Por Luis Daniel Carreras Martorell y Manuel A. González.
En 1961, el presidente John F. Kennedy transformó el Proyecto
de Asistencia Exterior en ley. Mediante decreto presidencial creó la Agencia de
Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) la cual, desde ese
momento, ha sido el principal órgano de EE.UU. en brindar asistencia a países
que se recuperan de un desastre, tratan de salir de la pobreza y se involucran
en reformas democráticas.
«La ayuda a otros países es una valiosa herramienta de política exterior en términos de promover los intereses económicos y de seguridad nacional de EE.UU.». [1] John F. Kennedy
En 1961, el presidente John F. Kennedy transformó el
Proyecto de Asistencia Exterior en ley. Mediante decreto presidencial creó la
Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) la cual,
desde ese momento, ha sido el principal órgano de EE.UU. en brindar asistencia
a países que se recuperan de un desastre, tratan de salir de la pobreza y se
involucran en reformas democráticas.
Su creación fue un esfuerzo por centralizar la
cooperación económica dirigida especialmente a zonas estratégicas del mundo
subdesarrollado donde disputaban la influencia de las ideas de izquierda. Desde
su fundación, sirvió de cobertura a operaciones de la CIA. Un ejemplo
tempranero se refiere a misiones aéreas secretas en Laos entre 1955 y 1974.
Según el académico estadounidense William M. Leary,
profesor de historia de la Universidad de Georgia, esta fue «la operación
paramilitar más grande que jamás la CIA haya llevado a cabo y mediante la cual
fueron capaces de dirigir fuerzas nativas del Reino de Laos que lucharon contra
unidades de Vietnam del Norte, manteniéndolas a raya por 13 años».
En 1966 Theodore (Ted) Shackley [2] fue
nombrado jefe de la guerra secreta de la CIA en Laos, ocasión en la que reclutó
al connotado asesino David Sánchez Morales para hacerse cargo de «PAKSE», una
base de operaciones clandestinas centrada en acciones políticas y
paramilitares. En 1969 Sánchez Morales se movió a Vietnam donde trabajó
oficialmente para la USAID como funcionario a cargo del desarrollo comunitario.
Estas acciones fueron parte del énfasis de
contrarrestar la expansión «comunista», especialmente la influencia de la
República Popular China. El esfuerzo rápidamente se convirtió en un gran programa
de asistencia basado en la contrainsurgencia –asociado a ideas de desarrollo
económico y democrático en Vietnam– vigente hasta la derrota de EE.UU. en 1975.
América Latina fue escenario para uno de los primeros
programas llevados a cabo por la USAID –la Alianza para el Progreso– un primer
gran intento por aislar a la Revolución cubana, estigmatizarla y minimizar la
influencia que de ella pudiera emanar a favor de un auge de movimientos de
liberación nacional. Este proyecto se convirtió en la base de los programas de
la USAID para América Latina durante la década de los 60, no destinados al
fomento y administración de fondos para el desarrollo económico, sino a la
brutal represión de la ideología de izquierda y soberanía nacional.
En 1971 la USAID trabajaba de conjunto con la CIA en
proyectos de asistencia exterior especialmente en lo relativo al adiestramiento
de fuerzas que por décadas sembraron el terror, particularmente en el contexto
de los movimientos progresistas de América Latina.
En la página 218 del documento desclasificado de la
CIA «Las joyas de la familia», hay una alusión de Sydney Gottlieb [3] –Jefe
de su División de Servicios Técnicos (TSD)– donde especifica que le proporcionó
instructores a la USAID para un Curso de Investigaciones Técnicas (Contra
Terror). [4]
En un anexo de este memorando, se especifican los
servicios prestados, que en el caso de la USAID se trataron de asesoramiento,
en un tipo de actividad de entrenamiento tan secreta que se tomó la decisión de
mutilar el contenido completo de dos párrafos que la explicaban.
Esta es una prueba significativa de cómo el gobierno
de EE.UU. ha utilizado la cobertura de la USAID para conducir actividades en
otros países, cuestionadas por los propios estadounidenses.
En la página 600 de «Las joyas de la familia» hay un
memorando de 3 páginas dirigido al subdirector de la CIA para Operaciones,
escrito el 27 de marzo de 1973 por su jefe de contrainteligencia, James
Angleton, en relación con un curso de adiestramiento CIA/USAID.
La traducción del título sería: «Curso Conjunto
CIA/USAID # 7 sobre Investigaciones (Técnicas) sobre terrorismo (idioma
inglés). Proyecto del Equipo de Contrainteligencia [mutilado]».
Se especifica que se trata de «un plan conjunto de la
CIA con la USAID consistente en un programa de entrenamiento para personal de
seguridad y de la policía de otros países».
Una parte del entrenamiento, entre el 2 y el 27 de
abril de 1973, se llevaría a cabo en la Academia de Policía Internacional
ubicada en Washington DC. Esta fase se relaciona a la preparación profesional
de los cursantes en aspectos tales como técnicas investigativas, recolección y
preservación de evidencias, recopilación de información, expedientes,
confección de informes, obtención de información sobre grupos y actividades
terroristas así como otras actividades hostiles actualmente identificables en
los respectivos países de procedencia de los cursantes. Se incluye un
intercambio de dos días con el Escuadrón de Bombas del Departamento de Policía
del Condado de Dade en Florida.
La segunda fase del entrenamiento sería llevada a cabo
por la CIA entre el 30 de abril y el 25 de mayo de 1973 [5] y
se especifica que los técnicos del TSD se presentarán con un manto ante los
cursantes.[6]
El objetivo es la preparación práctica real de los
cursantes para enfrentar incidentes de explosiones que se conozca o se sospeche
ser una actividad terrorista.
El entrenamiento incluiría darle conocimiento básico a
los cursantes en:
Uso de técnicas incendiarias y de demolición militar y
comercial en la manera en que pudieran utilizarse en operaciones terroristas y
sabotaje industrial.
Materiales disponibles comercialmente y técnicas
caseras de laboratorio que se pueden usar para manufacturar explosivos y
dispositivos incendiarios por terroristas y saboteadores.
Estudios de situación operativa y planes operativos
que tienen que emplear los saboteadores y terroristas para desarrollar sus
operaciones.
Identificación y fabricación de «caza bobos». Medidas
de protección.
Ejercicios prácticos individualizados para detectar y
desactivar artefactos explosivos e incendiarios.
Ejercicios prácticos consistentes en investigar
incidentes con explosivos con vistas a recolectar y preservar evidencias de
fuerza legal.
El memorando deja en claro que la Academia de Policía
Internacional [7] es
parte de la USAID.
Esta evidencia complementa y profundiza la anterior.
La USAID queda involucrada en esquemas y prácticas que en esencia responden a
la lucha contra los movimientos de izquierda, utilizando no solo la actividad
en general de propaganda, ya de por sí violatoria de la soberanía de los países
víctimas, sino procedimientos encubiertos que han contribuido a la violencia y
la muerte de miles de personas en los países victimarios.
En 1971, la CIA organizó un intento de asesinato
contra nuestro Comandante en Jefe, aprovechando un viaje a Chile. La Agencia
encargó la ejecución de este proyecto criminal a un viejo socio, Antonio
Veciana, quien trabajaba entonces en Bolivia como funcionario de la USAID.
Entre las páginas más oscuras de la historia de la
USAID en América Latina, se encuentra el caso del oficial del FBI Dan Anthony
Mitrione, instructor estadounidense en técnicas de tortura.
Mitrione arribó a Uruguay en 1969 –en calidad de jefe
de la Oficina de Seguridad Pública de la USAID en Montevideo– para adiestrar a
las fuerzas represivas del régimen derechista de Jorge Pacheco Areco, en el
contexto de un programa secreto de destrucción de las fuerzas de izquierda en
toda América Latina, actividad que aparece documentada en informes
desclasificados de la CIA, redactados en el año 1973 por el entonces jefe del staff de
contrainteligencia de la Agencia, James Jesús Anglenton. [8]
La USAID y Cuba: una agresión permanente.
En 1995 el presidente estadounidense William Clinton
instrumentó el primer paquete de ayuda de la USAID para Cuba con el propósito
de promover una «transición democrática». Se amparó en la autoridad de la «Ley
de Democracia en Cuba» de 1992, la cual autorizaba a EE.UU. a canalizar
recursos a través de ONGs para el apoyo a individuos y organizaciones con el
fin de suscitar cambios democráticos no violentos.
El instrumento para tal acto de subversión: la USAID.
En 2002, Adolfo Franco, entonces director para América
Latina de la USAID, declaró en audiencia ante el Congreso haber suministrado
desde 1997 más de 20 millones de dólares a universidades y ONGs en EE.UU. –para
implementar la sección 109 de la Ley Helms-Burton– traducidos en el envío de
más de un millón de libros, boletines, videos y otros materiales informativos
para activistas de derechos humanos, periodistas independientes y
organizaciones no gubernamentales.
El 16 de abril de 2003, Karen Harbert, Sub
Administradora Adjunta de La USAID para América Latina y el Caribe, testificó
ante una audiencia del pleno de la Comisión sobre Cuba en el Comité de
Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes de EE.UU. Abogó por
que la USAID acrecentara sus esfuerzos para promover una transición rápida y
pacífica a la democracia en Cuba.
El Plan Bush de 2002, fortalecido en 2006, constituyó
también un espaldarazo al régimen de actividades subversivas acometido por la
USAID. En su Capítulo 1 «Acelerando la transición en Cuba», se recomendó
adoptar un fuerte programa de asistencia de EE.UU. para fortalecer la sociedad
civil cubana.
La Comisión Presidencial para la Asistencia a una Cuba
Libre [9] recomendó
al gobierno de EE.UU. disponer de 29 millones de dólares adicionales para el
Programa Cuba, para uso de la USAID con vistas a:
1. Brindar fondos adicionales a ONGs dispuestas a
trabajar en apoyo a actividades de grupos de derechos humanos con el objetivo
de financiar un incremento en el flujo de información acerca de las
«transiciones», incluyendo las transmisiones de Radio y TV Martí.
2. Apoyar a ONGs involucradas en la asistencia
médica, específicamente en la compra y distribución de medicinas, las cuales
pueden ser distribuidas a personal médico y de la salud que esté desempleado.
Las medicinas sin receta médica, las vitaminas y productos similares pueden ser
distribuidos a disidentes y organizaciones de los DDHH para que estos los hagan
llegar a sus comunidades de residencia.
3. Trabajar con países aliados dispuestos a
apoyar la creación de un fondo internacional para la protección y desarrollo de
la sociedad civil. Este fondo sería utilizado para entrenar y financiar a
voluntarios de diversas nacionalidades que viajarían a Cuba por varias semanas
para ofrecer asistencia técnica y logística a bibliotecas independientes,
organizaciones profesionales, caritativas, periodistas, educadores, enfermeras
y médicos que trabajan de forma independiente.
4. Financiar iniciativas para ofrecer programas
educacionales a familiares de «opositores políticos», lo cual incluye el
establecimiento por parte de la OEA de un programa universitario de becas para
niños de los «disidentes cubanos» que estudiarían en universidades
latinoamericanas.
5. Financiar programas para apoyar los esfuerzos
de las mujeres cubanas para construir la «democracia». Tales programas
entrenarían, desarrollarían y organizarían grupos femeninos con el concurso de
ONGs de terceros países con experiencia en este tema. Los tópicos principales
que pudieran abordar dichos programas serían: educación, seguridad de la
familia, salud y turismo sexual.
6. Financiar programas para desarrollar
grupúsculos en la comunidad afro-cubana. Los programas pueden involucrar a
líderes de ONGs de la comunidad afro-norteamericana y de países africanos,
quienes formarían en sus respectivas naciones grupos de trabajo sobre Cuba. En
esta recomendación se plantea también financiar transmisiones dirigidas a
cubrir las necesidades de la comunidad afro-cubana.
7. Financiar programas para captar jóvenes
cubanos «desafectos», para permitirles un mayor accionar civil y político en
apoyo a la democracia y los DDHH. Como parte de estos programas visitarían Cuba
organizaciones juveniles de Europa Central y Oriental, especialmente de
Polonia, República Checa, Albania, Serbia, entre otros.
8. Financiar programas de entrenamiento de ONGs
para promover la construcción de la democracia y la sociedad civil por métodos
pacíficos.
El 15 de enero de 2004 la USAID difundió una hoja
informativa sobre el Programa Cuba, cuya meta era favorecer una transición
rápida y pacífica a la democracia.
Para cumplir ese objetivo, la USAID dijo que el
programa hasta ese momento había comprometido un total de 26 millones de
dólares en donaciones a 28 ONGs para establecer solidaridad con los activistas
en derechos humanos, dar una voz a periodistas independientes, establecer ONGs
cubanas independientes, y hacer un plan para la transición a la democracia por
medio de donaciones a universidades y ONGs.
Durante los 9 años previos, la USAID había
suministrado aproximadamente 34 millones de dólares a unas 28 universidades
estadounidenses y ONGs.
El Programa Cuba de la USAID estuvo representado en
los cinco grupos de la Comisión Presidencial para la Asistencia a una Cuba
Libre y contribuyó en la confección del informe final dado a la publicidad en
mayo de 2004.
En septiembre de 2007 se llevó a cabo una auditoria al
Programa Cuba de la USAID que reportó que, hasta esa fecha, se habían llevado a
cabo alrededor de 40 proyectos, por un monto de 64 millones de dólares
asignados a 30 ONGs.
Los fondos totales para el año fiscal 2008 se
proyectaron en 45,7 millones y fueron finalmente adjudicados a través de la
USAID y al Departamento de Estado.
En 2008, la USAID aprobó continuar el Programa Cuba
del Instituto Nacional Demócrata (NDI), y le asignó un presupuesto ascendente a
250 mil dólares, que en parte se dirigió a maniobras con la Federación
Latinoamericana de Mujeres Rurales (FLAMUR), para tratar de potenciar el
supuesto poder de convocatoria de la organización.
El 31 de enero de 2008 la USAID había lanzado una
convocatoria para el financiamiento de programas subversivos contra Cuba a la
que destinó 20 millones de dólares.
Desde sus inicios, la USAID ha sido un instrumento
gubernamental de EE.UU. que le ha servido entre otras funciones para legalizar
la utilización de fondos con propósitos ilícitos, burlando de esa manera a las
instituciones y pueblo estadounidenses en el ejercicio de fomentar causas de
oscura moral y al margen de la más elemental decencia en las relaciones
internacionales.
Ha sido un instrumento valioso en el apoyo al
espionaje y las operaciones encubiertas de diversas agencias de inteligencia de
EE.UU., especialmente la CIA, en la dirección de potenciar los intereses
hegemónicos de la política exterior de ese país.
En el contexto del mundo unipolar que resultó de la
descomposición del Sistema Socialista Mundial y la URSS, la USAID fue
fortalecida como punta de lanza en la línea subversiva que de manera abierta y
descarada se ha venido aplicando durante los últimos años contra la Revolución
cubana.
La filosofía moral de las acciones de la USAID son
inaceptables porque socavan la soberanía del país desde el mismo momento en que
su efecto inmediato y a mediano y largo plazo es el de tratar de inducir
agresivamente cambios políticos e ideológicos internos, en desafío a nuestra
constitución y nuestras leyes, que no le incumben a potencia extranjera alguna.
La utilización de otras organizaciones para viabilizar
sus políticas, convierte a estas y a sus emisarios, en mercenarios de la USAID,
y por tanto, del gobierno de EE.UU., convirtiéndose por ende en violadores de
nuestra legalidad socialista y responsables ante el sistema judicial cubano, de
las consecuencias de sus acciones.
[1] Idea
principal promovida por el presidente de EE.UU. John F. Kennedy al abogar a
favor de la ley que al final condujo a la fundación de la USAID.
[3] Se
está aludiendo a Sydney Gottlieb, Director del programa MK Ultra de la CIA
enfocado en la utilización ilegal de varios tipos de drogas sobre seres humanos
para modificar su conducta y la producción de venenos y otras armas
sofisticadas para el asesinato de personas, especialmente líderes extranjeros.
Estuvo directamente involucrado en la preparación de venenos para asesinar al
Comandante en Jefe.
[4] Se
mutilan dos párrafos completos donde se detallaban los contenidos específicos
suministrados a la USAID.
[8] Ver
página 599 del documento desclasificado de la CIA «Las joyas de la familia», en
particular el memorando de 3 páginas dirigido al Sub Director de la CIA para
Operaciones, escrito el 27 de marzo de 1973 por James Angleton, Jefe del Equipo
de Contrainteligencia de la CIA.
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