Tomado de La Jornada.
Por Armando G. Tejeda.
Periódico La Jornada
Miércoles 17 de octubre de 2012, p. 26
Miércoles 17 de octubre de 2012, p. 26
Madrid, 16 de octubre. El Grupo Prisa, enfrascado en el despido masivo de una parte de su plantilla y con el periódico El País
en guerra abierta con la dirección, continúa sin parar su hundimiento
en la bolsa, al rozar el mínimo histórico y cotizar a 0.34 céntimos por
acción. El emporio mediático fundado por el empresario editorial Jesús
de Polanco inició su andadura bursátil en 2000, con un precio de salida
de 20 euros por acción.
Mientras el grupo mediático se hunde en el mercado bursátil, al
interior del rotativo español crece la tensión y la guerra abierta entre
los periodistas de la redacción y los ejecutivos y directivos,
encabezados por Juan Luis Cebrián, a quien la emblemática reportera,
columnista del diario y escritora Maruja Torres lo definió como un
pijo (rico engreído) rencoroso y sin conciencia.
La salud financiera del Grupo Prisa está en situación de extrema
gravedad, que además supone un motivo más de desestabilización para una
empresa que en los últimos años sobrevive gracias a la renegociación
periódica de su deuda millonaria –debe más de 4 mil millones de dólares a
los bancos–, que ha hecho que estas instituciones y sus ejecutivos
implacables hayan asumido el control ejecutivo y contable de la empresa.
Uno de los motivos que muchos periodistas del rotativo cuestionan es,
precisamente, la apuesta por la salida a bolsa de una empresa como Prisa
que, como definió el ex periodista de El País, Pere Ruisiñol, se dedicó a hacer
capitalismo de casino.
De hecho, la caída en picada de las acciones es una de las razones de
la asfixia de la deuda y de que cada vez haya más expedientes de
regulación de empleo (ERE) en las empresas que integran el grupo, como
ya ocurrió con el periódico financiero Cinco Días, el área de Revista,
la Cadena Ser y ahora el buque insignia El País.
El dato de la cotización habla por sí mismo: una acción de Prisa
cuesta hoy en el piso de remates sólo 0.34 céntimos, mientras hace 12
años, cuando irrumpió con fuerza en el mercado bursátil, costaba 20
euros. Sólo en lo que va de año el valor de la acción ha perdido 60 por
ciento, a pesar del plan de
restructuracióny la renegociación de la deuda.
Según los datos de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, de
todas las empresas que integran el grupo, sólo el conglomerado editorial
de Santillana (Alfaguara, Taurus, etcétera) y Prisa TV no han entrado
en la caída libre de los ingresos, pero la expectativa a corto plazo es
que también caigan en números rojos y, por tanto, se apruebe una nueva
reducción de la plantilla.
En medio de esta grave situación financiera, la crisis al interior del periódico El País
se va agravando con el paso de los días, en los que el divorcio entre
la redacción y la dirección, presidida por el periodista Javier Moreno,
es cada vez más agrio.
De hecho, el Comité de Empresa del rotativo decidió en una votación
la convocatoria de dos jornadas de paro laboral de dos horas para los
próximos 23 y 24 de octubre. Los trabajadores exigen a la dirección la
retirada del ERE, que afecta a una tercera parte de la plantilla –128
despidos y 29 prejubilaciones.
Los periodistas de El País también mantienen incólume
su petición de que renuncie el director Javier Moreno, al que acusan de
coaccionar y amenazar a los redactores para que cesaran la huelga de
firmas que sólo duró un día, precisamente por las advertencias de la
dirección de que si continuaban con esta práctica se cerrarían
corresponsalías y se fulminaría de la plantilla a los periodistas
rebeldes.
La tensión ha llegado a tal punto que también ha habido denuncias de
censura, coacción, amenazas y hasta de borrar comentarios de lectores
por parte de la dirección, siempre bajo el auspicio de Juan Luis
Cebrián, el auténtico jefe del plan de despido masivo.
Entre los periodistas censurados se encontraba uno de los bloggeros del diario, que escribió una carta abierta a
Juan Luis, la cual fue eliminada de la página web del periódico tras estar apenas unas horas y que después de publicó en otra dirección. La carta decía, entre otras cosas: “En realidad, todas sabemos que lo de la plantilla cara y vieja es una forma (bastante burda, eso sí) de excusar un recorte con un sentido puramente económico, y que no está en su cabeza eso de hacer una transformación del proyecto del periódico. Vamos, que tras sus pasos ciegos de capitalista de casino con Digital+, radios en Miami y teles latinoamericanas, El País le molesta y se lo quiere quitar de encima cuanto antes. ¡Total, usted ya tiene asegurado su retiro dorado! De lo contrario, hubiera escuchado a la plantilla, en lugar de lanzar con repugnante indiferencia ese comentario de que ‘quien aprueba o reprueba a su presidente y ejecutivos es la asamblea de accionistas, no la de los trabajadores’, que es algo así como decir ‘me importa una soberana mierda lo que digáis porque yo cobro de Liberty’. Y eso está feo, Juan Luis, está muy feo”.
Más crítica fue la veterana periodista Maruja Torres, una de las
fundadoras del periódico y referente para la redacción del diario. Con
su habitual ironía y aprovechando una conferencia durante el comienzo
del curso académico en la Facultad de Comunicación de la Universidad
Autónoma de Barcelona, Torres aseguró: “La historia de El País
es la de Saturno devorando a sus hijos. Cebrián nunca asumió no ser el
hijo carnal de (Jesús) Polanco. Es rencoroso y pijo, pero un pijo sin
conciencia. Decía que estaba salvando el periodismo, que había un cambio
de paradigma. Mentira. Perdió 5 mil millones de euros jugando al
capitalismo de casino, comprando radios en Miami y teles
latinoamericanas que no valían nada. Quería ser un tiburón de Wall
Street pero era una sardinita que todo lo hizo mal. Se pulió las
ganancias del trabajo de todos nosotros en la aventura del mejor diario
de la democracia española. Cebrián era un quiero y no puedo, un cateto
(torpe o inculto)”.
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