Tomado de La Turquinauta
Por Rafael Cruz Ramos
Los comentarios sobre el post "No entiendo nada" me
sirven para recordar que la gran fiesta del olvido ya comenzó y los cubanos
somos los invitados más esperados. La orgía de la desmemoria, la disolución de
los asideros. La Nación cubana pretende ser convertida, por los ideólogos de la
recolonización cultural, en una gran balsa a la deriva en la que como dice uno
de los comentarios "Ser cubano no tiene nada que ver con la patria" y
que al viento de los nuevos tiempos cruce el profundo Gulf Streams y la lleve sobre las olas hasta una
playa de la Florida.
El discurso de Obama en la Cumbre de las Américas hace un
llamado a la amnesia histórica, “no ser prisioneros del pasado” dice el
presidente de los EEUU y la subversión promovida desde su gobierno nos
conducirá a ser prisioneros en el futuro. Las palabras del Sr. provocaron una
respuesta enérgica de los líderes de izquierda presentes en aquel encuentro. En
sus comentarios al público durante el concierto en la Tribuna, la animosa
cantante Olga Tañón conminó al público a que “olvidemos todo lo pasado,
comencemos de nuevo” Sea el emperador o la industria del entretenimiento, los
consejos de reconciliación se estimulan desde la desmemoria y quien intente
retener la historia con su carga épica, es considerado un dinosaurio llamado a
la extinción.
La fiesta de la desmemoria se alimenta de la confusión de
las esencias (la ocultan en una abrumadora profusión de detalles). Las
dimensiones del sacrificio, de lo heroico, las huellas del dolor por años de
agresiones, bloqueo, no deben ser restañadas sino lanzadas al olvido o
distorsionadas durante la orgía de la frivolidad, el pragmatismo, el egoísmo.
Los proyectos personales de esos buscadores de tesoros son realzados por la
propaganda, cuanto más dinero den al sujeto y más se desentiendan del aporte
colectivo. Sirven de paso a la promosión del American Way of Life que según el señor de la casta primermundista
son los verdaderos valores y los EEUU centro del universo.
Ese convite al reciclaje de nuestros valores, es
increíblemente visible en estos días con la presencia de peloteros de origen
cubano, que abandonaron la Isla y ahora vuelven como parte de una organización
oficial, y son recibidossorpresivamente por las
autoridades deportivas, se reúnen con los chicos en unas "clinicas"
que enseñan beisbol y de paso mucho pragmatismo. Los jugadores de origen cubano
agradecen la invitación como una suerte de hijos pródigos que regresan.
En los comentario quienes lanzan ácidas críticas al deporte
revolucionario, hacen una y otra vez genuflexiones a las Grandes Ligas, exigen
se publiciten en Cuba el éxito de los jugadores criollos que dieron la espalda
a sus equipos en la Isla y ahora saludan la reunión en la Habana, como si los
representantes del beisbol facturado fueran los salvadores de la pelota cubana
y nosotros, los obstinados culpables que impiden a sus chicos, jugar en el mal
llamado campeonato mundial de la MLB.
Ha sido esa misma política hostil de los EEUU y su bloqueo
quien durante décadas ha impedido la asistencia de los cubanos a la pelota
gringa. Ya se olvidaron los fiesteros de la amnesia que Cuba no puede cobrar
sus honorarios por jugar en las series del deporte profesional. Pero a pesar de
los muchos cercos económicos y las emboscadas financieras, el Estado cubano
mantiene funcionando las escuelas deportivas, las instalaciones, los centros de
alto rendimiento, compra los implementos deportivos - cada vez más tecnificados
y más caros- Todo lo paga el Estado, es decir el pueblo.
Renunciar a la Patria es la humillante condición que pone
EEUU a los peloteros cubanos si quieren ir a jugar en el terreno del norte.
Dura condición, pero siempre hay quien está dispuesto a pagarla. El atleta,
formado por la justicia social abandona esa justicia social en defensa de los
intereses, sacrosantos intereses privados, los argumentos para defender tales
conductas, más egoístas no pueden ser. Así y todo, los librepensadores del
mercado se desgarran las vestiduras para llenar de justificaciones, anécdotas
plañideras las razones del abandono.
Esa orgía de la desmemoria busca asegurar la tierra
arrasada. Primero en el baile donde todos seremos iguales se arrasa la
historia, el próximo paso es arrasar con la independencia nacional. Y no se
trata de comprender los signos de los tiempos, o atrincherarse en los extremos
y los dogmas. Cuba y su pueblo, cada uno de nosotros ha evolucionado en la en
la medida que los tiempos lo han demandado. La Revolución cambia a ojos vistas
desde el día de su nacimiento. Para unos va demasiado lenta y no es suficiente
el cambio.
Esos exigen tierra arrasada, neoliberalismo, olvido,
democracia burguesa, desmovilización, abandono del proyecto social socialista,
privilegios a lo privado en detrimento de lo colectivo. En lo económico, por
ejemplo, está la invitación del imperio para olvidar los daños ocasionados a
los cubanos por años de guerra sucia, y aceptar sin resistencia, la
compensación a los monopolios de EEUU o de la burguesía derrotada en 1959 y sus
herederos, por la confiscación justa de los bienes con los que sostuvieron la
dictadura y empobrecieron al pueblo.
Son esos los que defienden la entrada al juego de los
desertores convertidos en una suerte de embajadores, y con ello, la desmovilización
del activismo revolucionario. Hay un simbolismo demasiado evidente en esas
figuras públicas para considerarlo inocuo. Ellos, como cualquier ciudadano
están en el derecho de regresar, eso es una cosa, otra muy diferente hacerlo en
la condición oficial de miembros de los negociadores de las Grandes Ligas. Ello
es, en mi modesta opinión, un error político.
Mucho se habla en estos días del tema migratorio, el robo
de talento, la corriente incesante de profesionales de nuestros pueblos del Sur
hacia las primeras economías, con sus altos PIB a costa de la espoliación de
las naciones de donde salen los migrantes. Cuba tiene que defenderse de mundo
tan desigual, porque en el archipiélago la educación, el desarrollo y formación
ciudadana es sostenida por el propio pueblo en condiciones de dura resistencia.
Pero la fiesta de la desmemoria de la revolución está en
marcha, tal y como el famoso parque al que Pinocho fue conducido por sus
anuncios, lugar maravilloso de vasares y entretenimientos, donde los niños se
divertían sin estudiar hasta mutar en burros. Cada día nuevos jumentos nos
rebuznan con símbolos y palabras hermosas para ir, como el chico de madera, a
perder para siempre toda noción de humanismo.
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