Por Gustavo de la Torre Morales.
La colonización de los territorios de Palestina por parte de
Israel, con una ocupación militar que en breve cumple medio siglo, mantiene una
situación precaria sobre la población palestina y sin posible plazo de
solución: coexistencia de dos Estados o el reconocimiento del Estado Palestino.
La Resolución 181 de la ONU, en 1947, que tuvo la aprobación
de 58 países, no ha dado el resultado previsto. Sin embargo, es importante
valorar que esta resolución se toma estando Palestina bajo “administración”
británica (dígase colonizada para ser más correcto) y la cual cumplía el
objetivo de buscar sitio para la población judía, la cual había sufrido las
consecuencias del holocausto del fascismo (saldo de seis
millones de judíos europeos asesinados). Un crimen que se intentaba “limpiar” por las potencias
occidentales y la implicación de gobiernos de turno en países del tercer mundo,
con otro crimen de imponer otra “colonización” en la región palestina, como
respuesta a ciertas conveniencias.
Otros 8 acuerdos tomados con carácter regional e
internacional, así como otras iniciativas para intentar lograr la paz entre los
israelíes y los palestinos por medio de la negociación han terminado en el
fracaso: Los acuerdos de Oslo de (1993), Oslo II (1995), Camp David II (2000),
Hoja de Ruta para la Paz (2003), Plan Ayalon – Nusseibeh o La voz del pueblo (2003),
La iniciativa de Ginebra (2003), La iniciativa Árabe (2002) y el proceso de
Annapolis (2003).
El encontronazo entre los pueblos árabe palestino y judío
lleva un saldo aproximado de mucho más de 50 mil muertes en todos estos años.
Desde 1948 la población árabe ve reduciendo su número de
manera creciente con los desplazamientos forzados y junto a los asentamientos
judíos han predominado secuestros, atentados suicidios, asesinatos y
feroces combates entre ambas comunidades; pero su punto de ebullición comenzó con la toma de
varias ciudades árabes en mayo de 1948 y que tuvo el triste final de una
matanza de 100 campesinos palestinos en el pueblo de Deir Yasin.
La Guerra de los Seis Días (1967) o la famosa Masacre de
Sabra y Shatila (1982) son episodios que fueron fortaleciendo la hegemonía del
actual Estado Sionista de Israel y que en la actualidad actúa con total impunidad
y con el provechoso respaldo de Estados Unidos y potencias europeas, frente a
la cada vez más indefensa población palestina y la creciente debilidad de la
resistencia, por las discrepancias internas en las estrategias (armada o política y diplomática) a seguir para afrontar la ocupación militar israelí.
No sólo las operaciones Plomo Fundido (finales del 2008 y
principios del 2009), Pilar Defensivo (2010) o Margen Protector (2014) llevaban
instrucciones de aniquilación; sino que otras tantas han servido como excusas
para no parar en el genocidio. Un ejemplo fue el caso de la Operación Guardian
del Hermano, en la cual fue intensa la propaganda para criminalizar a la
resistencia palestina, acusándoseles de un falso asesinato de 3 jóvenes
israelíes, para poco tiempo después se lograra descubrir que había sido toda
una farsa para justificar otra operación militar de genocidio contra Palestina;
donde además, las Fuerzas de Defensa de Israel
arrestaron a más de 400 personas sin justificación alguna.
El ataque contra un centro de
discapacitados apoyada en una supuesta afirmación recibida sobre la presencia
de un «supuesto militante» del movimiento Yihad
Islámica Palestina, quien vivía anteriormente en el mismo edificio; el bombardeo contra
una mezquita, durante el rezo previo a la ruptura del ayuno del Ramadán,
justificado con que iba dirigido contra la casa de un oficial de policía de
Gaza por estar situada al lado de la mezquita o el
vil asesinato de cuatro niños y otros dos severamente heridos por un proyectil
disparado desde una lancha de la Armada de Israel, mientras los infantes jugaban
inocentemente en una playa, porque el ataque “iba dirigido” contra una
instalación enemiga ubicada en el puerto, son casos que demuestran la saña y
crimen paulatino del gobierno de Israel contra la población palestina.
Más de 1 millón 500 mil palestinos viven en la Franja de
Gaza, el guetto más grande del mundo, rodeados con un muro de 700 kilómetros de
distancia y 8 metros de altura, con cientos de puntos de control por los cuales
se impone un bloqueo que restringe severamente la entrada de alimentos y
medicinas y que no permite la entrada de otros productos de primera necesidad.
¿Dónde está la voluntad del gobierno de Israel en hallar la
paz, más de 68 mil casas palestinas han sido demolidas ilegalmente para dar
paso a asentamientos israelitas, o que dos centenas de niños menores de edad hayan
pasado por cárceles israelíes, que se le permita a un ciudadano israelí disfruta
de 135 litros de agua al día mientras que los palestinos tienen acceso sólo a escasos
20 litros de este líquido?
Nada justifica este magnicidio avivado hasta por
la Ministra de Justicia de Israel, Ayelet Shaked, quien refiriéndose a las mujeres palestinas
señaló: "Deberían desaparecer junto a sus hogares, donde han
criado a estas serpientes. De lo contrario, criarán más pequeñas serpientes". Por lo tanto,
otras interrogantes necesitan respuestas rápidas:
¿Por qué las potencias de la Unión Europea no han sancionado
o condenado severamente a Israel por sus crímenes, cuando erigiéndose tan “democrática”
y defensora de los DDHH pone todo esfuerzo propagandístico y económico para defender
este nuevo holocausto, pero contra Palestina?
¿Por qué Estados Unidos, que tanto se rasga las vestiduras
vociferando ser el defensor universal por el respeto a los DD.HH., la libertad y la “democracia” en otros países, aún no ha montado sanciones contra Israel u operaciones militares como lo hizo contra Irak, Libia, Siria y un largo
etcétera de países invadidos bajo estos pretextos?
La actuación del gobierno de Israel ha estado caracterizado por
la ocupación, la segregación y la limpieza étnica contra Palestina, declarándose reiteradamente
desde Tel Aviv que no pondrá fin a su ocupación militar y expansión territorial; así como que no
tolerará un Estado Palestino plenamente soberano en Cisjordania.
Mientras el Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas se duerme en indolentes e inútiles declaraciones sobre el
tema, un pueblo sufre la colonización y su paulatino exterminio en el aún incipiente
siglo XXI. ¿Hasta cuándo?
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