libertad de prensa, depende
fundamentalmente de quién sea el dueño de la imprenta (15).
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