sábado, 9 de mayo de 2015

Las Guarimbas Vs Ferguson y Obama.


Por Gustavo de la Torre Morales.
Los hechos acaecidos en la hermana República Bolivariana de Venezuela, a partir del pasado febrero de 2014, con “protestas” incitadas desde la derecha de ese país y asesoradas y financiadas desde Estados Unidos, se cobró la vida de una cuarentena de personas (entre civiles y funcionarios) y más de 800 lesionados y, además, serios daños materiales y económicos al país.
El cierre de calles, la quema de montones de basura, alambradas o el tendido de guayas tensadas a la altura del cuello, disparos concertados contra la población desde escondidos puntos, la amenaza a ciudadanas y ciudadanos con objetos contundentes y cortantes, el incendio de edificios para el servicio sanitario y públicos o el ataque a pedradas contra transportes públicos, fueron gran parte de las acciones vandálicas que se cometieron con el nombre de “Guarimbas”.

Dichos actos aparecieron poco después que Henrique Capriles, dirigente del partido Primero Justicia y actual gobernador del Estado Miranda, perdiera por segunda vez sus aspiraciones de nominarse para presidente del país. Siendo el vandalismo la vía por la que optaba la derecha venezolana para seguir arrodillándose frente al imperialismo y cumplir con el objetivo de destruir la Revolución bolivariana y sus conquistas sociales. Ya que perdían en las elecciones por decimo-octava vez, la violencia era la opción B.
Mientras los culpables de dirigir la oleada de violencia eran descubiertos públicamente por el gobierno venezolano, la gran Prensa “libre” al servicio del capital, movía toda su maquinaria para manipular los hechos y demonizar al gobierno venezolano por las medidas (“antidemocráticas”, según los Mass Medias) tomadas por la dirección gubernamental del país.
Los medios mostraban a una Venezuela envuelta en caos, cuando la desobediencia y las guarimbas ocurrían sólo en 18 municipios, de los 335 existentes, fundamentalmente en esos que estaban bajo la administración de la derecha. Se dieron informaciones ambiguas y con falsos datos o, incluso, hasta por las redes se espació como virus el mostrar fotos de otros eventos, en otros países, y que se publicaban como si hubiesen ocurrido en Venezuela; de las cuales muchos medios se hicieron eco de las falacias.
Pero, ¿Quiénes eran esos líderes opositores que la prensa derechista y el gobierno norteamericano (junto con lacayos de Europa) mostraban como luchadores por la “libertad y la democracia” en Venezuela? Henrique Capriles (entre otras, con antecedentes por atentar contra la embajada cubana en Venezuela), María Corina Machado (financiada desde EEUU a través de Súmate), Leopoldo López (quien convocó a un golpe de Estado) y Antonio José Ledezma Díaz, Alcalde Mayor del Distrito Metropolitano de Caracas (acusado de ser copartícipe del intento de Golpe de Estado, en el cual se incluía el bombardeo de instituciones gubernamentales, con tal de provocar la muerte al actual presidente Nicolás Maduro Moros), eran los principales cabecillas de los desordenes ocasionados en parte del país; sirviendo como comidilla a la gran prensa capitalista_ y ¿libre?_ para demonizar al gobierno revolucionario de Maduro, continuador de la obra de Hugo Chávez.
Muy a pesar de las probadas acciones violentas y la incautación de artefactos explosivos, en poder de delincuentes que respondían a la orden de provocar disturbios, desde el gobierno de Estados Unidos reclamaban la liberación de los detenidos por ser manifestantes “pacíficos”. Con total frialdad y descaro, la portavoz adjunta del Departamento de Estado, Marie Harf, expresó: “En el caso de López y en todos los demás casos, pedimos un proceso debido y la liberación inmediata de los que han sido detenidos en Venezuela mientras expresaban pacíficamente sus derechos a la libertad de expresión y asamblea, unos derechos que el gobierno venezolano tiene obligación de proteger”.
A esto, los monopolios mediáticos se encargaban de “santificar” a estos cabecillas intelectuales del desorden y daban por sentado que este caos era producto de la influencia del “comunismo cubano” y de la “dictadura” surgida con el presidente Hugo Chávez.
En esta guerra declarada por el imperialismo yanqui, en complot con sus lacayos de la derecha venezolana, los monopolios mediáticos, el servilismo de gobiernos europeos y la rancia y chanchullera ultraderecha miamense, sale a la palestra el presidente Barack Obama, aprobando sanciones contra funcionarios del gobierno venezolano (mediante la “Ley de Defensa de los Derechos Humanos y la Sociedad Civil de Venezuela, 2014”) y con esta una Orden Ejecutiva (E.O.), donde plantea: “YO, BARACK OBAMA, Presidente de los Estados Unidos de América, deduzco que la situación en Venezuela, incluyendo la erosión de las garantías de los derechos humanos por parte del Gobierno de Venezuela, la persecución de los opositores políticos, la restricción de la libertad de prensa, el uso de la violencia y las violaciones de derechos humanos, los abusos en respuesta a las protestas contra el gobierno y el arresto y detención arbitraria de manifestantes antigubernamentales; así como la exacerbada presencia de la significativa corrupción pública, constituye una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos, y por ello declaro una emergencia nacional para hacer frente a esa amenaza.
A la Orden Ejecutiva le acompañó una nota de prensa que planteaba: “Estamos profundamente preocupados por los esfuerzos del gobierno venezolano para acrecentar la intimidación hacia sus opositores políticos. Los problemas de Venezuela no pueden ser resueltos por la criminalización de la disidencia. Hemos pedido reiteradamente al gobierno venezolano de librar a todos los que ha encarcelado injustamente, así como el mejorar el clima de respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales, como la libertad de expresión y de reunión pacífica. Estos son esenciales para una democracia que funciona, y el gobierno venezolano tiene la obligación de proteger estas libertades fundamentales.”
Es decir, la administración norteamericana se mostraba “preocupada” por presuntas violaciones de derechos humanos (DDHH) y de las afectaciones que el “caos económico y hechos de corrupción” en Venezuela pudiera afectar a la “angelical” economía de Estados Unidos o sus intereses… sin embargo hay cuestiones que a simple vista saltan como incongruentes y que son tratadas con doble rasero.
¿Cómo el gobierno de Estados Unidos puede plantear que “la exacerbada presencia de la significativa corrupción pública” en Venezuela “constituye una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos”, si la explosión de la burbuja inmobiliaria y activos tóxicos en bancos norteamericanos condujeron como acción en cadena a una crisis global, lo cual sí fue más que un desastre para las economías de todos los países, principalmente los países subdesarrollados, y nadie declaró a Estados Unidos una “amenaza”, cuando sí lo era y aún lo sigue siendo?
¿Cómo el gobierno de Estados Unidos puede mostrar “preocupaciones” sobre la corrupción en Venezuela y verla como una amenaza, si posee senadores y congresistas, como por ejemplo Bob Menéndez, que siguen en sus cargos o libre, a pesar de sus connotadas violaciones fiscales, y que además cooperan, asesoran o financian la oposición en otros países, con el objetivo de derrocar gobiernos constitucionales; sí siendo esto una amenaza para esos países?
¿Cómo el gobierno de Estados Unidos puede mostrar “preocupaciones” sobre la corrupción en Venezuela y verla como una amenaza, si el gobierno de Estados Unidos cuenta con organizaciones (USAID, NED, entre otras y que trabajan con empresas tapaderas para la subversión y la desestabilización interna en otros países con gobiernos constitucionales), las cuales desvían millonarias sumas de los presupuestos (aprobados por el Congreso) sacados de los fondos por los pagos de impuestos de los ciudadanos estadounidenses; sí siendo esto una amenaza para esos países y los propios Estados Unidos?
Por supuesto que no les preocupa porque la política que sostiene al sistema imperial es la codicia y cualquier medida contraria a su propia filosofía lastimaría la cantidad de dígitos en los cheques de las grandes fortunas; esas que imponen los dictados económicos a seguir y la “legalidad” de la injusticia.
Pero, además_ ¿Cómo el gobierno de Estados Unidos puede tener preocupaciones sobre los DDHH en Venezuela y otros países, si a finales del 2011 y parte del 2012, cuando la represión policial contra el pacífico Movimiento llamado Occupy Wall Street (el cual se extendió a otros estados del país por la intolerancia a la codicia y corrupción del 1% más rico del país) se ejecutó con arrestos y encarcelamientos sin cargos y cargas policiales contra los manifestantes?
¿Cómo el gobierno de Estados Unidos puede tener preocupaciones sobre los DDHH en Venezuela y otros países, si en varias de sus ciudades, como Ferguson, Meryland o Baltimor, se vive una oleada de malestar social, como resultado de la brutal e inmune actuación policial, la cual ha conllevado la muerte de varias personas, afroamericanos, incluyendo menores de edad, y donde la justicia hacia los agentes policiales culpables ha sido más que tolerante y complaciente?
Sin embargo, más que buscar el hacer justicia, la enfermiza conducta de extremo racista sigue empoderando a las fuerzas de seguridad para arremeter contra toda manifestación de protesta; ocasionando nuevas víctimas con estos enfrentamientos.
Ahora que la respuesta de las masas alcanza el mismo nivel de violencia policial, entonces  son etiquetadas de disturbios y vandalismos. El propio Barack Obama calificaba sin excusas los actos violentos en Baltimor y sentenció que deberían ser tratados como criminales.
¿Por qué el presidente Barack Obama no promueve un pausado y profundo análisis de la situación social o conduce, con pujante acción, a que se tomen medidas que brinden una solución adecuada y consecuente a esta adversa situación que golpea a su propio país y que es mucho más que una viga sobre su cabeza, en vez de intentar ver la paja en el ojo ajeno?
¿Por qué el presidente Barack Obama no firma un Decreto declarando de amenaza para la seguridad nacional la actuación de la policía contra la ciudadanía o a su sistema económico por seguir abriendo la brecha de desigualdad entre los cientos de ricos y los millones de pobres en la ciudadanía norteamericana?
Pero, lamentablemente, el jefe del despacho oval no responde a los intereses de la Nación ni a la paz del mundo (un Nobel lamentablemente regalado): a no ser que sólo se entienda por “Nación”, la clase social en poder de las grandes fortunas; o que se entienda como “Mundo” los dictados de Wall Street, las transnacionales norteamericanas y los lobbies con poderes económicos que se enriquecen del militarismo y del expolio de recursos en otros países.
Esta oportunista conducta hegemónica del gobierno de los Estados Unidos de creerse con moral para dictar lo que debe ser bueno o malo, lo que debe preocupar o no a la opinión mundial, lo desmoraliza mucho más cuando se pronuncia sobre preocupaciones en referencia a violaciones de DDHH en otros países y, sin embargo, el gobierno norteamericano ha autorizado asesinatos selectivos allende sus fronteras y, además, con miles de víctimas que con gran hipocresía llamaron “daños colaterales”; es decir, ha “legalizado” con su voz, el crimen y el terrorismo.
Para el gobierno estadounidense bajo la administración de Barack Obama entiende que los líderes que guiaron las guarimbas en Venezuela son protestantes “pacíficos” y los reclamos de la sociedad norteamericana por los abusos y asesinatos policiales de afroamericanos son “criminales”.
Con tal filosofía el gobierno estadounidense bajo la administración de Barack Obama “excusa” al desmedido racismo que aún late profundamente en la sociedad norteamericana, la llamada tierra de la libertad, y “justifica” que se haga todo posible esfuerzo para destruir el ejemplo de la Revolución Bolivariana, como alternativa viable; aunque tengan que seguir recurriendo, una y otra vez, a la mentira.

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