Ileana Ros-Lehtinen, congresista cubano-estadounidense, miembro de la Cámara de Representantes por el distrito 27 del Estado de Florida desde 1989, víctima de la Operación Peter Pan, es una de las cabecillas de la ultraderecha reaccionaria contra Cuba junto a otros como Marco Rubio, Bob Menéndez, entre otros. |
Por: Elier Ramírez Cañedo.
Durante
largo tiempo el conflicto Estados Unidos-Cuba ha sido estudiado por numerosos
académicos en el mundo, fundamentalmente de los países implicados. Sin embargo,
a pesar de las numerosas investigaciones existentes al respecto, y de las miles
de páginas de documentos desclasificados en los propios Estados Unidos, todavía
hoy persisten determinados mitos, sustentados en el desconocimiento, la falta
de información, los análisis superficiales y la manipulación intencionada con
propósitos políticos.
Mito 7: La extrema derecha
cubanoamericana ha tenido secuestrada la política hacia Cuba.
Si
bien es cierto que la extrema derecha cubanoamericana ha tenido importantes
niveles de influencia en el diseño y la implementación de la política hacia
Cuba y que incluso en la actualidad constituye una fuerza política nada
despreciable -sobre todo en el legislativo estadounidense-, es falso que en
algún momento hayan alcanzado el control de la misma. La política de los
Estados Unidos hacia Cuba siempre ha sido una Política de Estado. El llamado lobby cubanoamericano ha sido una pieza
funcional a los intereses de Washington contra Cuba desde su origen. Ha sido un
instrumento de la política, más que la política misma. Fue durante la
administración de Ronald Reagan, coincidiendo con el surgimiento del movimiento
neoconservador en los Estados Unidos, que este lobby alcanzó mayor protagonismo
y nivel de organicidad, con un amplio nivel de acceso a las estructuras de
poder estadounidenses y los medios de comunicación. Este lobby, que tomó como
ejemplo para su estructuración al influyente y poderoso lobby judío, se nucleó
fundamentalmente en torno a la Fundación Cubano Americana.
Fue
tal su activismo contra la Mayor de las Antillas, que se creó una falsa imagen
de que en ellos descansaba la política hacia Cuba y que los políticos
estadounidenses que se apartaran de su línea serían castigados perdiendo los
votos de un estado tan definitorio como La Florida -de los llamados estados
pendulares, “Swing State Vote” en inglés- en elecciones presidenciales
cerradas. Pero lo cierto es que el voto cubanoamericano jamás ha sido
determinante para ganar una elección del estado de la Florida. Así lo confirma
el destacado investigador cubano Jesús Arboleya: “En realidad, la importancia del voto
cubanoamericano ha sido bastante exagerada, ya que apenas tiene relevancia más
allá del enclave miamense y ni siquiera en esta región ha determinado el
triunfo del candidato presidencial republicano en múltiples elecciones”.
(44) Son el 5 % del electorado de la Florida y el 1 % del país. Tampoco en los
condados floridanos donde se concentra la mayoría de los votantes
cubanoamericanos, como Miami, Broward y Monroe, su voto ha sido decisivo en las
elecciones presidenciales, donde siempre han ganado los candidatos demócratas,
sin importar el nivel de preferencia que hayan tenido entre los votantes
cubanoamericanos. (45) Por lo tanto, la influencia de la extrema derecha
cubanoamericana en el sistema político norteamericano nada tiene que ver con el
peso específico de su electorado, sino por la capacidad de imbricarse en el
mismo y en sus mecanismos de influencia, a través de las propias oportunidades
que les han ofrecido los grupos políticos dominantes de la sociedad
norteamericana
El caso del niño Elián González durante la administración
Clinton, puso en evidencia que cuando esta extrema derecha cubanoamericana se
convierte en un obstáculo para los intereses del estado norteamericano, se les
aparta del camino y poco importan sus reacciones coléricas.
Asimismo,
el anuncio del presidente Obama el 17 de diciembre de 2014, sobre el
restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba,
dejó descolocado una vez más a esta extrema derecha cubanoamericana,
demostrando que jamás han sido la cola que mueve al perro. Por otro lado, su
base social se encuentra cada vez más erosionada ante las posturas mucho más
flexibles hacia Cuba de las nuevas generaciones y los nuevos emigrados cubanos.
Mito 8: Cuba ha sido un problema para la “seguridad
nacional” de los Estados Unidos.
Para
responder a este aserto, habría que comenzar haciendo la siguiente pregunta:
¿Cuándo en el discurso político norteamericano se utiliza el término seguridad
o interés nacional, a que se está refiriendo? ¿Son realmente nacionales? ¿A
quién representan? Lo interesante en este caso, es que los Estados Unidos, más
bien la clase dominante en los Estados Unidos, en rigor, no ha defendido
histórica y principalmente lo que se entiende por legítimos intereses
nacionales o de seguridad nacional, sino su hegemonía, tanto en el plano
doméstico como internacional.
Un
pequeño libro publicado en nuestro país por la Editorial Ciencias Sociales en
el 2010, Estados Unidos, hegemonía, seguridad nacional y cultura política, del
destacado especialista en estos temas, Jorge Hernández, ofrece una serie de
elementos que amplían considerablemente lo expresado anteriormente. Resulta
oportuno citar algunas de sus reflexiones:
• “La hegemonía no es, como han querido creer, ver o hasta demostrar algunos
estudiosos, una función de la seguridad nacional. Es al revés”. (46)
• “Como función de la hegemonía, la seguridad nacional de los Estados Unidos,
opera ideológicamente en un doble plano: en uno, de legitimación interna, y en
otro, de apuntalamiento doctrinal de la política exterior. Desde el punto de
vista externo, el concepto en realidad posee una connotación transnacional, en
el sentido de que se insertan en ella escenarios del llamado Tercer Mundo, en
los que los Estados Unidos lo que defienden, en rigor no es su seguridad
nacional, sino su hegemonía”. (47)
• “La paradoja es que lo que se presenta habitualmente como seguridad nacional
no lo es tanto, sino más bien de lo que se trata es de la seguridad de la clase
dominante –o de sectores de ella-, manipulada como interés común de toda la
nación”. (48)
Por
su parte, el también destacado académico cubano Luis Suárez Salazar utiliza el
término estrategias
de seguridad imperial, para distinguir a éstas de los intereses
legítimos de seguridad nacional de la población estadounidense y sus
autoridades, pues no son lo misma cosa. Las estrategias de seguridad imperial,
han servido hasta nuestros días como ejes articuladores de la política interna
y exterior de los Estados Unidos y “para
justificar el constate fortalecimiento de su maquinaria burocrática-militar, al
igual que su acantonamiento, desplazamiento y utilización en diversos lugares
del mundo, incluida América Latina y el Caribe. Asimismo, para tratar de
garantizar los expansionistas intereses geoestratégicos, geopolíticos y
geoeconómicos de los grupos económicos, sociales, ideológicos, políticos, étnicos
y culturales dominantes en esa potencia multidimensional. Igualmente para
tratar de justificar ante la opinión pública doméstica e internacional sus
acciones violatorias de los principios de autodeterminación de los pueblos y de
no intervención en los asuntos internos y externos de otros Estados consagrados
en la Carta de la Organización de Naciones Unidas (ONU) e incluso en la de la
Organización de Estados Americanos (OEA)”. (49)
De
esta manera, Estados Unidos ha desplegado todas las capacidades de su diplomacia
exterior con el objetivo, incluso, de lograr persuadir a los países de América
Latina y el Caribe, de la necesidad de compartir la responsabilidad de la
defensa de su “seguridad nacional”, haciéndola parecer común para toda la
región. Estados Unidos históricamente también ha intentado, y en muchas
ocasiones ha tenido éxito, convertir los llamados enemigos de su “seguridad
nacional, en supuestos enemigos de la “seguridad hemisférica”.
Si
Estados Unidos realmente buscara la satisfacción de los legítimos “intereses
nacionales” y de “seguridad nacional”, hace mucho tiempo hubieran normalizado
las relaciones con Cuba, pues paradójicamente Cuba constituye una garantía para
los Estados Unidos en términos de seguridad en asuntos como la lucha contra el
terrorismo, el tráfico de personas, la inmigración ilegal y el tráfico de
drogas. En el caso de la política hacia Cuba, aunque también hacia el resto de
la región, ha primado más la lógica de las estrategias de seguridad imperial
que las de una legítima seguridad nacional.
Breve epílogo
En
su discurso en la Cumbre de las Américas en Panamá y en otras de sus
intervenciones, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama ha expresado
que no se puede vivir anclado en el pasado, sino que hay que pensar en el presente
y el futuro. Siempre que se establezca una relación dialéctica entre pasado,
presente y futuro a la hora de interpretar sus palabras creo no habrá peligro
alguno.
Pero
si algunos en Cuba o fuera de ella, sobre todo en las filas revolucionarias,
caen en el error olvidar o despreciar la importancia del estudio y conocimiento
profundo del pasado en las circunstancias actuales, sería hacer el juego a
quienes ahora con nuevos ropajes persisten en sus objetivos de destruir la
revolución cubana desde sus mismas raíces. “Pero
cómo va a cambiar la sociedad –expresó
en conferencia de prensa el presidente Obama dos días después de los anuncios
del 17 de diciembre-, el país
específicamente, su cultura específicamente, pudiera suceder rápido o pudiera
suceder más lento de lo que me gustaría, pero va a suceder y pienso que este
cambio de política va a promover eso”. (50)
Ante
esta abierta declaración de guerra cultural, entendiendo la cultura en su
sentido más amplio, más allá de lo artístico y literario, sería ingenuo pensar
que la historia no será –de hecho ya lo está siendo- una de las dianas
fundamentales de quienes pretenden socavar desde dentro la cultura socialista
en Cuba.
Por
tanto, reforzar en nuestro país la enseñanza y divulgación de la historia
patria sin maniqueísmos y anatemas, sobre todo la de la Revolución en el poder,
constituye tarea de primer orden. Desmontar cada una de las manipulaciones y
tergiversaciones de nuestra historia también debe constituir labor cotidiana de
los historiadores y cientistas sociales cubanos en general.
No
es difícil imaginar que en esta nuevo intento neocolonizador, el enemigo que
ahora pretende desdibujarse con celeridad –sobre todo ante los ojos de las
nuevas generaciones- incluso presentarse como mesías salvador de los cubanos,
necesitará la desmemoria, el olvido y la tergiversación, fundamentalmente de lo
que han sido las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, aunque también
prestará gran atención a otros temas de nuestra historia. Se retomarán viejos
mitos e incluso se elaboraran otros nuevos en torno a la confrontación Estados
Unidos-Cuba y siempre que sea posible la víctima se presentará como victimaria.
Pecan
de gran ingenuidad los que hoy subvaloran un campo de batalla cultural tan
estratégico como el de la historia, propicio para desvirtuar valores e ideales
y demoler una sociedad desde sus cimientos. Ahí, como
en otros terrenos también debemos andar a contracorriente, en la búsqueda
incesante de la verdad, que es siempre revolucionaria. Pero si esa verdad no
llega al corazón mismo del pueblo, como pedía el célebre historiador cubano
Emilio Roig de Leuchsenring, será imposible vencer a las poderosas fuerzas
culturales dominantes a las que nos enfrentamos. Con este ensayo hemos
pretendido librar una de esas batallas descolonizadoras y antiimperialistas en
el campo de la historia. Pongamos la mirada en el horizonte, pero sin olvidar
de dónde venimos.
Notas:
(44)Jesús
Arboleya, Cuba y los cubanoamericanos. El fenómeno migratorio cubano, Fondo
Editorial Casa de las Américas, La Habana, p.167.
(45)Ramón
Sánchez Parodi: La sociedad socialista cubana: actualidad, desafíos y
perspectivas”. Ponencia en el CIPI, La Habana, 2012
(46)
Jorge Hernández Martínez, Estados Unidos, hegemonía, seguridad nacional y
cultura política, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2010, p.7
(47)
Ibídem, p.45.
(48)
Ibídem, pp.46-47
(49)Luis
Suárez Salazar, Las relaciones oficiales entre Cuba y los Estados Unidos entre
el 2014 y el 2017: una mirada prospectiva y sudhemisférica, Ponencia Presentada
en el Congreso LASA, Chicago, Estados Unidos, pp.3-4.
(50)Conferencia
de prensa ofrecida por el Presidente Obama, el 19 de diciembre de 2014 en: http://abcnews.go.com/Politics/obama-touts-progress-home-abroad-americas-resurgence-real/story?id=27719486
(Internet)
(51)Véase
René González Barrios, “El desmontaje de la historia y cómo enfrentarlo”, en:
Cubadebate, 5 de mayo de 2014, http://www.cubadebate.cu/especiales/2014/05/05/el-desmontaje-de-la-historia-y-como-enfrentarlo/#.VoQLPk_WPIU
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