Médico cubano con pacientes recuperados del cólera en Haití |
Introducción dada por Raúl Antonio Capote.
Comparto con ustedes este
mágnifico artículo del Dr Salvador Capote, escrito en el 2010 cuando la
epidemia de cólera golpeaba con fuerza al sufrido hermano pueblo de
Haití y los médicos cubanos realizaban la bella labor de salvar vidas en
ese país. En estos momentos Cuba sufre un brote de cólera, enfermad
ausente del país durante más de 100 años, las condiciones sanitarias y
la fortaleza del sistema de salud cubano han logrado controlar en pocos
días la enfermedad. Conociendo los antecedentes de los señores del Imperio,
tenemos todo el derecho los cubanos a dudar, lean el artículo y como
dice el conocido pariodísta cubano Reinaldo Taladrid “Saque usted sus
propias conlusiones”
Artículo por: Dr. Salvador Capote.
En medio de denuncias sobre masacres de civiles por militares estadounidenses en Irak y Afganistán; de revelaciones en Wikileaks acerca de la impúdica política exterior de Estados Unidos; y de amenazas espeluznantes de una posible extensión de las guerras imperiales a Irán y Corea del Norte, una noticia nos alegró el corazón: la decisión del Partido y el Gobierno cubanos, anunciada por Fidel, de reforzar la Brigada Médica en Haití con un contingente compuesto por 300 médicos, enfermeras y técnicos de la salud, lo que eleva a más de 1 200 el número de colaboradores sanitarios enviados por Cuba a la hermana nación.
Los
internacionalistas cubanos prestan servicios de salud en Haití desde
hace muchos años y numerosos jóvenes de este país se forman como médicos
en las universidades cubanas. Mucho antes del terremoto, del huracán y de la epidemia del cólera ya los cubanos estaban allí curando enfermos, salvando vidas. Con el apoyo fraterno de Venezuela,
pronto Haití contará con 49 centros y 1 100 nuevas camas, atendidos por
médicos cubanos y latinoamericanos egresados de sus escuelas de
medicina, para enfrentar la epidemia. La eficacia de estos centros es tan grande que han llegado a reducir prácticamente a cero el número de fallecidos.
José Martí y Simón Bolívar se dan la mano junto al pueblo que tanto
ayudó a la independencia de nuestra América, para impedir que se apague
la sonrisa de los niños haitianos.
Médicos cubanos en Haití |
Me pregunto cuántas personas han salvado o salvarán sus vidas gracias a este maravilloso ejemplo de solidaridad e internacionalismo. Nadie puede conocer la cifra exacta pero, con toda seguridad, no será menor de varias decenas de miles.
Sin embargo, la mayor obligación moral de prestar ayuda al pueblo haitiano no es de Cuba ni de Venezuela sino de Estados Unidos y no por lo rico y poderoso que es este país, que debiera ser causa suficiente, sino por su larga y profunda experiencia en la manipulación del vibrión colérico y de la forma en que afecta la salud y la vida del ser humano.
Esta
experiencia la heredó Estados Unidos de científicos japoneses que
llevaron a cabo un programa de guerra biológica durante la Segunda
Guerra Mundial. Como parte de ese programa, más de mil pozos de
agua potable en Manchuria fueron contaminados con el vibrión del cólera
y gérmenes afines. En otros experimentos, los japoneses no sólo
infectaban a los prisioneros de guerra sino que, para descubrir los
efectos en los órganos internos de la enfermedad, sacrificaban
durante el proceso mediante disección en vivo (vivisección) a cierto
número de infectados. Los prisioneros eran en su mayoría chinos pero
también de otras nacionalidades incluyendo norteamericanos. Alrededor de
580 000 chinos fueron asesinados utilizando gérmenes patógenos. (1)
El
principal cerebro y brazo de la guerra biológica era el general Ishii
Shiro, de familia aristocrática. La principal instalación creada por él,
el Instituto Ping Fan (Unidad 731) de horrenda y criminal historia,
estaba situada en el poblado de ese nombre, cerca del Ferrocarril del
Sur de Manchuria y poseía una guarnición de 3 000 científicos, técnicos y
soldados. Ishi Shiro creó también otras 18 instalaciones similares pero
más pequeñas y fue el creador del campo de concentración de Zhong Ma.
(2)
Al
finalizar el conflicto, los militares norteamericanos lograron capturar
a Ishi Shiro. Los soviéticos exigieron juzgarlo por sus crímenes de
guerra pero Estados Unidos rehusó entregarlo. Lo que sucedió después se
mantuvo en secreto durante más de treinta años. Finalmente se
supo que Ishii Shiro había pactado con el gobierno norteamericano su
liberación a cambio de revelar en detalle todos los secretos del
programa de guerra biológica. Un memorandum “top secret” transmitido a
Washington por cable el 6 de mayo de 1947 comunicaba: “Ishii afirma que
si se le garantiza mediante un documento inmunidad por crímenes de
guerra para él, sus superiores y sus subordinados, puede describir el
programa [de guerra biológica] en detalle”. (3)
A
pesar de que 1 174 soldados norteamericanos habían sido asesinados en
atroces experimentos por la Unidad 731, (4) Ishii Shiro pasó a ser de
esta manera el principal asesor del gobierno de Estados Unidos en el campo de las armas biológicas de destrucción masiva y encontró en Camp Detrick, Maryland (su nombre cambió a Fort Detrick posteriormente) alumnos muy aventajados. Fue
él quien enseñó a sus colegas estadounidenses la técnica de cultivar el
cólera y otros patógenos en grandes tanques de aluminio. Podía
recogerse una cosecha de vibriones cada 24 horas. La capacidad
productiva del Instituto Ping Fan –según investigadores rusos- había
llegado a ser de ocho toneladas de bacterias por mes. La
principal instalación norteamericana creada para la fabricación de
microorganismos, situada en Vigo, Indiana, podía producir cien
toneladas, es decir, una cantidad doce veces mayor. (5)
El
monstruo Ishi Shiro murió en 1959 después de disfrutar de un generoso
retiro militar. Muchos de sus colaboradores, criminales de guerra que
obtuvieron también inmunidad, alcanzaron posiciones relevantes en el
mundo de los negocios o altos cargos administrativos y académicos. Algunos,
pudieron continuar sus experimentos asesinando seres humanos durante la
Guerra de Corea y la Guerra de Vietnam, pero ya no como enemigos sino
como aliados al servicio de Estados Unidos.
A
partir de l948 y durante la década de los cincuentas, microbiólogos
norteamericanos, en colaboración con británicos y canadienses,
realizaron experimentos con gérmenes vivos en aguas de las islas del
Caribe, por lo menos en tres ocasiones, con el fin de determinar el
comportamiento de nubes de bacterias dispersadas en el aire: Operación
“Harness” en 1948, Operación “Ozone” en 1953 y Operación “Negation” en
1954. Todo lo concerniente a estos ensayos biológicos permanece aún sin
desclasificar. (6)
En
1951 el esfuerzo principal en la preparación para la guerra biológica se
trasladó de Fort Detrick, en Maryland, a una instalación cercana a la
base aérea de Agsugi, en Yokohama, Japón, donde operaba la llamada
Unidad 406 (Medical General Laboratory of the U.S. Army’s Far East Medical Section). Su desarrollo fue tan rápido que poco tiempo después fue necesario abrir nuevos laboratorios en Kyoto. (7)
El
traslado al Lejano Oriente facilitaba el uso de estas armas en la recién
comenzada Guerra de Corea. Corea del Norte, al igual que posteriormente
Vietnam, se convirtió en campo de experimentación para todo tipo de
armas incluyendo las armas biológicas. El 22 de febrero de 1952, Bak Hun
Yung, Ministro de Relaciones Exteriores de Corea del Norte, en
documento oficial dirigido al Secretario General de Naciones Unidas,
acusó al gobierno norteamericano de llevar a cabo una guerra
bacteriológica contra su país. Dos días después, su homólogo
chino, Chou En Lai, reveló que, en solo una semana, 448 aviones de
Estados Unidos, en 68 ocasiones, habían dispersado insectos contaminados
sobre el nordeste de China. El vibrión del cólera fue uno de los
gérmenes utilizados.
Ahora
bien, ¿por qué el cólera ha sido y es una de las enfermedades
preferidas para la guerra biológica? –La razón es muy simple: el cólera
es una de las llamadas “enfermedades de los pobres” (nombres más
apropiados serían: “enfermedades de los oprimidos”, “de los marginados”,
“de las desigualdades e injusticias sociales”) que prosperan solamente
cuando las condiciones higiénicas son deplorables. Uno de los factores
que han limitado históricamente el uso de armas biológicas
ha sido el temor, de los que promueven criminalmente este tipo de
agresiones, a que la epidemia provocada se salga de control, se
convierta en “boomerang” y termine causando más daño al agresor que al
agredido. Pero en un país desarrollado, con abundante agua potable,
amplias redes de alcantarillado y de eliminación de aguas albañales, y
un buen sistema de servicios médicos, es prácticamente imposible una
epidemia de cólera. En todo caso, si se produjese algún brote,
solo afectaría a los barrios marginales cuya población es material
desechable para los señores de la guerra.
Hay, además, otro factor importante. En el bien nutrido arsenal de vectores,
tanto en la Unidad 406 como en Fort Detrick, no faltaron durante mucho
tiempo las moscas infectadas con cólera, hasta que uno de los expertos
canadienses en guerra biológica, el Dr. G.B. Read, demostró que no es
necesario fabricar lo que la naturaleza ofrece ya gratuitamente. En
el caso del cólera, no tiene sentido producir moscas infectadas en el
laboratorio, con todos los peligros y complicaciones inherentes a esta
operación y a la de transporte al objetivo, cuando éstas sobran en los
sitios que serán objeto de ataques y pueden ser contaminadas “in situ”. Read
descubrió que el mejor sustrato es el salmón enlatado porque, además de
constituir un medio muy nutritivo para los patógenos, posee un
atractivo especial para los insectos vectores. (8)
Actualmente,
sin embargo, sin desechar los viejos métodos, las investigaciones se
mueven hacia la aplicación de tecnología de punta de la biología
molecular que, en buenas manos, puede ser de gran beneficio para la
humanidad pero que puede servir también a objetivos diabólicos. En
2001 fue descifrado completamente el código genético de la peste
bubónica y descubrimientos similares se han realizado con la viruela y
el cólera. Ahora, mediante métodos de ingeniería genética,
puede modificarse el genoma de los microorganismos causantes de estas
enfermedades, para bien o para mal.
En
enero de 1991, por primera vez en todo el siglo XX y en todo el
continente americano surgió un brote de cólera en Perú que se extendió
rápidamente por numerosos países de América del Sur y Central. En
África, el cólera se ha presentado con fuerza recientemente en varios
países africanos. En agosto de 2008 surgió en forma explosiva una
epidemia en Zimbabwe. El diario “Herald” de Harare, señaló que
el embajador de Estados Unidos, antes de que surgiera el brote, había
comentado muy sospechosamente que se estaban preparando (los
norteamericanos) para el surgimiento de la epidemia. Robert
Mugabe acusó a los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña de
introducir la enfermedad y del empeoramiento de la situación debido a
las sanciones económicas impuestas.
Hemos
repasado sucintamente algunos de los hechos que demuestran la larga
experiencia de Estados Unidos con el microorganismo causante del cólera.
Me
parece que no sería pedir demasiado que sus vastos conocimientos los
utilice ahora en la lucha contra la epidemia en Haití. El obstáculo, tal
vez insalvable, es que Washington es parte raigal del problema. La
indefensión del pueblo haitiano ante el cólera es el resultado de toda
una herencia de explotación económica y opresión política por regímenes
gestados y apoyados por Estados Unidos. Si en algún lugar del mundo
Estados Unidos, y anteriormente Francia, han mostrado con mayor crudeza
sus feos rostros imperiales, racistas y prepotentes, ha sido
precisamente en Haití. Baste con recordar la ocupación militar por
Estados Unidos entre 1915 y 1934, y el apoyo a las dictaduras de los
Duvalier y a su banda de asesinos llamados “ton ton makouts”.
La última fechoría fue el derrocamiento por los marines de Jean Bertrand Aristide en
febrero de 2004, el secuestro del presidente legítimo y su exilio
forzado en Africa del Sur. El paso siguiente fue la represión salvaje
del movimiento por la democracia de Lavalas y la sustitución de los
marines por MINUSTAH, “fuerza de estabilización” de la ONU. MINUSTAH
consagró el golpe de estado ordenado por George W. Bush y masacró a los
habitantes de los barrios humildes “pro-Aristide”, principalmente en
Cité-Soleil. En la campaña represiva que tuvo lugar entre 2004 y 2006
fueron asesinados miles de partidarios de Lavalas.
¿En
qué se diferencia MINUSTAH de un ejército de ocupación? –En nada, salvo
que sus soldados no pertenecen al país invasor sino mayormente a países
pobres del Tercer Mundo, como el Nepal de los mercenarios gurkhas, que
no conocen ni entienden las raíces y características del conflicto y
tienen la paga como única o principal motivación. En la historia de los
contingentes de la ONU, como en todo ejército de ocupación, el problema
del abuso sexual a niños ha sido compañía constante. Un informe de la
organización “Save the Children” publicado en mayo de 2008, que denuncia
estos hechos, se basa parcialmente en testimonios recogidos en Haití el
año anterior. El estudio recoge historias de niños
intercambiando sexo por comida, sexo forzado, prostitución y pornografía
infantil, y tráfico de niños.
Las
llamadas “fuerzas de paz” o de “estabilización” de la ONU son
financiadas casi totalmente por Estados Unidos y los países de la OTAN
y, por tanto, son ejércitos cuya misión no es otra que mantener o
restablecer el statu quo en beneficio de las oligarquías locales y de
los intereses neocolonialistas.
En
Haití se está cometiendo un verdadero genocidio, si no por acción, al
menos por omisión. La ONU es culpable por negligencia al no tomar las
medidas necesarias para impedir la entrada del cólera. Estados Unidos es
culpable por abandono, en el mejor de los casos. De los $1.5 billones
prometidos después del terremoto, los haitianos no han recibido todavía
un sólo centavo. Tal vez tengan razón los que consideran que en el fondo
de todo está la obsesión delirante de Washington por impedir que un
Haití, independiente y gobernado por un presidente legítimo, se una a
los países bolivarianos en el ALBA.
(1) Judith Miller et al: “Germs”, Simon & Schuster (2001) p. 40.
(2) Robert Harris and Jeremy Paxman: “A higher form of killing”, Random House (2002), p.77-78.
(3) Robert Harris and Jeremy Paxman: Idem, p. 156.
(4) Andrew Goliszek: “In the name of Science”, St. Martin’s Press, New York (2003), p. 46.
(5) Robert Harris and Jeremy Paxman: Idem, p. 78.
(6) Robert Harris and Jeremy Paxman: Idem, p. 158.
(7)
Stephen Endicott and Edward Hagerman: “The United States and Biological
Warfare: Secrets from the Early Cold War and Korea”, Indiana University
Press (1998), cap. 5.
(8) Jeffrey A. Lockwood: Six Legged Soldiers”, Oxford University Press (2009), p.162.
No hay comentarios:
Publicar un comentario