Por Iroel Sánchez
Cuando Donald Trump ganó las elecciones presidenciales en Estados
Unidos, la maquinaria que busca la confrontación entre Washington y La
Habana aprovechó el anuncio de unos ejercicios militares programados con
años de antelación en Cuba para decir que de tal talante era la
respuesta de la Isla al cambio de gobierno en su vecino del Norte.
Pasados cuatro meses de la mañana en que nos
despertamos con la noticia de que el Sr Trump ocuparía la Casa Blanca, lapso en
el cual ha tenido acercamientos a los sectores que en Miami se empeñan en
derrocar al gobierno cubano y varios de sus voceros han anunciado se someterá a
revisión la nueva política hacia Cuba desarrollada por la administración de
Barack Obama, las respuestas que ha venido dando el gobierno de La Habana son
de un carácter muy diferente a las anunciadas por quienes intentaron convertir
un ejercicio militar ordinario en un gesto más cercano a la “guerra preventiva”
de George W. Bush que a la política exterior cubana.
Desde entonces la participación del Presidente
cubano, Raúl Castro, tanto en la cumbre de la Comunidad de Estados de
Latinoamérica y el Caribe (República Dominicana, 25 de enero) como del ALBA
(Caracas, 5 de marzo) reiteró las posiciones históricas de Cuba en América
Latina desde el triunfo de la Revolución en 1959, todas de carácter
antiimperialista, al tiempo que en el primer evento, a la vez que expresó
la “voluntad de Cuba de continuar negociando los asuntos bilaterales
pendientes con Estados Unidos, sobre la base de la igualdad, la reciprocidad y
el respeto a la soberanía y la independencia de nuestro país, y de proseguir el
diálogo respetuoso y la cooperación en temas de interés común con el nuevo
gobierno del presidente Donald Trump”. Sobre el contexto regional Raúl afirmó
diplomáticamente en Dominicana que “sería deseable que el nuevo gobierno de
Estados Unidos opte por el respeto a la región, aunque es preocupante que haya
declarado intenciones que ponen en riesgo nuestros intereses en las esferas del
comercio, el empleo, la migración y el medio ambiente, entre otras”.
En Caracas, ya después de los acercamientos de Trump a Miami, el
discurso del presidente cubano expresó que:
Durante sessión de la CELAC |
“La nueva agenda del gobierno de los Estados Unidos amenaza con desatar un proteccionismo comercial extremo y egoísta que impactará la competitividad de nuestro comercio exterior; vulnerará acuerdos ambientales para favorecer los ingresos de las transnacionales; perseguirá y deportará migrantes generados por la desigual distribución de la riqueza y el crecimiento de la pobreza que provoca el orden internacional impuesto.”
Y sobre el muro que se ha vuelto el tema proa
de Trump para América Latina añadió en una parte muy aplaudida de su
intervención:
“El muro que se pretende levantar en la frontera norte de México es una expresión de esa irracionalidad, no solo contra este hermano país, sino contra toda nuestra región. Expresamos la solidaridad de Cuba con el pueblo y gobierno mexicanos. La pobreza, las catástrofes, los migrantes no se contienen con muros), sino con cooperación, entendimiento y paz.”
Cinco días después, en La Habana, sesionaba el
Consejo de Ministros de la Asociación de Estados del Caribe (AEC), donde Cuba
lanzaba dos iniciativas aclamadas por los países insulares de la región,
relacionadas con la estrategia de respuesta al cambio climático y la
articulación de la transportación de cargas y pasajeros entre esas pequeñas
islas. Allí, en presencia del presidente Raíl Castro, el canciller cubano
Bruno Rodríguez afirmó: “Ante los muros que hoy pretenden levantarse, nuestra
opción deberá seguir siendo la de la unidad, la solidaridad y la
complementariedad, en aras de la defensa de los más legítimos intereses de
nuestros pueblos”.
El canciller del gobierno mexicano -que está
muy lejos de ser de izquierda y coincidir ideológicamente con las posiciones
cubanas- asistió a la reunión de la AEC y agradeció “el respaldo del pueblo
hermano de Cuba”. Y cuando la reinserción de los ex guerrilleros
de las FARC-EP como parte de los acuerdos de paz en Colombia es un problema
pendiente, Cuba anunciaba el 10 de marzo el ofrecimiento de mil becas a
miembros de las FARC y víctimas del conflicto armado más largo del continente y
ayudaba así a otro gobierno en las antípodas ideológicas del cubano a enfrentar
exitosamente un complejo camino aun plagado de dificultades. Paralelamente, en las últimas semanas, varios
congresistas norteamericanos de ambos partidos y el Presidente de la Cámara de
Comercio de EE.UU. han sido recibidos por autoridades cubanas y abogado
públicamente por continuar avanzando en las relaciones bilaterales. Como ha
explicado la académica británica Emily Morris, no son pocos los que en Estados
Unidos piensan que, si la administración Trump adopta una línea dura,
perjudicará a los emprendedores emergentes más que al estado, al tiempo que se
reforzarán los esfuerzos de Cuba para encontrar nuevos socios en otros lugares,
perjudicando los intereses de las empresas norteamericanas. En resumen, las primeras acciones del nuevo gobierno estadounidense
hacia América Latina han fortalecido las posiciones cubanas en la región y, sin
descuidar su defensa, Cuba ha dado inteligentes respuestas que no han sido de
orden militar sino políticas y diplomáticas y la han colocado una vez más a la
cabeza de los más importantes procesos que interesan a los países
latinoamericanos.
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