La ocupación de la ONU empeoró todos los índices sociales de un país con más de 60% de pobreza y avance del narcotráfico. La misión y la pantomima electoral son repudiadas por la población. |
La intervención militar que profundiza la tragedia social
Tomado de América XXI
Por Inés Hayes
El Consejo de Seguridad de la ONU acordó en octubre renovar por un año más el mandato de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah). Según los medios de prensa, “con la intención de renovarlo posteriormente”, el Consejo decidió extender el mandato de la Misión hasta el 15 de octubre de 2016 y acordó dotarlo de hasta 2.370 militares y 2.601 policías, cifra que se mantiene desde 2012. La Misión de la ONU fue creada en 2004 en reemplazo de la Fuerza Multinacional Provisional.
“Hace tres décadas se desarrolla un enfrentamiento entre dos modelos de país. Uno es el proyecto del movimiento social y popular, el que derrocó a la dictadura de Jean-Claude Duvalier en 1986, que tiene el objetivo de construir un país democrático, que transforme las actuales estructuras de desigualdad, opresión, exclusión y dominación que fueron conformadas desde 1915, con la primera intervención militar de Estados Unidos. Frente a esto, se contrapone el proyecto del imperialismo y la oligarquía haitiana, quienes intentan mantener el statu quo. Para ello, se perpetraron tres grandes intervenciones militares: en 1994, con el regreso de Jean-Bertrand Aristide; en 2004, con el establecimiento de la Minustah y en 2010, con la excusa del terremoto”, explicó en una entrevista reciente Camille Chalmers, economista y activista haitiano.
Luego del terremoto que en 2010 arrasó con la isla, se confirmó que en Haití existen yacimientos de metales como el oro y la plata: nueve empresas multinacionales están instalando industrias mineras en el norte del país.
Tragedia social e histórica
Según datos de Unicef, el 61% de la población vive bajo la línea de pobreza. Documentos recientes del Banco Mundial informan que la tasa de mortalidad infantil llega a 54 por cada mil nacidos vivos. En relación a la educación, Haití tiene una tasa de matriculación escolar de un 60%. Como promedio, los estudiantes varones asisten a clases solamente cuatro años, mientras que las niñas reciben la mitad de esa educación escolar. “En Haití, sobrevivir el tiempo suficiente para cumplir un año es un importante logro para muchos niños y niñas. De hecho, uno de cada 14 recién nacidos nunca logra llegar a esa edad. Sin embargo, cumplir un año no garantiza la supervivencia. En ningún otro país de América Latina y el Caribe −y solamente en unos cuantos países del mundo en desarrollo fuera de África subsahariana− tiene un niño o niña más probabilidades de morir entre el primer y el cuarto año de vida que en Haití”, se lee en un informe de Unicef.
Haití fue el primer país de América Latina y el Caribe en conseguir la liberación de Europa. La Revolución haitiana (1791-1804) fue la primera que abolió la esclavitud en la por entonces colonia francesa Saint-Domingue, que junto con las otras colonias del Caribe representaban la tercera parte de los ingresos de Francia. Desde entonces ni Estados Unidos ni Europa han permitido que Haití se desarrolle libremente.
Un año después de que entrara en vigencia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan) en 1993, el gobierno de William Clinton volvió a instalar al depuesto presidente haitiano Jean Baptiste Aristide con la condición de que aceptara un programa de ajuste estructural del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Este programa exigía la reducción de los aranceles proteccionistas a la importación de arroz. Aristide fue un obediente alumno: lo redujo del 35 al 3%. Las consecuencias saltaron a la vista: miles de productores agrícolas, molineros y comerciantes quedaron desempleados y pasaron a engrosar los índices de pobreza.
“Actualmente, se siguen aplicando las mismas políticas neoliberales que llevaron a la quiebra a la industria del arroz, lo que implica un sabotaje permanente al modelo de vida campesino y que socaba toda chance de soberanía. En la década de 1970 Haití autoabastecía su consumo de arroz, producto esencial en la dieta nacional. Hoy importa el 82% de Estados Unidos. Para peor, es un arroz de baja calidad en comparación con el nuestro”, explica Chalmers. El economista haitiano señaló además que 3,8 millones de habitantes, de los 10 millones totales, están en situación de inseguridad alimentaria, cuando existen reservas de productividad muy importantes en la economía campesina. En la actualidad, el 80% de los ingresos de divisas proviene de la industria textil, el resto se completa con la producción de café, mango, cacao y artesanías.
Intervención militar para el saqueo
La Misión de Estabilización de las Naciones Unidas (Minustah) fue creada en 2004 y desde entonces cuenta con efectivos militares de Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Filipinas, Guatemala, Honduras, Indonesia, Jordania, México, Nepal, Paraguay, Perú, Sri Lanka y Uruguay. Según su propio sitio web, agentes de policía de Argentina, Bangladesh, Benin, Brasil, Burkina Faso, Burundi, Camerún, Canadá, Chad, Chile, Colombia, Costa de Marfil, Egipto, El Salvador, Eslovaquia, España, Estados Unidos, Rusia, Filipinas, Francia, Granada, Guinea, Guinea-Bissau, India, Jamaica, Jordania, Kirguistán, Madagascar, Mali, Nepal, Nigeria, Noruega, Pakistán, Paraguay, Portugal, Rumania, Ruanda, Senegal, Sierra Leona, Sri Lanka, Túnez, Turquía, Uruguay, Vanuatu y Yemen prestan colaboración.
En términos geopolíticos, además de ser un punto geográfico clave para el comercio global, el Caribe tiene recursos naturales muy importantes y una notable biodiversidad, aun luego de la deforestación masiva que ha sufrido. Por otro lado, Haití está ubicado exactamente entre Cuba y Venezuela, los dos países que sostienen las políticas más radicales contra el imperialismo en la región.
Según los habitantes de la isla, la ocupación militar empeoró todos los aspectos de la crisis institucional del país. “Actualmente hay nuevas formas de inseguridad ciudadana que están muy ligadas al tráfico de drogas, cuyo flujo por el país ha aumentado entre 2004 y 2015 a pesar del sofisticado equipamiento de control de la Minustah. El 12% de la cocaína que consume Estados Unidos transita por la isla, lo que da un indicio de la connivencia y del peso del sabotaje a las instituciones democráticas. Por otro lado, la Minustah participó de las maniobras fraudulentas para imponer a Michel Martelly como presidente (en las elecciones de 2010). Y la gente perdió la confianza en el sistema electoral”, describió Chalmers (ver recuadro).
Rechazo internacional
“Haití no es una amenaza a la paz y la seguridad hemisférica, como afirma el Consejo de Seguridad cada 15 de octubre cuando renueva el mandato de la Minustah. Ni es la Minustah una misión de paz o una misión humanitaria, como suele ser presentada. Es una fuerza de ocupación tercerizada a las Naciones Unidas y, en especial, a los países del Sur que han aceptado servir de esta manera a los intereses de los países más poderosos, como Estados Unidos, Francia y Canadá, que durante más de dos siglos y a través de diversas formas de ocupación siguen buscando someter a Haití y hacerle pagar la osadía de ser el primer pueblo en liberarse de la esclavitud y universalizar los derechos humanos”, se lee en una carta que diversos organismos de Derechos Humanos y organizaciones sindicales hicieron circular por todo el mundo.
La misiva también acusa a la Misión de la ONU de seguir siendo responsable de innumerables violaciones a los derechos humanos de la población, entre ellas la violación y abuso sexual de mujeres, niñas, niños y jóvenes, y la introducción del cólera que ha producido, hasta la fecha, la muerte de más de ocho mil personas y la infección de otras 700 mil. “Rechazamos que en nuestro nombre se violan la dignidad y los derechos del pueblo haitiano, empezando por su derecho a la autodeterminación. Por eso reclamamos nuevamente el retiro inmediato de las tropas extranjeras que ocupan Haití y el fin de la Minustah y de toda forma de ocupación extranjera”, plantean en la carta.
El mensaje, que dio la vuelta al mundo por las redes digitales, llamó a adoptar “auténticas medidas de solidaridad con el pueblo haitiano” para “fortalecer y acrecentar las experiencias de cooperación y construcción de poder popular ya existentes”.
Candidatos sin apoyo van a segunda vuelta
El próximo 27 de diciembre Jovenel Moise y Jude Celestin disputarán la Presidencia del país en un balotaje, luego de una primera vuelta marcada por la abstención de más del 70% de los electores el 25 de octubre. El recuento del ente electoral arrojó 1.538.393 votos válidos, 120.066 nulos y 22.238 en blanco. Apenas se conoció la noticia se convocaron manifestaciones en rechazo a los resultados, que en algunas zonas fueron dispersadas por la Policía Nacional de Haití.
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