sábado, 27 de agosto de 2016

La guerra contra la historia


Tomado de la Pupila Insomne
Por Sara Rosenberg.

Si hay una guerra silenciosa y constante es la guerra contra la historia de los pueblos. Ya decía Rodolfo Walsh que la burguesía pretende borrar la historia de las luchas del pueblo, porque el secuestro de nuestra historia y nuestra memoria es un modo de hacer que estemos empezando siempre de cero, es un robo –a veces a mano armada- de la identidad del pueblo, de sus luchas y de su capacidad de organizarse y aprender para seguir adelante.
Ayer, el episodio de la orden de detención contra Hebe de Bonafini, nos llenó a todos de bronca, de impotencia, de necesidad de reaccionar contra este nuevo hecho de barbarie de la dictadura neoliberal. La gente salió a la calle y el juez del partido burgués-judicial que había emitido la orden tuvo que dar marcha atrás. Habían tocado profundamente no sólo a una persona, a una Madre de Plaza de Mayo, sino a un símbolo nuclear de la lucha contra el terrorismo de estado.
Pasada la tormenta de las redes y las calles, ganada esta batalla, es necesario preguntarnos con profundidad las razones y las sin razones de esta orden de detención. La burguesía no actúa espontáneamente, no fue casual que la orden se emitiera el mismo día de una gran movilización contra el tarifazo y las políticas de hambre del gobierno macrista, que estaba siendo “visitado” por el secretario de estado americano, Kerry, de paso hacia Brasil. Y el mismo día en que se está negando a Venezuela la legítima asunción de la presidencia del Mercosur, utilizando al gobierno títere de Paraguay y al ilegítimo y provisional gobierno de Brasil.
La prensa internacional informó que Kerry le había entregado a Macri algunos archivos desclasificados sobre la represión en Argentina. No dijo más, ni a qué venía ni para qué necesitaba hacer esa escala, aparte de “profundizar los buenos vínculos de amistad”, es decir -leído desde nuestra historia- profundizar el sabotaje a las conquistas sociales y a la unidad latinoamericana.
Durante los doce años de gobierno kirchnerista, no hubo día en que las calumnias y la manipulación mediática no se ejercitaran contra cada una de las medidas del gobierno, contra los gobernantes, contra todo aquello que significara un avance en políticas sociales. Se pervirtió el discurso político y se transformó el debate en un espectáculo, porque esa es la única arena donde los políticos de la derecha y sus tecnócratas tenían alguna posibilidad. Envilecieron constantemente la misma vida política del país. Degradaron la discusión, alteraron datos y pruebas. El pedido de detención de Hebe de Bonafini forma parte y es la continuación de esta estrategia de acusación infundada, de dictadura judicial, de basura mediática.
Por eso hablo de la estrategia de guerra contra nuestra historia, de guerra contra nuestra memoria de lucha y resistencia. Atacar a nuestros símbolos de resistencia, crear dudas sobre su ética y sobre su recorrido de lucha ha sido una constante. Desgraciadamente hay sectores de la sociedad que se han dejado engañar y que se siguen dejando engañar porque están completamente sometidos por la propaganda y ya son incapaces de tener un pensamiento social, un sano y verdadero sentimiento de amor a sus semejantes, sectores que han sido embrutecidos con el discurso del miedo, de la competitividad, del consumo. El discurso del capitalismo criminal. Y esos sectores que trágicamente son también parte del pueblo, son utilizados contra si mismos y contra sus semejantes.
Hay muchos ejemplos de guerra contra la historia y todos tienen que ver con aquello que decía Goebels, repite una mentira incesantemente y se volverá verdad; esa técnica de propaganda es tan amplia que hoy si preguntas a un joven educado
en colegios de Europa quien derrotó a los nazis, muchos te contestarán que los Estados Unidos. Cuando sabemos que fue el heroico pueblo ruso el que venció a los nazis y que en esa guerra hubo 26 millones de rusos que perdieron su vida. También parte de la tragedia en España es que se ha escondido y se ha manipulado tanto la historia de la guerra civil, que las nuevas generaciones ni siquiera saben que todavía los asesinados por el fascismo franquista siguen esperando una reparación, siguen en las cunetas y desaparecidos sin que nadie haya sido juzgado por los crímenes.
La guerra, la lucha por la historia de nuestros pueblos es importantísima, y adjunto la carta que Hebe de Bonafini escribió al juez que mandó detenerla, como ejemplo de esa lucha:
Al Sr. Juez de la Nación
Marcelo Martínez de Giorgi
Me dirijo a Ud. Para manifestarle el motivo de la respuesta a su citación.
Que desde el año 1977, más precisamente el día 8 de Febrero de ese año, vengo padeciendo las agresiones de la mal llamada justicia, implementada por jueces de la Nación. En ese momento empezó mi calvario, hice 168 presentaciones por mi hijo Jorge, luego en conjunto reclame por mi otro hijo Raúl, que fue desaparecido en diciembre del mismo año, en una constante peregrinación por los juzgados, siempre padecí las mismas injusticias, las mismas agresiones. Luego en mayo de 1978, desapareció también mi nuera María Elena, nada cambio.
Siempre la misma ignominia, la misma indiferencia, yo sentía como la denominada justicia era cómplice de los asesinos militares y marinos. Una justicia sin solidaridad, sin sentir por los otros, sin sufrir por ellos.
Después de un tiempo en el año 2001, más precisamente un 25 de mayo, a mi hija María Alejandra que se encontraba sola en mi casa, mientras yo estaba de viaje, la torturaron casi hasta matarla. Y allí otra vez mi peregrinación para ver si encontraba algún juez que nos muestre el valor de la Justicia, y que esta existía, pero otra vez la burla y la sin razón.
Y llego el caso Schoklender, allí las madres con gran esfuerzo aportamos voluntariamente 60 cajas con pruebas, junto con 40 backup, y otros elementos más, primero a Oyarbide y después a ud. que ni siquiera leyeron algo de lo aportado.
Asistimos cuantas veces nos llamaron a declarar, hicimos pericias de las firmas que constataron que no eran mías, siempre a disposición por la verdad, incluso hace unos meses asistí voluntariamente a su despacho para informarme ante la indigna marcha de la causa.
Y otra vez sufrimos en carne propia la burla, que nos castiga a todas, ancianas de 85 a 90 años, y nos condena a pagar las deudas, injustas y ajenas.
Las madres siempre vamos a defender los valores de solidaridad social, extender las manos a los vulnerados, por sus sueños, en este tiempo y en los que vendrán. Y vamos a luchar para que alguna vez nos enfrentemos con jueces probos que nos ayuden a sentir en nuestros cuerpos el valor de la Justicia.
Hebe de Bonafini – Presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo
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Aprovecho este artículo para felicitar de todo corazón y con una admiración absoluta el 90 cumpleaños de nuestro querido Comandante, historia viva, historia humana y Hombre Nuevo, que nos ha enseñado a no claudicar nunca.
Venceremos, gracias comandante Fidel Castro, Cuba es un ejemplo de dignidad y resistencia, es la Historia que nos empuja a seguir luchando.


Ríos de tinta corren en las redes y en los periódicos y una vez más la agenda “viral” está fijada por el criminal.  Es el cuerpo del crimen que se esconde en la seudo conciencia incapaz de actuar.
Denuncian. Miles de  botones, cientos de miles de emoticones replican la atroz fotografía -“viralizada”- para sacudir a las sensibles almas que beben, comen y pasean  mientras a unos kilómetros las bombas caen  y pocos virus dicen que son bombas terroristas financiadas -con impuestos e indiferencia- por las potencias occidentales implicadas en esta guerra brutal y por supuesto asimétrica contra el pueblo sirio. 
¿Tengo que poner la lista completa de las atrocidades de Estados Unidos contra la población civil de tantos países y pueblos bombardeados del mundo, o seguiremos creyendo que Hiroshima y Nagasaki han sido casos aislados? No me cansen, por favor.  Por favor. No hay derecho a no relacionar  y no relacionar y olvidar sólo son signos de barbarie y complicidad. No ser capaces de articular un hecho con otro tiene que ver con la desidia, con la derrota aceptada o consumada en esta guerra contra la historia que es un guerra constante y esencial.  Hemos de verla.   
Me había prometido no escribir sobre el tema porque hay ríos de tinta sobre el niño, y cada vez que leo algo mascullo y me enfado. Cuánta pornografía sentimental, cuánta enfermedad emocional, cuánto abuso. Desde la semiótica a la denuncia abierta, desde las macabras ongs hasta los autores de las masacres con sus campañas poderosas, desde los púlpitos a las calles, el niño vuelve a ser utilizado como mercancía de una política siniestra.
No quiero ver al niño, no quiero ver sufrir a más niños.
Quiero ver la cara del sujeto, del autor de esta masacre. Es necesario nombrarlo y condenarlo. Es necesario juzgarlo y detenerlo.
Tiene nombre, tiene apellido, circula ahora mismo sobre mullidas alfombras en reuniones donde se prepara el próximo asalto a la dignidad de un pueblo –y de tantos- y a su vida. Es un criminal. Es un fascista. Es un enemigo de la vida. Es el causante de estas muertes y de este dolor.  
Quiero ver al sujeto criminal, quiero ver al asesino. No quiero que utilicen más a las víctimas y me oculten al mismo tiempo la heroica resistencia al fascismo y a su guerra imperialista.
Quiero que el rostro del asesino aparezca con toda claridad. Lo conocemos bien,  pero se oculta como se ocultan sus crímenes y además nos utiliza para eso. En una letanía de falsas banderas y de atrocidades, todo el mundo replica la falsa denuncia y la llaman viral, porque hay mucho dinero invertido en virus y ninguno en  pensamiento. 
Quiero recordar al sujeto criminal, no quiero olvidarlo: tiene nombre y apellido, es un asesino serial y eso es lo que de verdad ahora importa.
Pero en los ríos de tinta se ha escamoteado al criminal y de esta manera se lo protege. Incluso esta campaña ha sido urdida como parte de la disolución del crimen.
Esta campaña ha sido creada para acusar al gobierno legítimo de Siria y a sus aliados y hay que decir alto y claro:  que están derrotando al enemigo fascista, a la OTAN y a sus mercenarios que tanta muerte y tanta destrucción han causado.
Quiero ver las fotos de Obama, Clinton, Holande, Rajoy, Merkel, el FMI, el Banco mundial, los jeques árabes, Netanyahu, el presidente de Polonia, y de las republicas bálticas, al fascista Poroshenko de Ucrania, a sus sirvientes y albaceas, a cada burgués criminal implicado en la masacre, quiero ver esas caras no en reuniones con corbatas impolutas sobre alfombras democráticas, quiero verlos en el momento de dar la orden concreta al Daesh y a sus ramificaciones de avanzar, matar, tirar bombas, degollar, vender petróleo barato, negociar en las salas de sus entidades bancarias, pagar sueldos a criminales adiestrados para matar y destruir, quiero verlos en acto. En sus actos verdaderos. Sin virus y a pelo.
En el acto de dar la orden de matar y torturar y robar sobre la que se asienta el sistema que tan enérgicamente defienden: el capitalismo que tiene ya ribetes marrones: el color del fascismo.  
Tenemos memoria, o quizás es que Europa ha caído en el alzhéimer absoluto, pero  habrá que recordarle una y mil veces que el crimen impune está sucediendo y que son parte de ese crimen. Que España está sembrada de bases militares americanas, que el gobierno ha cedido en permanencia su territorio a cambio de negocios sucios y sin discusión parlamentaria, que son parte de una guerra injusta contra el  pueblo sirio y que ya no pueden seguir ocultando esta barbarie en el rostro mercantilizado y como no, abusado y doblemente abusado de un niño, de una víctima más de la guerra que están llevando ahora mismo adelante. 
Me revienta la hipocresía, la doble moral, la pornografía sentimental del europeo -y el norteamericano medio y de tantos otros- atosigado por la mala conciencia y paralizado frente a su concreta complicidad. Es hora de denunciar dicen y denuncian cualquier cosa que les sirva para mantener esa maldita buena conciencia paralítica que ni siquiera les permite diferenciar quien es el enemigo, quien es el causante de estas atrocidades. Y viralmente enfermos siguen adoptando la cara de póker de causas generales  que son funcionales a sus amos de la OTAN, sin capacidad de actuar, como si la denuncia, el dedo que pulsa el botón fuera bastante, como si esta pavorosa homogeneidad y falsa simetría entre la víctima y el asesino les garantizara que nada cambiará.
¿Acaso el miedo a “estar peor” es ya dueño de todo el espíritu de este tiempo?  ¿Acaso el miedo es el señor al que sirven de rodillas?
¿Adónde has huido bendita rebeldía?
No lo se, pero supongo que el virus y lo viral sólo puede prosperar en un cuerpo enfermo. Y la mentira y la pornografía de la muerte han sido previamente instaladas en una cultura enferma, una cultura zombi. La cultura que llamamos hegemónica, la que padecemos cada día.  
Quisiera creer que ha llegado la hora de actuar y de no permitir que sigan manipulando y robándonos hasta la infancia.

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