«Ana Belén Montes fue detenida el 21 de septiembre de 2001. Acusada del delito de espionaje contra Estados Unidos en beneficio de Cuba, fue finalmente condenada en 2002 a cumplir 25 años de cárcel y cinco años adicionales de libertad vigilada por el delito de conspiración para espiar contra Estados Unidos, delito del cual se declaró culpable». |
Por Alejandro Torres Rivera.
El
6 de febrero de 2004, en la Corte de Distrito Federal para el Distrito de
Columbia, fue radicada una acusación (Indictment) contra Marta Rita Velázquez,
conocida como Marta Rita Kviele o ¨Bárbara¨. Conforme al Cargo número Uno del
pliego acusatorio, se alegó que Velázquez, una puertorriqueña nacida en Ponce,
Puerto Rico, graduada de la Universidad de Princeton en Ciencias Políticas y
Estudios Latinoamericanos, que posteriormente obtuvo el título de abogada en la
Universidad de Georgetown en Washington y un grado de maestría en la Escuela de
Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad John Hopkins, había
violado las disposiciones de las leyes federales en la modalidad de
¨Conspiración para cometer espionaje¨.
Indica
la acusación que Velázquez trabajó para la Agencia Internacional de Desarrollo
de Estados Unidos (USAID) ocupando distintas posiciones como abogada en Estados
Unidos y América Central, en particular Nicaragua y Guatemala.
En
la acusación de Velázquez, se indica que desarrolló una cercana amistad con Ana
Belén Montes, una analista de la Agencia de Inteligencia de la Defensa de
Estados Unidos, la cual también estudió en la Escuela de Estudios
Internacionales Avanzados de la Universidad John Hopkins. Ana Belén Montes,
nacida en Alemania de padres puertorriqueños, desde 1985 había comenzado a
trabajar para dicha agencia como analista de inteligencia, desempeñándose a
partir del año 1992 como especialista en asuntos cubanos. Como parte de las
funciones llevadas a cabo en esos primeros años, Ana Belén Montes viajó a Cuba
donde le fueron asignadas funciones dirigidas a estudiar el comportamiento de
las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba.
De
acuerdo con la acusación, ambas realizaron tareas dirigidas a proveerle
información clasificada por el gobierno de Estados Unidos como ¨secreta¨ o
¨altamente secreta¨ a agentes de inteligencia cubanos, que según Estados
Unidos, comprometía su seguridad. La acusación de Velázquez la ubica como la
persona que reclutó a Ana Belén Montes para llevar a cabo actividades de
espionaje a favor de Cuba. Es importante señalar que la información
suministrada por Ana Belén Montes al gobierno cubano, a diferencia de otras
situaciones en las cuales espías estadounidenses o de otros países han sido
acusados por lo mismo, no hubo beneficio económico de clase alguna para ésta.
Sencillamente, lo que sí hubo, fue un acto de desprendimiento y solidaridad de
su parte hacia el pueblo cubano y su Revolución.
Además
de la información suministrada a funcionarios cubanos, a Ana Belén Montes se le
acusó de revelar la identidad de varios agentes estadounidenses que a su vez
espiaban para Estados Unidos en perjuicio de Cuba. Entre la información que se
imputa puso Ana Belén en conocimiento al gobierno cubano se encuentra la
ubicación de un campamento clandestino de fuerzas especiales de Estados Unidos
en El Salvador durante la guerra civil y la entrega de información relacionada
con la proyectada invasión de Estados Unidos a Afganistán.
Ana
Belén Montes fue detenida el 21 de septiembre de 2001. Acusada del delito de
espionaje contra Estados Unidos en beneficio de Cuba, fue finalmente condenada
en 2002 a cumplir 25 años de cárcel y cinco años adicionales de libertad
vigilada por el delito de conspiración para espiar contra Estados Unidos,
delito del cual se declaró culpable.
En
su alegato ante el tribunal sentenciador, Ana Belén explicó que sus acciones
fueron llevadas a cabo por consideraciones morales, principalmente dada la
política de Estados Unidos contra el pueblo cubano. Solidarizándose con el
proceso cubano hasta al límite de ofrendar su libertad personal por Cuba, en
una reflexión hecha por la prisionera a más de una década de distancia de su
arresto, a raíz del restablecimiento de las relaciones políticas entre ambos
países, indicó que "el silencio sobre Cuba se acabará y los ciudadanos
norteamericanos que acudan a la Isla verán la generosidad de los cubanos y
vivenciarán personalmente lo que allí ocurre". Sobre el futuro de las relaciones
entre los dos países, ha indicado que no le importa "quién esté en
el futuro; no es cuestión de nombres. Lo necesario es que haya Revolución
Cubana siempre, a partir de la capacidad que se tenga para resolver los
problemas".
Sobre
los hechos que le han llevado a prisión, Ana Belén señaló que si se
arrepintiera, se negaría a sí misma y se sentiría insatisfecha. A tales efectos
expresó: "Siempre supe las consecuencias posibles de lo que hacía. Era un
riesgo que tenía que correr… Hice lo que tenía que hacer". De acuerdo con
la prisionera política, al defender a Cuba, "también defendía al pueblo
norteamericano".
En
una entrevista efectuada estando en prisión por el periodista Conte Nieves,
indicó que las condiciones bajo las cuales se encuentra son de extrema presión
psicológica. De hecho, se le mantiene en una instalación correccional de máxima
seguridad para personas afectadas emocionalmente, algunas de ellas con
comportamiento violento. Indica que no tiene contacto con el mundo salvo el que
se imagina. Aun así, sigue creyendo en la Revolución Cubana como una "utopía
revolucionaria" que los cubanos supieron convertir en una realidad.
Describiendo
su situación en prisión Ana Belén señala lo siguiente:
«Psicológicamente
el internamiento tiene un impacto. Lo más importante es el no poder comunicarme
con ninguna persona. Es por eso que tengo mis largos monólogos. Tengo a mi
favor, aunque no es lo mismo, que estoy acostumbrada a vivir sola. Y hay algo
interesante. En la sociedad norteamericana uno está rodeado de gente, pero en
ocasiones está muy sólo. Por momentos a lo largo de la vida tuve esa vivencia.
La sociedad norteamericana está llena de matices y uno de ellos puede ser la
soledad ¨acompañada´ que en ocasiones se percibe. Estoy convencida de que el
gobierno norteamericano quiere embotarme sensorialmente: que deje de escuchar,
de sentir, de hablar, de oler, de ver y pensar. No lo van a lograr. Como todo
ser humano a lo largo de mi vida he tenido mis momentos de desajustes, pero
tengo la inteligencia suficiente para llamarme a capítulo y asumir autocontrol
de mis acciones. Es un reto subsistir. Otros lo han logrado. Yo también lo
lograré».
La
historia de Ana Belén Montes es básicamente desconocida para el pueblo
puertorriqueño. Se trata de una boricua que, habiendo accedido a altísimos
niveles dentro de una de las estructuras de inteligencia de Estados Unidos,
logró en el proceso sensibilizarse sobre la situación del pueblo Cubano y la
política injusta de Estados Unidos hacia su Revolución. Ese desarrollo en su conciencia
le llevó a desbordar la misma en solidaridad con la que la propia Ana Belén
define como "la Isla", y proteger su Revolución como si fuera esa, en el decir
de Hostos, su "Madre Isla". "Silenciarme no será posible", ha indicado Ana
Belén. "Mi acto de compromiso con la Isla es un hecho imposible de desconocer".
Por eso en la breve entrevista hecha por Conte Nieves, el corresponsal señala: "Ana nunca más estará callada. Siempre alguien en algún lugar del mundo tomará
sus ideas para divulgarlas".
En
su alocución ante el juez sentenciador, con voz firme y pausada, Ana Belén
explicó el porqué de sus acciones. Por la importancia que le adjudicamos a sus
palabras las transcribimos textualmente:
"Existe
un proverbio italiano que quizá sea el que describe mejor la forma en lo que yo
creo: Todo el mundo es un solo país. En ese ´país mundial´ el principio de amar
al prójimo tanto como se ama a uno mismo resulta una guía esencial para las
relaciones armoniosas entre todos nuestros ´países vecinos´."
"Este
principio implica tolerancia y entendimiento para las diferentes formas de
actuar de los otros. Él establece que nosotros tratemos a otras naciones en la
forma en que deseamos ser tratados, con respeto y consideración. Es un
principio que, desgraciadamente, yo considero nunca hemos aplicado a Cuba.
"Honorable,
yo me involucré en la actividad que me ha traído ante usted porque obedecí mi
conciencia más que obedecer la ley. Yo considero que la política de nuestro
gobierno hacia Cuba es cruel e injusta, profundamente inamistosa. Me consideré
moralmente obligada de ayudar a la isla a defenderse de nuestros esfuerzos de
imponer en ella nuestros valores y nuestro sistema político.
"Nosotros
hemos hecho gala de intolerancia y desprecio hacia Cuba durante cuatro décadas.
Nosotros nunca hemos respetado el derecho de Cuba a definir su propio destino,
sus propios ideales de igualdad y justicia. Yo no entiendo cómo nosotros
continuamos tratando de dictar cómo Cuba debe seleccionar sus líderes, quiénes
no deben ser sus dirigentes y qué leyes son las más adecuadas para dicha
nación, ¿Por qué no los dejamos decidir la forma en que desean conducir sus
asuntos internos, como Estados Unidos ha estado haciendo durante más de dos
siglos?
"Mi
mayor deseo sería ver que surja una relación amistosa entre Estados Unidos y
Cuba. Espero que mi caso, en alguna manera, estimule a nuestro gobierno para
que abandone su hostilidad en relación con Cuba y trabaje conjuntamente con La
Habana, imbuido de un espíritu de tolerancia, respeto mutuo y entendimiento.
"Hoy
vemos más claro que nunca que la intolerancia y el odio—por individuos o
gobiernos—lo único que disemina es dolor y sufrimiento. Espero que Estados
Unidos desarrolle una política con Cuba fundamentada en el amor al vecino, una
política que reconozca que Cuba, como cualquier otra nación, quiere ser tratada
con dignidad y no con desprecio.
"Una
política como esa llevaría nuevamente a nuestro gobierno a estar en armonía con
la compasión y la generosidad del pueblo estadounidense. Ella permitiría a los
cubanos y estadounidenses el aprender cómo compartir unos con otros. Esto
permitiría que Cuba abandone sus medidas defensivas y experimente cambios más
fácilmente. Y esto permitiría que los dos vecinos trabajen conjuntamente y con
otras naciones para promover la amistad y cooperación en nuestro ´país mundial´
y en nuestra ´patria mundial."
La
causa de la lucha por la excarcelación de Ana Belén Montes es una lucha justa
que debe ser abrazada por nuestro pueblo con la misma intensidad que en
el pasado hemos luchado por la excarcelación de otros prisioneros políticos.
Después de todo, el acto de conciencia que le llevó hace más de una década a
prisión ha sido reivindicado hace apenas catorce meses con el paso dado por los
presidentes de Estados Unidos y Cuba dirigidos al inicio del proceso de
restablecimiento de relaciones políticas entre ambos países.
Sumemos hoy nuestras voces en un reclamo firme
al gobierno de Estados Unidos por la libertad de Ana Belén Montes.
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