Por Stella Calloni
Estamos asistiendo a un nuevo esquema de intervención en nuestros países,
que bien podemos llamar “los golpes electorales” y como era previsible, los
expertos en contrainsurgencia y guerra psicológica de Washington entendieron al
fin, que a pesar de la gran ofensiva contra los gobiernos de América Latina,
claves en el proyecto de integración emancipatoria, no lograban derrotarlos en
ninguno de los procesos electorales.
Millones de dólares
gastó Estados Unidos desde el golpe de Estado contra el ya
fallecido ex presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías, en abril del
2002, que fue derrotado por el pueblo venezolano en sólo 48 horas.
En Honduras (2009) y
Paraguay (2012) lograron su cometido, con un nuevo esquema golpista, pero
fracasaron en el mismo intento en Argentina, Bolivia, Ecuador y varias veces
más en Venezuela.
El dinero de
Washington fue y es repartido por las centenares de Organización No
Gubernamentales, convertidas en verdaderos “grupos de tarea” de las
ultraderechistas Fundaciones de la Central de Inteligencia (CIA) creadas para supuestamente encubrir a esta
institución.
También diversas
Fundaciones europeas, surgidas en el marco del “florecimiento” de la
socialdemocracia de Europa, en su mejor momento, hoy son parte de la red
intervencionista de las ultraderechas, transformadas en el “ejército civil” de
la Organización del Atlántico Norte (OTAN), que
opera ilegal y criminalmente fuera del territorio que supuestamente debía
defender y sin control de Naciones Unidas.
Son estas Fundaciones
las que están ahora detrás de lo que bien puede llamarse “Operación elecciones”
o “golpes electorales”.
Por una parte siembran
dólares en oficinas políticas de Diversos partidos de las llamadas “nuevas
derechas”, identificables por su mediocridad y por la dependencia absoluta de
la asesoría y el financiamiento externo. Han logrado, como pocas veces, manejar
los hilos de las estructuras judiciales, que en cada uno de nuestros países
juega su papel, fallando en favor de los grandes poderes económicos y externos.
El ejemplo de Honduras es muy evidente. El golpe contra
el presidente de ese país no hubiera sido posible sin una justicia, cuya Corte
Suprema había sido nombrada por el parlamento cooptado (comprado) por el
inefable y eterno embajador del terrorismo imperial John Negroponte, como se
comprobó.
De acuerdo a la Corte
Suprema de Honduras en 2009 no hubo golpe de Estado, sino que se actuó en favor
“de la democracia” justamente a meses de una elección, donde no se iba a
reelegir el ex presidente Manuel Zelaya, pero donde el pueblo hondureño podía
votar por un candidato que diera continuidad a una gestión, que por primera vez
actuaba en favor de los sectores más pobres y olvidados. También algo similar
ocurrió en Paraguay.
La red de Fundaciones,
como la National Endowment Foundation (NED,) conocida como Fundación para la
Democracia,( como debe ser en la concepción de EE.UU, es decir “democracia colonial), la Agencia
Internacional para el Desarrollo (USAID) así como los
Institutos Demócratas y Republicanos, entre otras, están activada en estos
tiempos. Lograron tener una buena cantidad de representantes en nuestras
estructuras judiciales, que nunca se democratizaron, y que fueron parte de toda
la historia oscura y trágica de nuestra América. EE.UU ha creado una especie de nuevas “Escuelas de las
Américas” para formar no sólo policías y militares, sino también los “nuevos
juristas” que necesitan, y a políticos jóvenes, sindicalistas y otros. Asimismo
infiltraron a diversos movimientos, sociales, indigenista y políticos, sectores
profesionales y empresariales, que estarán bajo su mando central y ejercerán la
obediencia debida (y bien pagada) como ejércitos de otras guerras.
Además, el poder
hegemónico controla la mayoría de los medios masivos de comunicación en el
mundo y el 95 por ciento de la información está bajo ese control absoluto. A
esos medios, que jamás han dejado su espacio abierto a la libertad de expresión
de las mayorías, les gusta llamarse independientes, cuando en realidad son cada
vez más dependientes del poder imperial, que intenta expandirse por todo el
mundo.
Los poderosos monopolios informativos actúan hoy como la dirigencia
intermedia entre el poder hegemónico y los partidos de oposición, como
transmisores de las siempre renovadas estrategias de dominación y control.
El control de los
medios de comunicación les permite sustentar las mentiras, desacreditaciones,
campañas de guerra sucia, con periodistas sin ética que actúan con absoluta
impunidad y son parte esencial de “la guerra sucia”.
Ante la imposibilidad
de que las derechas del continente accedieran al gobierno mediante elecciones,
los procesos electorales comenzaron a ser el eje de la desacreditación
periodística, en la última década.
Adelantos de posibles
fraudes, que no se cumplieron, son ahora un mecanismo aplicado casi
mecánicamente. La amenaza de fraude y la campaña sucia, sostenida por el
financiamiento externo, estuvo en el escenario donde debió moverse la
presidenta de Brasil, Dilma Rouseff en las elecciones que finalmente ganó en una segunda
vuelta en octubre de 2014. Como no pudieron lograr derrotarla electoralmente,
comenzó la campaña más corrosiva que recuerde Brasil, intentando llevarla a un
juicio político y destituirla.
En Argentina la guerra
sucia contra los gobiernos de Néstor (2003-2007) y de Cristina de Kirchner
(2007-2015) fue dirigida por el grupo mediático y monopólico del diario Clarín,
a los que se agregan La Nación, y otros de menor circulación, pero tan nocivos
como este. Cumplen a la perfección su función de “soldados de fortuna”, capaces
de operaciones de inteligencia y tan criminales como las que se realizaron
durante las dictaduras de la Seguridad Nacional en los años 70-80.
La mentira y el
asesinato civil, moral y político de sus “enemigos internos” en este caso los
gobiernos y pueblos que en América Latina cometieron el “crimen” de querer
independizarse definitivamente, se convierten en un arma indispensable para
intentar terminar con los rebeldes del “patio trasero”.
Son esos mismos
sectores, cómplices y “partícipes necesarios”, de la dictadura global económica
que se impuso en los años 90 y que sumieron a una población estructuralmente
empobrecida, condenándola a sumirse y desaparecer en los más extensos arrabales
de pobreza sobre pobreza. Así como a lo largo del siglo XX nos impusieron
dictaduras militares, porque teníamos la desafiante idea de resistir como
podíamos, a fines de los años 80 y en los 90 nos impusieron la “dictadura
neoliberal”, que en sus comienzos fue desafiada en Venezuela por aquel
memorable “Caracazo” de febrero de 1989, con la rebelión popular ante las
primeras medidas neoliberales que intentó imponer el entonces presidente Carlos
Andrés Pérez, cuya represión entonces dejó más de mil muertos y centenares de
heridos.
El
“caracazo” despertó a un pueblo olvidado en las falsas democracias que se
sucedían en Venezuela y fue el relámpago que iluminó y despertó también al
continente.
Los pueblos
empobrecidos a extremos asombrosos, por la destrucción de todos sus derechos
además de las fuentes de trabajo convertidos en marginales absolutos se
lanzaron a las calles y carreteras de América Latina en una acción colectiva,
sobre cuya creatividad aún no se ha escrito en profundidad, que derrotó en un
país tras otro al “neoliberalismo” rampante.
En esa lucha parieron
a los nuevos gobiernos, que surgieron en el siglo XXI, como el de Hugo Chávez Frías,
cabeza y alma de la integración emancipatoria que llegaría en 2011 a la creación
de la Comunidad de naciones Latinoamericanas y Caribeñas (CELAC).
La trilogía de
Venezuela, bajo el gobierno de Chávez, Brasil con Luis Inacio “Lula” da Silva y
Néstor Kirchner en Argentina, fue clave para aquel “NO” contundente al más
acabado proyecto de recolonización de Estados Unidos en nuestra región que fue
el Área para el Libre Comercio de las Américas (ALCA).
En noviembre de 2005
en Mar del Plata Kirchner,
como anfitrión de la Cumbre de las Américas en un memorable discurso dijo aquel
NO, del Mercosur, nada menos que al presidente de Estados Unidos George W.
Bush, en un hecho histórico en la región y en el mundo.
No parece muy casual
que una década después Washington intente cobrarse la humillación de aquel “No”
y ataque con intensidad de golpe tras golpe a los tres países claves en ese
proceso de integración.
Millones de dólares se
han invertido a través de las redes de ONG, que están en cada rincón de
nuestros países en una inversión destinada a la sucesión de golpes “blandos”,
en los cuales el fraude ya no es potestad de los Estados, sino del poder
hegemónico y económico. Sin olvidar las más de 49 bases militares y los
establecimientos de apoyo a las mismas que han establecido a lo largo y ancho
de Nuestra América.
La injerencia de un
gobierno extranjero, en este caso de la mayor potencia imperialista del mundo,
creando las coaliciones políticas opositoras, corrompiendo todo con millones de
dólares, es el verdadero fraude que puede imponerse en estos tiempos.
Además
del poder tecnológico, la depredación cultural que logra la propaganda
mediática, facilita la cooptación de una población cautiva y también la compra
de votantes, fiscales y políticos.
En Argentina con la
guerra mediática verdaderamente “terrorista” por su intento de aniquilar
figuras mediante las armas de la manipulación, las acusaciones falsas, las
mentiras, se ha impuesto un gobierno de ultraderecha, cuyo gabinete está
integrado mayoritariamente por figuras que pertenecen a las fundaciones de
Estados Unidos, o a sus ONG. Más aún.
Muchos de ellos fueron
parte de la pasada dictadura militar, especialmente en el sector
económico-financiero y en el resto de los ministerios estratégicos, como si
realmente hubiera sucedido un golpe de Estado.
De manera que si bien
pueden aducirse errores, en cualquiera de los países, errores que en estos
tiempos no podemos permitirnos, el factor clave en todos los casos, es que son
víctimas de una guerra de Baja intensidad, que muchos consideraban como una
interpretación “conspirativa” de los más serios investigadores de la región.
En este período de
expansión global del imperio y sus asociados dependientes, perder la mirada
estratégica sobre el plan de recolonización trazado por Estados Unidos sobre
nuestros países, sólo puede llevar al suicidio. En los países con gobiernos
“insumisos” las derechas coloniales intentan una restauración conservadora y
neoliberal que en realidad es directamente fascista o neofascista. Estamos bajo
una invasión letal mediante la cual Estados Unidos está asumiendo el gobierno
en las figuras de sus serviles figuras de plomo. Están tratando de lograr el
“control” absoluto de su “patio trasero” sin que se vea el antiguo esquema de
golpe de Estado. Y si esto no se logra, no tendrían ninguna duda en invadirnos
con mercenarios-que ya los tienen en forma paramilitar en la región -y la
gendarmería de la OTAN.
No les va a ser fácil.
En esta última década los pueblos recuperaron derechos en todo el continente.
Tenemos el poder de la
razón y de la justicia de nuestra causa y una historia de resistencia con gran
poder de imaginación y creatividad-como demostró y demuestra la heroica Cuba-
que la violencia brutal desconoce.
América
Latina está en pie ante un imperio decadente que se va desmoronado lentamente, junto a sus socios europeos, cuyos
gobiernos entregaron a sus pueblos atados de pies y manos. La violencia brutal
y genocida que están aplicando en el mundo, es un signo de su decadencia
imperial y será su propia derrota. Nosotros seguimos siendo el continente de la
resistencia, y aunque perder batallas, no es perderlo todo, no podemos seguir
perdiendo una más: Se nos va la mayor esperanza de independencia y liberación
que hemos construido y cada golpe que nos dan, significa volver a comenzarlo
todo, lo cual en tiempos de un avance imperial de tal magnitud, es una
peligrosa vuelta atrás cuando se está jugando la vida y el futuro de nuestros pueblos.
No dejemos caer ningún
gobierno más si queremos salvar el futuro de nuestros pueblos. Solidaridad
urgente con Venezuela- cuya invasión ya se está pidiendo- con Brasil, con
Bolivia, Ecuador, Nicaragua, El Salvador y todos aquellos que estén en peligro
de golpes, blandos , duros, en esta Guerra de Baja Intensidad donde los medios
del poder aplican esquemas de terrorismo mediático para sembrar el terreno que
necesita el golpismo imperial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario