lunes, 29 de agosto de 2016

Almagro, el amigo de los criminales

luis_almagro
Tomado de Libre Red
Por Guillermo Alvarado

El comité de víctimas de los actos violentos desatados por la derecha en Venezuela para intentar derrocar al gobierno del presidente Nicolás Maduro, cuestionó la amistad que existe entre el secretario general de la desprestigiada Organización de Estados Americanos, OEA, Luis Almagro, y el cabecilla contrarrevolucionario Leopoldo López, actualmente en prisión por varios delitos.
Oscar Carrera, vocero del comité, se refirió concretamente a una carta enviada por Almagro a su “amigo”, López, en la cual asegura que la ratificación de la sentencia a casi 14 años de detención es injusta y “marca un hito, el lamentable final de la democracia en Venezuela”.
Con la publicación de esta misiva el cabecilla de la OEA es quien verdaderamente está marcando un hito, por entrometerse de manera brutal en los asuntos internos de un país y cuestionar, sin ninguna base, su ordenamiento jurídico.
Pretende Almagro ignorar que en toda nación existen normas para ordenar el funcionamiento de la sociedad, y que quien viola estos preceptos se hace merecedor de una sanción, que es proporcional a la falta cometida.
En el caso de Leopoldo López, la situación es muy clara. Él es responsable por la organización de actos criminales que costaron la vida a numerosas personas, crearon un período de zozobra en la capital venezolana, y además provocaron graves daños, tanto a la propiedad pública como a la privada. En cualquier nación civilizada estos delitos se sancionan con prisión.
En los disturbios, conocidos en la Patria de Bolívar como “guarimbas”, ocurridos en enero de 2014, sujetos de la catadura de López, colocaron alambres tensados sobre las calles para tumbar a quienes transitaban en motocicletas, lo que provocó heridas graves y el fallecimiento de varias de las víctimas de estas trampas.
Además, dispararon con armas de fuego contra quienes intentaron esquivar o retirar los obstáculos, incendiaron centros escolares y atacaron instituciones públicas. Estas tropelías costaron la vida a 43 personas y más de 800 heridos.
El señor Almagro debería estar consciente de que la democracia habría desaparecido en realidad, si tales actos hubiesen quedado en la impunidad y sus organizadores no recibieran el castigo justo y proporcional por sus crímenes.
No es la primera vez que este sujeto, puesto por Estados Unidos al mando de la OEA, su ministerio de Colonias, arremete contra Venezuela.
Recordemos que hace pocos meses pretendió aplicar la dichosa “carta democrática” contra la nación sudamericana y tuvo que batirse en retirada ante la oposición de numerosos gobiernos del área.
La misiva de Almagro a su “amigo” López también concitó el rechazo internacional. El presidente de Bolivia, Evo Morales, dijo al jefe de la OEA que no sea vocero ni operador del imperio norteamericano y le recordó que pedir una intervención extranjera en Venezuela es una actitud colonial.
En todo caso, la extraña amistad del secretario general de la OEA y un criminal convicto en Venezuela, no hace sino reafirmar aquel refrán popular que dice: dios los cría, y el diablo los junta.

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