jueves, 1 de noviembre de 2012

Apuntan debilidad del Gobierno cubano, porque "solo" votó el 94 % en las últimas elecciones.

Tomado de Cubainformacion.Por José Manzaneda.

Las recientes elecciones municipales en Cuba han pasado desapercibidas para la mayor parte de los grandes medios internacionales. Estos descalifican de antemano los comicios cubanos por no ser –según su criterio- verdaderamente “democráticos” (1).

La razón es que no compiten partidos políticos, y la propaganda y las campañas están prohibidas. Sin embargo, los medios no mencionan que –al contrario que en otros países- las candidaturas a concejales y concejalas –es decir, a delegados y delegadas del Poder Popular- son propuestas directamente por la población en centenares de miles de asambleas vecinales en todo el país, en un mecanismo claramente más democrático y participativo que el de muchos países (2).

En este proceso no interviene el gobernante Partido Comunista, a pesar de lo que afirman algunos medios de la derecha. El portal argentino Infobae, por ejemplo, aseguraba “que, si bien el (...) partido comunista no postula candidatos, sí supervisa el proceso y se asegura, con su influencia y el voto de sus militantes y simpatizantes, que ningún disidente resulte ni siquiera postulado” (3). El Nuevo Herald de Miami sentenciaba que, de hecho, “ningún disidente ha sido aceptado nunca como candidato a ningún puesto electo” (4). Esto es absolutamente falso. Cualquier persona puede, en su barrio, proponerse o ser propuesta como candidato o candidata, incluidos los llamados “disidentes”. En la práctica, es cierto, en muy pocas ocasiones han concurrido a las elecciones, pero no por un impedimento legal o presión política. Sencillamente, no han sido apoyados por su vecindario. Uno de los pocos “disidentes” postulados fue Yndamiro Restano, en el municipio San Miguel del Padrón, quien finalmente no fue electo por la población (5).

Pero algunos medios internacionales sí han hecho referencia a las recientes elecciones municipales cubanas, destacando exclusivamente que el llamado “voto de protesta” ha crecido en relación a comicios anteriores. Este “voto de protesta” es el abanico de opciones que la “disidencia” cubana presenta como suyas: la abstención, el voto en blanco y el voto nulo.

Ciertamente, en relación con las últimas elecciones municipales de 2010 –en Cuba los comicios locales son cada 2 años y medio- las tres opciones anteriores crecieron, pero en porcentajes casi inapreciables: la abstención subió del 5,31 % al 5,7 %, el voto en blanco del 4,58 al 4,97 % y el voto nulo del 4,11 al 4,45 % (6) (7).

Este pequeño aumento era presentado por la “disidencia” cubana como un triunfo político: la bloguera Yoani Sánchez decía, por ejemplo, que esta supuesta “masa inconforme” había superado al número de militantes del Partido Comunista de Cuba (PCC) (8). Un verdadero ejercicio de demagogia, si tenemos en cuenta que la militancia del Partido no es abierta, sino selectiva: en Cuba, el carnet del Partido Comunista es entregado solo a aquellas personas que, por sus méritos laborales, ética personal y coherencia política, son elegidas por sus compañeros y compañeras de centro de trabajo (9). De hecho, el PCC se define como un partido de cuadros, no de masas, ya que, para este cometido, existen otras organizaciones, como los Comités de Defensa de la Revolución o la Federación de Mujeres Cubanas (10), donde sí se integra la mayoría de la población que se reconoce como revolucionaria.

En el diario de Miami El Nuevo Herald, un supuesto experto en asuntos cubanos, Ted Henken, sentenciaba que las citadas cifras electorales son signo de que “el estado cubano es cada vez más débil y (...) menos capaz de gobernar sin oposición”, y de que “cada día más cubanos están perdiendo el temor de no conformarse a las reglas electorales oficiales a la hora de votar” (11).

Toda esta euforia parece un tanto forzada, si comparamos los resultados de los comicios cubanos con los de cualquier otro país avalado como “democrático”. Recordemos solo las últimas elecciones municipales de Gran Bretaña en 2012, donde votó apenas el 32% del censo (12).

Pero, al margen de las lecturas entusiastas de la “disidencia” cubana y su prensa más afín, el resto de grandes medios internacionales han ignorado completamente las elecciones cubanas. Unas elecciones donde el voto no es obligatorio y se ejerce desde los 16 años de edad; y donde delegadas y delegados electos están obligados a atender a la población al menos una vez por semana, rendirle cuentas periódicas mediante asambleas abiertas, y a poder ser revocados por ella en cualquier momento de su mandato (13).

Unas elecciones tan “antidemocráticas” que son, posiblemente, las más participativas de todo el mundo.

(10)                     http://www.pcc.cu/opm.php

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