sábado, 24 de noviembre de 2012

El desdichado nacimiento de un banco malo.

 

































Tomado de Granma.
Por SERGIO ALEJANDRO GÓMEZ

Los hay públicos y privados, de inversión y ahorro, para el desarrollo agrícola o el fomento de la industria, pero ahora España incursiona en una extraña categoría: el "banco malo". Ese adjetivo marca el destino de la institución financiera que recogerá la "basura" acumulada en la banca ibérica durante años de especulación.

El Sareb —nombre de pila del "banco malo" o Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria—será el hijo pródigo del Memorando de entendimiento entre el Gobierno español y la Unión Europea (UE) para el otorgamiento de un rescate de hasta 100 mil millones de euros.

Los "hombres de negro" de Bruselas, los tecnócratas que pululan en las calles de Lisboa, Atenas y Madrid, supervisan con ojos paternales la concepción de su engendro, supuestamente para "garantizar el adecuado cumplimiento de los objetivos de interés público" del Sareb.

Sin embargo, la vista de los carroñeros del Banco Central Europeo (BCE) parece estar puesta en el festín que se avecina.

Paradójicamente, el "banco malo" será muy bueno para los buitres financieros, que desde ya se afilan los dientes.
El negocio es realmente sencillo: comprar barato ahora y vender caro después.

Tras el estallido de la burbuja especulativa en el sector inmobiliario, los bancos españoles se llenaron de créditos incobrables, millones de viviendas sin comprador y miles de hectáreas de terreno para construcción, que han perdido gran parte de su valor comercial y rentabilidad.

El botín total de los llamados "activos tóxicos" asciende a 60 mil millones de euros y es una de las causas del crítico estado de las instituciones financieras ibéricas.

El "banco malo" se encargará, entonces, de adquirir esos bienes con enormes descuentos de hasta un 50 % para organizar una gigantesca venta de rastro que debe generar ganancias en un plazo de 15 años. Mientras, el resto de los bancos se quitará la pesada carga para continuar con sus funciones normales.

La mitad del dinero necesario para la compra vendrá de los contribuyentes españoles —lo cual los convierte de facto en garantes de una deuda privada— a través del estatal Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria, y el resto se cubrirá con inversionistas privados.

Hasta aquí todo parece un negocio redondo. Sin embargo, los números esconden un drama social de ingentes proporciones en España.

Mientras, más de cinco millones de viviendas en poder de los bancos permanecen vacías (un quinto del total de las edificaciones), la mitad de los jóvenes españoles reclama en las calles un trabajo digno para poder adquirirlas.

Asimismo, los bancos que se rescatan ahora con dinero público y que organizan una feria de penurias, son los que han ordenado más de 400 mil desalojos de familias españolas en los últimos cuatro años, arrojando a la pobreza a cientos de miles de niños españoles.

La triste realidad de los desahucios obligó al gobierno conservador de Mariano Rajoy a ordenar una moratoria en los casos sociales más graves, pero aún la mayoría de los ciudadanos afectados se encuentra en riesgo de perder sus hogares.


Ante el papel de mafiosos que han desempeñado los bancos a lo largo de esta crisis y con el desdichado advenimiento de uno "malo" en el horizonte, la pregunta que muchos se hacen es ¿cuáles son los buenos?

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