jueves, 8 de noviembre de 2012

Cataluña: ¿Un nuevo Estado en Europa?


Tomado de Granma.
Por SERGIO ALEJANDRO GÓMEZ.


Muchas fronteras del mundo actual son líneas artificiales trazadas por la guerra y la conquista a lo largo de la historia; avanzan con el poder y retroceden con la derrota. Pueblos con lenguas, culturas y religiones diversas quedan encerrados en un solo Estado del que no se sienten parte y se convierten en una bomba de tiempo.

Casi tres siglos después de que las tropas del rey Felipe V tomaran la ciudad de Barcelona el 11 de septiembre de 1714, un millón y medio de catalanes salieron a las calles para conmemorar la fecha y reclamar que la actual comunidad autónoma española se convierta en un "nuevo Estado de Europa".

La masiva participación en la Diada o fiesta nacional catalana de este año saltó las alarmas en Madrid y fue una afirmación de las especificidades de la cultura catalana, tanto históricas, culturales como idiomáticas en relación con el resto de España.

"Cataluña es uno de esos casos de nación sin Estado propio", aseguró a Granma el profesor Yodenis Guirola Valdés, investigador de la Universidad de Barcelona y miembro del Seminario de Filosofía Política de ese centro.

Desde el triunfo de las tropas borbónicas en 1714 y la implantación del Decreto de Nueva Planta en 1716 —que sustituía el orden político, jurídico e institucional catalán por el de Castilla—, hay evidencias de que el sentimiento independentista se ha registrado con mayor o menor fuerza entre la población catalana, explicó Guirola.

Sin embargo, desde el fin del régimen de Francisco Franco y la entrada en vigor de la Constitución de 1978, nunca habían tenido tanta fuerza las demandas de autodeterminación en Cataluña, que ya cuenta con un gobierno autonómico (la Generalitat) y estructuras administrativas propias, aunque supeditadas en última instancia a Madrid.

Sin duda, la crisis económica que vive España —con cerca de cinco millones de desempleados y varias andanadas de recortes sociales a cuestas— ha añadido un argumento más a los reclamos independentistas. Cataluña representa casi un quinto del PIB español y muchos consideran que el Gobierno central no retribuye a la comunidad en correspondencia con sus aportes.

El presidente de la Generalitat y líder del partido derechista Convergencia y Unión (CiU por sus siglas en catalán), Artur Mas, viajó el pasado 20 de septiembre a Madrid a buscar un pacto fiscal más favorable para su comunidad y recibió una negativa del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. En respuesta, Mas adelantó las elecciones regionales para el próximo 25 de noviembre y llamó a realizar un referéndum para que los catalanes definieran en las urnas su relación con España.

El líder nacionalista recibió fuertes críticas de La Moncloa por atizar el independentismo con fines políticos. Rajoy aseguró al respecto que "proponer hoy separaciones y quedarse fuera de todo, de España y de Europa, en la nada, no es ni siquiera una opción ideológica, es un disparate de colosales proporciones".
Una catástrofe
El catedrático de Economía de la Universidad Complutense de Madrid, Mikel Buesa, calcula que el PIB catalán sufriría una caída cercana al 24 % si se independizara de España. Sus estudios apuntan a que las importaciones catalanas retrocederían en una cifra equivalente al 8,8 % del PIB de la región, mientras que su déficit exterior se dispararía hasta los 25 mil millones de euros, lo que convertiría al recién nacido Estado en "la nación más deficitaria del mundo".

Por otra parte, un Estado catalán se quedaría fuera de la Unión Europea, del euro, de la OTAN, y hasta de la liga de fútbol. Su futuro ingreso al bloque tendría obligatoriamente que pasar por la aprobación de todos los miembros y España tendría derecho al veto.
Según los que sostienen esta posición, Cataluña no sería viable como Estado en un momento como el actual de grave crisis económica europea, española y también catalana, y se hundiría sin remedio.

Nuevas oportunidades
El catedrático emérito de Política Económica y Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona, Jacint Ros Hombravella, tras un estudio, afirma que una Cataluña independiente sería viable económicamente, siendo el sexto país con mayor riqueza per cápita de la UE.

Por su parte, el profesor Yodenis Guirola observa que "entre 1997 y el 2007, Cataluña varió de la posición 14 a la 13 en el Índice de Desarrollo Humano, con una caída a los puestos 16 y 17 entre el 2000 y el 2005, mientras España subió del lugar 21 al 15, llegando al puesto 13 en el 2005. ¿Cómo entender esto si Cataluña aporta alrededor del 19 % del PIB español? Obviamente, un factor a considerar son las balanzas fiscales y lo que en Cataluña es denunciado como desfavorable redistribución de la riqueza". Por tanto —añade Guirola— "el foco del reclamo soberanista catalán está en la posibilidad de decidir y administrar su propio territorio, sus infraestructuras, sus recursos, su educación, su cultura, e incluso, su idioma".


En la misma línea, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, le recordó a Mas el Artículo 2 de la Carta Magna que consagra "la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles", el cual hace inconstitucional realizar un referéndum vinculante como el que propone CiU.

A pesar de todo, Mas se dispone a seguir adelante "con o sin permiso" del Estado español y su iniciativa ya fue refrendada por el Parlamento catalán.

Contra esa posición de fuerza, los líderes ibéricos han dicho que utilizarán todo el arsenal legal del Estado y no permitirán la escisión de esta rica región. El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, refirió recientemente que "una hipotética independencia de Cataluña no significaría sacar a la comunidad de España, sino acabar con España, porque España no tiene sentido sin Cataluña".

Esto sin contar el terrible precedente que sentaría para otras comunidades autónomas donde históricamente se han producido reclamos soberanistas como el País Vasco y Galicia.

La repercusión de los acontecimientos en Cataluña desborda las fronteras españolas, pues se suma a otras regiones europeas que están reclamando su autodeterminación: Escocia ya pactó con el Gobierno de Reino Unido un referéndum para el 2014 en el que definirá si mantiene su integración de tres siglos con Gran Bretaña; asimismo, la victoria de los independentistas de la Nueva Alianza Flamenca en Amberes, la mayor ciudad de la región de Flandes, ha avivado los sentimientos independentistas de ese territorio belga.

Tras varias décadas de atizar conflictos étnicos y religiosos en el mundo —desde los Balcanes a finales del siglo pasado hasta la llamada "Primavera Árabe"—, la UE vive hoy un auge de reivindicaciones separatistas al interior de sus fronteras que amenazan con desmembrar el bloque.


Lo que hasta hace poco era difícil de imaginar, una Cataluña independiente, se ha convertido en una posibilidad para España por la combinación de reclamos históricos con las tendencias polarizantes del capitalismo neoliberal, exacerbadas por la peor crisis económica y social desde la posguerra. Y, si se mantienen las políticas vigentes, los catalanes no serán el último pueblo en luchar por convertirse en un "nuevo Estado de Europa".


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