Mucho se ha
escrito y hablado sobre el nuevo período de relaciones que se ha abierto entre
EEUU y Cuba, después que el presidente Barack Obama reconociera públicamente,
el 17 diciembre de 2014, que la política exterior de su país hacia Cuba fracasó
a todo lo largo de estos 57 años. Y, aunque no le faltó una usual excusa por
esa política de arbitrariedades e injerencismo, el propio Obama sentenció “ninguna
otra nación se une a nosotros en la imposición de estas sanciones”. En
resumidas cuentas, EEUU se aisló a sí mismo.
Desde entonces,
varios acontecimientos han remarcado este período y proceso de deshielo hasta
la llegada del presidente norteamericano a La Habana, el pasado 21 de marzo.
Tanto en la
población cubana, como allende sus fronteras, el acontecimiento de la visita
suscitó diversas reacciones. Finalmente se impuso la cordura, la dignidad y la
alta moral de un pueblo aguerrido que ha cultivado meritorios valores éticos y
humanitarios, y se demostró que recibir con educación al mandatario del
imperialismo, ratificaba a Cuba como un país de paz, sin con ello se indicara
una traición a sus firmes principios.
El 21 de abril
del pasado año 2015, comenté
en un artículo sobre la invitación que reiteradamente el presidente Barack
Obama hace para que aparquemos en el olvido “el pasado”. Mensaje que una vez
más machacó en su discurso del pasado 22
de marzo, en el Teatro Alicia Alonso, en la pasada visita a La Habana,
Cuba, cuando después de darle tantas vueltas al tema, en sus últimas palabras
dijo “Es ya hora de dejar atrás el pasado.”
El pueblo de Cuba
siempre ha tendido la mano amiga al pueblo norteamericano y lo mismo ha ocurrido a la
inversa. Nosotros no olvidamos a todas aquellas y aquellos norteamericanos, que
mucho antes que Obama, sí han ayudado en construir puentes de amistad entre los
pueblos de Cuba y Estados Unidos: Malcom X, Ernest Hemingway, Lucius Walker o Diana
Nyad, por poner sólo ejemplos cercanos, de muchos otros, en la historia que
guardamos con respeto y cariño.
Por supuesto que
Barack Obama quiera dejar claro que no está anclado a ese pasado escrito por los
antecesores gobiernos de Estados Unidos contra los pueblos del mundo, es lógico
que el pueblo de Cuba no condene al presidente Barack Obama por los crímenes
cometidos por los anteriores gobiernos de EEUU; pero en el presente se
sigue cometiendo tan horrendos crímenes como en el pasado, crímenes llevados a
cabo bajo la administración de Obama: por éstos sí lo juzgamos.
Sin poder
evitarlo, Obama expone un presente, propio, influenciado por el pasado ¿Alguien
se ha olvidado de su frase sobre "torcer brazos" en entrevista para el portal estadounidense Vox? Por tanto, la práctica de ese pasado que
intenta franquear, se encuentra en el presente de Obama cuando expresó: “we occasionally have to twist the arms of
countries that wouldn't do what we need them to do if it weren't for the
various economic or diplomatic or, in some cases, military leverage that we had”
(“En ocasiones le torcemos los brazos a países que no hacen lo que necesitamos
de ellos si no cumplen los diversos apalancamientos que tenemos en lo
económico, diplomático, y en ocasiones, lo militar”). En fin, es imponer por la
fuerza, cuando no se cumplan los objetivos imperialistas.
En el presente está el golpe de Estado contra Manuel Zelaya en 2009, en
Honduras, con el amplio apoyo de la administración de Obama a los criminales
actos de Ricardo Micheletti. También está el Golpe de Estado en forma de “Juicio
Político” contra Fernando Lugo en 2012, en Paraguay, el cual se orquestó
con la participación de la USAID (Agencia de Desarrollo de EEUU); también los
continuados ataques contra el mandatario Evo Morales, en Bolivia, país incluido
arbitrariamente en una “lista negra” porque se expulsó a la DEA y a la USAID de
ese país andino (dos instrumentos de EEUU que bajo el pretexto de
“colaboración” en proyectos sociales, manejaban grandes capitales destinados
realmente a penetrar la sociedad civil y la división de líderes y sectores
sociales, con el objetivo de planes conspirativos).
Como el Golpe de
Estado que se intentó en Venezuela, en 2002, contra Hugo Chávez Frías, apoyado
por la administración de George W. Bush, no era posible llevarlo a cabo una vez
más contra Nicolás Maduro, pero bajo la administración de Obama (y con la influencia
de la CIA) se ha creado la propicia atmósfera de conflicto y caos social y
político interno en el gigante bolivariano, para poder declararlo como “una
amenaza inusual y extraordinaria” en un Decreto-Ley firmado por Barack Obama,
propiciando frente a los ojos de la opinión pública una facilidad de intervención
militar imperialista, en un futuro no lejano.
¿Qué decir del papel de la administración de Obama en los conflictos de
Oriente Medio, sobre los asesinatos selectivos y extrajudiciales con drones, de
la justificación del genocidio del sionismo israelí contra Palestina, de la
venta de armas a Arabia Saudita para sus bombardeos contra Yemen, del apoyo
constante a los grupúsculos de la derecha venezolana que llevaron a cabo las
guarimbas (con muertes y destrozos económicos y sociales).
En esta visita “histórica” de Obama a La Habana, el mandatario
norteamericano expresó que “lo que cambie dependerá del pueblo cubano. No vamos a
imponerles nuestro sistema político ni económico. Reconocemos que cada país,
cada pueblo, debe trazar su propio camino, y darle forma a su propio modelo”;
sin embargo, pocas horas después se reunió con este fardo antisocial llamado
dulzonamente disidencia, para ofrecerle el apoyo millonario… ¿Qué parte de la
palabra PUEBLO Obama no tiene? ¿Cómo Obama pretende que aparquemos el “pasado”
a un lado, si su administración continúa financiando la misma contrarrevolución
que anteriores gobiernos norteamericanos costearon? Esa disidencia, sin reflejo
ni reconocimiento alguno en la sociedad cubana, porque no es el pueblo; sino un
grupúsculo fragmentado por conocidos escándalos de corrupción.
¡Sr.
Obama, déjese de cuentos! No estamos anclados al pasado, es ese pasado impuesto por el capitalismo
salvaje el que aún quieren anclar a nuestro presente.
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