martes, 29 de marzo de 2016

Obama en La Habana, el presente y ese pasado del que se escurre el presidente de EEUU.

Obama en el Gran Teatro de La Habana
Por Gustavo de la Torre Morales.

Mucho se ha escrito y hablado sobre el nuevo período de relaciones que se ha abierto entre EEUU y Cuba, después que el presidente Barack Obama reconociera públicamente, el 17 diciembre de 2014, que la política exterior de su país hacia Cuba fracasó a todo lo largo de estos 57 años. Y, aunque no le faltó una usual excusa por esa política de arbitrariedades e injerencismo, el propio Obama sentenció “ninguna otra nación se une a nosotros en la imposición de estas sanciones”. En resumidas cuentas, EEUU se aisló a sí mismo.
Desde entonces, varios acontecimientos han remarcado este período y proceso de deshielo hasta la llegada del presidente norteamericano a La Habana, el pasado 21 de marzo.
Tanto en la población cubana, como allende sus fronteras, el acontecimiento de la visita suscitó diversas reacciones. Finalmente se impuso la cordura, la dignidad y la alta moral de un pueblo aguerrido que ha cultivado meritorios valores éticos y humanitarios, y se demostró que recibir con educación al mandatario del imperialismo, ratificaba a Cuba como un país de paz, sin con ello se indicara una traición a sus firmes principios.
El 21 de abril del pasado año 2015, comenté en un artículo sobre la invitación que reiteradamente el presidente Barack Obama hace para que aparquemos en el olvido “el pasado”. Mensaje que una vez más machacó en su discurso del pasado 22 de marzo, en el Teatro Alicia Alonso, en la pasada visita a La Habana, Cuba, cuando después de darle tantas vueltas al tema, en sus últimas palabras dijo “Es ya hora de dejar atrás el pasado.”
El pueblo de Cuba siempre ha tendido la mano amiga al pueblo norteamericano y lo mismo ha ocurrido a la inversa. Nosotros no olvidamos a todas aquellas y aquellos norteamericanos, que mucho antes que Obama, sí han ayudado en construir puentes de amistad entre los pueblos de Cuba y Estados Unidos: Malcom X, Ernest Hemingway, Lucius Walker o Diana Nyad, por poner sólo ejemplos cercanos, de muchos otros, en la historia que guardamos con respeto y cariño.
Por supuesto que Barack Obama quiera dejar claro que no está anclado a ese pasado escrito por los antecesores gobiernos de Estados Unidos contra los pueblos del mundo, es lógico que el pueblo de Cuba no condene al presidente Barack Obama por los crímenes cometidos por los anteriores gobiernos de EEUU; pero en el presente se sigue cometiendo tan horrendos crímenes como en el pasado, crímenes llevados a cabo bajo la administración de Obama: por éstos sí lo juzgamos.
Sin poder evitarlo, Obama expone un presente, propio, influenciado por el pasado ¿Alguien se ha olvidado de su frase sobre "torcer brazos" en entrevista para el portal estadounidense Vox? Por tanto, la práctica de ese pasado que intenta franquear, se encuentra en el presente de Obama cuando expresó: “we occasionally have to twist the arms of countries that wouldn't do what we need them to do if it weren't for the various economic or diplomatic or, in some cases, military leverage that we had” (“En ocasiones le torcemos los brazos a países que no hacen lo que necesitamos de ellos si no cumplen los diversos apalancamientos que tenemos en lo económico, diplomático, y en ocasiones, lo militar”). En fin, es imponer por la fuerza, cuando no se cumplan los objetivos imperialistas.
En el presente está el golpe de Estado contra Manuel Zelaya en 2009, en Honduras, con el amplio apoyo de la administración de Obama a los criminales actos de Ricardo Micheletti. También está el Golpe de Estado en forma de “Juicio Político” contra Fernando Lugo en 2012, en Paraguay, el cual se orquestó con la participación de la USAID (Agencia de Desarrollo de EEUU); también los continuados ataques contra el mandatario Evo Morales, en Bolivia, país incluido arbitrariamente en una “lista negra” porque se expulsó a la DEA y a la USAID de ese país andino (dos instrumentos de EEUU que bajo el pretexto de “colaboración” en proyectos sociales, manejaban grandes capitales destinados realmente a penetrar la sociedad civil y la división de líderes y sectores sociales, con el objetivo de planes conspirativos).
Como el Golpe de Estado que se intentó en Venezuela, en 2002, contra Hugo Chávez Frías, apoyado por la administración de George W. Bush, no era posible llevarlo a cabo una vez más contra Nicolás Maduro, pero bajo la administración de Obama (y con la influencia de la CIA) se ha creado la propicia atmósfera de conflicto y caos social y político interno en el gigante bolivariano, para poder declararlo como “una amenaza inusual y extraordinaria” en un Decreto-Ley firmado por Barack Obama, propiciando frente a los ojos de la opinión pública una facilidad de intervención militar imperialista, en un futuro no lejano.
¿Qué decir del papel de la administración de Obama en los conflictos de Oriente Medio, sobre los asesinatos selectivos y extrajudiciales con drones, de la justificación del genocidio del sionismo israelí contra Palestina, de la venta de armas a Arabia Saudita para sus bombardeos contra Yemen, del apoyo constante a los grupúsculos de la derecha venezolana que llevaron a cabo las guarimbas (con muertes y destrozos económicos y sociales).
En esta visita “histórica” de Obama a La Habana, el mandatario norteamericano expresó que lo que cambie dependerá del pueblo cubano. No vamos a imponerles nuestro sistema político ni económico. Reconocemos que cada país, cada pueblo, debe trazar su propio camino, y darle forma a su propio modelo”; sin embargo, pocas horas después se reunió con este fardo antisocial llamado dulzonamente disidencia, para ofrecerle el apoyo millonario… ¿Qué parte de la palabra PUEBLO Obama no tiene? ¿Cómo Obama pretende que aparquemos el “pasado” a un lado, si su administración continúa financiando la misma contrarrevolución que anteriores gobiernos norteamericanos costearon? Esa disidencia, sin reflejo ni reconocimiento alguno en la sociedad cubana, porque no es el pueblo; sino un grupúsculo fragmentado por conocidos escándalos de corrupción.

¡Sr. Obama, déjese de cuentos! No estamos anclados al pasado, es ese pasado impuesto por el capitalismo salvaje el que aún quieren anclar a nuestro presente.

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