Por René González Barrio.
El escenario de la guerra
Para los teóricos del arte militar, el terreno es el
gran dictador de la táctica. El espacio físico se convierte, por lo tanto, en
el elemento prioritario a tener en cuenta a la hora de tomar decisiones
estratégicas u operativas, para enfrentar al enemigo. El terreno impone la
táctica del empleo de las armas y la selección de las fuerzas vivas con que
entraremos en acción.
El siglo XXI ha nacido en el esplendor de una
vertiginosa y acelerada revolución de la ciencia y la tecnología, en especial
en la esfera de las infocomunicaciones. El planeta es el mismo, pero es
diferente. La era del Internet, ha cambiado el mundo, al punto, que el gobierno
de EE.UU., para marcar primero entre las grandes potencias, creó el 23 de junio
de 2009, el Comando del Ciber Espacio, institución que según su primer jefe, el
general de inteligencia Robert J. Elder, tendría “Alcance mundial, vigilancia
mundial, poderío mundial.”[1]
Las nuevas guerras, desde entonces, no se escenifican
solo en el aire, el mar y la tierra. El citado Comando, tiene la misión de
organizarla y ejecutarla, en los escenarios virtuales. En ese nuevo campo de
batalla, las agencias federales de EE.UU., con la CIA, la USAID y la NED a la
vanguardia, despliegan sus nuevas estrategias para revertir los procesos
políticos y sociales que no resulten de su agrado, y subvertir el orden interno
de los países objetivos, explosionándolos.
Los analistas norteamericanos Richard A. Clarke y
Robert K. Knake, en su obra Guerra en la red. Los nuevos campos de batalla,
definen como campo de batalla del siglo XXI, el ciberespacio:
La palabra sugiere otra dimensión, quizá una hecha de
luz verde y columnas de números y símbolos brillantes flotando en medio de la
nada como en la película The Matrix. El ciberespacio, sin embargo, es en
realidad mucho más mundano. Es el portátil que sus hijos llevan a la escuela y
el ordenador de sobremesa que tiene en el despacho. Es un edificio gris y
desprovisto de ventanas en el centro de una ciudad y una tubería subterránea
que recorre sus calles. Está en todos los lugares en los que hay un ordenador o
un procesador o un cable que conecta a uno.
Y ahora es una zona de guerra en la que se pelearán
muchas de las batallas decisivas del siglo XXI.[2]
En tal escenario, EE.UU. trata de sacar las ventajas
de su galopante desarrollo tecnológico. Sin embargo, sus estrategas son
conscientes de que en ese terreno, la lucha es compleja y muchas veces un
adversario menos poderoso, utilizando talento, inteligencia y las mismas o
similares armas, tiene oportunidades semejantes. Como dijera nuestro Comandante
en Jefe, “Internet parece inventada para nosotros” [3], en la seguridad
de que la tecnología no es ni buena ni mala, sino poder en las manos de quienes
la tienen.
El escenario virtual, junto a la guerra mediática, se
ha convertido en uno de los principales campos de batalla de la guerra
ideológica y cultural. De ello dan fe las revueltas de las llamadas
revoluciones de colores en el norte de África, el actual conflicto en Siria, la
subversión en Venezuela, Ucrania, y la permanente campaña de desmontaje de
nuestra historia emprendida por el gobierno de EE.UU.
Al nuevo teatro de operaciones con sus sofisticados
medios tecnológicos, se une, en el caso cubano, las actuales circunstancias en
que se desarrolla el proceso revolucionario, signado por tres elementos
fundamentales:
·
longevidad
de la revolución y su liderazgo histórico, con sus múltiples aciertos y también
sus desaciertos, hijos todos de la práctica revolucionaria,
·
inevitables
cambios generacionales en la dirección de la revolución,
·
desaparición
del discurso beligerante y amenazante de los mandatarios estadounidenses
respecto a Cuba, y modelación de un seudo discurso de cooperación y diálogo.
En medio de estas circunstancias, EE.UU. despliega
contra Cuba una bien hilvanada campaña de desmontaje cultural, con la historia
como primer objetivo. El fin último es la introducción en los jóvenes cubanos
de gérmenes de duda y desconfianza en la dirección de la Revolución, su
liderazgo histórico y la pureza del proceso revolucionario. Al respecto, en su
discurso del Primero de enero de 2014 en Santiago de Cuba, el Presidente de
Cuba, general de Ejército Raúl Castro Ruz, reflexionaba:
En nuestro caso, como sucede en varias regiones del
mundo, se perciben intentos de introducir sutilmente plataformas de pensamiento
neoliberal y de restauración del capitalismo neocolonial, enfiladas contra las
esencias mismas de la Revolución Socialista a partir de una manipulación
premeditada de la historia y de la situación actual de crisis general del
sistema capitalista, en menoscabo de los valores, la identidad y la cultura
nacionales, favoreciendo el individualismo, el egoísmo y el interés
mercantilista por encima de la moral.
En resumen, se afanan engañosamente en vender a los
más jóvenes las supuestas ventajas de prescindir de ideologías y conciencia
social, como si esos preceptos no representaran cabalmente los intereses de la
clase dominante en el mundo capitalista. Con ello pretenden, además, inducir la
ruptura entre la dirección histórica de la Revolución y las nuevas generaciones
y promover incertidumbre y pesimismo de cara al futuro, todo ello con el
marcado fin de desmantelar desde adentro el socialismo en Cuba. [4]
Ante el hecho inevitable de una revolución que ha
convertido a su pueblo en uno de los más instruidos y cultos del planeta, la
estrategia de la propaganda burda, el mensaje grotesco y la farsa vulgar, ha
sido sustituida por una avalancha de información que pareciera concebida en
laboratorios, dirigida a impactar directamente en las mentes de nuestros
ciudadanos.
A los ataques mediáticos cotidianos, los de los medios
imperiales y los blogueros contrarrevolucionarios, se une ahora los de
intelectuales enemigos de nuestro proceso —cubanos y extranjeros—, enfrascados
en cambiar la historia, en demostrar verdades que no lo son, y argumentar un
pasado edulcorado, que solo existe en mentes impregnadas en la ideología de la
clase burguesa derrotada por la Revolución de 1959.
La estrategia de atacar la historia y los valores de
una nación para desmembrar su unidad, no es nueva, y tuvo como máximo
esplendor, la guerra ideológica contra el campo socialista. Los ideólogos del
capital, con Samuel P. Huntington a la cabeza, llegaron a afirmar que con el
fin del llamado socialismo real en Europa, la historia había desaparecido. La
perestroika y la llamada Glasnot, hicieron el juego al imperialismo.
Estrategia imperial del desmontaje
Es difícil determinar en qué momento comenzó a
utilizarse la tergiversación de la historia como arma de guerra, aunque todo
indica se trata de una vieja estrategia. Lo cierto es, que con el surgimiento
del campo socialista y la consolidación de la URSS como motor impulsor del
sistema socialista mundial, la guerra ideológica y cultural pasó a formar parte
prioritaria del arsenal político-militar del imperialismo y la juventud, un
objetivo de primer orden.
En 1953, Allan Dulles, Director de la CIA,
reflexionaba en su libro El arte del espionaje:
Los EE.UU. poseen el 50% de la riqueza del mundo, pero
sólo el 6% de su población… En tales condiciones, es imposible evitar que la
gente nos envidie. Nuestra auténtica tarea consiste en mantener esta posición
de disparidad sin detrimento de nuestra seguridad nacional. Para lograrlo,
tendremos que desprendernos de sentimentalismos y tonterías. Hemos de dejarnos
de objetivos vagos y poco realistas como los derechos humanos, la mejora de los
niveles de vida y la democratización.
Pronto llegará el día en que tendremos que funcionar
con conceptos directos de poder. Cuantas menos bobadas idealistas dificulten
nuestra tarea, mejor nos irá…
Sembrando el caos en la Unión Soviética, sin que sea
percibido, sustituiremos sus valores por otros falsos y les obligaremos a creer
en ellos. Encontraremos a nuestros aliados y correligionarios en la propia Rusia.
Episodio tras episodio se va a representar por sus proporciones una grandiosa
tragedia, la de la muerte del más irreducible pueblo en la tierra, la tragedia
de la definitiva e irreversible extinción de su autoconciencia.
De la literatura y el arte, por ejemplo, haremos
desaparecer su carga social. Deshabituaremos a los artistas, les quitaremos las
ganas de dedicarse al arte, a la investigación de los procesos que se
desarrollan en el interior de la sociedad. La literatura, el cine, y el teatro,
deberán reflejar y enaltecer los más bajos sentimientos humanos.
Apoyaremos y encumbraremos por todos los medios a los
denominados artistas, que comenzarán a sembrar e inculcar en la conciencia
humana el culto del sexo, de la violencia, el sadismo, la traición. En una
palabra: cualquier tipo de inmoralidad.
En la dirección del estado, crearemos el caos y la
confusión. De una manera imperceptible, pero activa y constante, propiciaremos
el despotismo de los funcionarios, el soborno, la corrupción, la falta de
principios. La honradez y la honestidad serán ridiculizadas como innecesarias y
convertidas en un vestigio del pasado. El descaro, la insolencia, el engaño, la
mentira, el alcoholismo, la drogadicción y el miedo irracional entre
semejantes.
…Gracias a su diversificado sistema propagandístico, EE.UU.
debe imponerle su visión, estilo de vida e intereses particulares al resto del
mundo, en un contexto internacional donde nuestras grandes corporaciones
transnacionales contarán siempre con el despliegue inmediato de las fuerzas
armadas, en cualquier zona, sin que le asista a ninguno de los países agredidos
el derecho natural a defenderse.
La traición, el nacionalismo, la enemistad entre los
pueblos, y ante todo el odio al pueblo ruso, todo esto es lo que vamos a
cultivar hábilmente hasta que reviente como el capullo de una flor.
Sólo unos pocos acertarán a sospechar e incluso a comprender
lo que realmente sucede. Pero a esa gente la situaremos en una posición de
indefensión, ridiculizándolos, encontrando la manera de calumniarles,
desacreditarles y señalarles como desechos de la sociedad. Haremos parecer
chabacanos los fundamentos de la moralidad, destruyéndolos.
Nuestra principal apuesta será la juventud. La
corromperemos, desmoralizaremos y pervertiremos.
…Debemos lograr que los agredidos nos reciban con los
brazos abiertos, pero estamos hablando de ciencia, de una ciencia para ganar en
un nuevo escenario la mente de los hombres. Antes que los portaaviones y los
misiles, llegan los símbolos, los que venderemos como universales,
glamurosos, modernos, heraldos de la eterna juventud y la felicidad ilimitada.
El objetivo final de la estrategia a escala
planetaria, es derrotar en el terreno de la ideas las alternativas a nuestro
dominio, mediante el deslumbramiento y la persuasión, la manipulación del
inconsciente, la usurpación del imaginario colectivo y la recolonización de las
utopías redentoras y libertarias, para lograr un producto paradójico e
inquietante: que las víctimas lleguen a comprender y compartir la lógica de sus
verdugos. [5]
Traspoladas en el tiempo, parecería que las palabras
del maquiavélico Dulles, fuesen la plataforma de trabajo de la actual
administración norteamericana.
Convencidos de los negativos costos económicos y sobre
todo, sicológicos y morales de los impactos de las intervenciones militares
norteamericanas en el mundo, los estrategas del poder buscan nuevas tácticas,
en las que prevalezca la economía de recursos.
Para ello parten del criterio de la superioridad
cultural norteamericana, haciendo de su modelo de vida, una de las fortalezas
del sistema. Zbigniew Brezezinski, uno de los principales ideólogos imperiales,
amigo y asesor personal del actual mandatario de la Casa Blanca, en su obra El
Gran Tablero Mundial, al identificar a EE.UU. como única superpotencia
global extensa, definía los cuatro ámbitos decisivos de su poder global:
militar, económico, tecnológico y cultural. Respecto a este último, refería que
disfrutaba “de un atractivo que no tiene rival, especialmente entre la juventud
mundial,” [6] y añadía:
“La dominación cultural ha sido una faceta
infravalorada del poder global estadounidense. Piénsese lo que se piense acerca
de sus valores estéticos, la cultura de masas estadounidense ejerce un
atractivo magnético, especialmente sobre la juventud del planeta. Puede que esa
atracción se derive de la cualidad hedonista del estilo de vida que proyecta,
pero su atractivo global es innegable. Los programas de televisión y las
películas estadounidenses representan alrededor de las tres cuartas partes del
mercado global. La música popular estadounidense es igualmente dominante, en
tanto las novedades, los hábitos alimenticios e incluso las vestimentas
estadounidenses son cada vez más imitados en todo el mundo. La lengua de
Internet es el inglés, y una abrumadora proporción de las conversaciones
globales a través de ordenador se originan también en los Estados Unidos, lo
que influencia los contenidos de la conversación global. Por último, los Estados
Unidos se han convertido en una meca para quienes buscan una educación avanzada.”[7]
La aseveración del político norteamericano, escrita
casi 50 años después de la citada estrategia de Allen Dulles, es coincidente.
En el ataque a los valores identitarios de una nación, a su historia, ven la
oportunidad más segura para el resquebrajamiento de la unidad nacional de un
adversario.
Estas estrategias van acompañadas por las concebidas
por los mandatarios norteamericanos para sus respectivos mandatos. George W.
Bush, por ejemplo, aplicaba la guerra cultural pero centraba sus esfuerzos en
el llamado “poder duro” o Hard Power, caracterizado por el predominio de
las armas y las amenazas de intervenciones militares. Bill Clinton, proclamó el
“poder suave” o Soft Power, priorizando la guerra cultural, Hollywood,
los ideales norteamericanos, la diplomacia, autoridad moral y campañas para
ganar “las mentes y corazones” de las poblaciones civiles en países
adversarios.
La administración de Barack Obama, en cambio, ha
optado por una conjunción de estos dos conceptos, fusionando el poder militar
con la diplomacia, y la influencia política y económica con la cultural y
legal, llamándolo “poder inteligente” o Smart Power. Este término fue
definido por Joseph Nye (1937), quien fuera Sub-Secretario de Estado en la
administración Carter, Secretario Adjunto de la Defensa, en la administración
Clinton, representante del Club Bilderberg y Director para América del Norte de
la Comisión Trilateral.
Mientras Nye era subsecretario de Defensa de Bill
Clinton, planteaba que el poderío de su país en el escenario mundial no se
fundaba en su arsenal nuclear ni en sus bases misilísticas, sino en la fuerza
de atracción de su sistema político, el encanto de su cultura, y su liderazgo
en la ciencia, los deportes, la música y la cinematografía y otras áreas del “american
way of life” que no tienen que ver con las armas y los uniformes.
Otro teórico imperial en boga y relacionado con la
guerra cultural, es Gene Sharp (1973), conocido como artífice de “La
política de la acción no violenta”, como método para utilizar el poder en un
conflicto. Para Sharp,
“los modos y resultados de un conflicto violento son
bien conocidos. Las armas físicas se usan para intimidar, herir, matar y
destruir. La lucha no violenta es una técnica mucho más variada y compleja que
la violencia. A diferencia de ésta, es una lucha que emplea armas políticas,
económicas, sociales y sicológicas, aplicadas por la población y las
instituciones de la sociedad. A estas armas se les ha conocido bajo diversos
nombres, como protestas, huelgas, desobediencia o no cooperación, boicot,
descontento y poder popular”. [8]
La combinación de estas estratégicas, va acompañada de
la manipulación mediática, conformando un conjunto de armas imperiales para la
guerra cultural.
Estas, en conjunto, son armas combinadas que hoy
el imperio utiliza contra Cuba. Obama, por ejemplo, no ha amenazado nunca con
el empleo del poder militar contra nuestro país. Su lenguaje va en otra
dirección, aparentando deseos de diálogo y cooperación, llegando a insinuar
públicamente, que es Cuba quien ha quedado atrapada en la historia y no quiere,
o no tiene interés, en mejorar sus relaciones con el vecino del norte. Así lo
manifestó en la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago, el 17 de abril de
2009, cuando los líderes del continente le exigieron la presencia de Cuba en
estos cónclaves. Allí expresó:
“Para avanzar, no podemos permitirnos ser prisioneros
de pasados desacuerdos. No he venido aquí para debatir el pasado. He venido
aquí para enfrentar el futuro. Creo, como algunos de los anteriores oradores
han declarado, que debemos aprender de la historia, pero no podemos quedar
atrapados por ella”. [9]
La demagogia del discurso de Obama, dejaba a un lado
el hecho de que, Cuba vive, en su relación con EE.UU. y a causa de su gobierno,
una no relación anómala y beligerante. Los motivos hablan por sí solos:
·
No existen
relaciones diplomáticas bilaterales.
·
Bloqueo económico
de EEUU con su alcance extraterritorial.
·
Acusación
permanente a Cuba como violadora de los DH.
·
Permanencia
de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo global, elaborada
por el Departamento de Estado.
·
Permanente
exploración militar contra Cuba.
·
Guerra
cultural desarrollada por agencias federales como la CIA, la NED y la USAID.
·
Presencia de
la ilegal Base Naval de Guantánamo.
Estos elementos, contextualizan el momento histórico
concreto en el que se desarrolla hoy la Guerra Cultural de EE.UU. contra Cuba y
su interés en contraponer a las diferentes generaciones de cubanos.
Contra el campo socialista
La experiencia más reciente de operaciones de
desmontaje de la historia nacional, tuvo lugar contra el campo socialista. Como
si fuese una premonición y un aviso de la dirección del golpe principal del
ataque, Ronald Reagan, acérrimo anticomunista, alertó a los jóvenes estudiantes
moscovitas sobre los peligros de denigrar de la historia del país. Al
intervenir ante estudiantes de la Universidad de Moscú, el 31 de mayo de 1988,
subrayó:
Los cambios no deben significar una negación del
pasado. Ese es el árbol, en el que se conserva la vida en todos los tiempos,
que introduce sus raíces en la tierra y saca del sol la vida. Los cambios
positivos también deben salir de los valores tradicionales enraizados en la
tierra y la cultura, en la familia y en el colectivo y ellos deben sacar fuerza
de las cosas eternas, de las fuentes de la propia vida, que es su propia fe. [10]
El presidente actor, desbordó la guerra en la misma
dirección que había advertido a los jóvenes estudiantes. La historia de la URSS
se satanizó. De ello se encargarían las fuerzas del imperialismo y los enemigos
internos del socialismo. Ello despertó reacciones de indignación contra la
glasnost. El 13 de marzo de 1988, en un artículo del diario Sovietkaia Rossia,
firmado por Nina Andreeva, bajo el título “No renunciar a los principios
”, se expresaba un fuerte repudio por la forma en que se denigraba la historia
de la nación por todos los medios de prensa. La dirección del Partido Comunista
de la URSS, no reaccionó ante tales hechos.
El general soviético Serguei Leonov, en su libro Via
crucis de Rusia.1991 – 2000, expresaba apesadumbrado que “…la historia de
las naciones siempre guarda tanta basura inflamable que basta con acercarle un
fósforo para que comience a arder una casa que se construyó con tanto
trabajo.”[11]
Esta cita nos remonta a nuestras guerras de
independencia, en especial la de los Diez Años, cuando el mayor general
dominicano Modesto Díaz escribiera al también mayor general Vicente García por
motivo de la sedición de Lagunas de Varona:
“Compañero, todos los pueblos tienen un pomo de
veneno, que, guardándolo tapado, no hace daño. Cuba tiene el suyo y usted lo ha
destapado... iAlgún día le pesará!” [12]
Explicaba Leonov en su obra que “…todo lo doloroso,
trágico y humillante para el individuo que tuvo nuestra historia reciente, se
sacaba a la luz, se concentraba en potentes blockbusters que día tras
día martillaban en la cabeza del azorado televidente. Era preciso crear la
impresión de que en los 70 años de poder soviético ni el país, ni el pueblo
tuvieron nada bueno; los mostradores vacíos, las grandes colas y los rostros
exhaustos eran imágenes constantes en la televisión. La misma situación reinaba
en las publicaciones.”[13]
El Otrora secretario general del Partido Socialista
Unificado Alemán, Erick Erich Honecker, meditaría en sus memorias publicadas en
Berlín en 1994:
…El hecho de desfigurar la historia del
socialismo, hizo el trabajo ideológico más difícil entre la juventud. Aquellos
que se reclamaban de un socialismo sin tacha para subrayar los fracasos y los
errores, jugaron un papel de disgregación. Muchos perdieron así su fe en los
ideales socialistas. Revelar las debilidades y los errores era un aspecto
necesario para clarificar lo que se debía hacer mejor en el futuro y en el
presente. Había que sacar las enseñanzas necesarias. Pero ¿qué es lo que
intervino para desorientar a todo el mundo? Hubo una toma de distancia radical
con la historia del socialismo. Ésta se desarrolló a través de los medios pero
también mediante la difusión de libros, en el curso de representaciones
teatrales… El socialismo aparecía como el camino del crimen y el engaño.
(…) campañas caracterizando al Partido como reaccionario y al socialismo como
una forma de feudalismo. Se sembró la duda, nuestros ideales fueron sacudidos.
Todos los valores fueron nuevamente cuestionados. Fue
una reevaluación general de todo el camino lleno de espinas que el socialismo
había recorrido. Ni la victoria sobre el fascismo escapó a esto. No se trataba
de un análisis de la historia que permitiera tener en cuenta un desarrollo
general acompañado de fallos y errores. No, todo lo que hasta entonces había
sido considerado como correcto fue cuestionado, incluida la Revolución de
Octubre.
Se analizaban los fallos y errores cometidos en la
construcción del socialismo de una manera que cuestionaba las conquistas y los
ideales de esa sociedad alternativa al capitalismo explotador. Nuestra
debilidad consistía en no haber conseguido dar vida a todos los aspectos de
nuestros ideales socialistas para cada individuo. [14]
A la opinión de Honecker se unía la voz de Egon Krenz,
último dirigente comunista de la RDA:
“Comenzaba una nueva evaluación de todos los valores,
no solo de los valores políticos, sino de toda la cultura mundial de valores.
Los valores ideales perdieron en importancia. El pragmatismo material
dominaba.”[15]
Tras la caída del Muro de Berlín y el derribo de
estatuas y símbolos patrios, hoy las naciones ex socialistas reescriben la historia
de acuerdo a los intereses de sus nuevos gobernantes. Se llega al punto de que
la República Checa ha cambiado la fecha de celebración de la derrota sobre el
fascismo alemán: ahora el día de la liberación no referencia la entrada de los
comunistas checos y soviéticos al país, sino la del encuentro con las tropas
norteamericanas, muchos días después, de los oficiales alemanes que escapaban
de aquellos.
Son estos apenas algunos ejemplos de los daños
causados a las naciones socialistas por la estrategia de guerra cultural del
imperio. Cabría preguntarnos: ¿Cuántas de las situaciones descritas se dan hoy
en nuestro país?
Un hecho parece inconmovible en la mentalidad imperial
respecto a Cuba y su revolución. La guerra contra la generación histórica
encabezada por Fidel y Raúl, la perdieron. La apuesta es contra el relevo. Otro
hecho cierto e irrefutable, es que el imperio no perdonará jamás a la
generación que con su ejemplo y acción levantó una revolución que inspiró a los
pueblos del continente en la defensa de la dignidad y la soberanía. Tampoco
perdonarán a sus hijos patriotas, decididos a mantener en alto las banderas soberanas
enarboladas por sus gloriosos antepasados.
El desmontaje de la historia de Cuba
En su discurso por el XX Aniversario de la fundación
de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, nuestro Comandante
en Jefe dijo:
“… Para nosotros, la historia, más que minuciosa y
pormenorizada crónica de la vida de un pueblo, es base y sostén para la
elevación de los valores morales y culturales, para el desarrollo de su
ideología y su conciencia; es instrumento y vehículo de la Revolución”.[16]
Estoy seguro que coincidimos todos, en que la historia
de Cuba es el más seguro sostén ideológico de nuestro proyecto nacional. Ella
se yergue como arma e instrumento de maestros, políticos y ciudadanos, para el
afianzamiento de la identidad nacional y sus más genuinos valores.
Dentro de las direcciones fundamentales del
desmontaje, se encuentran:
·
Exaltación
de la década del 50 y la figura de Fulgencio Batista.
·
Se trata de
hacerlo ver como “el salvador” de una situación de caos provocada por el
gansterismo y pistolerismo de los gobiernos auténticos y promotor de supuesto
un boom de desarrollo económico que puso a Cuba en una posición privilegiada,
respecto al resto de los países del continente.
·
Idealización
del pasado capitalista, sobre todo en las esferas económicas y culturales y
contraposición con los éxitos alcanzados por la revolución en estas esferas.
·
En este
sentido, se mide la historia por cifras concretas de la cantidad de
televisores, refrigeradores, radios y autos, entre otros, por habitantes y su
comparación con el resto del continente, ignorando el resto de los parámetros
sociales y económicos que sumían al país en una permanente crisis estructural,
sobre todo en el campo. Nada se dice de la corrupción generada y aupada por
Batista y el resto de los gobiernos pre-revolucionarios.
·
Reescritura
de nuestras guerras de independencia y revaloración de la burguesía nacional
que emergió con la neocolonia.
·
El
contrarrevolucionario Carlos Alberto Montaner, por ejemplo, clasifica el siglo
XX como de repúblicas mambisas, revoluciones y dictaduras. Las primeras, hasta
el gobierno de Mendieta, por estar encabezadas por representantes del mambisado
cubano. Como revoluciones identifica la de los sargentos del 33 y el golpe de
estado del 10 de marzo, y como dictadura, la revolución cubana de enero de
1959.
·
Sobrevaloración
de los artistas e intelectuales cubanos que marcharon al exilio tras el triunfo
de la revolución.
·
Aprovechando
las bondades de Internet, y la prensa digital, se potencia la imagen de estos y
cuelgan sus obras en la red, haciendo a la revolución como culpable de la
represión de sus ideas y obras.
·
Establecimiento
de una política de premios que prioriza y estimula a los intelectuales que
emiten juicios críticos contrarios al proceso histórico de la Revolución.
·
Ello ha sido
una práctica del gobierno de los EEUU, instrumentado fundamentalmente a través
de terceros países y agencias internacionales.
·
Intentos de
sembrar la división interna en el pueblo alimentando desconfianzas, rencores
históricos y celos, por diferencias generacionales, raciales o de géneros.
·
Un ejemplo
reciente de ello ha sido el tratamiento descontextualizado dado al tema de la
represión de los independientes de color desde EE.UU., haciendo casi culpable a
la revolución, del racismo heredado de un colonialismo brutal y una república
segregacionista.
·
Satanización
del proceso revolucionario, sus líderes, artistas, e intelectuales
comprometidos con él.
·
Todo lo
vinculado con la revolución es malo. No se pierde oportunidad para ofrecer
informaciones que denigren la integridad de quienes la dirigen o quienes
brillan por sus cualidades como artistas o intelectuales. Se magnifica el
prestigio de los que se han marchado de la isla.
·
Creación de
sitios en Internet diseñados para fomentar la nostalgia por el pasado.
·
La avalancha
de imágenes en fotos o videos de un capitalismo paradisiaco, invade
constantemente la red, llevando a las mentes la añoranza por una Cuba de glamour,
mercados, turismo y prosperidad. Ante las imágenes que circulan, entre ellas
las obras en construcción del presidente Batista, la Revolución parece
innecesaria.
·
Promoción de
actitudes desmovilizativas, apolíticas y desideologizadas, entre artistas e
intelectuales, fundamentadas en la historia.
·
El fin de
las ideologías se trata de inducir a través de una campaña permanente de
descrédito del Partido Comunista de Cuba en todas las épocas. Para ello no
escatiman esfuerzos y, en análisis descontextualizados, lo vinculan a Batista
por un lado, o lo dibujan como marioneta eterna del PCUS y el comunismo
internacional. Se magnifican sus errores y no se identifican aciertos. Lo ideal
entonces, es renunciar al partidismo comunista. Con ello se persigue
desmovilizar la continuidad del actual Partido Comunista y la UJC.
·
Hacer ver la
revolución como un proceso de privaciones, agonías y sufrimientos. Eliminar la
alegría de la épica revolucionaria y sus triunfos.
·
La vieja
táctica de identificar la revolución como un proceso de amargas experiencias
coincide con la desplegada por el imperialismo contra la URSS. Se sataniza el
salvador racionamiento, las necesarias movilizaciones militares o económicas,
el internacionalismo y la solidaridad, las relaciones con el campo socialista,
entre otros.
·
Vincular el
rumbo socialista con el fracaso del proyecto de revolución.
·
Se
contrapone el supuesto desarrollo de la Cuba capitalista al proyecto socio
político de la revolución cubana. En el espejo de la contrarrevolución, sólo se
ve la opulencia de la sociedad de consumo y no sus lacras. Se llega al punto de
insinuar que Machado no pudo desarrollar más a Cuba porque Mella, Villena y los
comunistas, le boicotearon su proyecto de nación. El mismo enfoque emplean
contra la figura de Fidel.
En esta guerra cultural, el enemigo, de manera
ofensiva y activa, emplea todas las oportunidades que brindan la tecnología y
la modernidad, en especial, aprovechando de manera óptima las posibilidades de
Internet.
Para ello colocan libros en la red, por ejemplo, los
libros escritos de Batista, Machado, personeros civiles y militares de la seudo
república, traidores a la revolución, y estudiosos enemigos de esta. El enfoque
maniqueísta que por mucho tiempo caracterizó el análisis de la república
neocolonial, llevó a generaciones de cubanos, a ver a los personeros de aquella
época como simples marionetas imperiales y a la república nacida en 1902 como
carente total de virtudes. La exposición libre de estas publicaciones,
introduce el germen de la duda y el cuestionamiento, al ofrecer acceso a los argumentos
de los representantes del imperialismo y la burguesía nacional y a fuentes
hasta ahora desconocidas o inaccesibles para estudiosos o pueblo en general.
En el caso de Batista, caracterizado por varias
generaciones como el usurpador sargento taquígrafo, hoy se escriben profusas
biografías tratando de demostrar sus dotes de hombre de estado lleno de
cualidades para la organización de la economía, la cultura y el desarrollo
integral de la nación. Nada se dice del inescrupuloso bandido anticomunista que
asesinó a Guiteras, quien fungió en la isla como el más fiel representante del
imperialismo yanqui de quien se decía era “su hombre fuerte”, ni de las
corruptelas que lo convirtieron en uno de los hombres más ricos del país.
La organización de eventos internacionales para
analizar la historia de Cuba desde la perspectiva imperial, es otra práctica
imperial a la que hoy se dedica presupuesto. Lo mismo a la edición de obras de
traidores o enemigos de la Revolución.
En Miami, por ejemplo, los cantores del capitalismo
cubano, escriben y publican decenas o cientos de obras de historia, muy bien
definidas en la ideología que profesan, que es la que quisieran imponer en la
isla de caer la revolución.
Allí también se escribe de Martí, de Gómez, de las Guerras
de Independencia, y de los héroes del llamado exilio cubano, que no son otros
que los mercenarios de Girón, los bandidos del Escambray, los terroristas que
han llenado de luto a las familias cubanas desde enero de 1959. Para aquellos
personeros, que celebran también, con sus interpretaciones y matices, el 28 de
enero, el 24 de febrero y el 10 de octubre, el 20 de mayo es la fecha de mayor
significación en nuestra historia.
Y como la guerra es total, escriben desde allá, o en
contubernio con apóstatas de acá, las historias de las provincias y municipios,
en contraposición al proyecto que comenzó el movimiento de activistas de
historia y que hoy se materializa en el Programa Nacional de Historia con las
síntesis históricas provinciales y municipales.
Volviendo a los ciber escenarios, es necesario meditar
profundamente en el daño que representan las llamadas enciclopedias virtuales,
facturadas ideológicamente por personas que nada tienen que ver con nuestra
concepción de nación o ideología. Wikipedia y Encarta, se han convertido en
fuentes de consultas cada vez más frecuentes de estudiantes y profesores, quienes
después llevan a las aulas los errores y tergiversaciones que estas promueven.
Por ejemplo, al referirse a Camilo Cienfuegos, después
de elogiar su figura de manera que parece tomada por una obra escrita desde la Revolución,
concluye afirmando que:
“Al margen de la versión oficial existen numerosos
rumores sobre los hechos que rodean a la muerte de Cienfuegos. La mayoría de
ellos apuntan a un asesinato ordenado por Fidel Castro.”[17]
Del Che, de manera idéntica, tras resaltar su imagen,
lo estigmatizan como responsable de fusilamientos masivos, afirmando que murió
en Bolivia abandonado por la revolución. Wikipedia concluye que “…Guevara
fundó el sistema cubano de campos de trabajo, cuando estableció el primero de
ellos en Guanahacabibes, para reeducar a los directores de empresas estatales
considerados culpables de violaciones a la “ética revolucionaria”. Jorge
Castañeda, en su biografía del Che Guevara, ha señalado que, tras la partida de
Guevara de Cuba, “estos campos fueron utilizados para enviar disidentes,
homosexuales y, más de dos décadas después de la muerte de Guevara, enfermos de
sida”. [18]
Lo más preocupante es que nuestros niños y jóvenes
consultan estas fuentes y repiten en las aulas sus tergiversados contenidos,
sin que muchas veces el profesor que tiene delante tenga argumentos para
rebatirlos. El germen cala y se reproduce.
La propia Wikipedia, al mencionar a los impulsores de
la revolución, menciona a Fidel, Raúl, el Che, Camilo, Almeida y Huber Matos,
dando a este último un protagonismo histórico que nunca tuvo y colocándolo en
el campo visual de una nueva generación que de él poco o nada sabe.
Estos temas, pululan además en los cientos de discos
piratas que hoy se venden libremente, con facturaciones tendenciosas o
abiertamente contrarrevolucionarias.
Cómo enfrentar el desmontaje
Es obligación de los historiadores revolucionarios,
comprometidos con su pueblo, asumir un protagonismo más activo y
responsable, en la Cuba de hoy.
Para ello debemos despojarnos de prejuicios y
maniqueísmos y cubrir, con total valentía y objetividad, desde la Revolución,
los vacíos historiográficos que aprovecha el enemigo para agredirnos. En esta
batalla, debe prevalecer la ciencia y no el discurso, pues la historia se puede
interpretar, pero no cambiar al antojo de un autor o adecuar a una
circunstancia. Con el paso del tiempo, cuando ello ocurre, los daños son más
grandes.
Internet nos ofrece infinitas oportunidades, que
debemos aprovechar con total profesionalismo. No nos podemos dar el lujo de
fomentar una Ecured (enciclopedia colaborativa cubana) con errores, ni páginas
virtuales con trabajos inacabados o no correctamente revisados por las
instituciones responsables.
El historiador debe velar por el cuidado del
patrimonio de la nación y exigir por ello permanentemente. Debe sentir y sufrir
los olvidos y la dejadez y convertirse en un motor de impulsos para romper
inercias.
Fragmentos del texto leído en el XXI Congreso Nacional
de Historia, celebrado en La Habana del 21 al 27 de abril.
[1] Comando del Ciberespacio de la
Fuerza Aérea de EEUU: No apto para aficionados. Rosa Miriam
Elizalde. 19 mayo 2007. http://www.cubadebate.cu
[2] Richard A. Clarke y Robert K.
Knake. Guerra en la red. Los nuevos campos de batalla.
Editorial Ariel. Barcelona 2011. Pp. 103.
[3]
http://lapupilainsomne.wordpress.com/2011/12/12/fidel-castro-la-internet-parece-inventada-para-nosotros
[4]
http://www.cubadebate.cu/opinion/2014/01/01/discurso-de-raul-en-santiago-no-cederemos-ante-agresiones-chantajes-ni-amenazas-fotos-y-video
[5]
http://heraldocubano.wordpress.com/2013/11/29/el-arte-de-la-inteligencia-de-allen-w-dulles/
[6] Brezezinski, Zbigniew. El gran
tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos
geoestratégicos. Editorial Paidos. Barcelona, 2003. Página 33.
[7] Ibidem. Pp. 34
[8]
www.aeinstein.org/wp-content/uploads/2013/09/DelaDict.pdf
[9]
http://www.cubadebate.cu/opinion/2009/06/12/%C2%BFpor-que-las-armas/#.U2beFGybvcc
[10] Reagan,
Ronald. Discursos escogidos. Mosc ú 1990. (Рейган Р. Избранные речи) p á g . 355.
[11] Leonov, N. S. Vía crucis de Rusia. 1991 –
2000.RusskiDOM, Moscú, 2002. Pp. 7.
[12] Roa Garí, Ramón. Con la pluma y
el machete. Tomo I. Ministerio de Educación. La Habana, 1950. Pp.
297.
[13] ILeonov, Ibidem. Pp. 245
[14] Erich Honecker. Notas de la
cárcel. www.rebelion.org/docs/29955
. Pp. 33
[15] Krenz, Egon. Otoño de 1989.
Editorial Cultura Popular. La Habana, 2007. Pp. 378
[16]
http://old.kaosenlared.net/noticia/historia-fidel-revolucion-socialismo-partido-ideologia-pueblo-unidad-r
[17]
www.territorioscuola.com/wikipedia/es.wikipedia.php?title=Camilo...
[18]
es.wikipedia.org/wiki/Ernesto_Guevara
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