Por Armando Hart Dávalos.
Desde los días más tempranos de mi infancia recibí influencias en el
ámbito familiar que me despertaron el interés por los temas jurídicos y
éticos; más tarde, sobre ese fundamento familiar y la propia formación
profesional, comencé a desarrollar una mayor conciencia de la
importancia de la cultura jurídica de la nación cubana y de su papel en
la defensa de las conquistas históricas de nuestro pueblo. En los
tiempos actuales y en medio de la aguda crisis de valores en que
vivimos, el tema de la ética, y, en especial, de la juridicidad, se
revelan cada vez más, como la cuestión clave a resolver para garantizar
la continuidad histórica de la Revolución.
Recordemos que en la reciente votación en la Asamblea General de
Naciones Unidas sobre el tema del bloqueo impuesto a nuestro país por el
imperialismo norteamericano durante más de 50 años, la casi totalidad
de los Estados miembros de ese organismo internacional se pronunciaron
por el cese del mismo, es decir, 188 países votaron a favor del cese del
bloqueo, y solo los Estados Unidos e Israel lo hicieron en contra de la
Resolución. Eso permite subrayar el aislamiento del Gobierno
norteamericano en la aplicación de una política que viola atrozmente los
fundamentos jurídicos que norman las relaciones internacionales. Por
otra parte, en el propio seno del imperio, se observan cambios
importantes en cuanto a las relaciones de los Estados Unidos con Cuba.
Claro que aunque festejemos la victoria alcanzada en la ONU, a partir
de este momento, estas dos conclusiones deben ser objeto de un análisis
profundo y detenido, análisis que nos permita tomar conciencia de todo
lo que aún tenemos que hacer para descubrir cómo enfrentar al
imperialismo norteamericano en este siglo XXI, porque esa sigue siendo
una cuestión de honor, en función del Derecho y la justicia de nuestros
pueblos y países.
En días recientes he estado leyendo, con mucho interés, informaciones
que nos llegan desde China, relacionadas con el último pleno del Comité
Central de su Partido Comunista (que fue celebrado en el mes de
octubre) y las importantes decisiones que en el mismo se anunciaron,
acerca de los temas que conciernen directamente al respeto a la ley, a
la Constitución, a la lucha contra la corrupción y al orden jurídico de
ese país; recordemos que su importancia radica también en que se trata
de una enorme nación que desempeña un rol cada vez más activo en todas
las esferas a nivel internacional.
Para nosotros continúa siendo un deber fortalecer nuestra hermosa
tradición jurídica, no olvidemos que por su importancia, ese tema y su
vinculación con la justicia, es sin duda, un asunto que sigue
requiriendo la máxima atención de todos para la salvaguarda de nuestras
conquistas y el perfeccionamiento y modernización de la sociedad cubana.
Siempre he sostenido que la batalla por el regreso del niño Elián
González se ganó porque se libró enarbolando la bandera del Derecho y la
juridicidad, y con ello se obtuvo el apoyo de amplios sectores al
interior de los propios Estados Unidos; claro que también el Derecho es
un arma muy valiosa en la lucha contra el terrorismo, en particular para
promover las acciones que tenemos que seguir ejecutando para denunciar
la hipocresía y el cinismo de la actual administración estadounidense en
el caso de Posada Carriles y su pandilla, de una parte, y el trato
cruel y arbitrario que jurídicamente se ha aplicado a nuestros cinco
Héroes, por otra. A su vez, pensemos que esta injusticia ha sido el
fundamento que ha generado el amplio movimiento de solidaridad que la
causa de los cinco cubanos despierta en todo el mundo.
Por otro lado, bien conocemos que la ruptura del orden jurídico
internacional y el desprecio por las más elementales normas de la ética
por parte del imperialismo y sus aliados están también en el trasfondo
de los graves problemas que hoy enfrenta la humanidad. La propia
existencia del género humano está amenazada, debido a los agudos
problemas medioambientales, el crecimiento del armamentismo, la crisis
alimentaria y tantos más, los cuales muestran una realidad que solo
puede caracterizarse por el caos y el desorden. Esta crisis tiene un
carácter civilizacional que abarca no solo la economía, sino todas las
esferas de la sociedad, y se hace cada vez más evidente el declive de
los Estados Unidos como potencia hegemónica, aunque no podemos olvidar
que siguen teniendo la capacidad militar y tecnológica para destruir
varias veces todo vestigio de vida en el planeta.
Reitero que para afrontar los gravísimos problemas señalados debemos
enarbolar la defensa de la juridicidad sobre profundos fundamentos
éticos y una proyección y alcances universales. En nuestra Patria
Latinoamericana y Caribeña, los acontecimientos que tienen lugar en
Venezuela han puesto de manifiesto, una vez más, la enorme importancia
de la juridicidad en la vida política de las naciones; tanto en Bolivia
como en Ecuador la lucha por hacer avanzar esos procesos pasó por la
aprobación de una nueva Carta Magna para respaldar jurídicamente las
transformaciones a fin de establecer nuevas bases para el sistema
político de esos países. Históricamente, han sido siempre la
contrarrevolución y las clases reaccionarias de América Latina las que
se han colocado al margen de la legalidad y, sin embargo, han pretendido
presentarse, cínicamente, con las banderas del Derecho. De ahí la
importancia de asumir en este continente la defensa de una tradición
jurídica que consagra los derechos de los pueblos y de sus
instituciones.
De la dilatada historia de la sociedad humana podemos extraer, como
conclusión, que no hay civilización que haya nacido, crecido y
fortalecido sin el apoyo de un régimen de Derecho; por eso se puede
afirmar que no hubiera existido civilización esclavista romana sin el
Derecho romano; tampoco existiría civilización capitalista sin el
sistema de Derecho que le sirve de sustento y, desde luego, que no habrá
socialismo en Cuba, ni en ninguna parte, sin que el sostén de la ley se
corresponda con sus exigencias.
En las actuales condiciones en que vivimos, la defensa de la Ley, el
Derecho y la justicia social, se han convertido en la clave necesaria
para abrir las vías a la defensa de la propia existencia de la
Humanidad, no cejemos jamás en este empeño.
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