Declaración XV
encuentro de la Red
En Defensa de la Humanida.
La Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales
en Defensa de la Humanidad expresa su solidaridad con el pueblo y el gobierno
de la República Bolivariana de Venezuela, en momentos en que los patrocinadores
de la guerra y el terrorismo mediáticos contra Venezuela, Cuba y los países del
ALBA, intensifican, renovados, sus afanes injerencistas, desestabilizadores y
golpistas como parte de la política imperial de “cambio de régimen” en los
países considerados hostiles por la diplomacia de guerra de Washington.
Con las nuevas tecnologías de la información y
comunicación, sin que nos demos cuenta, millones de ciudadanos estamos siendo
observados, espiados, controlados y fichados por Estados orwellianos que llevan
a cabo una vigilancia clandestina masiva, en alianza con aparatos militares de
seguridad y las corporaciones gigantes de la web. Pero, además, de manera
paralela y complementaria, cuando se abre paso la era de la llamada “post
verdad” (o el arte de la mentira flagrante), tiene lugar otra guerra en el
espacio simbólico y en los ámbitos cultural e ideológico, que es librada por el
cartel de los medios hegemónicos contra los pueblos de Nuestra América.
Ambos procesos
son promovidos por Estados Unidos, sus cómplices europeos y el gobierno fascista
de Israel, a través de un capitalismo criminal y militarizado. A últimas
fechas, Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y otros países de la región, han sido
los principales objetivos de un terrorismo mediático que, para imponer
imaginarios colectivos con los contenidos y sentidos afines a la ideología
dominante, utiliza además medios cibernéticos, audiovisuales y gráficos para
manipular y controlar las conciencias de manera masiva.
Es previsible que las guerras irregulares y asimétricas,
cobren nuevos bríos y se profundicen. Como es bien sabido, las guerras actuales
se libran también en el campo mediático bajo la forma de conflictos
irregulares. El Pentágono da una gran importancia a la lucha ideológica en el
campo de la información y al papel de los medios de difusión masiva como arma
estratégica y política y, además, como fuente de exorbitantes ganancias para
los dueños de los oligopolios. Más allá de lo que ocurra en la realidad, la
batalla por la narrativa, como la denominan los militares contrainsurgentes, es
clave en la fabricación de una determinada percepción de la población y las
audiencias mundiales.
Mientras impulsan una guerra de espectro completo en varios
países de América Latina, el Pentágono y la Agencia Central de Inteligencia
(CIA) intensifican sus acciones abiertas y clandestinas contra gobiernos
constitucionales y legítimos. De manera continuada, los libretos del golpe de
Estado de factura estadunidense en Venezuela exhiben sucesivas fases de
intoxicación, desinformación y distorsión a través de los medios de difusión
masiva bajo control monopólico. Esto se combina con medidas de coerción
psicológica unilaterales y extraterritoriales y un vasto accionar sedicioso y
violento, articuladas con redes digitales (de grandes corporaciones en la web),
partidos políticos y dirigentes de la derecha internacional, ONG’s,
fundaciones, sectas confesionales, el crimen organizado y paramilitares,
poderes fácticos y grupos económicos transnacionales, y la injerencia de
organismos regionales como la Organización de Estados Americanos (OEA). En
suma: los medios convertidos en armas de guerra ideológica.
La intensificación del belicismo e intervencionismo contra
la revolución bolivariana y otros países del ALBA, ahora con el mayor
presupuesto militar de la historia, responde a las directivas del Pentágono
sobre enemigos asimétricos y guerras no convencionales, irregulares o de cuarta
generación, que no se circunscriben a las reglas establecidas por los códigos
internacionales y evaden las restricciones fronterizas de los Estados, incluso
mediante el uso de grupos paramilitares, escuadrones de la muerte y
organizaciones mercenarias que operan bajo la fachada de compañías privadas de
seguridad.
La “dominación de espectro completo” abarca una política en
la que lo militar, lo económico, lo mediático y lo cultural tienen objetivos
comunes. Dado que el espectro es geográfico, espacial, social y cultural, para
imponer la dominación se necesita manufacturar el consentimiento; instalar en
la llamada sociedad civil determinados símbolos y sentidos “comunes”, que de
tanto repetirse se incorporan al imaginario colectivo de manera acrítica e
introducen, como única, la visión del mundo del poder hegemónico. Eso implica
la formación y manipulación de una “opinión pública” legitimadora del modelo de
dominación imperial.
A través de un intenso asedio mediático internacional, en
la fabricación del consenso se manejan dobles estándares y se hace una
presentación simplista y maniquea de la realidad: se eliminan las causas, el
contexto, la memoria y la historia de la lucha del pueblo venezolano por la
justicia y la soberanía nacional. Para la manipulación de las emociones de la
población resultan clave los significados, las interpretaciones, las imágenes y
la narrativa de los medios masivos, con sus mitos, medias verdades, mentiras y
tergiversaciones.
A su vez, la construcción social del miedo, a través del
terrorismo mediático para el control de la sociedad, descansa sobre un sistema
de adoctrinamiento, cuyo fin es colonizar el pensamiento, impuesto con matrices
de opinión dirigidas contra un enemigo a estigmatizar y un proceso a
desestabilizar y sumir en el caos.
Con base en la distorsión de los parámetros de la ética
periodística, mediante la fabricación de “noticias” –haciendo aparecer mentiras
como verdades− se logra generar grandes campañas de excitación mediática y un
clima de desestabilización psicológica facciosa, a la vez que fomentar un odio
clasista y racista, a través de una guerra económica que atiza el enojo de
sectores medios de la población con el acaparamiento y la escasez inducida de
productos de primera necesidad, en particular, alimentos y medicamentos, y
sabotajes contra la electricidad, a los que se adicionan rumores sobre la
contaminación del agua.
Las poblaciones
de los países del ALBA, y en particular, las de Venezuela, Ecuador y Bolivia
han sido el blanco de constantes campañas de intoxicación desinformativa a
través de mensajes e imágenes destinadas a despojarlas de todo referente
político e ideológico que no responda a la lógica del imperio. A su vez, desde
el triunfo de la revolución en 1959, Cuba ha sido el objetivo a desestabilizar
por distintos experimentos comunicacionales que incluye desde las
manipulaciones de las agencias AP y UPI en la invasión a Playa Girón y radio y
televisión Martí en la época de Reagan y Bush padre, hasta la red de
comunicación horizontal vía Internet, ilegal y secreta, denominada ZunZuneo,
inscrita en los parámetros de la guerra no convencional, en su variable de
guerra cibernética.
Como se ha señalado en el marco del XV Encuentro de la Red
en Defensa de la Humanidad titulado “Comunicación emancipatoria o patrias
colonizadas”, en ese avasallamiento del sentido y de los valores que fundan la
cultura de los pueblos de Nuestra América, “el principal objetivo (de Estados
Unidos) es aniquilar la esperanza de un camino alternativo a la dictadura del
capital y a su consabida destrucción de la vida y del planeta”.
De allí que procesos revolucionarios como el cubano, el
venezolano, el boliviano, el ecuatoriano, sean sometidos a encarnizadas e
inmorales campañas propagandísticas con apoyo de cadáveres políticos de la
derecha, como Felipe Calderón, Álvaro Uribe y Mariana Aylwin, y sus
intelectuales orgánicos Mario Vargas Llosa, Jorge G. Castañeda y Enrique
Krauze, ahora con apoyo del secretario general de la OEA, Luis Almagro,
dirigidas no sólo a desprestigiar los modelos políticos y a sus líderes, sino
también a la desestructuración de ambas sociedades y sus bases económicas.
Ante esos embates de la derecha ultra-reaccionaria y sus
patrocinadores en Washington, integrantes de la Red en Defensa de la Humanidad
nos hemos reunidos, en Caracas, para debatir de manera libre y horizontal
acerca de la necesidad de desarrollar nuevos medios creativos, con nuevos
contenidos semánticos y renovadas formas para transmitirlos, con la finalidad
de romper el cerco mediático desinformativo que intenta asfixiar el espíritu
revolucionario y la voluntad de profundizar el cambio radical,
contra-hegemónico, que tiene lugar en ambas sociedades.
Nuestra Red
promueve la transparencia de los Estados, la protección de los datos personales
de los ciudadanos/as y destaca la importancia clave de la soberanía digital.
Reconocemos a quienes han revelado los secretos del imperio e informado sobre
la magnitud del espionaje global.
La publicación y
democratización de la información es determinante para la soberanía de los
pueblos por lo que nos pronunciamos por un sistema de protección de informantes
y abogamos por la liberación de Julian Assange, director de WikiLeaks, y el
cese de la persecución a Edward Snowden.
Condenamos la ocupación del territorio de Haití por la
MINUSTAH, silenciada por los medios, como una ofensiva imperialista contra
nuestros pueblos. Exigimos que se respete el derecho a la autodeterminación del
pueblo haitiano y se inicien procesos adecuados de reparación y justicia; en
particular, por el crimen de la introducción del cólera. Asimismo, apoyamos el
justo reclamo de reparaciones por el genocidio de la esclavitud en América.
Apoyamos al pueblo de México ante la propuesta de continuar
la construcción del muro en la frontera sur y criminalizar a mexicanos y otros
migrantes de Nuestra América, como el chivo expiatorio del nuevo gobierno
republicano.
Emplazamos al gobierno de Estados Unidos a que
desclasifique toda la información de las guerras mediáticas contra gobiernos y
procesos revolucionaros de Nuestra América, como la que tiene lugar contra
Venezuela. Exigimos la derogación de la Orden Ejecutiva que declara a Venezuela
como una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de Estados Unidos.
Asimismo, rechazamos las infamantes y falsas acusaciones contra el
Vice-presidente Ejecutivo de Venezuela Tareck El Aisami.
En suma, se trata de producir una real y participativa
comunicación emancipatoria, a partir de una iniciativa que, para que sea
fecunda, deberá traducirse en una estrategia local, continental y planetaria,
que mediante la suma de esfuerzos, talentos y capacidades creativas haga
prevalecer la razón revolucionaria de los pueblos del sur contra la dictadura
mediática del capital.
Caracas,
República Bolivariana de Venezuela, 7 de marzo de 2017.
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