Por Leandro Albani
Resumen Latinoamericano, 10 de abril de 2015
Afirmar que
Israel aplica un sistema represivo planificado y permanente contra la
población palestina es repetir lo que se observa desde hace más de
sesenta años, cuando Naciones Unidas aprobó la partición de Palestina
para la creación del Estado judío. La pregunta es: ¿Cuál será el punto
máximo en la escalada represiva de Israel contra Palestina? Cuesta
imaginar una invasión más terrorífica que “Margen Protector” en 2014
contra la Franja de Gaza, en la cual fueron asesinados más de 2.000
palestinos y palestina, incluyendo 447 niños y niñas.
Con la reelección de Benjamín Netanyahu como presidente un nuevo
ataque masivo contra la población gazatí se encuentra latente. Por más
que el “laborismo”, con Issac Herzog y Tzipi Livni, fuera presentado
como una “alternativa” a Netanyahu, las políticas israelíes contra
Palestina son calcadas, sean “halcones” o “palomas” quienes gobiernen.
Un alerta sobre una posible invasión a Gaza la dio en estos días el
canal 2 de Israel, que anunció el comienzo de “la cuenta regresiva hacia
la próxima guerra del ejército israelí contra Hamas en la Franja de
Gaza”.
Por eso, los “blancos” de Israel para justificar sus ataques son
variados y siempre están al alcance de la mano de quienes dirigen al
país.
El plan de expansión israelí sobre Medio Oriente es parte fundamental
del sionismo, ideología que rige a ese Estado nacido de un mito
bíblico. Pero si dijimos que hace sesenta años el poder político y
militar israelí aplica una guerra de exterminio contra Palestina
–buscando “blancos” a los cuales combatir-, la fuerza de la realidad
confirma que hace sesenta años los palestinos y las palestinas resisten
sin abandonar sus tierras.
Los blancos móviles
Una nueva denuncia demuestra la capacidad represiva de Israel contra
los palestinos y las palestinas. A los bombardeos masivos, asesinatos
selectivos, controles militares, bloqueos económicos, destrucciones de
viviendas y expulsión de civiles, ahora se conoce que el tiro al blanco
es uno de los pasatiempos de los soldados israelíes.
Así lo confirmó días atrás Yaron Kaplan, un ex uniformado hebreo en
declaraciones al diario Haaretz. “Después de dos años comprendí que no
podía seguir con el ejército israelí porque tras cada entrenamiento
siempre realizamos una especie de juego a través del cual disparamos
contra los civiles palestinos como si se tratase de una práctica de tiro
al blanco para acabar con la vida de ellos”, reveló el ex soldado.
Kaplan, quien abandonó el Ejército y por eso fue calificado como
“soldado fugitivo”, afirmó que al comenzar sus entrenamientos militares
“me di cuenta de la dimensión de la violencia que aplican las fuerzas
israelíes contra los civiles palestinos”.
Que los soldados israelíes hagan blanco en civiles palestinos no es
algo nuevo. Se cuentan por decenas las denuncias sobre los ataques con
fusiles a los pescadores de la Franja de Gaza, que tienen la posibilidad
de adentrarse unos pocos kilómetros en el mar Mediterráneo para
realizar sus labores. Como también se cuentan por cientos los ataques y
asesinatos cometidos por los uniformados hebreos contra los campesinos
palestinos que trabajan sus campos de oliva.
Los blancos parlamentarios
En la madrugada del 2 de abril la puerta de la casa de Khalida Jarrar
estalló en pedazos. Un grupo de agentes de seguridad israelíes
ingresaron con la furia que los caracterizan, desbarataron el lugar y se
llevaron prisionera a Jarrar, actual diputada del Consejo Legislativo
Palestino e integrante del Frente Popular para la Liberación de
Palestina (FPLP).
El peregrinar de la diputada luego de su detención fue frenético: en
un principio la llevaron a la colonia Beit El, para después ser
trasladada a una base militar cerca de Jaba’ en Jerusalén Este. Cuando
amanecía, fue nuevamente trasladada a Ofer, cerca de Ramala, donde la
interrogaron durante más de cuatro horas, y por último encerrada en la
cárcel de HaSharon.
Jarrar, que también se desempeña como dirigente feminista y es la ex
directora de la Asociación de Derechos Humanos Addameer, fue condenada
por un tribunal militar israelí a cuatro meses de “detención
administrativa”, fórmula que permite a Israel encarcelar a los
palestinos sin cargos concretos.
En la actualidad, 16 miembros electos del Parlamento palestinos se
encuentran bajo arresto por el Estado israelí, de los cuales nueve
tienen “detención administrativa”.
Los blancos infantiles
La última cifra conocida es escalofriante: 182 palestinos menores de
edad se encuentran prisioneros en las cárceles de Israel. El dato,
difundido por la organización no gubernamental Vigilancia de Tribunales
Militares (VTM), es una nueva muestra de la violación por parte del
Estado hebreo a todas las convenciones internacionales que protegen el
derecho a la niñez. Del total de niños y niñas prisioneros, 25 tienen
entre 14 y 15 años de edad, y 157 no sobrepasan los 17, subraya el
informe de VTM. Como siempre, las acusaciones oscilan entre “lanzar
piedras” a los uniformados israelíes o “colaborar” con organizaciones
políticas que Tel Aviv califica como “terroristas”. El encarcelamiento
de los menores de edad es acompañado por la prohibición a ver a sus
familiares o tener un abogado defensor.
A finales de 2014, el Club de Presos Palestinos (CPP), con sede en
Ramalá, reveló que el 40 % de los niños y las niñas detenidas por Israel
en Jerusalén fueron víctima de abuso sexual por parte de la policía
hebrea. Según la ONG Defensa Internacional de los Niños, en la última
década unos 7.500 menores de edad estuvieron en las cárceles israelíes.
En marzo de 2013, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
(Unicef) confirmó algo que es un secreto a voces: las agresiones y malos
tratos hacia los menores encarcelados por Israel son “generalizados,
sistemáticos e institucionalizados”.
El plan israelí contra Palestina es meticuloso y no quedan dudas
cuáles son los “blancos” predilectos para el poder represivo desatado
por Tel Aviv desde hace sesenta años.
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