Por Paula Klachko
Tal
como hacemos referencia en el título de nuestro artículo, consideramos que la
batalla ideológica y política estratégica de nuestro tiempo y territorio
social, rondando el bicentenario de las declaraciones de la independencia, es
la (re)valorización histórica del proceso revolucionario bolivariano en
Venezuela. Es allí donde se libra la principal lucha contra la restauración
neoliberal, que pretende la desestructuración y destrucción de los cambios
revolucionarios que se han gestado como vanguardia de la nueva emancipación
nuestroamericana.
Dicha
revolución popular constituye -como no podría ser de otra manera para ser una
genuina revolución- un proceso vivo, apasionado, contradictorio, con avances,
retrocesos, ambigüedades que propician el aprendizaje tumultuoso de quienes son
protagonistas y hacedores de su historia y ya no meros receptores pasivos y
víctimas de las decisiones de las élites que vivían cómodamente de un
capitalismo parasitario basado en la renta petrolera.
Un
pueblo y un gobierno revolucionario que deben consolidar su hegemonía para
poder derrotar a sus enemigos de clase de adentro y de afuera, y que por ello
necesitan de toda la solidaridad de los pueblos y de los intelectuales
orgánicos de las causas populares, más aún de quienes habitamos fuera de ese
territorio revolucionario y que debemos confrontar con esa guerra de cuarta
generación que nos libran en todos los terrenos y frentes1.
En
este artículo nos proponemos aportar a la revalorización histórica de la
revolución bolivariana pero no mediante un inventario de los múltiples avances
en la calidad de vida política, económica, social y cultural del pueblo, que ya
es una realidad conocida aunque se intente tapar (tarea inútil, pues no se
puede tapar el sol con la mano), sino aportando elementos para el debate,
mirándonos al espejo de un futuro probable si derrotaran la revolución: lo que
estamos padeciendo en la Argentina de la mano de la restauración neoliberal. Si
tenemos en cuenta que en la Argentina gobernada por el kirchnerismo no se
llevaron a cabo cambios revolucionarios sino políticas con aspectos
progresistas que redundaron en una mejor calidad de vida para el pueblo, con
avances y limitaciones, y aun así el nuevo gobierno de la “ceocracia” va
destruyendo uno a uno todos esos logros, es seguro que el ensañamiento en
desandar las conquistas revolucionarias en Venezuela sería mucho más violento y
revanchista.
Para
ello reflexionaremos en torno a dos grandes dimensiones:
1-
el campo de las relaciones de fuerza política, la lucha política, la
construcción de poder popular y el estado
2-
la lucha ideológica.
Introducción
Partimos
de establecer la necesidad de la autocrítica para ejercer la autovaloración
histórica. Entre el activismo popular e intelectual de las izquierdas
latinoamericanas comprometidas y protagonistas de los procesos de cambios
progresistas de principio del milenio existe un consenso de que hace falta más
autocrítica. Sin embargo, esa necesidad se inscribe en una delgada línea no
exenta de paradoja: entre la imprescindible autocrítica y crítica para
rectificar a tiempo y la necesidad también imperiosa de no “dar de comer” al
enemigo. Este problema no lo tiene la ultraizquierda que se sitúa o situó por
fuera de los gobiernos progresistas y de izquierda, y que muchas veces “han
dado de comer” a la derecha. Tampoco sirve tanto rasgarnos las vestimentas por
la falta de autocrítica después de las derrotas: momento en que somos más dados
a la autocrítica y a ver los errores, cuando ya los errores quedan plasmados
por esas mismas derrotas.
Esta
necesidad de abrirnos a la autocrítica constructiva se complementa con un
trabajo de valorización o revalorización permanente de lo logrado, lo avanzado,
lo conquistado, que es ¡mucho! en todos los aspectos. Más aún los que libramos
la batalla de ideas debemos recalcar que, en esta etapa de crisis capitalista,
que modificó el precio de nuestros productos de exportación, el “ajuste” por
menores ingresos en el Estado en nuestros países dependientes puede realizarse
hacia abajo o hacia arriba. Y esto último es lo que distingue a los procesos de
cambio revolucionarios o progresistas (ajuste hacia arriba) de los procesos de
cambio contrarrevolucionarios (ajuste hacia abajo), tal como lo ilustran los
casos de Venezuela y Argentina respectivamente.
Venezuela
está pasando por duros sacrificios. Es que todas las revoluciones han pasado
por enormes sacrificios, sobre todo aquellas que intentaron acabar mas
abruptamente con las relaciones sociales capitalistas de producción y de
dominación, en las que se refundaron las relaciones políticas, económicas y sus
instituciones, con los cambios culturales que ello conlleva, y que incluyeron
insurrecciones o defensas armadas del pueblo.
Se
hace necesario reforzar las defensas ideológicas en las calles, un trabajo de
hormiga para contribuir a revalorizar lo propio, a valorar el enorme esfuerzo
revolucionario que están protagonizando con los grandes sacrificios que
implica, y mostrar lo que puede pasar si cae la revolución. Lo que puede
mostrar ese espejo del futuro a los venezolanos es sin duda peor que las
calamidades sociales que comenzamos a padecer en Argentina y que intentará
implementar rápidamente el gobierno ilegítimo transitorio en Brasil (despidos
masivos, desocupación, crecimiento de la pobreza, tarifazos, cierre de
programas sociales, criminalización de la protesta social2, limitación de los derechos, etc.),
pues es mucho mas lo que los bolivarianos avanzaron en la redistribución de la
riqueza y construcción de poder popular en ese “extraordinario” ejemplo para
los pueblos del mundo que por esos mismos motivos se constituyó en una
“extraordinaria” amenaza al imperialismo. Así pues, la revancha clasista será
violenta si llega a derrotar a la revolución. Por eso los venezolanos metidos a
veces en la lucha por la supervivencia diaria quizá no puedan llegar a valorar
del todo la gesta histórica antiimperialista y anticapitalista que están
protagonizando.
Algo
similar sucedía en la Cuba de los 90 durante el “período especial”, en la que
los agoreros del fracaso apostaban a ver cuánto tardaría en caer la revolución
luego de la caída de la URSS. Algunos jóvenes militantes que llegábamos con las
brigadas solidarias tratábamos de contribuir a reforzar sus propias y fuertes
defensas ideológicas. Tratábamos de mostrar a cierta juventud cubana inquieta
que añoraba consumir aquello que les vendían desde la propaganda capitalista,
la realidad de nuestros países que en Cuba no conocían: los pies descalzos de
los niños pidiendo en las calles, familias enteras sumidas en el desamparo, en
situación de calle, por ejemplo, en la Argentina de la era menemista, la que
“entraba al primer mundo”. Cuba siguió digna y de pie, con no pocos problemas y
obstáculos, y, como ya es parte del decir folclórico latinoamericano, fue el
faro que alumbró las luchas y resistencias. Pero hacia fines de los 90 ya no
estaría sola. Pues de la mano del comandante Chávez en Venezuela comenzó a
parirse otra revolución que sería la vanguardia del cambio de época progresista
en América Latina que ensayaría caminos de salida del derrotero neoliberal.
Por
eso, hoy cuando estamos o nos acercamos a los bicentenarios de las
declaraciones de la independencia del imperio español, todos los venezolanos y
latinoamericanos debemos hacernos más conscientes del valor histórico del
proceso bolivariano, como un real avance hacia la segunda independencia, como
vanguardia de una nueva ola histórica de independencia respecto del
imperialismo de nuestro tiempo.
1- La lucha política, la construcción de poder
popular y el Estado
Comencemos
por abordar los conceptos de Estado, aparato estatal, gobierno y poder
político, que apuntan a diferentes momentos y cristalizaciones de las
relaciones de fuerza y de poder, es decir, no significan lo mismo aunque muchas
veces se los utilice indistintamente.
Lejos
de la imagen cosificada, el estado es una relación
social de poder -o múltiples relaciones sociales de poder- es la expresión
política de la lucha de clases, no es una maquinaria. Expresa al conjunto de
las relaciones de fuerzas sociales, políticas y militares que cristaliza en el
ordenamiento social vigente, del cual el aparato estatal es una manifestación, un órgano que refleja
esa situación de poder centralizando y organizando la violencia y la
legitimidad. Poder político refiere a esta
acepción de estado. Mientras que gobierno remite a la fuerza
social política que comanda coyunturalmente el aparato del estado, y en tal
sentido puede poseer mayores o menores cuotas de poder real observable en las
políticas que diseña y ejecuta.
El
Estado y el aparato del estado pueden ser relativamente autónomos de las
fracciones burguesas en particular, pero no de los intereses históricos de la
burguesía en su conjunto. A menos que se trate de un proceso revolucionario que
instaure otra clase dominante y modifique las características del Estado, y,
entonces, se trataría de la transición hacia otro tipo de Estado orgánico a
otra clase social o al pueblo, como es el caso de la República Bolivariana de
Venezuela.
Si
bien desde el punto de vista teórico podemos distinguir entre poder, estado, aparato de estado y gobierno como conceptos e
instancias que se entrecruzan en un escenario de correlación de fuerzas, en el
caso de la Argentina actual coinciden en este momento histórico concreto
determinado los cuatro elementos. La fracción de la burguesía más concentrada
que ahora ocupa el gobierno nacional tiene realmente el poder en el sentido del
manejo real de los principales resortes y soportes del poder social económico
cultural, mediático y político. Controlando las principales instancias del
poder de la sociedad civil y de la sociedad política.
Controlan
el gobierno, el aparato de estado y sus cajas, los bancos públicos y privados,
las usinas culturales y mediáticas públicas y privadas, el gobierno y los tres
poderes públicos republicanos (lograron hacerlo incluso con el poder
legislativo donde no tienen mayoría, y sin embargo impusieron, por ejemplo, la
ley de pago a los fondos buitres, y en el caso de otra ley “antidespidos”
aprobada en el congreso luego fue vetada por un decreto presidencial), las
principales empresas de las diversas ramas de la industria incluido por
supuesto la explotación y renta de la tierra que es una rama de la industria.
Como si esto fuera poco, cuentan con el total apoyo imperialista. En este
sentido los grados de avance en la acumulación de fuerzas del campo del pueblo
logrados en el período anterior cuentan con muchas condiciones para decaer en
la correlación de fuerzas, no solo en el campo de las relaciones
político-institucionales, sino en todos los aspectos, pasando a tener que
desplegar una lucha defensiva.
En
Venezuela podríamos pensar que con la Revolución Bolivariana si bien no se
logra acaparar el control de todas las relaciones de poder, mediante el acceso
al gobierno y a los aparatos de estado, se logra apuntalar en buena medida
(aunque insuficiente por obstáculos y boicot externos que potencian los errores
propios y nos ponen frecuentemente a la defensiva) el proceso de construcción
de poder popular, sobre todo con las Comunas, Consejos Comunales y Bases de
Misiones Socialistas, al tiempo que el manejo de buena parte del aparato del
estado logró arañar y corroer el poder de las oligarquías que tuvieron que
pasar a la defensiva, intentando pasar a la ofensiva en numerosas ocasiones,
lográndolo con envión a partir de la muerte del Comandante Chávez y más aún a
partir de los resultados electorales parlamentarios de diciembre de 2016, que
modificaron la correlación de fuerzas políticas-institucionales.
De
esa manera, en Venezuela, existió y existe un desarrollo de la construcción de
poder popular desde arriba y desde abajo3, sostenido por la presencia de los
elementos que clásicamente se han considerado necesarios para hablar de la
construcción de grados de poder popular, como grados de control territorial,
militar, cultural y económico4, y creciente decisión y
protagonismo de las masas populares en los asuntos públicos locales, regionales
y nacionales. A las que se agregan las posturas soberanas frente al mundo y al
imperialismo.
Por
ello, amén de cierto desgaste producido por la agotadora situación económica,
existe una base revolucionaria decidida a defender la revolución por los medios
que sean necesarios, acompañada en dicha convicción por la dirigencia de la
revolución que hoy ocupa el gobierno del Estado y la porción mayoritaria de los
cuerpos militares.
Hoy
en un contexto de obturación creciente de los canales de desarrollo pacíficos
de los cambios progresistas y revolucionarios en nuestra región, intentan
arrinconar a Venezuela y llevarla a la guerra civil abierta frente a lo cual el
heterogéneo frente chavista se muestra con la firme voluntad y disposición al
combate para defender a la revolución.
Sin
embargo, es importante debatir con cierto basismo que desestima la importancia
estratégica de defender y mantener el mando de esa “trinchera más avanzada de
la sociedad civil”5 que es el Estado y sus aparatos de
monopolio del mando social. La revolución es el pueblo revolucionario y es el
gobierno revolucionario del pueblo. Son las dos caras de la misma moneda.
La
derecha en sus diversas facciones y partidos políticos (en sentido restringido
según Gramsci, que después analizaremos), es capaz de disputarse a muerte los
hilos del poder de la sociedad burguesa, pero estando en la oposición es más
fácil unificar sus intereses contra su enemigo común: el pueblo en revolución y
en el gobierno del Estado. El Estado Mayor Conjunto de esas fracciones
burguesas ya no es la oligarquía mantuana indignada por la rebaja de sus
privilegios y status, sino el imperialismo mismo, con todos sus recursos.
Entonces vemos a toda la caterva de referentes de la derecha mundial, de
nuestros históricos patrones de la vieja Europa y sus lacayos de estas tierras
aunarse en un canto de sirenas de defensa a la fosilizada democracia
occidental, cristiana y burguesa, tal como reaccionaron con la Cuba
revolucionaria cuando la echaban de la OEA y utilizaban toda clase de excusas
para comenzar con el bloqueo como reacción a las dignas expropiaciones
revolucionarias.
En
este sentido, frente a la creciente unificación de nuestros enemigos debemos
valorar la estratégica necesidad de que nuestro Estado Mayor Conjunto conserve
la posición de mando del Estado y de las Fuerzas Armadas Nacionales
Bolivarianas (FANB). Al tiempo que, por supuesto despliega la construcción de
poder popular y la lucha en todos los terrenos. Los distintos referentes y
dirigentes revolucionarios actuales son conscientes de la necesidad -otra vez
tomando a Gramsci- de la combinación de la guerra de movimientos y de
posiciones6.
En
aquellas experiencias que se han puesto a la vanguardia del cambio de época
progresista en América Latina se debate incesantemente acerca del carácter de
los Estados en construcción. En ese sentido se hace referencia a Estados de
transición hacia lo que configura aun un horizonte lejano: el socialismo.
Socialismo del cual se van constituyendo trazas, caminos, experiencias que no
tiñen todavía al conjunto del orden social, sino que se constituyen por dentro
del capitalismo propio de nuestros países dependientes. Con justicia en
Venezuela se señala el pasaje del Estado de derecho (clásico Estado burgués que
emerge como modelo a seguir a partir de la Revolución Francesa que reconoce en
el centro a los derechos políticos del ciudadano-individuo7) a un Estado de Derecho y Justicia,
figura a través de la cual se entronizan además de los derechos políticos, los
derechos sociales, culturales y económicos del soberano: el pueblo. Con lo que
se cristaliza en los nuevos textos constitucionales la fenomenal ampliación de
la ciudadanía en términos políticos, sociales, culturales y económicos. Más aún
en aquellos procesos, como el boliviano o el ecuatoriano, que institucionalizan
el “Vivir bien”.
Pero
además en Venezuela crece, fomentado por el gobierno revolucionario y hecho
carne desde la base revolucionaria, un Estado paralelo: el Estado Comunal, que
se constituye en el legado político más contundente del Comandante Chávez antes
de morir, como lo dejara plasmado en los dos documentos más relevantes: “Golpe
de timón” y el “Segundo Plan de la Patria”: “Comuna o nada”.
En
la actualidad (julio 2016) existen 1.567 Comunas que agrupan a 46.118 Consejos
Comunales según el contador de comunas que publica el Ministerio del Poder
Popular para las Comunas y los Movimientos Sociales8. No sin numerosos obstáculos y
sacrificios (como en toda revolución) crecen las experiencias organizadas en
comunas, muchas veces en oposición a partes del aparato de Estado formal que
obstaculiza el desarrollo del Estado Comunal, al tiempo que es apoyado
firmemente también por el Estado Revolucionario, ese “Leviatán a contramano”
como graficó Miguel Mazzeo9. Cuentan para ello con el
Ministerio del Poder Popular para las Comunas y los Movimientos Sociales, y con
el Consejo Presidencial de Gobierno Popular con las Comunas. Experiencias que
afuera de Venezuela no se conocen más que por los círculos militantes, que no
se difunden, pero son numerosas, estratégicas y constituyen el desafío político
más importante a las relaciones políticas burguesas dominantes, que incluyen e
integran la gestión comunal de proyectos productivos además de los asuntos
públicos de las comunas10.
Como
queda de manifiesto en el maravilloso documento “Ideas fuerza para el debate”
del Consejo Presidencial de Gobierno Popular con las Comunas, que constituye una
verdadera guía abierta para debatir y construir el socialismo: “Todo
esto es el germen para un nuevo de modo de vida que rompe con las relaciones
sociales de dominación que nos ha impuesto el orden hegemónico del capital, un
nuevo modo de vida que ocurre en la Comuna y que progresivamente debe ir
expandiéndose por todo el país para configurar una forma de vida sin explotados
ni explotadas, sin la depredación de la naturaleza, sin la reproducción de
relaciones de dominación patriarcal, capitalista ni colonialista”11.
Nuestro
principal intelectual revolucionario actual latinoamericano, el vicepresidente boliviano
Álvaro García Linera, ha afirmado y explicado numerosas veces que es en el
trabajo asociativo y cooperativo donde se encuentran los gérmenes de socialismo12.
Es
entonces en la praxis concreta y teórica de las experiencias comunales que se
construye la revolución en relación dialéctica, aunque no sin obstáculos, y con
el apoyo e impulso del gobierno revolucionario.
El
Estado Comunal es el destino, la meta, del “atajo” que tomó el comandante
Chávez mediante las Misiones Sociales y Socialistas para no quedar atado al
viejo, burgués y burocrático aparato de Estado y su red institucional, que en
los marcos de un proceso revolucionario pacífico no puede dar por tierra abruptamente
con las instituciones heredadas sino que debe atenerse a transformarlas desde
adentro y con leyes, como por ejemplo la Ley Orgánica de Comunas. Además un
Estado de Derecho y de Justicia es un Estado que se agranda, se hace más
presente, necesita más cuadros, funcionarios, empleados para atender mas
necesidades13 y no se tiene -como en su contracara: los
estados neoliberales o “CEOcráticos” como el de Argentina- la política de
despedir trabajadores.
Este
es el sinuoso camino plagado de obstáculos y contradicciones que se transita
hacia un Estado Socialista. Por lo tanto el proceso histórico político en
Venezuela no es reformista, es revolucionario. No se orienta al capitalismo
renano como horizonte tal como lo planteó y plantea el posibilismo, sino que en
la transición se va gestando la semilla de poder político, cultural y económico
en las propias entrañas del monstruo capitalista.
Al
mismo tiempo que en Venezuela se consolidaba, para luego llegar al gobierno, la
semilla revolucionaria con Hugo Chávez, a fines de los 90 en la Argentina se
conformaba una fuerza partidaria, el Frente para un País Solidario (FREPASO)
que canalizó electoralmente a buena parte de las expectativas de cambio que
venían creciendo de la mano de la resistencia popular a las consecuencias de
las políticas de ajuste neoliberal, pero que justamente quedó atrapada en el
posibilismo, sobre todo al plasmar la alianza con la Unión Cívica Radical (UCR)
conducida por los sectores mas neoliberales de este tradicional partido. Una
vez en el gobierno, en 1999, con Fernando de La Rua como presidente y el mismo
ministro de economía del gobierno menemista, Domingo Cavallo, coronaron la
quiebra del país y la ruina de amplias capas del pueblo con la continuidad de
esas políticas neoliberales que no cuestionaban, sino que pretendían
implementarlas sin corrupción, como si tal cosa fuera posible.
Más
tarde, en 2003, ya hundidos en la crisis de hegemonía, tampoco el kirchnerismo
se dispuso como horizonte salir del capitalismo, pero sí planteó serios
desafíos que de ser adoptados en su plenitud pondrían obstáculos al afán
desenfrenado de acumulación de las fracciones mas concentradas del capital.
Históricamente
los intentos de capitalismo mas redistributivo o de bienestar han seguido el
mismo derrotero: son “tolerados” por las oligarquías mientras sirven para
recomponer la tasa de ganancia, reacomodan las fuerzas productivas (incluyendo
destrucción) en favor de una nueva ola de acumulación de capital más
concentrado, y recomponen, de paso, la legitimidad política del sistema. En ese
camino se favorecen los pueblos en la relación de fuerzas con las clases
dominantes mas concentradas, por eso hay que apoyar esos procesos progresistas
con todas las fuerzas, pues generan muchísimas mejores condiciones del terreno
y fortalecen a la clase obrera y al pueblo, siempre y cuando estén acompañadas
de formación política masiva (que es lo que se viene observando cómo
autocrítica actual que falta o faltó al menos en la cantidad o masividad
necesaria en las distintas experiencias tanto progresistas como
revolucionarias). Sin embargo, una vez consolidada la recomposición política y
económica y se evidencia alguna limitación en la evolución de la tasa de
ganancia, los procesos políticos progresistas, aun los que no sacan los pies
del plato capitalista, son fuertemente boicoteados por las élites económicas
mediante diversas tácticas y estrategias acordes a la coyuntura: ayer los
golpes militares directos, hoy los golpes blandos, y la guerra de amplio (o
todo) espectro de IV Generación14.
Ejemplos
históricos de intentos de formas capitalistas más democráticas, redistributivas
y soberanas que luego son boicoteados, desgastados moral y materialmente para
luego interrumpirlos violentamente, hubo muchos en el mundo y en nuestra región
en particular, como el gobierno de Juan D. Perón en Argentina, el de Jacobo
Árbenz en Guatemala, el de Juan Bosch en República Dominicana, y aún más
violentamente a las experiencias que intentaron ir más allá del capitalismo
como la Revolución Nicaragüense, pasando por Salvador Allende en Chile. O más
recientemente los golpes institucionales y no tanto, a los gobiernos
progresistas de Manuel “Mel” Zelaya en Honduras, Fernando Lugo en Paraguay, y
ahorita mismo con Dilma Rousseff en Brasil, entre otros, alcanzan para afirmar
que nuestras clases dominantes aliadas históricamente a los imperialismos
capitalistas solo coyunturalmente “permiten” ese desarrollo
político-gubernamental de las fuerzas progresistas y luego apelan a los
mecanismos que consideran en cada coyuntura histórica para acabar con esas
experiencias.
En
las diversas experiencias, una vez clausurada esas vías de ampliación
democrática que no se proponían salir del capitalismo como horizonte sino que,
aún dentro del sistema, redistribuyeron la riqueza disminuyendo la desigualdad
y el desamparo social, y elevaron los grados de soberanía política y económica,
las alianzas políticas que expresan a las fracciones mas concentradas del poder
del capital apelando a operaciones de desgaste ejecutadas por el vitalicio
poder judicial, y al soporte cotidiano y omnipresente de los monopolios de la
comunicación a su servicio, retoman los mandos del estado desde donde avanzan
en la destrucción una por una de todas las conquistas populares, tal como está
sucediendo ahora en la Argentina.
Así
las fuerzas conservadoras o restauradoras asociadas al imperialismo intentan
retomar esa maniobra histórica de ofensiva por las buenas o por las malas,
apuntando y obteniendo más éxito en su recuperación reaccionaria de los mandos
del estado y los gobiernos en aquellos países que formaron parte del segundo anillo progresista (en Sudamérica:
sobre todo Argentina y Brasil y en menor medida Uruguay) que jugaban un rol
estratégico de colchón y contención antiimperialista de protección a los
procesos revolucionarios que conforman el primer anillo: Venezuela, Bolivia y Ecuador15.
Retomando
el caso de Venezuela, allí el proceso revolucionario va cabalgando entre el
Estado de Derecho y Justicia y el Estado Comunal, al tiempo que se libra una
guerra en todos los frentes y la jaula de hierro de la burocracia corrupta
capitalista no deja de poner trampas y obstáculos en todos y toditos los
ámbitos de la vida política, económica, etc. De esta manera nos volvemos a
preguntar aquel interrogante que se escucha y lee en muchos ámbitos de debate
político: ¿se puede construir socialismo desde adentro del monstruo capitalista
y en paz? Este dilema o debate histórico ya nos lo ha contestado la propia
historia de todos los procesos revolucionarios que alcanzan sus límites en
tanto y en cuanto no existe revolución anticapitalista en un solo país. En cada
uno de sus discursos y escritos, García Linera lo vuelve a afirmar: “O la
revolución es mundial y continental o es caricatura de revolución”16.
Mientras
tanto en este punto de inflexión o de bifurcación – para usar palabras del
vicepresidente boliviano- en Venezuela hay disposición al combate y defensa
armada de la revolución.
Si
bien los procesos de cambios progresistas en democracia van siendo obturados
por las derechas sociales y políticas y sus monopolios de la comunicación, son
los propios gobiernos progresistas y revolucionarios los que respetan esas
reglas de juego políticas hasta la exageración, son “más papistas que el papa”.
Como el caso de las elecciones realizadas en Venezuela en plena guerra
económica en diciembre último, y de Dilma Rousseff en Brasil atrapada por las
redes burocráticas legales pero no legítimas. Y se hace cada vez más difícil
separar los términos democracia y capitalismo, pues nos toman la delantera en
la batalla por el sentido común en la que rige el sálvese quien pueda y la
libertad de iniciativa individual y de mercado como motor del progreso individual
y social. Sin embargo son términos no solo separados sino antagónicos: la
profundización del capitalismo lleva a la clausura democrática y la
profundización de la democracia lleva a la clausura del capitalismo17.
En
la Argentina post crisis de 2001/2, luego de casi 20 años del retorno de las
formas democráticas institucionales, se retomaba con pasión el debate acerca de
a qué tipo de democracia podíamos aspirar: si a la formal y fosilizada18 o la participativa, incluyente y
protagónica. Desde el “con la democracia se vive, se come, se educa” de Raúl
Alfonsín (primer presidente argentino del retorno democrático de 1983) que no
se pudo plasmar en la experiencia real, por las propias limitaciones
ideológicas, programáticas y políticas y por la enorme cantidad de obstáculos
externos, económicos y militares, pasando por la salida neoliberal de esa
crisis que llevó al capitalismo democrático a su mínima expresión, para pasar
20 años después al importante avance hacia la amplitud de la ciudadanía social,
cultural, económica y política, con la experiencia del gobierno kirchnerista,
que atenazada finalmente y eficazmente por la zanahoria capitalista mediática
nos retrotrae hoy a la democracia vacía, de las formas por sobre los
contenidos, aun cuando ni siquiera se respetan las formas, pero en manos de las
élites blancas, cultas y ricas dueñas y beneficiarias de esa democracia. Así a
diferencia de la revolución bolivariana, en Argentina avanzamos hacia lo que
Atilio Borón ha denominado recientemente como “un régimen semi-autoritario o,
para decirlo con palabras un poco más amables, a una democracia de baja
intensidad” al tiempo que también vamos hacia otra involución que supone “una
transición desde un estado soberano a otro de carácter semi-colonial, presto a
obedecer los mandatos emanados de Washington alineándose incondicionalmente con
la política exterior de Estados Unidos”19. Estos son los polos de la lucha
política hoy en Nuestra América: un Estado Soberano de Derecho y Justicia en
construcción del Socialismo Comunal (Venezuela) o en Estado neoliberal y
semi-colonial (Argentina).
2- La lucha
ideológica
En
la disputa por la construcción de los sentidos comunes que rigen nuestro
accionar cotidiano y que van tejiendo una red social de opinión que luego tiene
su correlato político, las usinas de producción en serie de enlatados
propagandísticos de las bondades capitalistas nos llevan ventaja. Para ello
cuentan con múltiples instituciones y medios para reproducirlas y difundirlas
con los más simples o sofisticados métodos. Desde universidades y centros de
formación e investigación, pasando por el copamiento del espacio público
virtual, hasta las corporaciones monopólicas de comunicación y de cultura del
poder económico concentrado. Además no tienen el obstáculo epistemológico ni
ético de tener que decir la verdad, por lo tanto la fábrica de mentiras que
venden hace funcionar de maravillas su maquinaria en el sentido ideológico y
comercial.
Los
instrumentos ideológicos que utilizan desde las usinas de pensamiento del poder
capitalista son tan elementales y burdos y sin embargo tienen caladura en una
parte del sentido común popular. Tomemos como ejemplo el estudio citado en la
página de Internet de la poderosa Venamcham (Cámara Venezolano - Americana de
Comercio e Industria) acerca del índice de “Libertad Económica” (así con
mayúsculas pues para ellos es un mandamiento sagrado) realizado por The
Heritage Foundation y The Wall Street Journal. En el artículo titulado “El
control de la libertad económica”, describen que, según el índice, se entiende
por Libertad Económica “el derecho fundamental de todo ser humano para
controlar su propio trabajo y la propiedad. En una sociedad económicamente
libre, las personas son libres de trabajar, producir, consumir e invertir en
todo lo que quieran. En las sociedades económicamente libres, los gobiernos
permiten mano de obra, capital y bienes se muevan libremente, y se abstienen de
coerción o restricción de la libertad más allá de la medida necesaria para
proteger y mantener la libertad misma”. Por supuesto que para quienes somos
conscientes de las asimetrías fundantes e insalvables de la sociedad
capitalista en la que salen perdiendo las enormes mayorías populares, ya estas
nociones nos parecen ridículas, solo dignas de unos cuentos de hadas para un
lector desprevenido.
Diversas
variables -sin explicación alguna de cómo se miden- constituyen el índice, como
por ejemplo: derecho a la propiedad y a la libertad laboral. Ya sabemos que el derecho a la propiedad
privada en el capitalismo está por encima del derecho a la vida. Y el derecho a
la libertad laboral refiere a que la o el trabajador pueda venderse
“libremente” a quien demande su trabajo si es que lo hace y en las condiciones
que se ofrezcan también “libremente”. Estas condiciones constituyen la
verdadera y añorada libertad
laboral para la patronal: exprimir al máximo a la fuerza de
trabajo y liberarse o reducir a su mínima expresión la cantidad de escollos
para su contratación y descontratación. Necesitan, por ejemplo, bajos grados de
sindicalización, limitar el derecho de huelga, bajas o nulas indemnizaciones
por despidos, “flexibilización” de horarios de trabajo y otros derechos, que
generan mayor “libertad” para las empresas. Desde el discurso neoliberal estas
“condiciones” promueven la generación de empleo. Estas simploides
argumentaciones ya descartadas por la experiencia histórica, son nuevamente
traídas a escena -como un triste deja
vú de la década de los
90- por ejemplo por el gobierno de Macri en Argentina en la que se han
producido despidos masivos -167.00020- comenzando por el sector público
y siguiendo por el privado, se ha limitado el derecho a huelga21, y en estos momentos están
intentando reducir las indemnizaciones por accidentes de trabajo.
En
el estudio citado las categorías en las que puede resultar encasillado un país
en ese índice de libertad
económica van desde: libre,
mayormente libre, moderadamente libre, mayormente controlada o reprimida. Por supuesto que
el control soberano de la economía nacional es considerado como la represión al
sagrado derecho capitalista y por lo tanto Venezuela ha caído en esa maldecida
posición de Estado Soberano. Así Venezuela “continúa ubicándose en la categoría
de Reprimida, no obstante, es la primera vez que el país se
localiza entre los últimos tres lugares del índice y sólo se encuentra por
encima de dos naciones como lo son, la República de Cuba y la República Popular
de Corea del Norte”22. Así la revolucionaria Venezuela
“cae” junto a Cuba para dignidad de su pueblo.
Sin
embargo, estas absurdas ideas que intentan justificar las enormes injusticias
como si fueran hechos naturales, impactan en partes del pueblo que han mejorado
su calidad de vida con los procesos progresistas o revolucionarios. Y esto se
relaciona con un punto fundamental de la autocrítica que se viene realizando en
los procesos revolucionarios vigentes y en los progresistas que están siendo
derrotados: la falta de formación política de cuadros y masas, que aún
habiéndose hecho a escala mayor que en otro momentos por contar para ello con
algunas herramientas del Estado, no se desplegó con la masividad necesaria.
También
Álvaro García Linera, en su reciente conferencia en Buenos Aires, observaba que
en el proceso boliviano “hay una ampliación del sector medio, de la capacidad
de consumo de los trabajadores, hay una ampliación de derechos, necesarios,
sino, no seríamos un gobierno progresista y revolucionario. Pero, si esta
ampliación de capacidad de consumo, si esta ampliación de la capacidad de
justicia social no viene acompañada con politización social, no estamos ganando
el sentido común. Habremos creado una nueva clase media, con capacidad de
consumo, con capacidad de satisfacción, pero portadora del viejo sentido común
conservador”23.
Miremos
sino cómo en la Argentina importantes sectores de las capas medias y de
trabajadores salidos de la pobreza han optado por un cambio regresivo que les
prometía cuidar sus intereses gastando menos en mejorar la vida de sus iguales.
Las
mejores escuelas de formación política de masas se constituyen en el propio
desarrollo de la auto organización popular. En el debate sistemático de los
ámbitos de organización de base, en los que se suelen incluir desde las tareas
cotidianas hasta los debates de la coyuntura política e histórica, que cuando
se gestan de la mano de la coordinación de una fuerza nacional se multiplican y
entremezclan potenciando el aprendizaje e intercambio. Si a ello se le suma la
tarea específica de cuadros intelectuales, es decir, especialmente formados
para la educación política popular, mediante la realización de cursos de teoría
y de historia se complementa la construcción de conciencia.
En
algunos casos, sobre todo los que formaban parte del segundo anillo progresista,
como Argentina y Brasil, no se ha fomentado -al menos no en forma prioritaria-
o se ha subestimado el impulso a la auto organización popular mas allá de lo
declamativo y por fuera de las canales formales o institucionales. Más bien se
impuso una relación líder – masas: con momentos de apego y otros de cierto
abandono. Tal como algunos autores señalan que se caracterizan las relaciones
entre líderes y masas en los populismos24. Se convoca a las masas por
ejemplo a actos, marchas, concentraciones o a votar, preferenciando ese vínculo
por encima de la generación de espacios de auto-organización y canales de apoyo
y comunicación, como sí se realiza, aún con limitaciones, en la Venezuela
revolucionaria con el impulso a las Comunas, los Consejos Comunales, las
Milicias Bolivarianas, las Unidades de Batalla Bolívar – Chávez del Partido
Socialista Unido de Venezuela, otras fuerzas políticas que forman parte del
Gran Polo Patriótico Simón Bolívar y la proliferación de colectivos y
agrupaciones diversas. A ello se le suma la constante creación de ámbitos de
participación política y económica como los Congresos de la Patria y los
Comités Locales de Abastecimiento y Distribución (CLAP) para hacer frente a la
escasez y la inflación inducidas y el acaparamiento, pilares de la guerra
económica contrarrevolucionaria. Las limitaciones a la construcción de
conciencia y organización están dadas por el inmenso poder de fuego de las
corporaciones mediáticas que, por la propia libertad de expresión -levantada
sobre la misma ficción que la libertad de comercio pues no tiene en cuenta la
asimetría fundacional- permitida por estos procesos revolucionarios,
democráticos y pacíficos, se sigue fortaleciendo. Ni los medios estatales
refundados o gestados con gran calidad y reorientados desde los intereses
populares lograron la masividad necesaria por fuera de las fracciones del
pueblo claramente alineadas o con mayor conciencia de su propia situación, activistas
e intelectuales de izquierda o progresistas.
Las
grandes corporaciones mediáticas cuentan además con un estado mayor conjunto a
nivel regional: la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Como lo ha
denominado Fernando Buen Abad: el Plan Cóndor comunicacional. Puesto que
manejan un arsenal de “armas de guerra ideológicas” que disparan desinformación
y distorsión de la realidad, con la que producen y reproducen la hegemonía. Las
fuerzas de represión comunicacional tienen una capacidad de virulencia y
coordinación muy rápida que ocupa las trincheras del terreno que constituye el
imaginario colectivo25.
Entre
los tantos discursos a contrarrestar, de lo cual se ocupan cotidianamente las
voces de nuestros referentes -como el mismo presidente Maduro- y nuestros
medios -como Telesur y muchos medios alternativos más- retomamos aquí algunas
aristas, que forman parte de los que Atilio Borón denomina
“vulgorepublicanismo”26. Sobre todo respecto a algunas
formulas congeladas en el sentido común por las democracias fosilizadas, como
la supuesta necesaria alternancia de los dirigentes (presidentes) tan mentada
en los medios de comunicación monopólicos de Bolivia con la que manipularon al
pueblo induciendo al voto negativo en el referéndum por la repostulación de Evo
Morales del último febrero.
En
este sentido apelamos a la concepción gramsciana de partido en tanto formas
organización de la voluntad colectiva que constituyen la expresión de un grupo
social, y que pueden presentarse bajo los nombres más diversos, aun con el
nombre de anti-partido y de negación de los partidos, como por ejemplo
periódicos y religiones27. Constituyen el estado mayor
conjunto de una clase social y definen el interés estratégico de la clase en su
conjunto que luego puede ser expresado por diferentes partidos en sentido
restringido, como fracciones o facciones de ese partido orgánico, como el
ejemplo al que nos suele remitir Borón sobre el bipartidismo estadounidense que
expresa los mismos intereses. Dos partidos que se alternan para la conducción
de la principal potencia imperialista, que son partes del mismo partido del
gran capital y el imperialismo. Por eso, a pesar de las declamaciones, el pluripartidismo burgués puede ser artificial y, por
ejemplo, el unipartidismo cubano contiene un potencial de debate incluso mayor
que el de los sistemas pluripartidistas. Por supuesto que los “principios” del
vulgorepublicanismo son absolutamente flexibles e intercambiables por
cualquiera que sirva a las fracciones concentradas del capital contra las
fuerzas progresistas o revolucionarias.
Otro
discurso en oposición al cual podemos seguir construyendo el propio es la
invocación de las fuerzas social-políticas de derecha que toman el mando del
Estado -como en Argentina- o intentan tomarlo -como en Brasil- acerca de la
necesidad de “volver al mundo”. ¿A qué mundo se refieren? Pues no son muy
originales: su “mundo” es el que desde hace unos 520 años somete a la humanidad
completa. Aquel de las potencias en las que el capitalismo se desarrolló en
mayor medida en base al agotamiento y superexplotacion de sus “periferias” con
la anuencia y para beneficio de sus clases dominantes. Es decir, los centros
colonialistas y/o imperialistas-capitalistas.
Ya
el presidente Menem nos convencía a buena parte de los argentinos en los '90
que aplicando las políticas neoliberales con las privatizaciones de todos los
recursos públicos y naturales y la llegada de la inversión extranjera íbamos a
“entrar al primer mundo”.
Sin
embargo, luego de una creciente rebelión popular que desembocó en la
conformación de una fuerza social política comandada por otras fracciones
burguesas que incorporaron intereses populares y tomaron las riendas del
gobierno nacional en 2003, nos fuimos hacia otro mundo, nuestro mundo: Nuestra
América, de la cual ahora, Macri y sus amigos nos quieren sacar y festejan que
al fin podemos “volver al mundo”. Lo que esas fracciones concentradas del
capital consideran a “el” mundo: el imperialismo.
Unos
años antes, unos presidentes tomaban la posta de la Campaña Continental Contra
el ALCA y decretaban su fin alzando sus manos juntas y frente a multitudes en
la histórica Mar del Plata del 2005. Los presidentes gestaron canales de
comunicación autónomos, sin pedir permiso ni al Tío Tom ni a su ministerio de
colonias (OEA), recibiéndose mutuamente y solidarizándose en variopintas
cuestiones. Estábamos en "ese otro" mundo más digno. El mundo al que
aspirábamos pertenecer y construir en una relación de afinidad más simétrica y
solidaria (y se dieron muchos pasos para avanzar en ese mundo Patria Grande)
para desde ahí relacionarnos con el planeta. Desde esos espacios
supranacionales incluso se han frenado algunos golpes de estado (y no otros
lamentablemente). Espacios motorizados por el gran dirigente revolucionario de
nuestros tiempos, Hugo Chávez Frías, y que ahora se encuentran estancados.
La
otra opción, la que ahora en Argentina nos conduce al desamparo de masas, la
del “volver al mundo”, es decir pensarnos como iguales ante Goliat, le quita el
poder a David, ese poder moral con que cuentan los pueblos para vencer a sus
enemigos mucho más poderosos, ese poder moral que es el clave en el arte de la
guerra y que en la Argentina es mellado y ametrallado por el arte light
mediático de los globitos de colores. Nunca tan dramática la concreción de
aquella sentencia de Marx acerca de que la historia se repite primero como
tragedia y luego como comedia, comedia trágica y lapidaria. Estos globitos de
colores son más baratos aun que los espejitos de colores que constituyen una de
las metáforas que explican la conquista de América28.
Lamentablemente
también se apunta a desarticular las vías de desarrollo progresista del
Mercosur, con las iniciativas que posibilitan gestionar acuerdos bilaterales de
“libre comercio” con la Unión Europea. En lo inmediato, los gobiernos de
derechas dominantes (¡increíblemente!) en la actualidad del Mercosur, pretenden
impedir la presidencia protempore de Venezuela, al igual que en UNASUR. De ahí
tanto apuro del lacayo Luis Almagro por desenvainar la carta democrática en la
OEA para luego intentarlo desde la UNASUR y el MERCOSUR. Pues, no nos
sorprende. El mismo camino que han hecho con la Cuba revolucionaria allá por
los 60s. Ladran Sancho, señal que cabalgamos...
Durante
las experiencias progresistas y/o revolucionarias del siglo XXI se
reconstruyeron los puentes con la historia emancipadora que habían sido rotos
por quienes armaron y difundieron la historia oficial, nuestras clases
dominantes y sus intelectuales orgánicos. Pero ahora se torna necesario retejer
la memoria histórica mas corta que también es atacada permanentemente por los
aparatos ideológicos del capital que logran generar ciertas rupturas en la
memoria intergeneracional. En Venezuela los jóvenes actuales ya son hijos de la
revolución, no han vivido en carne propia las penurias y desamparos de las
políticas neoliberales, como sí los sufrieron sus padres y madres, aunque
muchas veces no trasmiten esas experiencias traumáticas del pasado, sino que se
acomodan a una nueva vida con mayores grados de bienestar que naturalizan.
Consideran un piso de derechos y un nivel de consumos adquiridos para ir por más,
lo cual está bien si no fuera por la falta de entendimiento de que esa
situación conlleva el enfrentamiento contra quienes aun detentan los
principales medios de producción y nuestras condiciones de vida.
En
Argentina con el voto al cambio retrogrado que propuso Macri de retorno a las
políticas neoliberales que llevaron al hambre y miseria a millones en un país
que había alcanzado importantes grados de desarrollo capitalista-dependiente,
y, por lo tanto, una fuerte clase obrera, parece indicar también esa ruptura de
la memoria histórica con una generación que apenas 15 años atrás prendía fuego
al país29 como consecuencia de la aplicación de esas
mismas políticas.
La
estrategia de ruptura del lazo social es permanente en el capitalismo. Sobre
todo, las clases dominantes apuntan a romper el lazo social de los de abajo,
tejido por historias y tradiciones de lucha, que en los procesos progresistas y
mucho más en los revolucionarios habían logrado neutralizar en diversos grados
la política del “divide y reinaras”, de la competencia entre los obreros, que
es una de las necesidades primordiales de la lógica del capital. Pues como
explican Marx y Engels en El
manifiesto comunista: “La
condición esencial de la existencia y de la dominación de la clase burguesa es
la acumulación de la riqueza en manos de particulares, la formación y el
acrecentamiento del capital. La condición de existencia del capital es el
trabajo asalariado. El trabajo asalariado descansa exclusivamente sobre la
competencia de los obreros entre sí”.
Contra
ello las experiencias de lucha y de organización o, en palabras de Marx (Miseria de la filosofía), “la coalición”, “persigue
siempre una doble finalidad: acabar con la competencia entre los obreros para
poder hacer una competencia general a los capitalistas. Si el primer fin de la
resistencia se reducía a la defensa del salario, después, a medida que los
capitalistas se asocian a su vez movidos par la idea de la represión, las
coaliciones, en un principio aisladas, forman grupos, y la defensa por los
obreros de sus asociaciones frente al capital, siempre unido, acaba siendo para
ellos más necesario que la defensa del salario. (...) En esta lucha —verdadera
guerra civil— se van uniendo y desarrollando todos los elementos para la batalla
futura. Al llegar a este punto, la coalición toma carácter político”.
La
guerra económica encarada por la oligarquía parasitaria contra el pueblo
venezolano, propicia el retorno con cierta efectividad de la estrategia
burguesa de ruptura del lazo social, sobre todo en sectores medios o capas de
trabajadores que han ascendido en la escala social y adoptan la mentalidad
pequeño burguesa de “conservar” su posición social como su interés principal.
Estos elementos afectan a la fuerza moral del pueblo venezolano. Como señala
Luis Salas Rodríguez
“es
la razón por la cual la guerra económica no promueve la lucha de clases, sino
el odio intraclase: hace que la mayoría asalariada y no propietaria se vuelque
contra ella misma sospechando del otro o la otra, temiéndole, envidiándole y,
en última instancia, aprovechándose. No hace querer acabar con la clase
explotadora, sino sumarse como otro explotador más, así sea por
sobrevivencia”(...). Por eso “La guerra económica es la condición de
posibilidad del fascismo, la vía para desesperar a la población trabajadora,
desorientarla, desmoralizarla y atizar el odio entre ella, sustituyendo el
ideal socialista por la rapiña especulativa fascista”30.
También lo expresa
Manuel Azuaje Reverón:
“hoy
en día, quienes quieren destruir el poder que ha sido activado gracias a la
movilización histórica de los oprimidos y la construcción hegemónica de una
agenda común, que han hecho posible las transformaciones logradas, inducen y
alimentan una profunda crisis material, complementada por una descomposición
ética. En esta circunstancia, donde los principios son dejados de lado para dar
paso a una especie de nuevo darwinismo social, el tejido social se destruye
aniquilando los lazos que lo constituyen”31.
Por
ello es necesario redoblar la formación política de masas utilizando las
herramientas más diversas como vacuna ideológica contra la guerra económica. La
creatividad se hace necesidad básica, el alimento de la revolución.
El
poder moral es clave, pero se basa en condiciones y medios materiales para la
supervivencia. Toda revolución necesita de una base material asegurada para la
reproducción de la vida cotidiana. Por eso la estrategia del imperialismo y la
derecha vernácula se centra en atacar al estómago y a desabastecer
selectivamente de los productos básicos, de primera necesidad.
Esta
estrategia es expresada sin tapujos desde el estado mayor conjunto de la
contrarrevolución, como por ejemplo en el documento del Comando Sur de los EEUU
bajo el título "Operación Venezuela Freedom-2" firmado por el
almirante Kurt Tidd, su actual jefe, fechado el 25 de febrero de 2016 y dado a
conocer por la Misión Verdad. Sobre todo les dicta a sus mercenarios de la
información masiva que hay que “posicionar la matriz de que Venezuela entra en
una etapa de CRISIS HUMANITARIA por falta de alimentos, agua y medicamentos,
hay que continuar con el manejo del escenario donde Venezuela está 'cerca del
colapso y de implosionar' demandando de la comunidad internacional una
intervención humanitaria para mantener la paz y salvar vidas". La
intervención militar contrarrevolucionaria-imperialista está en marcha.
Distintos
trabajos de autores venezolanos (sobre todo los de la profesora e investigadora
de la Universidad Simón Bolívar, Pasqualina Curcio, y del ex-ministro Luis
Salas Rodríguez entre otros) muestran mediante rigurosos estudios32 como “en Venezuela, el fenómeno de la
escasez y el desabastecimiento de productos, fungen como instrumentos
políticos, utilizado por la élite económica, para lograr retomar el poder
político del Estado, suprimido en revolución”33.
En
el documento del Comando Sur citado y otros, queda claro que después del
triunfo de la revolución Cubana en sus narices, el imperialismo yanki dijo:
nunca más otra Cuba. No en el patio trasero que por “Destino manifiesto” y la
Doctrina Monroe se adjudican.
Si
han intervenido militarmente en República Dominicana, en Granada, en Panamá,
han financiado sistemáticamente a los contra nicaragüenses para minar y
desestabilizar por todos los medios y mecanismos a otra revolución también
triunfante y lo han logrado, ahora van por ese camino. Y sobre todo en un país
tan importante y estratégico como es Venezuela, gran país del norte de Suramérica
y el mayor reservorio de petróleo del mundo que los abastece, y donde además
siempre han contado con una oligarquía servil totalmente funcional a sus
intereses sin grandes esfuerzos.
Les
preocupa sobremanera lo estratégico de la unidad cívica – militar en la
revolución bolivariana. Por eso escogen la guerra de amplio espectro con
énfasis en la guerra económica como base de despliegue de todas las demás
guerras. Y aunque propician la penetración del paramilitarismo saben que en ese
terreno no llevan la delantera.
Reflexión final
Sin
embargo, frente a todas las dificultades, cuellos de botellas y a la creciente
obturación de las vías pacíficas y democráticas de los cambios revolucionarios
o progresistas, en la experiencia de vanguardia de la revolución de nuestros
tiempos, Venezuela, se escucha, se ve y se respira la valiente y abnegada
disposición a enfrentar en todos los terrenos y de todas las maneras que sea
necesaria esta ofensiva de los enemigos de la patria latinoamericana. Y en este
sentido incluso se preparan para la insurrección armada del pueblo para la
defensa de la revolución en unidad cívico militar.
Nos
preguntamos si el clima de recaudos ciudadanos que se observa en las ciudades
es contra la delincuencia común o porque se preparan para defenderse frente a
lo que previsiblemente va a tomar la forma de guerra civil en las calles. Tal
como lo decía Atilio Borón al regreso del Encuentro de la Red de Intelectuales,
Artistas y Movimientos sociales en Defensa de la Humanidad realizado en Caracas,
se escuchan “tambores de guerra”34. Y se observa claramente que están
decididos a sortear las trampas de la democracia burguesa y a defender a la
revolución como sea necesario. Y a pesar de que abogan por la paz se preparan
para otros escenarios, como por ejemplo con los ejercicios militares populares
realizados en el pasado mes de mayo, mediante el llamado “Ejercicio de Acción
Integral Independencia II 2016” con la participación de 520 mil combatientes de
los distintos cuerpos de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y, sobre
todo, con el pueblo organizado a través de las Milicias Bolivarianas. En
palabras de Maduro: “tenemos que defender al país con las leyes, la conciencia,
el trabajo y los fusiles”.
¡Qué
triste contraste con la devolución por decreto de importantes grados de
autonomía a unas fuerzas armadas nada revolucionarias que otorgó Macri mediante
un decreto presidencial35!
Ya
sin el colchón del segundo anillo progresista y los espacios supranacionales
debilitados en su identidad nuestroamericana, defender a la vanguardia de la
revolución de nuestro tiempo es la principal tarea de los militantes de la vida
y de los sueños de liberación nacional y social.
Si
Venezuela se constituyó como vanguardia del retorno al camino emancipatorio,
tomando las banderas de los y las revolucionarias del pasado y guiándonos por
las nuevas sendas de la liberación nacional y social, hoy en el marco de la
restauración neoliberal que avanza por varios de nuestros territorios y que
pretende anexarnos al imperio mediante nuevos tratados (como el de la Alianza
del Pacífico y el Tratado Trans Pacífico en su desesperación por contrarrestar
la presencia China), la defensa completa y total del proceso revolucionario
bolivariano debe ser el objetivo principal de todos aquellos sujetos a la causa
del pueblo nuestroamericano.
Dicha
defensa total de la revolución de nuestro tiempo, para ser eficaz, debe
incorporar altas dosis de autocrítica que nos lleven a rectificar a tiempo y a
no desvincularnos de las contradicciones múltiples que la rica y dura realidad
de lucha nos impone a cada paso. Y debe también ampliar la capacidad de
educación y formación política de las masas en revolución pero también del
conjunto del pueblo que está sometido a las radiaciones permanentes de los
tanques de guerra ideológica y propagandística omnipresentes. Dicha
autoeducación política puede profundizarse con toda la masividad necesaria y
urgente en los países que forman el anillo principal de los gobiernos populares
y revolucionarios: Venezuela, Bolivia y Ecuador, pero debemos irradiarla a los
pueblos sudamericanos que luchan y padecen la ofensiva restauradora neoliberal.
En Argentina la tardía crítica y autocrítica y la falta de formación política
de masas preparó el terreno para el retorno del neoliberalismo y los pueblos
estamos pagando las duras consecuencias. En Venezuela cuyos avances populares
marcan el alcance de la revolución y sus fuerzas cívicas y militares dispuestos
a defenderlas en todos los terrenos presentan un escenario de enfrentamiento
mucho más agudo. Si llegara a verse derrotada la revolución la rapidez de la
destrucción de esas conquistas populares y la violencia desplegada sería mucho
mayor a la de Argentina donde se habían emprendido reformas tendientes a
mejorar la calidad de vida de la población pero no representaban una amenaza
concreta ni inmediata a las relaciones sociales capitalistas, como sí lo es en
Venezuela, y donde por ello el imperio esta dispuesto a intervenir con las
armas. Si se apagara ese faro de dignidad que se sumó al de Cuba a fines de los
90 nos dejaría una oscuridad muy grande y un retroceso inmenso de los procesos
emancipadores nuestroamericanos. Por ello en este Bicentenario de las primeras
Declaraciones de la Independencia Nuestroamericana hoy la defensa de la
independencia y soberanía de la Revolución Bolivariana con su construcción genuina,
creadora, tumultuosa y apasionada del socialismo es nuestra principal y
estratégica batalla.
Julio 2016
1Aquí queremos dejar sentado que si
pretendemos utilizar el lenguaje para acercarnos a expresar, comprender,
transmitir, explicar la realidad, ésta es la de la lucha de clases, y la guerra
más oculta o mas manifiesta que ella implica, y no aquel lenguaje suavizado que
incluso utilizan muchos intelectuales que se dicen de izquierda.
2_Un informe del Observatorio del
Derecho Social de la CTA autónoma indicó que de enero a junio de 2016 fueron
detenidos al menos 35 dirigentes y activistas sindicales de seis provincias y
registraron 24 casos de represión contra movilizaciones en nueve provincias, es
decir que hubo más de un caso de desalojo violento de protestas por semana.
Además han relevado múltiples causas penales y sumarios administrativos a dirigentes
sindicales y activistas. Vales, Laura “El combo viene con despidos y
represión”, Diario Página 12, 4 de julio 2016. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-303364-2016-07-04.html
3_Tomamos de Lenin los conceptos de lucha desde arriba y lucha
desde abajo, véase Lenin (1975) “Dos Tácticas de la
socialdemocracia rusa” en Obras
escogidas en doce tomos, t. III, (Moscú: Editorial Progreso)
4_Véase Santucho, Mario Roberto
(1974) Poder
burgués y poder revolucionario (Argentina:
Ediciones El Combatiente)
5_Como define Gramsci al Estado en
las sociedades capitalistas avanzadas. Gramsci, Antonio (1997) Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y
sobre el estado moderno (Buenos
Aires. Nueva Visión)
6_ Véase por ejemplo Álvaro García
Linera (2015) “El proceso boliviano en clave regional” en II Encuentro
Latinoamericano Progresista, Quito, septiembre. Consideramos a este compañero,
además de referente político revolucionario, el referente intelectual
revolucionario por excelencia de este ciclo histórico en Nuestra América.
7_Véase al respecto el minucioso
análisis filosófico-jurídico-político que realiza Karl Marx en “La cuestión
judía” varias ediciones.
8_Se puede visitar en http://consulta.mpcomunas.gob.ve/index.php.
Estos números fueron obtenidos en la entrada a la página del 5 de julio de
2016, pero son modificados permanentemente a medida que crece la cantidad de
comunas y consejos comunales.
9_Mazzeo, Miguel (2014) “Desde
adentro, desde abajo”, prólogo a Teruggi, Marco (2015) Lo que Chávez sembró. Testimonios desde el
socialismo comunal (Bs.
As.: Ed. Sudestada).
10_Para
conocer el tema en profundidad, véase Teruggi, M. Op. Cit.
11_Disponible
en http://www.mpcomunas.gob.ve/wp-content/uploads/2014/07/Ideas-Fuerza-para-el-debate.-Consejo-Presidencial-de-Gobierno-Popular-con-las-Comunas.pdf
12_Por
ejemplo en García Linera, A. “Restauración conservadora y nuevas resistencias
en Latinoamérica”, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, 27 de mayo de 2016,
disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=o2z6vS5vH3E
13_Constituye
todo un desafío la formación de cuadros técnicos que reemplacen a los viejos
(no en el sentido etario sino ideológico) y viciados, preñados de corrupción
como no puede ser de otra manera en el capitalismo. Sin embargo ello lleva
años. Las nuevas universidades más accesibles al pueblo, muestran importantes
avances en ese camino, que sin embargo es mucho más lento que la autopista de
gran velocidad que demandan los tiempos políticos. La captura de cuadros
revolucionarios de distintos frentes de masas para la administración estatal y
el encuadramiento de las actividades militantes en programas estatales que
necesitan del despliegue burocrático, succionan cuadros políticos formados de
las bases, que muchas veces no son sencillos de reemplazar.
14_Tal
como aconseja el teórico liberal Gene Sharp, véase Romero, Juan (2016) “Gene
Sharp, Venezuela y las operaciones psicológicas”, disponible en http://www.aporrea.org/tiburon/a228787.html
15_Así
lo hemos denominado junto a Katu Arkonada en un libro que se encuentra en
prensa para su edición en Cuba: Desde
Abajo. Desde Arriba. De la resistencia a los gobiernos populares: escenarios y
horizontes del cambio de época en América Latina.
16_García
Linera, A. Op. Cit. Restauración conservadora ...
17_Atilio
Borón explica que la expresión “democracia capitalista” es una expresión
equívoca porque supone que en dicha forma estatal lo esencial es el componente
democrático mientras que el carácter capitalista es apenas una tonalidad que
modifica de modo accesorio al funcionamiento de la democracia. “Las democracias
en el capitalismo contemporáneo son 'capitalismos democráticos', en donde lo
esencial es el carácter capitalista de una formación social y su expresión
política, y lo accesorio, prescindible, descartable es la democracia. Lo
primero, el capitalismo, recordaba von Hayek, es una necesidad; la democracia,
en cambio, es una conveniencia, siempre y cuando no altere el funcionamiento de
aquel”. Borón (2000) Tras el
Búho de Minerva. Mercado contra democracia en el capitalismo de fin de siglo (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica),
pp. 161-164.
18_Democracia
fosilizada también
es una expresión del vicepresidente boliviano (en muchos de sus textos y
discursos) para referirse a aquellos modos de traspaso del mando del estado
para aplicar políticas neoliberales sin más participación popular que el voto
cada 4 o 6 años.
19_Borón,
A. “Involuciones”, disponible en: http://www.atilioboron.com.ar/ entrada del 6 de junio de 2016.
20_Vales,
Laura “El combo...” Op. Cit.
21_Hauser,
Irina “Un fallo que limita el derecho a huelga”, diario Página 12, 8 de junio
2016, disponible en:http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-301266-2016-06-08.html
22_Herrera,
Alberto “El control de la libertad económica”, Venamcham, disponible en: http://www.venamcham.org/index.php?option=com_content&view=article&id=2228:el-control-de-la-libertad-economica&catid=5:pagina-principal entrada julio 2016.
23_García
Linera, A. “Restauración conservadora ...”, Op. Cit.
24_Véase
por ejemplo Biglieri, Paula y Perelló comp. (2007) En el nombre del pueblo. La emergencia del
populismo kirchnerista (Buenos Aires: Ed. UNSAM)
25_Entrevista
a Fernando Buen Abad “En América Latina hay bases militares y bases
mediáticas”, 1 de junio de 2015, disponible: http://www.telesurtv.net/bloggers/En-America-Latina-hay-bases-militares-y-bases-mediaticas-20150601-0002.html
26_Borón,
A. “¿Estancamiento, retroceso, involución? Hipótesis sobre la génesis de
ciertos acontecimientos recientes en América Latina”, Guayaquil, 1º de Marzo de
2016, disponible en: http://www.telesurtv.net/bloggers/Estancamiento-retroceso-involucion-en-America-Latina--20160302-0002.html
27_Véase
Gramsci, A. “Notas sobre Maquiavelo, la política....” Op. Cit.
28_La
referencia a los globitos de colores es literal ya que Cambiemos, la
organización política macrista, ha basado su campaña en las calles
identificándose con globos de colores que muestran en cada escenario y acto en
contraposición a las banderas y consignas de otras fuerzas políticas. Levantan
el mensaje supuestamente vacío de política del globito en contra de “la política”
reificando como valor en el imaginario colectivo la despolitización de las
masas, cuando en realidad invocan a esa sumisión histórica desde la conquista.
29
_Para conocer el desarrollo de la insurrección espontanea de diciembre de 2001
a lo largo del país, consúltese Iñigo Carrera, Nicolás y Cotarelo, María Celia
(2003) “La insurrección espontánea. Argentina diciembre 2001. Descripción,
periodización, conceptualización”, en Documentos
y Comunicaciones PIMSA 2003.
30_Salas
Rodríguez, Luis (2015) 22 claves
para entender y combatir la guerra económica (Caracas: El perro y la rana), p. 15 y 16.
31_Azuaje
Reverón, Manuel “Superar la arrogancia para construir la política
revolucionaria” disponible en:http://www.humanidadenred.org.ve/?p=3774
32_Véase
por ejemplo “La mano visible del mercado” y “Desabastecimiento e inflación en
Venezuela” entre otros valiosos trabajos de Pascualina Curcio, así como el ya
citado y otros de Luis Salas, en http://www.15yultimo.com/.
Se ha publicado y circulado en diversos medios un interesantísimo cuadro de la
autora que resume la vinculación entre los momentos en que se agudiza la
escasez inducida con los momentos electorales o de ofensiva política de la
derecha.
33_Pérez,
Salvador “El Fenómeno de La Escasez Inducida y el Desabastecimiento Programado
en Venezuela”, disponible en:http://www.15yultimo.com/2016/04/escasez-y-desabastecimiento.html
34_Borón,
A. “Tambores de guerra en Venezuela”, diario Página 12, 17 de abril de 2016,
disponible en:http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-297143-2016-04-17.html
35_35
Decreto nº 721.
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