viernes, 19 de febrero de 2016

Todo a punto de una nueva crisis

Tomado de Realitat.
Por Pol Acozar
Original en catalán. Traducción al castellano.

Tras el último lunes negro del 8 de febrero, ya todo parece a punto para el estallido de una nueva crisis económica financiera. Medios de comunicación, analistas, expertos y todo tipo de tertulianos asumen públicamente el inicio de la cuenta atrás para el nuevo desastre global. Las crisis son cíclicas en el capitalismo, pero la crisis que ahora nos viene encima se presenta especialmente destructiva, si tenemos en consideración que aunque estamos inmersos en la crisis de 2008.
Lunes negro del 8 de febrero: causas
Las bolsas de todo el mundo cayeron de manera importante el 8 de febrero. El Ibex español cayó un 4,44% que se acumula en el 5,01% del pasado 24 de agosto. La bolsa griega cayó un 7,87% hasta situarse en mínimos de hace dos décadas. Banco Santander perdió el 6,21%; Repsol, el 5,93%; BBVA, el 5,61%; Inditex, el 2,98%; Telefónica, el 2,96% e Iberdrola, el 1,59%. El índice Eurostock cayó el 3,27%, París el 3,17%, Londres el 2,65% Fráncfort el 3,31%. Las caídas más significativas fueron las del Deutsche Bank y Commerzbank, del 9,5 y el 9,49% respectivamente, que señalan uno de los principales puntos débiles de los mercados financieros: Alemania.
Los grandes medios de comunicación no han tardado en establecer un paralelismo entre la situación del Deutsche Bank y la de Lehman Brothers justo antes del estallido de la crisis de 2008. Los diferentes escándalos que han rodeado el Deutsche Bank se añaden a las dudas cada vez más generalizadas sobre su solvencia. Las peores prácticas del sector financiero han caracterizado su gestión: la entidad es motivo de una investigación por haber invertido contra sus propios clientes y varios escándalos han salpicado sus directivos. Asimismo, comienza a asumir en los mercados financieros que la deuda de Grecia con la banca alemana nunca podrá ser pagada.
Por otra parte, las inversiones en conflictos bélicos iniciadas por las oligarquías de Alemania, Francia, Reino Unido y EEUU, principalmente, en el Oriente Medio y en Ucrania, han sido un fracaso absoluto. En Siria, no sólo no se han conseguido los objetivos de derribar a Bashar Al Assad e imponer un régimen terrorista mercenario, sino que se ha creado la avalancha más grande de seres humanos que buscan refugio de toda la historia. En Irán no se ha logrado derribar el gobierno antiimperialista, sino que se ha acabado aceptando el plan de desarrollo de energía nuclear para fines no militares que antes se consideraba inaceptable. La desestabilización de Ucrania ha impuesto un gobierno neonazi pero el bloque de la UE y EEUU no ha logrado el objetivo que perseguía: desestabilizar Rusia. En todos los casos, el uso del derecho a veto de Rusia y China ha impedido la instrumentalización de la ONU para fines imperialistas. Asimismo, la emergencia de nuevas fuerzas en el panorama global, como América Latina, han imposibilitado el desarrollo de la estrategia unilateral de occidente. Todo esto ha afectado las expectativas de beneficio derivadas de la escalada militar que se había previsto y que ha quedado en suspenso.
Las crisis cíclicas del capitalismo
Fue Karl Marx el primero en describir el carácter cíclico de las crisis económicas, como característica inherente al modo irracional de producción capitalista. Importantes aportaciones han sido hechas a esta teoría desde entonces, para describir la tendencia natural del capitalismo en crisis cada vez más destructivas. Las crisis están relacionadas con el agotamiento de las formas de acumulación de capitales, con la necesidad constante del capital de abrir nuevos mercados y encontrar nuevas maneras de especular y concentrar riqueza.
En las últimas décadas, las crisis han sucedido en intervalos variables de entre 5 y 10 años. Como en tantas otras materias, la categorización de las crisis económicas es siempre discutible, ya que los datos pueden ser interpretados de manera muy diferente. Asimismo, no existe un único hecho, ni un momento preciso, en el que la crisis estalla, sino que la crisis es un conjunto de condicionantes que, en el transcurso de un proceso, cambian la tendencia. Con todo tipo de reservas, podríamos decir que las últimas grandes crisis económicas con efectos globales han sido:
- 1973: primera crisis del petróleo (Wikipedia)
- 1979: segunda crisis del petróleo (Wikipedia)
- 1982: crisis de la deuda de América latina (Wikipedia)
- 1987: crack bursátil de Wall Street (Wikipedia)
- 1993: crisis monetaria (Wikipedia)
- 1997: crisis financiera asiática (Wikipedia)
- 2001: crisis de las .com (Wikipedia)
- 2008: crisis de las subprime (Wikipedia)
La alternativa a las crisis
Las crisis del capitalismo son cíclicas y se reproducen regularmente, pero eso no quiere decir que sean inevitables, sino que son una condición inseparable del sistema capitalista mismo, y, por tanto, un motivo más para superarlo.
Las crisis suelen ir seguidas de periodos de crecimiento económico, promovidos por los estados a través de políticas keynesianas. Y este es el aspecto más preocupante de la crisis que se acerca: que la última crisis fue en 2008 y no lo ha seguido ningún período de expansión. Por el contrario, hemos vivido un ciclo completo de contracción generalizada, con políticas de austeridad que han tenido efectos criminales sobre la clase trabajadora. Comienza a evidenciarse que los poderes oligárquicos no tienen la intención de volver aplicar políticas keynesianas para corregir los efectos más extremos de su enriquecimiento salvaje. La caída de la Unión Soviética, y sin un enemigo de clase organizado y capaz, la oligarquía no ha encontrado hasta el momento ninguna resistencia importante a su programa reaccionario. Siempre ha sido convencida de que el capitalismo es y debe ser salvaje, sin complejos de ningún tipo, ahora está volviendo a poner en práctica esta idea.
Cuando estalló la crisis de 2008, los grandes líderes del mundo occidental hicieron grandes declaraciones sobre la necesidad de reformar, de refundar, incluso, el capitalismo. Dijeron que había que poner límites a los poderes financieros, que era imprescindible que los poderes públicos y los organismos internacionales regularan los excesos de los mercados. Pero no: se siguió desregulando, se rescató las entidades financieras con los impuestos públicos y se condenó a la pobreza a amplias capas de la población. Ahora estamos a las puertas de una nueva crisis especulativa y todo indica que todo este programa de austeridad volverá a repetirse: volverán a recortarnos derechos, a contenernos los salarios y reducir los servicios sociales. Sin embargo, toda crisis es también un momento de oportunidad, un periodo de debilidad, y depende fundamentalmente de la clase trabajadora organizada saber aprovecharlo.
En el ámbito interno, Europa y EEUU viven el momento de mayor crecimiento de los movimientos populares desde hace medio siglo. El incremento de la pobreza y las desigualdades, el derrumbe del espejismo de la clase media y la sociedad del consumo, comienza a articularse, tanto en EEUU como en la UE, en forma de movimiento social y político. La clase trabajadora se dispone a amenazar la hegemonía neoliberal que ha reinado hasta ahora. La oligarquía de la UE ya hace un tiempo que huele de cerca la amenaza de coaliciones progresistas con programas políticos contrarios al neoliberalismo. La victoria de Syriza en Grecia, el auge de la izquierda en España o la victoria de Corbyn en la dirección del Partido Laborista, han sido leídos como síntomas innegables del cambio de tendencia. En EEUU la elección de un candidato que se declaraba socialista en las primarias del Partido Demócrata es la imagen que define mejor el fin de la hegemonía neoliberal.

Estamos abocados a una nueva crisis especulativa, a un nuevo ciclo de reacción y movilización. Depende de la capacidad de organizarnos de la clase trabajadora que seamos capaces de aprovecharlo para construir una alternativa social y revolucionaria.

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