Tomado de Caliban: Revista Cubana de Pensamiento e Historia.
Por William Gálvez.
Por lo general, cada vez que nos referimos a
estos dos grandes de nuestra historia patria destacamos sus ejemplares virtudes
revolucionarias y humanas, y raramente se señala la gran amistad entre ambos,
ya que lo más probable es que la mayoría de los cubanos desconozcan las razones
de esa ejemplar amistad. Tema al que dedicaremos este trabajo.
Según lo expresado por Che en
sus escritos, y lo que recordamos que nos contara Camilo, ambos se ven por
primera vez durante la azarosa travesía del yate Granma. En México no
coincidieron durante la etapa de la preparación guerrillera. Pasados dos días
después del desastre de Alegría de Pío se volverán a encontrar, cuando trataban
de burlar la feroz persecución del enemigo, compartiendo el peligro y
vicisitudes, hasta unirse con Fidel, y continuarían juntos, pero sin intimar. Y
no sería hasta una nueva situación difícil, a unos dos meses de lo anterior,
que volverían a estar juntos. De aquel momento Che escribió:
(...)Nos habían sorprendido
en la huida yo perdí mi mochila, alcancé a salvar la frazada nada más...
Había una ley no escrita de la guerrilla, que sentenciaba que aquel que
perdiera sus bienes personales, es decir, lo que todo guerrillero debe llevar
sobre sus hombros, debía arreglárselas. Entre las cosas que había perdido
estaba algo muy preciado para un guerrillero; las dos o tres latas de conservas
que cada uno tenía en ese momento.
Al llegar la noche, con
toda naturalidad cada uno se aprestaba a comer la pequeñísima ración que tenía
y Camilo, viendo que yo no tenía nada que comer, ya que la frazada no era buen
alimento, compartió conmigo la única lata de leche que tenía y desde aquel
momento yo creo que nació o se profundizó nuestra amistad.
Ciertamente, en ese momento
comenzó a nacer la amistad entre los dos guerrilleros. Continuamos con Che:
(...)Tomando sorbos de
leche y disimuladamente cuidando cada uno de que el reparto fuera parejo,
íbamos hablando de toda una serie de cosas (…).
Hasta ese momento no éramos
particularmente amigos; nuestros caracteres eran muy diferentes. (…) fue meses
después que llegamos a intimar extraordinariamente...”
No es muy común que personas
de caracteres opuestos lleguen a establecer una profunda y ejemplar amistad.
Pero todas las reglas tienen excepciones, como es el caso entre Camilo y Che.
¿Por qué intimidan extraordinariamente?
Ambos nacieron en países
distintos, y distinta fue su educación. Che pudo disfrutar de una holgada
infancia, aunque opacada por su dolencia asmática desde pequeñín. La de Camilo
fue limitada en el aspecto económico, pero sin ningún padecimiento. No
obstante, los dos, como en tantos infantes y adolescentes, tienen rasgos
comunes en cuanto a los juegos, afición por la flora, la fauna y los deportes.
En sus sueños juveniles, el
suramericano tenía inclinación por las ciencias, y el caribeño por las artes
plásticas. El argentino pudo terminar una carrera, el cubano no logró sus
aspiraciones de ser escultor. En su adultez mantenían coincidencia en cuanto a
sus respectivos atractivos juveniles. Uno es un profesional de elevada cultura
general, con deseos de trotamundos, el otro es un simple empleado en un
comercio de ropa para hombres, con deseos de ampliar su posición económica,
carente de la cultura de los libros, pero poseedor de una notable inteligencia
natural. Sin embargo, en el fuero interno de ambos, existía algo oculto que,
sin pretenderlo, propiciaría el encuentro y el desarrollo de una ejemplar
amistad entre ellos.
Por distintos caminos los dos
van acrecentando poco a poco su toma de conciencia acerca de los problemas
sociales, y cómo enfrentarlos. Los viajes y aventuras del joven Ernesto lo
llevarán a recorrer primero varias provincias de su país en una bicicleta con
motor, y luego lo hará por distintas naciones de América Latina. Esos
recorridos lo conducirían a “echar su suerte con los pobres de la tierra”: la moribunda
vieja María y el hambriento matrimonio de las minas, ambos en Chile; la
miserable y humillante vida de los indígenas; los abandonados leprosos del
Amazonas y la invasión mercenaria que derrocara al gobierno progresista en
Guatemala, lo marcarán definitoriamente, materializando su decisión al conocer
a Fidel y aceptar unirse a él para venir a combatir en Cuba contra la tiranía
existente en la isla.
En Camilo su toma de
conciencia se iniciará con su reafirmación patriótica, las enseñanzas del padre
y las recibidas en la escuela primaria. Ya de adulto, viendo y a la vez
sufriendo los desmanes de los desgobiernos existentes, el abusivo y desigual
sistema social hace que vaya adquiriendo poco a poco una conciencia de clase.
Participa en actos de protesta por las leyes antipopulares y antiobreras, en
apoyo a los exiliados latinoamericanos en repudio a las tiranías de sus países;
asiste al entierro del asesinado líder obrero y comunista, Jesús Menéndez, y
del más destacado dirigente político de la época, Eduardo Chibás. Será su
sencillo tributo a ambos líderes populares. Al producirse el golpe militar del
10 de marzo de 1952, acude a la Universidad de La Habana con su amigo Reinaldo
Sierra, al llamado de la FEU para defender la constitución. Su estancia en
Estados Unidos como emigrante indocumentado económico, le servirá para que sus
preocupaciones sociales se acrecienten.
Al ser deportado de esa nación
por no contar aún con la residencia oficial, debe regresar a su país, y es
entonces cuando su toma de conciencia será total y definitoria. Su hermano y
sus íntimos amigos combaten a la tiranía según sus posibilidades, y la lectura
de La Historia me Absolverá, escrita por Fidel Castro, jefe de la
heroica acción del 26 de Julio de 1953 contra los cuarteles de la tiranía,
Guillermo Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo
respectivamente, todo ello se le convierte en una sentida y profunda
revelación. Con tales motivaciones participa de las manifestaciones
estudiantiles, siendo herido de bala en una de ellas; lejos de intimidarse, por
el contrario lo estimula a decidirse a luchar por medio de las armas contra el
régimen. En una carta a un amigo le dice:
A mi modo de ver las cosas,
hay un solo camino digno de terminar la situación actual, y con sus
responsables, seguir la causa de Fidel. Llevar las cosas hasta un punto en que
el Gobierno se vea obligado a las elecciones generales con verdadera pulcritud.
De lo contrario, que corra la sangre. Fidel afirmó que este año seremos libre, o
él morirá. Yo desde hace mucho estoy con él, me lo había jurado y lo cumpliré.
El miércoles 19 de este mes…, me voy a México… Voy con el único interés de ser
útil, y hacer lo que más pueda, así por lo menos saber el día que tengo que
estar en Cuba(…)
Volvamos a la valoración
de Che sobre Camilo:
(…)Chocamos por cuestiones de disciplina, por
problemas de concepción de una serie de actitudes dentro de la guerrilla.
Camilo en aquella época estaba equivocado. Era un guerrillero muy
indisciplinado, muy temperamental; pero se dio cuenta rápidamente y rectificó
aquello (...)
Lo más probable es que para Che, educado con
otras concepciones, el comportamiento bromista y temperamental de Camilo fuera
debido a la indisciplina, lo que evidentemente no era tal. Además, quien logró
ascender a la posición que alcanzó, no pudo haber sido indisciplinado.
Lo cierto es que la forma de
ser de Camilo le hace parecer ante los ojos de Che como indisciplinado, al
dedicar la mayor parte de su tiempo libre a las jaranas, o reaccionar mal ante
cualquier tontería, mostrando inmadurez. Lo contrario del gaucho, que lo
invierte en leer, jugar ajedrez o alfabetizar a un compañero, y que siempre
actuaba con extraordinaria madurez. Era inevitable que todo eso motivara algún
choque entre ellos.
En el momento de la dispersión
a que hace referencia Che, ambos no eran aún los heroicos comandantes de
leyenda en que más tarde se convertirían. Para Ernesto Guevara, su toma de
conciencia es ya plena en cuanto a lo que debe ser una verdadera Revolución,
desde el momento incluso de aceptar incorporarse a Fidel y demás cubanos en
México.
Para Camilo en esos días, en
cambio, su conciencia revolucionaria es la de ser un patriota que comprende que
la lucha armada es el único medio efectivo para derrocar a la tiranía existente
en Cuba, dando paso a un proceso democrático dentro del marco de la honestidad
de los gobernantes, pero aún sin llegar a asumir plenamente los principios de
la problemática social. Por esa fecha aunque existía una sola columna, la Nº 1,
José Martí, al mando de Fidel, no estaban en el mismo pelotón: Che, como
teniente Jefe de Sanidad de la tropa, permanecía en la comandancia, Camilo, que
se ha destacado, es ascendido a teniente y jefe de la vanguardia de dicha columna.
Luego pasaría a uno de los pelotones. Más tarde, Che será ascendido a
comandante al frente de la segunda columna rebelde. Por ser necesario sustituir
al jefe de su pelotón de vanguardia, le solicitó a Fidel el traslado de Camilo,
quien con los grados de capitán pasó a ocupar dicha jefatura. Sería entonces
que se incrementaría la amistad entre ambos, así como el interés del primero
por encauzar las cualidades que había observado en Camilo.
-Camilo, vos no podés seguir
así... Tené bien claro que lo que quiere Fidel no es tumbar a Batista para
ponerse él... Fidel aspira a hacer una verdadera Revolución, y sólo no la podrá
hacer... Necesitará de mucha gente que piense como él.- Le insiste Che con
inconfundible entonación de los argentinos.
-Bueno, yo estoy y estaré
con él siempre... Por su ejemplo desde el Moncada y por todo lo que supe de él,
es que juré unírmele en México y luego, por lo que hemos vivido desde que
desembarcamos, he aprendido bajo su dirección a ser más revolucionario... Haré
todo lo que pueda, te lo prometo.- Respondió Camilo con el típico lenguaje
de nuestra tierra.
-Yo estoy seguro de que vos tenés
condiciones para ser mucho más útil a la Revolución... Por eso tenés que
modificar tu comportamiento.
Cierto día me dijo Camilo: -A
partir de ese momento Che se convirtió en mi profesor y mi mejor amigo.
De esta manera recuerdo más o
menos lo que Camilo me contó acerca de aquella conversación suya con Che, quien
a decir de él ya tenía un gran prestigio y llamaba la atención de todos en los
picachos de la Sierra Maestra, por sus extraordinarias condiciones, y
entre ellas, hasta la de su forma de hablar.
Es por esta razón que los
cubanos que lo conocen en el exilio lo bautizan Che, sin imaginar entonces que
esa sencilla sílaba en pocos años, se pronunciaría con devoción y admiración
por todos los hombres progresistas de la humanidad, al igual que suscitaría el
odio de los explotadores.
De carácter la mayor parte de
las veces seco, mirada escrutadora, reflexivo, de expresión aguda e
inquisitiva, sonrisa infrecuente; parco en palabras y lisonjas, domina con
maestría y sutileza la ironía, que clava como dardo a sus merecedores, y que
utiliza en broma con sus allegados.
Para sus compañeros y amigos,
la más absoluta fidelidad y franqueza; para el desconocido, el recelo y la
oportuna advertencia; implacable en el combate, generoso con el vencido. Para
todos, la verdad como punta de lanza. Poseedor de una férrea voluntad, ésta le
permite vencer los azarosos obstáculos que el terrible padecer asmático le creó
durante toda su vida.
Estas facetas, y su notable
inteligencia, le permiten valorar, quizás primero que otros, las condiciones
excepcionales de conductor y formador existentes en Fidel. Todo ello le va a
permitir, bajo su dirección, convertirse para el mundo en El Guerrillero
Heroico.
Su idiosincrasia es distinta y
en varios sentidos opuesta a la criolla y a la jocosidad de la mayoría de los
cubanos, de la que Camilo es una auténtica personificación. Sin embargo, a no
ser la sequedad de su carácter, el dominio de la ironía, su infrecuente sonrisa
y la parquedad en el hablar, las demás cualidades de Che eran también
inherentes en Camilo, sólo que su manera de manifestarlas era en ocasiones muy
diferente. Si a todo esto unimos la extraordinaria calidad humana que
acompañaba a los dos, encontraremos sobradas razones para esa ejemplar amistad.
Así, el argentino aparta a un
lado su seco carácter para tratarlo y ayudar en su formación como jefe
guerrillero revolucionario; a su vez, Camilo va modificando su comportamiento
para hacerse merecedor de su amistad y maestría, que lo condujeron
-partiendo también como Che, de la enseñanza y del ejemplo personal del
Comandante en Jefe- a ser "indiscutiblemente en el más brillante de todos
los guerrilleros, y Señor de la Vanguardia".
Pero aunque Camilo modificó su
comportamiento, no dejó de seguir haciendo bromas, sólo que en lo adelante fue
más selectivo, siendo Che uno de sus principales blancos, y éste, lejos de
contrariarse las aceptaba, tal como lo hace un padre con su hijo, el abuelo con
el nieto, el hermano mayor con el pequeño, en fin, de una persona que
siente un gran cariño por la otra. Siempre he dicho que nunca he podido
determinar cuál de los dos sentía mayor respeto, admiración y cariño hacia el
otro.
Por lo regular escuchamos de
la extremada rigidez de Che con respecto a la disciplina y en general, con su
trato hacia los demás. De igual forma se habla de las constantes jaranas y
bromas de Camilo, de su perenne sonrisa, y no debemos olvidar que todos los
extremos suelen ser malos. Es por eso que hay que tener presente que ambos
sabían comportarse en cada momento como las circunstancias lo exigían. En
realidad Che era tan agradable y jaranero como el que más cuando compartía con
sus amigos y seres queridos, sólo que sus bromas solían ser más sutiles, muchas
veces vinculadas con una fina ironía que manejaba con gran talento. Prueba de
ese rasgo un tanto oculto de su carácter, es su misma amistad con Camilo.
Por su parte, Camilo era tan
rígido en exigir disciplina como lo fuera Che. Nuestros jefes mambises también
lo fueron. No se concibe un jefe, y menos si es militar, que no sea exigente.
De esa misma forma Camilo nunca usó de sus bromas con nadie que no fuera conocido,
y ninguna de ellas estuvo jamás emponzoñada por la burla hiriente y bochornosa.
Las valoraciones escritas de
Che sobre Camilo son diversas y conocidas. Señalaremos algunas de ellas, de las
cuales me viene a la mente su angustia cuando se libró el segundo combate de
Pino del Agua, al suponer que su compañero y amigo hubiese muerto en la acción:
(…) oíamos unos gritos que
nos llenaban de angustia y que decían más o menos: -Ahí va la ametralladora de
Camilo-, mientras tiraban una ráfaga; junto con la ametralladora trípode
perdida (por otro rebelde), Camilo (al tratar de rescatarla)
había dejado su gorra que tenía su nombre... y los guardias se mofaban de
nosotros en esa forma. Intuíamos que algo había pasado, pero no se pudo hacer
contacto durante todo el día con las tropas instaladas al otro lado(...)
Recordamos que semejante
preocupación sintió Camilo por Che durante la invasión rebelde, durante la
marcha de las Columnas Antonio Maceo y Ciro Redondo por la provincia de
Camagüey.
Terminado el combate del batey
de Tana: la columna al mando de Che, había vencido la emboscada enemiga, aunque
sufrió dos bajas mortales y tres heridos, y consciente de que mandarían una
fuerte tropa con el fin de capturar o liquidar a los rebeldes. Es por ello que
al conocer que Camilo y sus combatientes acampaban relativamente cerca, lo
mandó a buscar para que con sus hombres lo reforzara. Sin embargo, su homólogo
preocupado por las consecuencias del futuro combate le dijo que seguramente
destruirían el refuerzo enemigo, pero llevar a cabo otro encuentro con los
guardias en aquel territorio, totalmente desconocido por ellos, sin prácticos
confiables, en un terreno llano de escasa o ninguna protección de los ataques
aéreos, además de que la marcha de las dos columnas que sumarían más de
doscientos hombres, dejaría un rastro fácil de observar por los aviones a
cualquier altura, no era propicio. Finalmente le recordó la orden de Fidel
acerca de que el objetivo primordial era no rehuir el combate inevitable, pero
no buscarlo, ya que su misión era llegar a la meta. Che comprendió a su alumno
y es por eso que le informó a Fidel: “me retiré por recomendaciones de
Camilo”. Él no quería hacerlo.
Otra gran preocupación
que sintió Camilo por Che, fue después de haber arribado a la provincia de Las
Villas. Su misión era llegar hasta Pinar del Río en el occidente del país. Los
componentes de la columna invasora pensamos que allí descansaríamos unos días
para recuperarnos y continuar la marcha hacia nuestra meta, sin embargo, el
comandante nos dijo que él no se marcharía de aquella zona hasta conocer de la
situación de Che y sus hombres, ya que desde la incorporación de nueve
dispersados de su columna después del combate de Cuatro Compañero el 12 de
septiembre, no supimos más de ellos. Conocedor Camilo de que tendría que pasar
por los terrenos pantanosos del central Baraguá, presumía que las unidades
militares que salieron de aquel lugar a perseguirlos y liquidarlos, sin
lograrlo, debieron regresar a tratar de cortarle el paso a la columna Ciro
Redondo.
Esa preocupación aumentó al
conocer que los jefes del llamado Segundo Frente Nacional del Escambray habían
circulado un escrito, que entre otras cosas señalaba, que quedaba prohibido
penetrar en determinado territorio de esas montañas sin su autorización, de lo
contrario quien lo hiciera sería expulsado a tiros. Y era precisamente el
territorio por el que Che y su tropa debían marchar. Además, existía el
antecedente de que esos señores de manera traidora habían detenido a un jefe
guerrillero del MR-26-7 y a varios de sus hombres. En el informe de Camilo al
Comandante en Jefe, sobre el resultado del Invasión hasta donde nos
encontrábamos, le dio a conocer de la actitud hostil de esos falsos
revolucionarios. Está claro que Cienfuegos tenía sobradas razones para no
continuar la marcha sin conocer a fondo la situación de su querido hermano de
lucha y su tropa. Suponemos que esos jefecillos debieron tener en cuenta que
aquellos rebeldes venían desde la Sierra Maestra, eran combatientes fogueados y
enfrentárseles sería más peligroso que hacerlo contra los guardias. Lo cierto
fue que por una cosa u otra esos señores no actuaron contra la tropa de Che.
Días después vimos a Camilo lleno de felicidad al recibir el informe de que el
9 de octubre, Che y su columna estaban bien y habían cruzado el río Jatibonico
del Norte.
En la respuesta de Fidel,
atendiendo a lo dicho por Camilo y otros informes que ya poseía, le ordenaba a
éste mantenerse en la provincia villareña hasta que Che consolidara su mando
-ya Che se lo había pedido-, lo que significaba que quedaba subordinado a éste,
quien lo aceptaba muy complacido. Ese hecho, unido a la proposición del jefe de
la Columna Antonio Maceo al de la Ciro Redondo, de retirarse del batey de Tana
para evitar un combate de imprevisibles consecuencias, evidencia también la
identificación y la confianza mutua existente entre ellos.
Retrocediendo en el tiempo,
expondremos una muestra más de esa amistad: la nota de Che, desde la Sierra
Maestra, cuando su amigo y entonces ex subalterno operaba en los llanos del
Cauto:
(A Camilo)
Pobre diablo:
Recibí tus noticias cuando
me disponía a salir a tu región: a meter en un zapato al ( ). Tengo
autorización del gigante (1) para ello. No vayas a Camagüey todavía. Te diré
que pensaba proponerle, si fracasaba la huelga, organizar una columna invasora
de 20 hombres y dejarte varado en la zona, pero como te anticipaste por
escrito, le propondré que sean 2 columnitas con sus correspondientes
comandantes. Por la zona puedes hacer lo que te venga en gana, pero no te
arriesgues mucho para ver el final de la fiesta que me parece esta próxima.
Además te mando este pequeño recuerdo de una
noche en la Otilia.
He aprendido en libros viejos
donde tratan del destino
que no se llega muy lejos
si yo voy detrás, cretino.
M.I.O.
Te alcanzo pronto, preparé
tabacos, besitos a todos
CHE / abril 12 / 11:05
Además de lo simpático del mensaje, queda clara
la preocupación por el compañero y amigo: “…no te arriesgues mucho para ver
el final de la fiesta que me parece esta próxima”.
Luego de su desaparición
física cuando regresaba de la provincia de Camagüey hacia la capital habanera,
el 28 de octubre de 1959 una vez concluido el abortado intento
contrarrevolucionario, Che expresó:
Camilo fue el compañero de
cien batallas, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles
de la guerra y el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio un
instrumento para templar su carácter y forjar el de la tropa...
(...)Camilo era hombre de... mil
anécdotas, las creaba a su paso con naturalidad. Es que unía a su desenvoltura
y a su aprecio por el pueblo, su personalidad; eso que a veces se olvida y se
desconoce, eso que imprimía el sello de Camilo a todo lo que le pertenecía; el
distintivo precioso que tan pocos hombres alcanzan de dejar marcado lo suyo en
cada acción. Ya lo dijo Fidel: no tenía la cultura de los libros, tenía la
inteligencia natural del pueblo, que lo había elegido entre miles para ponerlo
en el lugar privilegiado a donde llegó, con golpes de audacia, con tesón, con
inteligencia y devoción sin pares.
Camilo practicaba la
lealtad como una religión; era devoto de ella; tanto de la lealtad personal
hacia Fidel, que encarna como nadie la voluntad del pueblo, como la de ese
mismo pueblo, pueblo y Fidel marchan unidos y así marchaban las devociones del
guerrillero invicto(...)
(...) recalquemos sí, que
no ha habido en esta guerra de liberación un soldado comparable a Camilo.
Revolucionario cabal, hombre del pueblo, artífice de esta Revolución que hizo
la nación cubana para sí, no podía pasar por su cabeza la más leve sombra de
cansancio o de la decepción. Camilo, el guerrillero, es objeto permanente de
evocación cotidiana es el que hizo esto o aquello, una cosa de Camilo, el que
puso su señal precisa e indeleble a la Revolución cubana, el que está presente
en los otros que no llegaron y en aquellos que están por venir. En su renuevo
continuo e inmortal Camilo es la imagen del pueblo.
Esta frase, verdaderamente antológica, ha pasado
a formar parte de la cultura revolucionaria del pueblo cubano.
A Camilo no le fue posible
escribir una amplia valoración de las cualidades de Che, como éste hizo de él;
sin embargo, en la correspondencia entre ellos durante la lucha guerrillera,
hay una breve carta que deja bien claro el concepto que tenía sobre Che. Las
líneas son escritas cuando Camilo operaba en las llanuras del Cauto, en el
Oriente cubano. Che le había mandado a decir que lo visitaría, a lo cual
Camilo, consciente de lo peligroso del recorrido, le envió la siguiente
respuesta:
Abril 24 - 58
Che, hermano del alma.
Recibí
tu nota, veo que Fidel te ha puesto al frente de la Escuela Militar, mucho me
alegro pues de ese modo podremos contar en el futuro con soldados de primera,
cuando me dijeron que venías a “hacernos el regalo de tu presencia", no me
agradó mucho, tú has desempeñado papel principalísimo en esta contienda, si te
necesitamos en esta etapa insurreccional, más te necesita Cuba cuando la guerra
termine, por lo tanto hace bien el gigante en cuidarte.
Mucho me gustaría estar
siempre a tu lado, fuiste por mucho tiempo mi jefe y siempre lo seguirás
siendo, gracias a ti tengo la oportunidad de ser ahora más útil, haré lo
indecible por no hacerte quedar mal.
Tu
eterno chicharrón.
Camilo.
En estas pocas y sencillas
líneas, Camilo expresó su profunda preocupación por proteger a “...Che,
hermano del alma... ", pues para ese entonces ya le reconocía
sus condiciones excepcionales de dirigente revolucionario y el decisivo papel
que podía jugar en la construcción de la nueva sociedad cubana “... más te
necesitará Cuba, cuando la guerra se termine..." Se ha dado cuenta,
además, de que ya desde antes Fidel había considerado lo mismo “... por lo
tanto hace bien el gigante en cuidarte..." Dejó bien claro su honesto
agradecimiento hacia quien supo, junto a Fidel, encausar sus inquietudes
revolucionarias: “... gracias a ti, tengo la oportunidad de ser ahora más
útil..." Y finalizó con una de sus humoradas, tan enraizadas en
su carácter, pero que era, en el fondo expresión de la más profunda amistad: “Tu
eterno chicharrón”.
Siempre que Camilo tenía
oportunidad -fueron muchas- de hacer alguna broma a Che, la aprovechaba. En una
ocasión en que éste fuera a entrevistarse con él durante el combate de
Yaguajay, iba con un brazo enyesado. Al verlo le dijo:
-Eso te pasa porque en vez de estar
combatiendo, te pones a robar gallinas…
-Tienes razón, porque si tú
hubieras estado conmigo no me hubiese pasado nada, porque tú sí que tienes
experiencias en robar gallinas- le respondió Che sonriente.
Camilo, con expresión de
sorprendido, le dijo: -¡Caramba Che, estás aprendiendo a defenderte!
Pero no sólo le hacía bromas,
también se preocupaba por darle alegría a su fraternal amigo. Esto sucedió a los
pocos días del triunfo revolucionario. Camilo le quiso dar a Che una agradable
sorpresa, que sabía que lo haría feliz: Mandó a buscar a sus padres y hermanos
a Buenos Aires. Hasta poco antes del aterrizaje del avión, Che no supo que
vería a sus seres queridos después de varios años de separación.
La siguiente anécdota
es reveladora también del alto concepto y estima que profesaba el caribeño por
el suramericano. A poco del triunfo revolucionario, Camilo, que había ocupado
el campamento de Columbia, fue designado por el Comandante en Jefe, como Jefe
de todas las tropas de tierra, mar y aire de la entonces provincia de La
Habana, por lo que Che, que comandaba la fortaleza de La Cabaña, quedaba
subordinado a él. Recuerdo que tan pronto nos vimos, un poco confundido me
dijo:
-Yo creo que Fidel se ha equivocado, cómo yo
voy a ser jefe de Che”. Aquello me pareció lógico y sólo atiné a
responderle: -Tienes razón, pero pregúntale al gigante, él sabrá por
qué tuvo que hacerlo.
Según él me contara
posteriormente, Fidel le explicó que ese nombramiento se debía a que dentro de
nuestra organización, el MR-26-7, una gran mayoría del Ejército Rebelde, aunque
sinceros patriotas progresistas, eran anticomunistas, debido al enorme barraje
propagandístico de los enemigos de esa ideología, y como Che era bien conocido
como marxista, nacional e internacionalmente, consideró con acierto que no era
correcto políticamente en ese momento nombrarlo a él en ese cargo. Además, dijo
que sabía que Camilo no haría nada sin consultárselo, y que todo quedaría
resuelto con su llegada a la capital. Es entonces que Camilo aprovecha la
ocasión para hacerle una broma a su querido amigo.
Fue a visitarlo a La Cabaña, Che leía acostado en
una cama de soldado y, al llegar Camilo, con su ironía habitual le dijo:
-¿Qué tal el jefecito del
ejército?
-¿Cómo jefecito? ¡Soy su
jefazo y pónganse en atención! -Respondió Camilo, simulando una expresión
seria; Che se incorpora en posición de atención y le pregunta:
-¿Qué hago ahora jefe?
-Ahora va a marchar… Un
dos, tres, cuatro, un dos, tres, cuatro…
Che comienza a marchar, pero a
la tercera voz de mando, Camilo lo manda a descansar y le pregunta:
-Oiga, ¿tiene tabaco por
ahí…?
-Sí, tengo en la gaveta una
caja que me regalaron…
Camilo la buscó y con una mano
tomó todos los que quedaban en ella. Al verlo, Che protestó:
-Oiga jefe, déjeme algunos
tabaquitos…
-Está bien, le dejaré un
par de tabaquitos, pero recuerde que cuando su jefazo venga a visitarlo,
póngase en atención y tenga tabacos o de lo contrario será castigado.
Seguidamente Camilo comenzó a reírse y fue a abrazar a su querido amigo, quien
también reía, al igual que los demás presentes.
Dos últimas muestras de lo que
exponemos son las siguientes: la primera, cuando a su primer hijo varón, Che,
lo nombró Camilo. La segunda es la foto, para mi reveladora de esa fraterna
amistad, donde aparecen los dos, el primero mirando lleno de felicidad a su
hermano de lucha. Éste, un momento antes le había quitado la boina a Che y le
puso su sombrero alón, colocándose él su boina negra. Camilo ríe ampliamente,
seguro estoy, con los mismos sentimientos que Che.
Por todo lo anterior y muchas
cosas más, todas lindas y llenas de una profunda y pura honestidad, afirmamos
rotundamente y estoy seguro que conmigo todos los que conocieron, que entre Che
y Camilo existió una verdadera y ejemplar amistad de hermanos revolucionarios a
toda prueba.
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