Por Antonio Aja Díaz.
A más de veinte años de la crisis migratoria de agosto
del 94 y de la puesta en vigor por la administración Clinton de la política de
“Pies secos/ pies mojados”, suceden inesperados acontecimientos en la relación
migratoria entre Cuba y los Estados Unidos con la firma de los últimos acuerdos
migratorios. Pareciera que los cubanos se encaminan a dejar de ser una
inmigración favorecida en ese país.
En el presente siglo la migración se ha convertido en
un tema clave en las relaciones internacionales, vinculada con los conflictos y
contradicciones agudizadas por el proceso de globalización neoliberal y las
crisis, que la ratifican como un problema multidimensional, común para
sociedades receptoras, emisoras y de tránsito.
Múltiples interrogantes se derivan de la situación
migratoria en el mundo, que asumen particular presencia en Cuba. Entre ellas se
encuentran:
·
¿Cuáles son
los efectos de la emigración sobre la estructura económica, social y las
relaciones internacionales del país?
·
¿Cómo
evaluar en el plano de las relaciones económicas variables tales como la
creciente dependencia de las remesas familiares para el bienestar y la vida
cotidiana; las inversiones de los emigrantes en la economía cubana; la
existencia de economías rentistas; la exportación de fuerza de trabajo como una
de las áreas de mayores ventajas comparativas; la pérdida de profesionales y
población económicamente activa y el robo de cerebros; las políticas que se
aplican y las redes sociales de los emigrantes en el país de origen y en los
lugares de destino?
·
¿Cómo
afectará a la emigración y el retorno de los migrantes el comportamiento
político y las relaciones de poder en Cuba?
·
¿Cuál es el
comportamiento de los derechos jurídicos y políticos de los emigrantes en el
país de origen y qué políticas de protección se aplican con los migrantes
cubanos?
·
¿Qué
impactos se producen en la cultura y en la identidad nacional?
· ¿Cómo
evaluar el peso actual y futuro de los creadores y artistas en el contexto del
fenómeno migratorio externo de la Isla, así como la temporalidad y lo
definitivo en el acto de emigrar en estos sectores vitales para la nación
cubana?
·
¿Cuál es el
papel de la formación de redes de comunicación basadas en la migración?
·
¿Qué lugar
ocupan en el proyecto económico y social del país, la presencia de rasgos
transnacionales a partir del fenómeno migratorio?
Para Cuba, la evolución del tema se expresa en la
historia migratoria del país. Sus particularidades y valor para la Seguridad
Nacional se encuentran sujetas a la influencia de múltiples aspectos, definidos,
en apretada síntesis, como:
1. El lugar que ocupa la emigración en
la dinámica demográfica cubana.
2. La evolución del conflicto bilateral
EE.UU.-Cuba luego del 17 de diciembre de 2014, que se ha expresado en el
establecimiento de relaciones diplomáticas y el proceso de “la normalización”
de las relaciones; las recientes decisiones de la administración Obama,
contenidas en el nuevo acuerdo migratorio del 12 de enero de 2017, que buscan
modificar el tratamiento de inmigración favorecida a los cubanos; el nuevo
escenario que plantea la ascensión a la presidencia de Donald Trump, su
discurso electoral y la implementación de la política de su administración.
3. La política y regulaciones
migratorias de los principales receptores de inmigración cubana. Los efectos
que pueden provocar los nuevos acuerdos migratorios entre Cuba y los Estados
Unidos en los criterios de selectividad de otros países con respecto a los
migrantes cubanos.
4. Relevancia que posee el tema
migratorio para la seguridad y el desarrollo socioeconómico de Cuba. El
potencial migratorio en el país ante el nuevo escenario migratorio en su
relación con los Estados Unidos; y su influencia en la situación interna,
marcada por el proceso de actualización del modelo de desarrollo económico
y social, y la muerte de Fidel Castro.
5. Los cambios en la política y
regulaciones migratorias cubanas a partir de la aplicación del Decreto Ley No.
302, modificativo de la Ley de Migración de 1976. Su correlación con las
prácticas y enfoques internacionales contemporáneos.
6. Importancia de contar con
información cuantitativa y cualitativa, confiable y oportuna sobre el
comportamiento de la emigración del país.
A mediano y corto plazo pueden
identificarse varias tendencias de la migración externa cubana:
·
Diversas
dinámicas, en particular las económicas y la existencia de las redes sociales
de la migración, continuarán conformando el escenario migratorio, cuyos
destinos responden a los principales asentamientos de cubanos en el exterior.
Estados Unidos se mantiene como el principal de ellos, más allá de que se
elimine total o parcialmente la condición de los cubanos en tanto “inmigración
favorecida”.
·
Los
movimientos más recientes responden a patrones migratorios y de inserción cada
vez más cercanos al comportamiento migratorio regional y global, caracterizados
por la tendencia a los desplazamientos temporales –así como a la incorporación
al mercado laboral en los sectores de los servicios, la construcción y el
comercio– hacia grandes ciudades de Estados Unidos, pero también de Europa y
otras regiones, incluida América Latina (sobre todo algunos países del Sur y
Centroamérica).
·
El retorno,
ya sea definitivo o temporal, es una práctica a la que se acogen los migrantes,
muchos de ellos vuelven a salir en varias ocasiones.
·
Como
resultado de la reforma migratoria se afianza la tendencia a la circularidad y
la temporalidad de la migración. Se hace necesario contar con una nueva ley a
tono con las características de país de emigración. Según cifras
oficiales publicadas por el periódico Granma, entre el 2013 y 2016
viajaron al exterior 671 000 cubanos, de los cuales el 45% retornó y solo el
9,6 % se convirtió en migrante definitivo a los efectos de la ley cubana. De
ellos el 5,7% se radicó en los Estados Unidos.
·
Aumento de
la presencia de las mujeres como protagonistas del acto migratorio
(feminización del acto migratorio).
·
Incremento
de la migración de jóvenes y profesionales, favorecida en buena medida por
políticas de diferentes países que otorgan becas y opciones preferenciales para
personas de estas categorías.
·
Fomento de
las redes sociales y el fenómeno del transnacionalismo, evidenciado en las
crecientes visitas al país, el envío de remesas y los procesos directos –y
sobre todo indirectos– de inversión en algunos espacios de la economía cubana.
En el 2016, 418 000 cubanos fueron registrados como visitantes en el país.
·
Posibilidad
de que se interrumpa la emigración irregular y su vínculo con el tráfico de
personas desde Cuba con destino final en los Estados Unidos, a partir del
reconocimiento y la forma de la implementación por la nueva administración de
los Acuerdos Migratorios del 12 de enero de 2017.
·
Al finalizar
el primer trimestre del año 2016, los estimados de cubanos residentes en el
exterior por regiones –según los registros oficiales– rebasan las 2
millones 400 mil personas
Entre 2000 y 2012 el saldo migratorio de Cuba fue
negativo, entre –2,6 y –4,0 personas perdidas por cada mil habitantes, (entre
20 000 y 46 000). En general, los últimos quince años revelan que el saldo neto
migratorio anual negativo no ha hecho otra cosa que ampliarse –a pesar que las
estadísticas en algunos años informaban lo contrario, lo que al parecer,
ha sido ya revisado y corregido oportunamente.[1]
Este saldo reafirma la vocación de salida que ha estado presente en el país
durante los últimos 80 años. Estudios realizados permiten asumir que las
tendencias migratorias reforzadas en el pasado reciente se mantendrán al menos
hasta 2030.. El potencial migratorio de la población se moverá entre algo más
de 781 000 y aproximadamente 826 000 salidas netas entre 2010 y 2030.[2]
La variable migración y el valor negativo de su saldo
impactan en la sociedad cubana: en primer lugar, se trata del efecto negativo
en términos del número de individuos que le resta a la capacidad multiplicativa
de la población, cifra que supera la pérdida neta anual de más de 37 000
personas en el último decenio.[3]
En otras palabras, las migraciones continúan siendo un elemento clave en la
dinámica de la población cubana en la actualidad y de cara a las dos próximas
décadas al convertirse en un factor de contracción de la capacidad
multiplicativa de la población, llegando a ser el mecanismo conductor de su
crecimiento.
La aplicación del DECRETO-LEY No. 302 y el análisis
del comportamiento de la migración internacional de cubanos. Un llamado
de atención.
Los cambios en la legislación migratoria, en esencia,
eliminan el Permiso de Salida al exterior, tanto para nacionales como para
extranjeros residentes temporales y permanentes en el país; se suprimió el
requisito de la carta de invitación para salir de Cuba y desapareció la figura
del emigrante definitivo sin retorno definitivo. Estas medidas potencian la
migración temporal al definir la validez del pasaporte por 2 años, prorrogable,
a la vez que abren las posibilidades para la migración de retorno y potencian
la circularidad de los migrantes. Como se aprecia por los datos,[4]
muchas personas han salido de forma temporal y disponen de un plazo de dos años
para regresar al país o actualizar su status migratorio, por lo que no
son considerados actualmente emigrados definitivos, pero sí lo son temporales
si pasan más de un año fuera de su lugar de origen, según las normas
internacionales. En la práctica pueden trabajar, aplicar para otra ciudadanía,
establecer redes sociales, familiares en particular, tener descendencia e
insertarse en otra sociedad como cualquier otro migrante internacional, que a
su vez mantiene la ciudadanía de origen y el vínculo estrecho con el país donde
nació.
En el caso particular de los Estados Unidos, la
aplicación del nuevo decreto-ley, permite que los cubanos viajen, e incluso
puedan acogerse a la Ley de Ajuste y obtener residencia en ese país –como en
cualquier otro–, sin ser considerados emigrados, ni perder sus derechos como
ciudadanos cubanos, en un plazo de 24 meses. Aunque la visa sea para emigrar,
esas personas salen de Cuba de forma temporal, ya que la condición de emigrado
ahora no la establece el tipo de visa que se le otorga, sino la decisión
personal de permanecer fuera del país. Dentro de ellos hay un número
significativo de profesionales, mujeres, jóvenes, que juegan un papel relevante
en el presente y futuro de la sociedad cubana.
Las medidas aplicadas a partir de enero 2014 incluyen
la normalización de la entrada temporal al país de quienes emigraron
indocumentados después de los acuerdos migratorios de 1994, aunque aún con
determinadas restricciones; se amplían las causas para la repatriación de los
cubanos. Se flexibiliza el tratamiento a la emigración, y esto a su vez pone en
evidencia nuevas aéreas para continuar reformando la política migratoria del
país y llegar a una nueva ley.
Los cubanos en los Estados Unidos
Según el Buró del Censo de los Estados Unidos, en
Estados Unidos residen poco más de 2 millones de personas de origen cubano. De
ellos, el 70% vive en el estado de la Florida y la mayoría en el Condado de
Miami-Dade. Sin embargo, las personas de origen cubano (“cubanoamericanos”) son
apenas el 5% de los votantes de la Florida. Del total de las personas que
tienen sus orígenes vinculados a Cuba, casi 1.2 millones (57%) nacieron en la
isla. El 47% de ellos lleva más de 20 años viviendo en el país norteño. La
migración calificada, el robo de cerebros y talentos (sobre todo deportistas)
se mantiene con diversas plataformas de política implementada por Estados
Unidos de forma particular, aunque no exclusivas de este país. Los recientes
acuerdos migratorios eliminan en su letra la aplicación del programa ideado por
la administración Bush, para captar médicos y otros especialistas de salud de
origen cubano que prestan importantes servicios en decenas de países.
En cuanto al dinamismo económico de los emigrados de
origen cubano que residen en el país del norte, se ha creado un mercado propio,
un sistema de empresas y firmas que son de su propiedad. Ellas generan un
volumen importante de operaciones y ganancias, que propicia una dinámica
particular a lo interno de este grupo étnico, así como en su relación con otros
sectores. Los cubanos allí asentados se colocan en términos relativos por
encima de otras poblaciones de origen latinoamericano, sobre todo respecto a su
situación socioeconómica.
El nivel de integración de los emigrados cubanos en
las estructuras del sistema político de los Estados Unidos, su representación
en estructuras legislativas y ejecutivas, y la existencia de un importante
número de organizaciones políticas como el Caucus cubano en el Congreso,
permite referir un nivel de influencia de ese sector en la política de Estados
Unidos hacia Cuba; a favor unos, en contra otros, del cambio que se materializó
con el restablecimiento de Relaciones Diplomáticas en diciembre de 2014 y el
posterior avance hacia “la normalización”.
La cuestión migratoria en el marco del conflicto
bilateral EEUU-Cuba. ¿Nueva crisis? ¿Cambio de reglas?
El número de cubanos que han entrado en los EE.UU. se
incrementó dramáticamente desde que ambos países anunciaron en diciembre de
2014 el establecimiento de relaciones diplomáticas y el inicio del proceso de
normalización de las mismas. Durante los primeros 10 meses del año fiscal 2016,
46 635 cubanos habían entrado en los EE.UU. a través de los puntos de entrada
–superando el total de 43 159 de todo el año fiscal 2015.[5]
La cifra del 2015 fue superior en un 78% a la de 2014,
cuando 24 278 cubanos entraron en los EE.UU., después de que el gobierno cubano
introdujo la reforma migratoria. Este aumento se inició en los meses
inmediatamente después del anuncio de los dos presidentes. Entre enero y marzo
de 2015, 9 900 cubanos entraron en los EE.UU., más del doble de los 4 746 que
llegaron durante el mismo período en el año anterior. El aumento continuo y
alcanzó su punto máximo en el primer trimestre (octubre-diciembre 2015), cuando
16 444 cubanos entraron a los Estados Unidos. Una nueva crisis, ahora de baja
intensidad, particular tratamiento mediático y no reconocida como tal, ronda el
escenario migratorio de ambas orillas, mientras afecta además a otras fronteras
latinoamericanas. Si nos atenemos a lo publicado por el país receptor,
las cifras superan la crisis de Agosto del 94, aunque no igualan las del Mariel
en 1980.[6]
Se reporta que miles de cubanos han entrado en los Estados Unidos por tierra.
Muchos volaron a Ecuador debido a las políticas de inmigración de
ese país. Otros viajaban a través de América Central y México. A
mediados de 2016 tuvo lugar la crisis con los cubanos en Costa Rica y
otros países del área.
La mayoría de los que entraron en suelo estadounidense
por tierra llegó a través de Laredo por el Sector de la Patrulla Fronteriza en
Texas, en la frontera con México. En el año fiscal 2015, dos tercios (28 371)
de todos los cubanos llegaron a través de este sector, un aumento del 82% con
respecto al 2014. En el año fiscal 2016, el Sector de Laredo siguió recibiendo
la mayoría (64%) de los migrantes cubanos que entraron en los EE.UU. a través
de un puerto de entrada.[7]
Desde 2014, un gran porcentaje de ese aumento se ha
producido en la Florida. El número de cubanos que entró en el sector de Miami
durante el año fiscal 2015 fue más del doble con respecto al año anterior (de 4
709 a 9 999). En los primeros 10 meses del año fiscal 2016, 8 960 cubanos han
entrado a través del sector de Miami. No todos los que intentan entrar en los
EE.UU. lo logran. Bajo los Acuerdos Migratorios de 1994-1995 los migrantes
cubanos atrapados tratando de llegar a los EE.UU. por mar son devueltos a Cuba.
En el año fiscal 2015, la Guardia Costera de Estados Unidos capturó 3 505
cubanos en el mar, el número más alto de cualquier país. El total supera los 2
111 cubanos detenidos en el año fiscal 2014.[8]
Es obvio que en Cuba existe un potencial migratorio,
cuya expectativa es migrar, con preferencia hacia los Estados Unidos. Conoce de
la Ley de Ajuste Cubano, de las ventajas extraordinarias que otorgan a los
inmigrantes procedes de la isla, en comparación con cualquier otro. Las visas
otorgadas y ejecutadas por los migrantes legales cubanos, indican que se
mantiene el canal migratorio legal. Después de enero de 2014, se hizo efectivo
el otorgamiento de visas múltiples por 5 años, a personas mayores o no de 60
años. La urgencia que matiza el actual flujo hacia los Estados Unidos de
migrantes cubanos, responde a la percepción, al temor de que desaparezca el
tratamiento de inmigración favorecida que caracteriza la migración desde Cuba
hacia los Estados Unidos. Lo que marca la diferencia para que se produzca esta
nueva explosión migratoria, es la posibilidad real de que queden sin efectos
tales beneficios, ya sea de forma parcial, paulatina o de repente, como al
parecer sucede desde el 12 de enero del 2017.
La victoria y consolidación republicana en el aparato
político de los Estados Unidos y la ascensión a la presidencia de Donald Trump,
presentan un escenario complejo. Los nombres conocidos de quienes hasta la
fecha conforman el nuevo gabinete, dibujan un futuro marcado por la presencia
de una particular filosofía de ultraderecha en todos los puntos vitales de la
política interna en ese país, mientras que la política externa tampoco
pareciera alejarse de esta esencia, quizás con matices en la forma de ejercer los
Estados Unidos su liderato mundial.
Si nos atenemos al programa de campaña del nuevo
presidente, el tratamiento al tema de la inmigración se encamina a un férreo
control de la inmigración indocumentada, la construcción de muros –virtuales y
reales–, acompañados de la aplicación de políticas discriminatorias, xenófobas
y antiinmigrantes, que incluyen la eliminación de beneficios a los inmigrantes
e incluso el control y posible disminución selectiva de la inmigración legal.
Los efectos de tales prácticas pueden ser variados y convertirse en bumerán y
detonante de serios conflictos para la política interna e internacional
norteamericana, en particular en el caso de la presencia latina, ya con más de
57 millones de personas que viven en ese país.
Previo a la elección presidencial de noviembre pasado,
se podía afirmar que los elementos esenciales de la política de Estados Unidos
hacia Cuba (el bloqueo y el apoyo a la subversión interna), al parecer se
mantendrían en el corto plazo, independientemente de quien asumiera la
presidencia en 2017. El bloqueo puede continuar siendo lentamente desmantelado
desde abajo hasta dejarlo carente de validez; pero esto último no parece
factible en los próximos 4 años. Tampoco parece viable que se regrese al punto
anterior al 17 de diciembre de 2014; o que se desmonten acuerdos en el plano
económico y se desanden caminos en una relación marcada por la presencia de
determinadas aéreas de interés de la economía estadounidense en Cuba. El
desarrollo de la “actualización del modelo económico cubano” podría estimular
los mecanismos de presión, de ambos partidos, favorables a la eliminación del
bloqueo, ahora en un escenario de nuevos requerimientos e intentos de presión
al sistema político cubano.
En este escenario, el tema migratorio mantiene su
valor como elemento de seguridad y de diálogo bilateral. Incluso la cuestión
migratoria es susceptible de ser tocada por la marea de la política anti
inmigratoria, en particular contra los indocumentados. Pocos días antes de
producirse el traspaso de una administración a otra, Estados Unidos y Cuba
firmaron nuevos acuerdos migratorios que buscan, hasta donde es posible,
impedir el efecto de la Ley de Ajuste Cubano, y en consecuencia, iniciar el
camino para eliminar la condición de migración favorecida de que disfrutan los
cubanos desde 1959.
En el caso de Cuba, las razones para tales acuerdos
son consecuentes con la postura política mantenida en la búsqueda de una
migración legal, ordenada y segura hacia el principal país receptor, y con los
cambios en proceso de la legislación migratoria y la política hacia la
emigración. Por otra parte, estos acuerdos abren a su vez varias interrogantes
hacia lo interno de la sociedad cubana, en relación con su potencial migratorio
e incluso con respecto a la difícil situación de los cubanos que se encuentran
en terceros países cuyo propósito es arribar a territorio estadounidense. Para
los Estados Unidos responde a parte de las corrientes en torno al control
inmigratorio, en particular de la migración indocumentada, donde la condición
otorgada a los cubanos resulta totalmente fuera de contexto en materia de
política inmigratoria y a partir de la reanudación de las relaciones, también
de política exterior. El momento de la firma de los acuerdos, puede tener
varias explicaciones, todas apuntan a razones de estrategias y tácticas del
proceso en marcha de normalización de las relaciones.
El presidente electo de los Estados Unidos hereda la
directiva presidencial de la administración Obama: “Normalización de las
relaciones entre los Estados Unidos y Cuba”, nuevos paquetes de medidas para
modificar la aplicación de varios aspectos del bloqueo y ahora los nuevos
acuerdos migratorios. La administración Trump no tiene la obligación de cumplir
la directiva, puede revocarla, enmendarla, todo queda en el área de las
expectativas y la especulación.
En el caso de los nuevos acuerdos podrían presentarse
cuatro escenarios posibles, sobre la base de la aplicación de una política de
férreo control inmigratorio para los próximos 4 años:
1. No se firma la relación nominal de
ajuste anual del estatus inmigratorio de los cubanos que aplican para la Ley de
Ajuste Cubano, pendiente del 2016.[9]
Se hace efectiva la eliminación de la política de “Pies secos / pies mojados”,
con un estricto control de la entrada de los cubanos por todos los puntos de
inmigración. No se deroga el programa de Parole para los médicos cubanos.
Arrecian las medidas que impidan que los migrantes cubanos al amparo de la Ley
de Ajuste y sin obtener aun la residencia, visiten sistemáticamente Cuba. Se
restringen las ayudas federales al amparo de la Ley de Ajuste y los permisos de
trabajo. Se mantiene el cumplimiento mínimo de la cifra anual de migrantes
legales y la devolución de los migrantes cubanos interceptados en alta mar, así
como de los incluidos por el nuevo acuerdo. El otorgamiento de visas por
visitas familiares e intercambio académico retorna a un bajo perfil. Se
mantienen las conversaciones migratorias como mecanismo de seguimiento y canal
de comunicación sobre el tema migratorio.
2. Al escenario A, se añade la
reactivación del programa de Parole para los médicos cubanos. Se inicia un
proceso de cabildeo en el poder legislativo, en un contexto favorable por el
dominio republicano, que lleve a la derogación de la Ley de Ajuste en los
próximos 4 años.
3. La combinación de los escenarios A y
B se complementa con la utilización de los nuevos acuerdos para que la
migración legal, ordenada y segura, sea de baja magnitud, ampliando el tema de
la repatriación de cubanos en los Estados Unidos y la selectividad migratoria
según intereses del país receptor. Se mantiene el nivel logrado por la anterior
administración con el otorgamiento de visas a cubanos por visitas familiares e
intercambio académico.
4. Se hace efectiva la
eliminación de la política de “Pies secos / pies mojados”, con un estricto
control de la entrada de los cubanos por todos los puntos de inmigración. No se
deroga el programa de Parole para los médicos cubanos. Se mantiene el
cumplimiento mínimo de la cifra anual de migrantes legales y la devolución de
los migrantes cubanos interceptados en alta mar, así como de los incluidos por
el nuevo acuerdo. El otorgamiento de visas por visitas familiares e intercambio
académico retorna a un bajo perfil. Se mantienen las conversaciones migratorias
como mecanismo de seguimiento y canal de comunicación sobre el tema migratorio.
En resumen, se vislumbra un panorama que se encamina a
la eliminación de la condición de inmigración favorecida de los cubanos en los
Estados Unidos, con una visión más pragmática. No por ello la migración dejaría
de ser pieza funcional en la relación entre los dos países, pero ahora desde
otra posición política para el conflicto bilateral, que impacta a la sociedad
cubana en su conjunto, al potencial migratorio y al comportamiento de los otros
destinos de la migración desde Cuba. Reflexionar sobre ello, sería objeto de un
nuevo trabajo.
La Habana, 17 enero de 2017.
Este artículo forma parte del dossier de Catalejo La letra de
Temas. ¿Cómo viene el 2017 para Cuba?
[2] Ver proyecciones de población de
Cuba realizadas por el CEDEM 2015, a partir de los datos publicados por la
ONEI.
[4] Se refiere a la información
publicada por el gobierno de Cuba sobre el comportamiento del movimiento de
cubanos al exterior a partir de la puesta en vigor de la Reforma Migratoria del
2014. Decreto Ley 302.
[5] Datos de Aduanas y Protección
Fronteriza obtenidos mediante solicitud de registros públicos, publicada por
Pew Hispanic Center. Julio 2016.
[6] Se refiere a dos de los
principales acontecimientos de la emigración desde Cuba a los Estados Unidos
después de 1959. Ambos marcan puntos trascendentales en esa historia
migratoria, con semejanzas y diferencias en lo sucedido y en las consecuencias
para los sujetos migrantes, los dos países y sus relaciones migratorias.
[7] La mayor parte de estas personas
utilizan la ¨ ruta del sur¨ para arribar finalmente ante la patrulla en la
frontera de México con los Estados Unidos, sabiendo que su condición de cubanos
les hace objeto de un tratamiento preferencial. Gran parte de ellos son
objeto del tráfico de migrantes.
[9] El texto de la Ley y su
implementación definen que el presidente de los Estados Unidos, debe firmar
cada año la relación nominal de las personas de origen cubano a las que se les
ajusta su estatus inmigratorio a tenor de dicha Ley. Cuestión que ha
estado en la potestad del mandatario de ese país y que ninguno dejo de hacer,
incluso el presidente Obama.
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