domingo, 11 de noviembre de 2012

El venidero martes la Asamblea General de la ONU examinará el informe  denominado Necesidad de poner fin al bloqueo econòmico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos a Cuba.

Será la vigèsimo primera ocasión en que la alta instancia de Naciones Unidas se pronuncie al respecto. En todas las anteriores la  abrumadora mayoría de las 193 naciones representadas en ese organismo internacional votó en favor de  la suspensión total e inmediata de la medida, vigente desde 1961.

En los últimos años solo se han opuesto el propio Estados Unidos e Israel, su aliado más estrecho, así como una o dos pequeñas y debiles naciones –islas del Pacífico, como Palau o Marshall.

Pero como las resoluciones aprobadas en la Asamblea General no tienen caracter obligatorio, Washington a hecho caso omiso al requerimiento. Aún si los acuerdos sobre este y otros temas antipáticos a la Casa Blanca fueran de estricto cumplimiento,  esta los desconocería por completo. Así ha suecedido en  acciones en favor de los palestinos y otros pueblos aprobadas en el Consejo de Seguridad,  cuyas resoluciones tienen caracter de obligatorio cumplimiento.

Hace unas semanas el canciller cubano Bruno Rodríguez informò que a precios corrientes, las pérdidas económicas sufridas  por Cuba a causa del bloqueo superan los 108 mil millones de dólares.

El bloqueo impide a Cuba comerciar con corporaciones estadounidenses y sanciona a filiales de estas radicadas en otros países que se hayan atrevido a hacerlo. Cualquier carguero que atraque a puertos cubanos con mercancía no puede entrar en ninguna rada del vasto territorio norteamericano en por lo menos seis meses.

Como se infiere de lo anterior, se vuelve un quebradero de cabeza la bùsqueda de mercados y productos por las empresas nacionales a fin de satisfacer las demanas de alimentos, medicinas y bienes que exige la economía y la sociedad cubanas.

Particularmente sensible son los efectos del bloqueo en el área de la salud pública. Los medicamentos más modernos y de tecnología de punta son generalmente elaborados por laboratorios norteamericanos, a los que no tienen acceso los cubanos. Tal situación obliga al gobierno de la isla a conseguir estos en lugares lejanos y pagar por ellos precios superiores a los establecidos.

Los mismo ocurre en los sectores de la alimentación, la construcción, la industria  metalùrgica o cualquier otra.

Lejos de aliviar las restricciones contra Cuba, en los últimos tiempos el gobierno de Estados Unidos las ha ido incrementando.

En las declaraciones del canciller cubano referidas anteriormente, este  enumeró 15 medidas adoptadas y propuestas por la Casa Blanca en el último periodo, entre ellas elevadas multas a terceros países,  que demuestran la continuidad del bloqueo y los intentos de intensificarlo.
La votación del martes en la ONU servirá para denunciar una vez más la naturaleza criminal de ese acto y  el aislamiento de Washignton en su polìtica de agresión a la pequeña Cuba, que por estos día se crece en las labores de recuperaciòn tras el paso del huracán Sandy.

Todo apunta a que Estados Unidos se quedarà otra vez solo. Pocos son los que lo acompañarán en su terca y contumaz  política anticubana, excepto aquellos que lo han hecho por compromiso e intereses económicos.

Para Cuba  una nueva victoria en Naciones Unidas no le restituirá los perjuicios ocasionados hasta hoy por el bloqueo, pero demostrará cuánto apoyo y simpatía genera en la Comunidad Internacional su justo reclamo para ponerle fin  a una medida que pretende doblegar por hambre y penurias a este pequeño David del Caribe insular.

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