Por Pascual Serrano.
El
pasado 30 de junio se celebraba en El Escorial el curso universitario de verano Hambre
cero: es posible, organizado por la agencia de la ONU para la
alimentación (FAO) y la Universidad Complutense. La sesión del día la iniciaba
el periodista y escritor Martín Caparrós, autor del libro El Hambre. Ahí explica su
origen y señala algunos ejemplos elocuentes.
En
2008 la irresponsabilidad de los directivos provocó que la gran banca sufriera
una crisis que afectó al mismo tiempo a las acciones, las hipotecas y el
comercio internacional. El dinero estaba a la intemperie, no encontraba refugio
y, tras unos días de desconcierto, muchos de esos capitales se guarecieron en
la cueva que les pareció más amigable: la Bolsa de Chicago y sus materias
primas. De ese modo, las inversiones en commodities [materias primas]
alimentarias pasaban de 13.000 millones de dólares en 2003 a 317.000 millones
en 2008. Y los precios, por supuesto, se dispararon. Esa cantidad de dinero era
quince veces mayor que el tamaño del mercado agrícola mundial: especulación
pura y dura. El Gobierno norteamericano desviaba cientos de miles de millones
de dólares hacia los bancos "para salvar el sistema financiero" y
buena parte de ese dinero no encontraba mejor inversión que la comida de los
otros. Como resultado, solo en la Bolsa de Chicago se negocia cada año una
cantidad de trigo igual a cincuenta veces la producción mundial de este cereal.
Es decir, cada grano de trigo que hay en el mundo se compra y se vende —ni se
compra ni se vende, se simula— cincuenta veces. Dicho de otro modo: la
especulación con el trigo mueve cincuenta veces más dinero que la producción de
trigo. El gran invento de estos mercados es que el que quiere vender algo no
precisa tenerlo: se venden promesas, compromisos, vaguedades escritas en la
pantalla de una computadora. Y los que saben hacerlo ganan, en ese ejercicio de
ficción, fortunas. Y, mientras tanto, cientos de miles mueren de hambre como
resultado de esa especulación.
Otro
ejemplo. El agrocombustible que usan los coches estadounidenses alcanzaría para
que todos los hambrientos del mundo recibieran medio kilo de maíz por día. El
Gobierno norteamericano no sólo obliga a usar el maíz para empujar coches;
también entrega a quienes lo hacen miles de millones de dólares en subsidios.
El aumento de la demanda de maíz producida por el etanol es responsable de un
porcentaje importante del aumento del precio de los alimentos.
En
su intervención en El Escorial Martín Caparrós insiste en que la inseguridad
alimentaria "no es un problema de pobreza, sino de riqueza" y de la
injusta distribución de la misma, y aporta la elocuente información de cómo el
enriquecimiento criminal está detrás del hambre y muerte de millones.
Juan
Luis Cebrián cobró 2.061.0000 euros como remuneración durante el año 2015.
Además se embolsó seis millones de euros procedentes de una donación del
propietario de e Star Petroleum, el iraní Massoud Zandi Goharrizi.
Pues
bien, tras la intervención de Caparrós toma la palabra en el curso de verano el
presidente ejecutivo de Prisa y El País, Juan Luis Cebrián. Suscribe lo
afirmado por el escritor y se suma a la denuncia de las estructuras dominantes.
Se escandaliza de que el presupuesto de una agencia como la FAO, responsable de
erradicar el hambre en el mundo, es de 500 millones de dólares anuales, “la
mitad de lo que cuestan los derechos televisivos de la liga de fútbol” y
critica la frivolidad en la cobertura informativa [lo denuncia él, que es el
principal directivo del mayor periódico en español del mundo]. Añade que “la
erradicación del hambre es un problema de gestión política”. Y, por supuesto,
coincide con Caparrós en que “hay un problema de hambre, que en realidad lo es
de desigualdad" (El País, 1-7-2016).
Lo
insultante es que Juan Luis Cebrián cobró 2.061.0000 euros como remuneración
durante el año 2015. Además se embolsó seis millones de euros procedentes de una
donación del propietario de e Star Petroleum, el iraní Massoud Zandi Goharrizi.
Los gastos e impuestos a satisfacer derivados de este contrato fueron asumidos
por Hypersonic LTD, la sociedad radicada en el paraíso fiscal de Seychelles que
controlaba Star Petroleum. Y eso que el código ético de Prisa prohíbe a sus directivos crear sociedades y
cuentas en paraísos fiscales. Pero hay más todavía, su exesposa Teresa Aranda aparece en
los papeles de Panamá. Evidentemente, Juan Luis Cebrián no parece la
persona más legitimada para dar lecciones de justicia social o abanderar la
denuncia de la desigualdad como causa del hambre en el mundo.
Esto
nos lleva a insistir en la tesis de Caparrós: la responsabilidad de los ricos
en el hambre del mundo. Según un cálculo de la ONG Oxfam, los ingresos (ingresos, no
patrimonio) de las cien personas más ricas del mundo sumaron en 2012 200.480
millones de euros. Y con esa cantidad se puede erradicar cuatro
veces la pobreza extrema mundial. De modo que si arrebatásemos esos ingresos a
esos cien tipos dejarían de morir miles de niños inmediatamente. ¿Demagogia? A
mí solo me parecen matemáticas y humanidad.
Un
dato curioso: Si Bill Gates contase un dólar por segundo, día y noche sin
parar, necesitaría 1.680 años en sumar todo el dinero que posee. Es decir, si
hubiese empezado a contarlo en el año 330 estaría terminando justo ahora (El problema de
los supermillonarios,
de Linda McQuaig y Neil Brooks. Capitán Swing, 2014). Creo que este ejemplo,
aunque anecdótico, sirve para hacerse una idea del dinero que algunos han
llegado a acumular.
Y
por si fuera poco, y para más desvergüenza, los tenemos que aguantar en cursos
universitarios dándonos lecciones de indignación y justicia social.
Pascual Serrano es periodista. Su último
libro es "Medios democráticos. Una revolución pendiente en la
comunicación".
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