miércoles, 21 de noviembre de 2012

Miradas de esperanza.


Yésika  Mora Hernández es una niña cubana que lleva cinco años y casi cuatro meses inmóvil, acoplada a un equipo de ventilación mecánica; y a pesar de su estado, cada miércoles, una maestra hace magia y la conduce por mundo del aprendizaje.

Tomado de Trabajadores.
Por Orestes Ramos Lorenz.

A los siete meses de nacida Yésika  Mora Hernández comenzó a vivir en un cubículo especialmente habilitado del Hospital Pediátrico Provincial José Martí, en Sancti Spíritus; este 12 de febrero cumplirá los seis años; nunca ha abandonado el centro de salud desde entonces; su padecimiento, atrofia muscular espinal, en su grado más severo, no se lo permite.  La niña permanece acostada, respira con ayuda de un equipo de ventilación pulmonar por un tubo insertado a través de la tráquea. 

La institución médica y en especial el equipo de la Unidad de Cuidados Intensivos Progresivos donde se encuentra, le prodigan los más exquisitos cuidados, así ha sido desde el primer día que llegó allí, hace  cinco años y casi cuatro meses.

Por lo que refieren, la entrega del quehacer médico no es posible reflejarla en toda su dimensión, la niña es parte de ellos; los cumpleaños son celebrados con esplendor por todos en el hospital. Cuando un médico regresa de misión siempre hay un regalo para Yésika.

La niña no puede hablar como consecuencia de la respiración asistida, pero desde septiembre podría ser el único caso en Cuba y tal vez en el mundo con la enfermedad de Werdnig-Hoffman tipo 1 que reciba clases, de preescolar en correspondencia con sus limitaciones, en esa propia sala donde se ha creado un ambiente infantil por el personal médico y la familia; “aunque se violen las normas hospitalarias”, como refiere el doctor Francisco Felipe Martín, Frank como es conocido, jefe de la unidad asistencial.

"Ella tiene una afectación neuromuscular (de origen genético), pero su nivel intelectual es normal; por interés del Hospital, un equipo de pedagogos elaboró un programa docente específico para ella, explica el especialista.

Desde que la niña comenzó a recibir clases no ha presentado infecciones respiratorias como era recurrente en otros momentos, aun cuando no hay un estudio que vincule ambos acontecimientos.

“El bienestar del paciente influye sobre su sistema inmunológico, se ve alegre, no podemos afirmar científicamente que sea como consecuencia de las clases, pero es evidente la mejoría de su estado de ánimo”, afirma.

Maestra ambulante

A María del Carmen Caballero García, maestra de la enseñanza especial, le ha correspondido iniciar a Yésika en el aprendizaje escolar; ella comparte las clases ambulatorias con su esposo Rafael Herrera, quien ahora se desempeña en los hogares de otros niños limitados físico-motores que no pueden asistir a la escuela, ambos pertenecen al claustro de la Escuela Cheché Alfonso.

 Aunque Yésika es el caso más connotado por sus características, no es el único que recibe clases en el Hospital Pediátrico espirituano; cada día de la semana María del Carmen lo dedica a un área de la institución médica teniendo en cuenta el número de alumnos ingresados y su estadía.

“Cuando hay un niño hospitalizado converso con la familia, voy a la escuela a donde pertenece, me comunico con la maestra y ella me dice los contenidos que necesita se le den al niño según el tiempo que lleva faltando, cuando son de otro municipio me dirijo a la escuela Bernardo Arias (la más cercana) para confrontar el programa y los contenidos.

“En los demás casos, cuando el maestro va a la casa, se habilita un espacio allí y se hace un “aula” que no se toca, con todos los atributos, escudo, bandera, para que sienta como si estuviera en una institución docente; así se realiza en toda la provincia, refiere. 

Por la diversidad de situaciones resulta una tarea ardua y de constante creatividad, pero a la vez constituye un estímulo para la maestra que cuenta con una experiencia de 37 años en la enseñanza especial y además tiene que compartir su tiempo entre la institución, las labores del hogar, los nietos y estar hasta altas horas de la noche preparándose para lo que le espera al siguiente día.

“Me mantiene alerta, no sé lo que me voy a encontrar en cada momento, me obliga a investigar, relacionarme con muchas personas, interactuar con los padres; lo agradecen como su fuera un favor, aun cuando les explicamos que es nuestro deber; también me ha permitido crear nuevas amistades, conocer gente y cosas que no hubiera sido posible de otro modo, afirma satisfecha María del Carmen.

Yésica en lo más profundo

“Yo lo llamo la esperanza en la mirada; en mi comunicación con ella todo es a través de la mirada, todo lo manifiesta con la mirada, le señalo un color y asiente o rechaza abriendo o cerrando los ojos; es posible gracias a un entrenamiento a través del tiempo que le ha propiciado la familia y el colectivo de cuidados intensivos del Hospital que tienen obsesión con esa niña…

“Comencé en septiembre a darle clases; la inteligencia es normal, aunque ella no mueve ni un músculo, los ojitos son lo único que indican movilidad; los conocimientos de ubicación arriba-abajo, derecha-izquierda, asentir o negar para identificar colores, círculo, triángulo, todo lo realiza con la vista, aun no me he adentrado en la diferenciación del cuadrado y el rectángulo, porque podría resultarle muy difícil.

“Para el aprendizaje de la letra “ele” le confeccioné una muñeca de trapo, vestida con uniforme escolar igual que ella, la nombré Lola, se ha convertido en su compañera inseparable y durante las clases es un personaje más, su compañera de aula; Yésika, identifica a Martí, a Fidel…

Cuando visitamos el hospital se encontraba acompañada por la abuela materna, Aida Alonso (la madre rendía un examen de contabilidad y finanzas); refiere que desde que está recibiendo clases la niña se ve distinta, “cuando vio a la maestra por el cristal su carita se iluminó, quiere que se quede…

Llegó la Profe

Para la institución médica María del Carmen constituye un fuerte apoyo al igual que para las familias y los niños ingresados, es como un regreso a un mundo del cual se distancian y que añoran.

“A pesar de estar hospitalizados, se crea una expectativa enorme, mi aparición los saca del medio, de la inyección, de la enfermera; el niño cuando está en la escuela a veces quiere estar enfermo para no asistir, quedarse en el hogar en sus juegos, pero cuando está enfermo quiere la escuela, estar con sus compañeros; es muy gratificante ver las caritas cuando uno llega a la sala.

Una frase ha quedado grabada para María del Carmen que sintetiza el agradecimiento familiar, en ocasión de la Jornada del Educador la mamá de Yésika, Yairé Hernández Alonso, le trasmitió una felicitación que concluía: gracias por existir.

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