Hablar de la Revolución cubana sin mencionar a José Martí es como construir un avión sin su pista de aterrizaje. Ambos van indisolubles.
José Martí fundó un partido político
(Partido Revolucionario Cubano) para llevar a cabo la “Guerra Necesaria” contra
el coloniaje español y evitar, con la independencia de Cuba, que Estados Unidos
cayera con fuerza sobre los pueblos de América.
Lamentablemente, la independencia
cubana se vio frustrada por la oportunista intervención norteamericana en el
conflicto hispano-cubano, cuando ya España estaba a todas luces, derrotada; la
existente fragmentación de pensamiento en el camino, a seguir y la
incertidumbre creada en las fuerzas mambisas por la falta de los líderes principales
de la lucha revolucionaria: el propio José Martí y Antonio Maceo.
“La honra puede ser mancillada. La justicia puede ser
vendida. Todo puede ser desgarrado. Pero la noción del bien flota sobre todo, y
no naufraga jamás.” José Martí
Pero la rebeldía del pueblo cubano
siguió su cause, al sufrir en carne, la nueva forma de coloniaje y explotación
a que era sometido en la era de gobiernos de turno, al servicio del
imperialismo.
El pillaje de los políticos, el
enriquecimiento desmedido de los monopolios yanquis, la dotación de las mejores
tierras a ricos terratenientes, el desalojo de los campesinos, los bajos
salarios de los obreros, las políticas de despojo de derechos, la corrupción de
los gobiernos de turno, el abuso y la represión de los cuerpos policiales, las
torturas por sicarios, la creación de cuerpos de represión (como el Buró de Represión
a Actividades Comunistas, creado por Fulgencio Batista), los asesinatos a
líderes sindicales, estudiantiles, políticos y obreros; la agravante pobreza
generalizada, el analfabetismo, la carencia de servicios sanitarios en muchas
zonas del país, los altos precios en servicios públicos: electricidad,
telefonía, agua, combustibles, educación, salud, etc.; la discriminación racial
y sexista, el alto porciento de desempleo y la imposición de altos impuestos. Éstos,
entre otros muchos males que afloraban, empujaron a un obligatorio cambio en el
escenario político y económico en el país.
Estados Unidos ya había robado una
parte del territorio (de Guantánamo y donde plantaron su base militar, hoy
convertido en un antro de torturas) y con la denigrante Enmienda Platt, la
potencia norteamericana se auto otorgó la “potestad” de intervenir en Cuba
siempre que lo consideraba necesario (tanto militar, como políticamente).
Pero quienes creían que el apóstol
había muerto, lo vieron resucitar el 28 de enero de 1953, en el centenario de su
natalicio, donde una marea de jóvenes, encabezada por el joven Fidel Castro,
mostraba nuevamente que la luz de la llama de independencia no se había
apagado. Los jóvenes del centenario, no dejaron morir al apóstol.
Poco después, Fidel Castro en su
alegato de defensa, “La Historia me Absolverá” (pronunciado el 16 de octubre de
1953), citó también a José Martí como fuente de luz en nueva lucha rebelde: "Un principio justo desde el fondo de una cueva
puede más que un ejército".
Fidel había
expuesto en su alegato los puntos esenciales a cumplir en su programa
revolucionario.
Un
principio justo llevó a los jóvenes a asaltar los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de céspedes, un principio justo liberó a los moncadistas y ese principio justo unió a más de 80
hombres a seguir a Fidel en la arriesgada travesía marítima desde México a
Cuba.
Sólo 12 hombres, con 7 fusiles, se
reencontraron después de la entrada de los expedicionarios del Granma por Las
Coloradas, posteriormente muchos más se le unía en la Sierra Maestra y también
en el llano de las ciudades. Nació así una vanguardia capaz de los mayores
sacrificios para lograr la plena emancipación del pueblo y poner en marcha un
nuevo programa político.
La lucha guerrillera sólo terminó con
el triunfo, el 1ro de enero de 1959. Pudo más el principio justo de la
independencia, que todo el ejército batistiano, financiado y apertrechado por
Estados Unidos.
“La unidad de pensamiento, que de ningún modo quiere
decir la servidumbre de la opinión, es sin duda condición indispensable del
éxito de todo programa político.” José Martí
El carácter
hostil del imperialismo y sus burdas y criminales actos contra Cuba, fue el
factor determinante en el camino a seguir a partir de los primeros años de la
Revolución. De un carácter “Democrático-Popular y Agrario” pasó a un carácter
Antiimperialista y Socialista.
La
inteligencia dirigente de Fidel Castro y la imperiosa necesidad del contexto
histórico, dio al traste con la importancia de la UNIDAD. No era subordinar fuerzas
políticas, porque exceptuando las que se retrajeron, todas tuvieron su espacio
de participación en la construcción del nuevo proceso. Así se constituyeron las
Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI, 1961-1962), el Partido Unido de
la Revolución Socialista de Cuba (PURSC, 1962-1965) y finalmente el Partido Comunista de Cuba (PCC, 1965
hasta la actualidad).
“La justicia, la igualdad del mérito, el trato
respetuoso del hombre, la igualdad plena del derecho: eso es la revolución.” José Martí
Los programas de beneficios
sociales llevados, le otorgó al nuevo proceso el carácter de Revolución. Miles
han sido los programas puestos al servicio del pueblo y diversos espacios se
han creado para la participación popular en la construcción y actualización del
sistema político en Cuba. Uno de los más importantes fue crear cultura para la
propia emancipación de la sociedad. “Saber leer
es saber andar. Saber escribir es saber ascender” por nuestros propios medios, para “sacudir de una
vez los vicios de la esclavitud” y alzar conceptos nuevos, “opuestos a la
costumbre del servilismo pasado”.
Incluso, desde el
principio, la Revolución cubana puso en práctica la máxima martiana de “con todos y
para el bien de todos”, donde no sólo se trabajara para el
desarrollo del país, sino para brindar ayuda solidaria a otros pueblos
necesitados y de manera desinteresada. La construcción del socialismo en Cuba
llevaba aparejado la solidaridad internacionalista, la paz y la amistad con los
pueblos.
Martí lo previó, el
imperialismo logró caer con fuerza sobre las tierras de América. Ampara
gobiernos hostiles y dictatoriales, se aprovecha de sus riquezas y genera la
dependencia de éstos económicamente a través de mecanismos como el ALCA, los
invadió hostilmente y promueve el sectarismo y la división en sus sociedades a
través de empresas tapaderas que la suscitan la subversión.
José Martí comprendió
el sueño de Bolívar de crear una Patria grande: “Nuestra América”. El ideario
martiano ha sido el caudal fundamental que sostiene la Revolución cubana y que
alimenta cada paso en el presente y el futuro. También, la Revolución cubana,
hace suyo el proceso de unión en la coyuntura actual, dando pasos seguros,
basados en la cooperación, el respeto mutuo, el interés colectivo, en el bando
de los que construyen y fortifican pueblos. La ALBA y la CELAC son muestra
actualizada de ello, los batallones de médicos y maestros en misiones internacionalistas son pruebas de la voluntad del gobierno y pueblo cubanos.
Y uno de los principios martianos, fundamental, es la aceptación de la diversidad, porque “las diferencias políticas no dan derecho, entre
hombres corteses y leales, a la inversión, o admisión indiscreta, y publicación
voluntaria, de noticias falsas”; aunque esto no lo
comprende ni el enemigo de los pueblos ni los lacayos del imperialismo.
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